FMContract Workplaces
#95 Diciembre 2020

Las personas en el centro

Para alcanzar el éxito las organizaciones deben poner a las personas en el centro, humanizando la experiencia laboral y otorgándole significado al trabajo.

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A medida que las organizaciones deben afrontar el desafío de operar de nuevas formas dentro de un clima social y económico en constante cambio, se vuelve cada vez más evidente que las personas son el recurso más importante de la empresa. De hecho, la experiencia de la pandemia de COVID-19 lo ha confirmado: el valor del compromiso personal, el sentido de pertenencia y el sentido de propósito de los colaboradores son irreemplazables.

Pero, incluso antes de que la pandemia cambiara nuestra cotidianidad, muchas empresas ya reconocían la importancia del entorno de trabajo como promotor de experiencias positivas y de una cultura organizacional capaz de satisfacer nuestras necesidades humanas más profundas: sentirnos valorados, respetados y empoderados por lo que somos y lo que hacemos.

Según Jacob Morgan, autor del libro The Employee Experience Advantage1, la experiencia del empleado está mediada en un 40% por la cultura organizacional, seguida por el entorno físico y la tecnología con un 30% cada uno. La cultura, por ende, constituye el principal factor en la creación de una experiencia laboral positiva y gratificante que influye tanto en la productividad como en la salud y el bienestar de los empleados.

Pero lo cierto es que la experiencia está determinada por cada interacción que los empleados tienen con la organización, desde el primer hasta el último contacto. Abarca una variedad de aspectos que van desde el día a día en la oficina, los servicios, la flexibilidad, los beneficios y el clima organizacional que ofrece la compañía, hasta algunos detalles de confort tan importantes para el bienestar de los trabajadores tales como la temperatura y la calidad del aire interior, la ergonomía, el mobiliario, la estética y la comodidad del lugar de trabajo.

Construir la experiencia

La forma en la que percibimos el ambiente de trabajo está conformada por una compleja trama de momentos, interacciones y experiencias que se extiende más allá del espacio físico y del horario laboral.

Las experiencias más exitosas son aquellas que están en armonía con nuestras necesidades personales, apoyando nuestras actividades, enriqueciendo el día a día y generando satisfacción y compromiso. Sin embargo, según un estudio de Employee Engagement publicado por Gallup, solo 27% de los colaboradores de Latinoamérica está comprometido con su trabajo2. Esto quiere decir que es impostergable tomar medidas activas para mejorar la experiencia de los trabajadores.

Para ello es preciso analizar cuáles son los verdaderos requerimientos de la fuerza laboral y actuar sobre los factores que dan forma a esa experiencia: la creación y el desarrollo de conexiones y relaciones sociales productivas mediados por la cultura organizacional, el diseño y las formas de uso del espacio físico y las tecnologías que se utilizan para realizar las tareas.

→ Cultura organizacional. La experiencia en el lugar de trabajo se encuentra fuertemente influenciada tanto por el comportamiento de las personas como por las decisiones de Management. La cultura determina cómo se hace el trabajo, cómo se relacionan los colaboradores y cuáles son sus posibilidades de desarrollo personal y profesional. Fomentar la interacción social tiende a impulsar la colaboración y beneficia la creación de una comunidad sólida, libre de comportamientos tóxicos. Pero si la cultura se basa en el miedo o es excesivamente vertical, los empleados pueden tener falta de confianza y dificultades para colaborar de forma abierta con sus colegas.

Espacio físico. El espacio de trabajo debe ser un fiel reflejo de la cultura y tiene que garantizar a cada uno la posibilidad de elegir el mejor espacio para trabajar a partir de sus interacciones y sus necesidades personales: concentración, colaboración, aprendizaje y socialización. Ofrecer una variedad de opciones sobre cómo y dónde se puede trabajar brinda una mayor sensación de control, contribuye al empoderamiento y crea una experiencia positiva.

También se deben considerar factores ambientales tales como la iluminación, la temperatura, el ruido, la ventilación, etc., a fin de mejorar el bienestar y la satisfacción de los empleados.

→ Tecnología. A medida que el lugar de trabajo evoluciona más allá del espacio físico hacia el ámbito digital, el papel de la tecnología se torna cada vez más relevante en la experiencia de los empleados. Hoy, ambas experiencias se entremezclan hasta hacerse casi indistinguibles.

Para lograr un diseño eficaz de la experiencia tecnológica es indispensable conocer las necesidades de los colaboradores; solo así podremos brindar herramientas personalizadas y contenido relevante a lo largo de todos sus puntos de contacto e interacciones con la empresa, apoyando sus actividades y enriqueciendo su día a día. Una experiencia novedosa y estimulante atrae a los mejores profesionales y los mantiene comprometidos y productivos.

De la experiencia al propósito

Las nuevas generaciones de trabajadores esperan mucho más que un buen salario. Una vez cubiertas sus necesidades básicas, otros factores tales como la experiencia en el lugar de trabajo parecen ser más importantes para generar compromiso y lealtad.

Un componente importante de la experiencia de los empleados es poder comprobar el impacto y comprender el propósito general que tiene el trabajo de cada uno dentro de la organización. Porque lo cierto es que una oficina es mucho más que el lugar donde vamos a trabajar; es, sobre todo, un entorno vital donde transcurre gran parte de nuestra vida. Para sentirnos verdaderamente plenos y estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos necesitamos encontrar un significado, un propósito en lo que hacemos.

El sentido de propósito abarca tres elementos fundamentales:

  • Sentirse conectado con algo más grande que uno mismo.
  • Saber que el trabajo que hacemos es importante.
  • Comprender de qué manera nuestro trabajo afecta la vida de otras personas, no solo a los resultados de la organización.

Para desarrollar este sentido de propósito es necesario promover una cultura organizacional que reconozca y valore a cada persona por sus contribuciones y capacidades únicas. Cuando el trabajo se alinea con las aspiraciones personales, la gente entrega su mejor esfuerzo.

Pero para que los trabajadores se involucren, este propósito debe ser compartido por todos en la organización. Un propósito compartido es un sólido principio para construir una comunidad basada en la colaboración, el compromiso y la confianza que no solo fomenta la innovación y la agilidad, sino también la eficiencia y la productividad. Pero este propósito no debe estar tallado en piedra: debe redefinirse continuamente a medida que evolucionan los negocios y los clientes, con la activa participación de los colaboradores como miembros de una comunidad comprometida con un propósito colectivo.

Las personas en el centro

Las personas son el activo más importante de una empresa. Sin una fuerza laboral comprometida y motivada no es posible innovar, competir, ser eficientes ni tener la flexibilidad necesaria para afrontar los desafíos de un futuro cada vez más impredecible. Para contar con esta ventaja competitiva se necesita mucho más que una cooperación mínima y el mero cumplimiento de los empleados. Hace falta la entrega y el compromiso que solo nos brinda saber que estamos trabajando por algo que verdaderamente vale la pena. Es necesario un sentido de propósito.

Si bien el futuro del trabajo es incierto, una cosa está clara: para que una organización pueda sobrevivir y ser exitosa, las personas deben estar en el centro. Colocando a las personas en el centro se humaniza la experiencia laboral y el trabajo cobra significado. Cuanto más significativo sea el trabajo, más se beneficiarán las personas y la organización.

Referencias:

1 MORGAN, J. (2017): “The Employee Experience Advantage: How to Win the War for Talent by Giving Employees the Workspaces they Want, the Tools they Need, and a Culture They Can Celebrate”.

2 GALLUP (2018): “State of the Global Workplace”.


Los nuevos avances tecnológicos tales como la automatización, la robótica, la inteligencia artificial (IA) y los sistemas de machine learning, Read more

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