Oficina Sustentable Microsoft por Contract Workplaces

Residuos en la oficina

El tema de los residuos nos afecta a todos porque todos los producimos. Cualquier producto o servicio que consumimos requiere recursos naturales y, en poco tiempo, termina produciendo grandes cantidades de desechos. Estamos consumiendo materias primas a un ritmo superior al que tiene la Tierra para renovarlas. Para ayudar a mitigar este problema y evitar la acumulación de residuos en la oficina es posible adoptar distintas estrategias: la reducción de la generación de basura, la reutilización, el reciclaje, y un cambio en nuestra mentalidad como consumidores responsables.

El ritmo al que se consume en las sociedades modernas tiene un alto costo, tanto en términos del uso de los recursos como en la producción de residuos y contaminación. Sin embargo, nuestro sistema económico aún parecen basarse en el consumo, lo cual requiere un constante recambio y genera toneladas de desechos.

diseño de oficinas modernas

Pero para cambiar estos patrones de consumo desmedido y ayudar a mitigar todas las consecuencias que esto trae aparejado (presión sobre los recursos naturales, generación de basura, contaminación, etc.), también es importante un cambio en la conducta del consumidor. Para ello se necesita una mayor y más clara información sobre el impacto que pueden generar los cambios en los hábitos de consumo, saber cuáles son los productos con mejor desempeño, cómo hacer un uso más eficiente y cuál es la forma más limpia de deshacerse de ellos. En resumen: debemos convertirnos en consumidores responsables.

¿Qué hacemos con los residuos?

El vertedero es la forma más antigua de tratamiento de los residuos y la opción menos deseable debido a los potenciales efectos adversos que puede tener. El más grave de ellos es la producción y liberación en la atmósfera de metano, un potente gas de efecto invernadero, 25 veces más potente que el dióxido de carbono. Pero a pesar de todos los problemas que acarrea, sigue siendo la forma más común de eliminación de residuos  en la mayoría de los países.

Sin embargo, gran parte de los residuos que tiramos se puede reciclar. El reciclaje reduce la cantidad de desperdicios que terminan en los vertederos al mismo tiempo que disminuye la presión sobre el medio ambiente. La reutilización, consistente en el uso repetido de productos y componentes para el mismo fin para el que fueron concebidos, es otra opción para disminuir la cantidad de desechos. Con el reciclaje también se ahorra energía: una lata de aluminio reciclado, por ejemplo, ahorra el 95% de la energía necesaria para hacer una lata nueva a partir de materia prima.

En las oficinas, los residuos que se generan están compuestos principalmente por papel y cartón, los cuales representan el 90% del total de los desechos que se producen (Leer nota “La Oficina Sustentable”). Los residuos peligrosos  compuestos por el tóner de impresoras, los cartuchos de tinta, las pilas y baterías, las lámparas fluorescentes en desuso, etc., necesitan una gestión especial y representan el 5% de total de los residuos de una oficina.  Las botellas y envases de plástico y vidrio, y las latas representan el 3%  mientras que los residuos orgánicos abarcan el 2% de todos los residuos de una oficina.

Buenas prácticas

• Aplicar la “Regla de las tres R”: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
• Instalar contenedores para la separación de residuos.
• Evitar el uso de material descartable tal como cubiertos, vasos y botellas de plástico. Es mejor utilizar vasos y tazas de vidrio o loza.
• Donar todo aquel material de oficina que ya no se utilice y esté en buen estado: equipamiento de oficina, computadoras, impresoras, etc.
• Ser consumidores responsables.
• Aceptar el compromiso de un consumo responsable no plegándose irreflexivamente a los dictados de la moda y los mercados.
• Consumir solo aquello que sea necesario, reciclando, reusando y reparando cuando sea posible.
• Adquirir productos con envases reutilizables (por ejemplo: envases rellenables para productos de limpieza, etc.).
• Reducir al máximo el uso del papel.

Dado que se trata de uno de los mayores residuos que se generan, las empresas pueden poner en práctica una serie de pautas tendientes a disminuir el consumo de papel, lo cual no solo traerá aparejado una reducción del impacto ambiental sino también importantes beneficios económicos:

• Archivar la información en forma digital y hacer el mínimo de copias en papel.
• Los documentos que no sean definitivos se pueden corregir en pantalla y/o guardar como borradores en la PC; de esta manera se ahorra tinta y papel.
• Usar las dos caras del papel y, si es posible, hacer reducciones de los originales para disminuir el uso del recurso antes de reciclarlo.
• En la medida de lo posible, moderar el uso de la impresora. En algunas empresas se establece un cupo mensual por persona. De esta manera se imprime solo lo que es verdaderamente imprescindible.
• Evitar la mala utilización y el derroche del material de oficina.
• No tirar cosas que aún sirven.
• Reciclar los cartuchos de tóner y tinta. Los cartuchos reciclados disminuyen su costo hasta en un 50%.
• Disposición de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

Los avances tecnológicos han contribuido a que la generación de residuos electrónicos sea más grande que nunca. La seguridad en su recolección y gestión es esencial, ya que a menudo contienen sustancias peligrosas tales como metales pesados que pueden causar problemas de contaminación y de salud.

Diseño y construcción de oficinas modernas

Es importante promover la responsabilidad del fabricante, quien debe hacerse cargo de la eliminación, reutilización o eventual recuperación del producto. Un programa de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) tiene como objetivos fundamentales: la mejora en el diseño de los productos y sus sistemas; la alta utilización de productos y materiales de calidad a través de la recolección, tratamiento y reutilización o reciclaje de manera ecológica y socialmente conveniente.

En la Unión Europea ya se han sancionado normativas de responsabilidad extendida del productor, que se están expandiendo a la mayoría de los países más industrializados. En los países de América Latina, hasta el momento prácticamente no existe ninguna infraestructura formal para hacer frente a la basura electrónica y gestionar este tipo de residuos.

 Fuente: FM&Workplaces #74

LEED Contract Workplaces

Nuevos créditos LEED pos COVID-19

La actualización de las estrategias LEED brinda soluciones sostenibles orientadas a reconstruir la actividad económica, priorizando la salud de las personas y la creación de espacios más saludables.

En este tiempo globalizado, de grandes transformaciones y enormes desafíos, a los problemas ambientales que debemos afrontar para preservar el planeta y sus ecosistemas –el calentamiento global, la escasez de agua potable, la demanda energética, el manejo de los residuos, la contaminación del aire y los mares, etc.–, hoy debemos sumar la reciente pandemia de COVID-19.

Y a medida que el mundo intenta recuperarse de esta emergencia sanitaria mundial sin precedentes, tanto las empresas como los trabajadores se plantean cuál es la mejor forma de afrontar la difícil tarea que plantea la reapertura de las actividades de manera responsable, segura y sustentable. La salud y el bienestar son fundamentales para la sostenibilidad y apostar por ellos representa la forma más rápida de reconstruir una economía saludable.

Edificios verdes para una nueva realidad

A pesar de que cada vez existe más conciencia de la enorme influencia que el entorno construido tiene sobre el medio ambiente, las prácticas convencionales de diseño y construcción no parecen haber cambiado de manera significativa. Según surge de algunos relevamientos, los edificios generan el 50% de los residuos sólidos, el 25% de los gases de efecto invernadero, el 35% de la polución térmica, y demandan cerca del 45% de la materia prima y la energía disponibles en todo el mundo. Y como además, su ciclo de vida es más largo que el de casi cualquier otro activo, se comprende que tengan un enorme impacto sobre el ambiente. Es por esto que la edificación “verde” ha ganado adeptos a un ritmo acelerado.

Dentro de esta coyuntura, los certificados de sustentabilidad vienen proliferando ya desde los años 90. Es por esto que, desde hace varias décadas, en los países desarrollados se han puesto en marcha distintas herramientas de aplicación voluntaria para evaluar y certificar la calidad medioambiental de los edificios: LEED en los Estados Unidos, BREEAM en el Reino Unido, CASBEE en Japón, etc.

Sin embargo, el sistema de certificación que ha obtenido mayor consenso internacional es LEED (Leadership in Energy and Environmental Design). El estándar está orientado a la evaluación y calificación del desempeño ambiental y energético para diseñar, construir y operar edificios y espacios sostenibles que no solo reducen el impacto ambiental sino que también mejoran la salud de las personas y apoyan el desarrollo económico.

La certificación LEED permite evaluar criterios tales como la integración de energías renovables, el uso racional de los recursos naturales, el impacto ambiental de la construcción, etc., de tal forma que se garanticen unos niveles de confort determinados con un aval de calidad que, al mismo tiempo, proporciona un valor agregado al producto final.

En los últimos meses, y con el objeto de ayudar a las empresas y a las personas a operar, trabajar y desenvolverse en un mundo que tendrá que aprender a convivir con el COVID-19, al menos por un tiempo, el U.S. Green Building Council (organización que promueve la sostenibilidad de los edificios en los EE.UU., y es responsable del desarrollo de LEED) anunció una nueva estrategia denominada Healthy People in Healthy Places Equals a Healthy Economy. La idea detrás de esta iniciativa consiste en aprovechar el sistema de certificación LEED para mejorar el impacto de los edificios en la post pandemia priorizando la salud de las personas, las comunidades y el planeta.

Para ello se están llevando a cabo una serie de acciones que incluyen el lanzamiento de nuevos créditos adecuados a la emergencia actual, junto con actualizaciones del programa de construcción sostenible LEED. De esta forma se busca garantizar que el estándar refleje la nueva realidad que, tanto los edificios como las personas que los habitan, enfrentarán en el futuro cercano.


Aprovechar el sistema de certificación LEED sirve para mejorar el impacto de los edificios en la pos pandemia, priorizando la salud de las personas, las comunidades y el planeta.


Los nuevos créditos LEED

Como una forma de abordar las preocupaciones de seguridad sanitaria de los edificios planteadas por la actual crisis de salud, el U.S. Green Building Council está actualizando las estrategias LEED para abordar aquellos factores que pueden afectar la propagación del coronavirus: la calidad del aire interior y del agua, la limpieza y la gestión de riesgos.

Estos nuevos créditos, denominados Safety First, se crearon en respuesta directa a la pandemia de COVID-19 y están enfocados en brindar soluciones sostenibles orientadas a reconstruir la actividad económica con el foco puesto en la salud de las personas y en la creación de espacios más saludables.

Los créditos que se enumeran a continuación describen algunas de las mejores prácticas para la sostenibilidad en las áreas de desinfección, reingreso al lugar de trabajo, calidad del aire interior y calidad del agua. Pueden ser utilizados por proyectos LEED ya certificados o en proceso de certificación:

1. Limpiar y desinfectar el espacio

Este crédito requiere que se sigan las mejores prácticas de limpieza sustentable establecidas en LEED, de tal forma que se garantice un ambiente interior saludable y la seguridad de los trabajadores. Además de las consideraciones de los productos a utilizar, el crédito también demanda implementar procedimientos y capacitación adicional para el personal de limpieza junto con el cumplimiento de las normas sanitarias por parte de los ocupantes.

2. Reingreso al espacio de trabajo

El crédito constituye una herramienta tanto para evaluar y planificar el reingreso como para medir el progreso del mismo una vez que se ocupa el espacio. Requiere que los edificios tengan un plan de reingreso que incluya cuestiones tales como el control de los accesos, el distanciamiento social, la reducción de los puntos de contacto y una comunicación efectiva.

3. Puesta en marcha del sistema de agua

Los edificios que han disminuido su grado de ocupación o han estado cerrados durante semanas o meses debido al confinamiento, pueden presentar problemas con la calidad del suministro de agua, la cual puede no ser segura para beber o para usar. Este crédito requiere que se desarrollen e implementen estrategias de gestión del agua en coordinación con las autoridades locales responsables del suministro, y que se comuniquen a los ocupantes del edificio las medidas tomadas para asegurar la calidad de este servicio esencial.

4. Calidad del aire interior durante COVID-19

Este nuevo crédito se basa en los requisitos LEED existentes para Calidad del Aire Interior y requiere que se contemplen ajustes temporales en la ventilación de los edificios, lo cual podrían minimizar la propagación de COVID-19 a través del aire. Las consideraciones adicionales incluyen, además, el aumento de la filtración de aire, el distanciamiento físico de los ocupantes y el seguimiento de las medidas reglamentarias locales. El crédito también promueve el monitoreo y la evaluación de la calidad del aire interior de forma continua.

Buscar el impacto positivo

La salud y el bienestar son fundamentales para la sostenibilidad. Hay estudios sólidos que sugieren que las características de los edificios verdes favorecen la salud y la productividad de sus ocupantes, y que algunas estrategias sustentables compatibles con una baja huella de carbono o energéticamente eficientes tales como el uso de la luz o la ventilación naturales, son capaces de crear un círculo virtuoso que funciona tanto para las personas como para el planeta1.

En definitiva, los edificios sustentables no solo pueden generar un importante impacto en la reducción de la contaminación y los residuos, una disminución en el consumo de recursos naturales y una menor presión sobre las infraestructuras locales; también son más saludables, confortables, duraderos y eficientes. Dado que estos beneficios no son fácilmente cuantificables, con frecuencia son ignorados en el análisis a la hora de considerar la conveniencia de construir y certificar para la sustentabilidad.

En estos tiempos de pandemia que nos toca atravesar es fundamental buscar el impacto positivo. Adhiriendo a los principios de la sustentabilidad en el diseño, la construcción y la operación de los edificios también aumentamos la confianza y la seguridad de las personas en los espacios en los que habitan y trabajan. Así se estimula la economía y, en última instancia, mejora la calidad de vida de todos.

Referencias:

1 WORLD GREEN BUILDING COUNCIL (2015): “Health, Wellbeing & Productivity in Offices”.

Health Safety Rating - Contract Workplaces

HEALTH SAFETY RATING: una estrategia para volver seguros a la oficina

Comprometidos con el bienestar y seguridad dentro de los espacios,  el International Well Building Institute (IWBI)  ha lanzado el sello “WELL Health-Safety Rating”.  Esta certificación surge como respuesta ante la pandemia y sus requisitos son un subconjunto dentro del estándar de construcción WELL establecidos especialmente por grupo interdisciplinario de expertos de todo el mundo (el IWBI Task Force)  para ayudar a las organizaciones a operar, mantener y diseñar los espacios en un entorno posterior a COVID 19.

Lo cierto es que la pandemia tendrá un impacto a largo plazo tanto dentro como fuera de los espacios de trabajo. Los cambios en el entorno físico y la interacción social dentro de las empresas requerirán que muchas prácticas habituales de bienestar deban ser reevaluadas, con el foco puesto en la salud y la sustentabilidad.

El  Sello Well Health Safety Rating,  permite a las organizaciones brindar seguridad a sus equipos en el retorno a las oficinas. El mismo aborda seis áreas principales:

→ Procedimientos de limpieza y desinfección. Es sabido que el virus del COVID-19, como muchas otras enfermedades infecciosas, se transmite principalmente por el contacto cercano con una persona infectada a través de gotitas respiratorias, muchas de las cuales pueden permanecer sobre las superficies durante horas e, incluso, días. Mantener buenos protocolos de limpieza puede ayudar a reducir el riesgo de infección en la vuelta a la oficina.

Estos protocolos incluyen: el apoyo al lavado de manos frecuente, la reducción del contacto con superficies, mejoras en las prácticas de limpieza y la elección de aquellos productos de limpieza que sean menos peligrosos para la salud.

→ Programa de preparación para emergencias. Los planes de preparación y resiliencia para emergencias son fundamentales para garantizar que las empresas estén equipadas tanto para enfrentar una crisis inminente como para recuperarse exitosamente de ella, ya se trate de una emergencia sanitaria, desastres naturales o de cualquier otra situación que afecte su normal funcionamiento.

Además del desarrollo de un plan para emergencias, los requisitos que comprende esta área son: la creación de un plan de continuidad comercial, la planificación para un reingreso seguro y saludable, proporcionar recursos para afrontar la emergencia y reforzar la resiliencia.

→ Recursos de servicios de salud. La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia cómo los comportamientos de una persona pueden poner en riesgo a los demás. Las estrategias incluidas en esta sección se centran en las formas de fomentar acciones individuales que apoyen la salud y la seguridad para todos los que ocupen el espacio de trabajo.

Para ello es fundamental proporcionar los siguientes servicios: licencia por enfermedad, beneficios de salud, apoyo a la salud mental, acceso a vacunas antigripales de forma gratuita y promoción de un ambiente libre de humo.

→ Gestión de la calidad del aire y el agua. Sin el mantenimiento adecuado, los sistemas de agua, calefacción, ventilación y aire acondicionado pueden acumular microorganismos y partículas que son vectores de enfermedades respiratorias, especialmente después de períodos de inactividad.

El monitoreo de la calidad del aire y el agua, junto con las estrategias operativas para mejorar la ventilación y la filtración, son fundamentales para identificar y mitigar los posibles riesgos. Para ello habrá que llevar adelante distintas acciones: evaluar la ventilación, revisar y mantener los sistemas de tratamiento de aire, desarrollar un plan de manejo de Legionella, supervisar la calidad del aire y el agua, y controlar el moho y la humedad.

→ Compromiso y comunicación. Durante las emergencias, la participación y la comunicación son fundamentales para inspirar confianza, mejorar la coordinación y respaldar las acciones que pueden ayudar a proteger la seguridad y la salud. Estas acciones contribuyen a crear conciencia sobre qué hacer durante una crisis y proporcionan información para salvaguardar el bienestar de los ocupantes.

Brindar estrategias, educación y recursos de promoción de la salud puede ayudar a las personas a cultivar hábitos saludables y resiliencia en respuesta a los factores de riesgo.

→ Innovación. La innovación facilita el desarrollo de herramientas para crear entornos de trabajo más seguros y saludables. En esta sección se incluyen tanto los conceptos como las estrategias novedosos que aún no están incluidos en la presente certificación o que logran resultados que exceden los requisitos existentes .

El Sello Well Health Safety Rating fue implementado ya por numerosas empresas alrededor del mundo no sólo en espacio corporativos, sino también en estadios, lugares de entretenimiento y hoteles, entre otros. Cuenta, además, con el apoyo de grandes figuras internacionales y con expertos en materia de salud y prevención de enfermedades.

 

Cambio de hábitos

En un mundo que depende cada vez más del suministro de energía hacen falta soluciones sostenibles e innovadoras para poder seguir evolucionando. Debemos preparar el terreno para las generaciones futuras cambiando los patrones de consumo de forma responsable y eficiente. Resulta más barato modificar nuestros hábitos y conductas, la forma en la que vivimos y trabajamos, que construir nuevas instalaciones destinadas a la producción y generación eléctrica. Desde esta perspectiva, la oficina representa una importante oportunidad para optimizar el uso de la energía. La incorporación de la tecnología, la adopción de nuevas modalidades laborales, la eficiencia en el diseño y el uso del espacio de trabajo junto con el compromiso de los colaboradores, constituyen la forma más rápida, económica y simple de reducir el consumo de energía y cuidar los recursos del planeta.

Todos los eventos que nos han hecho progresar tan espectacularmente se concentran en los últimos 10.000 años. Avanzamos cada vez más rápido, multiplicando nuestros conocimientos de un modo exponencial  y todo ese avance se debe al aprovechamiento de la energía.

En el lapso de dos siglos, la energía eléctrica se ha convertido en una parte indispensable de la vida moderna -especialmente en zonas urbanas de alta densidad de población- ya que de ella dependen muchos servicios básicos tales como el suministro de agua potable, el funcionamiento de los ascensores, el transporte público, el sistema de señalización, la iluminación, la producción y conservación de alimentos, la seguridad, la banca, etc. Demás está decir que, sin energía, tampoco habría Internet ni red de telefonía y que los dispositivos móviles serían inservibles.

La mayor parte de nuestras actividades -toda nuestra forma de vida- depende de un suministro constante de energía. Incluso una falta temporal puede llevar al caos en las estaciones de tren, los aeropuertos, los hospitales y la vida económica de un país.

Pero la cantidad de energía que se gasta no depende únicamente del número y la calidad de los equipos que se tengan sino también del uso que hagamos de ellos. Es importante cambiar todo el modelo de vida que se ha creado sobre las bases de una disponibilidad infinita de recursos porque, sin la participación y el compromiso de las personas, ninguna medida de eficiencia energética será exitosa. 

Un nuevo modelo

Hasta principios de la década del 70 la energía parecía inagotable. Sin embargo, actualmente el abastecimiento energético representa una preocupación no solo para el presente sino también para el abastecimiento de las generaciones futuras. 

Cuando consideramos que los edificios comerciales son responsables del 40% del consumo mundial de energía y del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, se comprende que los esfuerzos deben estar dirigidos a mejorar la forma en la que los construimos y operamos. La buena noticia es que hay una gran oportunidad de ahorro y eficiencia energética en varias áreas. 

Hoy, la gente no necesita ir a la oficina para trabajar. Los nuevos estilos laborales permiten realizar tareas desde la casa o desde terceros lugares más próximos a la vivienda. Así, la necesidad de espacio en la oficina disminuye y solo se usa para reuniones. Los equipos de trabajo se comunican gracias a una amplia gama de herramientas de comunicación digital y el entorno de trabajo se virtualiza. 

Usar menos espacio (o no aumentar la superficie ocupada) es una manera sumamente efectiva de reducir al mínimo el impacto ambiental de una organización. Un edificio que ocupa menos espacio significa menos uso de energía, menos emisiones de carbono, menos residuos y menos consumo de recursos naturales.

Además, con una parte de la fuerza laboral que realiza sus tareas de manera remota, se pueden evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro en transporte y disminución de la polución ambiental. 

Para poner en contexto la importancia de reducir los desplazamientos basta decir que mientras se estima que el 21% de las emisiones globales de CO2 es generado por el transporte, el  total de los edificios (incluyendo residenciales y comerciales) son responsables solo por el 13,5%.

La tecnología, además de facilitar los procesos de la organización, puede ayudar a controlar el entorno físico para proveer eficiencia energética y confort. Los sistemas de automatización de los edificios inteligentes pueden controlar, operar y comunicar infinidad de dispositivos: control de ocupación, de ventilación, de programación y zonificación de los sistemas de climatización, de iluminación, etc.

En resumen, la optimización del uso del espacio, el teletrabajo, la menor cantidad de viajes, la reducción del uso de papel, el aprovechamiento de la luz natural, la automatización de los controles de las instalaciones, entre muchas otras iniciativas, son estrategias que ayudan a hacer un uso eficiente y responsable de los recursos. La oficina es una gran consumidora de energía, por lo que el objetivo principal será garantizar la optimización de toda su operación sin sacrificar el confort y el bienestar de las personas.

El factor humano

Aunque hoy existe una mayor sensibilización de la opinión pública frente a la necesidad de hacer un uso eficiente y racional de la energía, lo cierto es que una gran parte del éxito de las medidas de eficiencia energética que se adopten en una organización dependerá del comportamiento y los hábitos de los usuarios directos: los empleados. Por ello resulta esencial hacerlos partícipes del compromiso adoptado por la compañía para reducir el consumo energético e involucrarlos activamente desde el principio, mediante una comunicación efectiva.

Las investigaciones sobre el comportamiento del consumidor señalan que el vínculo entre las medidas de eficiencia energética y las prácticas del usuario es de vital importancia. Las intervenciones tecnológicas tienen un impacto menor y son más caras de implementar si se llevan a cabo de forma aislada, sin ningún tipo de programa dirigido a fomentar el cambio de conducta.

Los principales factores que, según estos estudios, influyen sobre las pautas del consumidor se clasifican en: actitudes (normas, valores y creencias), contexto social (amigos, familia, trabajo, organizaciones, etc.), contexto ambiental (social, político, cultural, etc.), capacidades personales (conocimientos, educación, nivel socioeconómico) y hábitos o rutinas. Sobre estos últimos habrá que trabajar especialmente ya que la mayor parte de los hábitos son prácticas determinadas socialmente sobre las que no suele haber una reflexión crítica. Desarticularlos puede ser una tarea difícil, pero no imposible.

La Universidad de Sussex desarrolló un modelo para comprender el comportamiento del consumidor relacionado con el uso de la energía que sugiere que cuanto más fuerte es el hábito, menos se reflexiona sobre él. El hábito de viajar en auto al trabajo en lugar de usar el transporte público o ir en bicicleta, es un claro ejemplo de esto.

Otro aspecto de importancia a la hora de implementar cambios en los hábitos de consumo de las personas surge de un reporte de la Agencia Europea de Energía, el cual revela que sin un marco de referencia adecuado, los consumidores no pueden saber si su gasto es excesivo. Esto implica que la comunicación y la retroalimentación continua es esencial para una modificación duradera en el comportamiento. 

Dentro del marco organizacional, la promoción del ahorro energético plantea un desafío particular  ya que los empleados normalmente no tienen ningún incentivo financiero directo para reducir el consumo de energía y rara vez tienen acceso a la información con respecto a su nivel de gasto, además de que cada uno cuenta con sus propios hábitos y pautas personales. 

No obstante, es posible establecer intervenciones relativamente simples y fáciles de implementar. La puesta en práctica de un programa de “educación entre pares” -técnica que ha demostrado ser exitosa en la promoción de la salud- puede ayudar a difundir información sobre cómo y por qué es importante conservar la energía, como así también puede contribuir a fomentar una serie de buenas prácticas tendientes a reducir el consumo entre los empleados. 

Este enfoque resulta eficaz porque los pares pueden captar una mayor atención por parte de los empleados, y al mismo tiempo son percibidos como más confiables en el contexto de este tipo de intervenciones.

¿Hacia dónde vamos?

Cada vez existe mayor conciencia del impacto que las actividades humanas tienen sobre el medio ambiente. Las empresas se han hecho eco de esta preocupación incorporando políticas activas en cuanto a la responsabilidad que les compete. Los problemas energéticos, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación ambiental y el aumento de los residuos pueden tener un impacto negativo sobre el modo en el que funcionan las organizaciones. 

Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, la creación de entornos de trabajo flexibles aparecerá como la solución más sostenible para que las organizaciones puedan satisfacer sus necesidades de manera más sustentable.

Si a esto le sumamos que una parte de la fuerza laboral puede realizar sus tareas de manera remota, se podrían evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de energía en transporte y disminución de la polución ambiental. 

La eficiencia energética es la forma más rápida, económica y simple de reducir los costos y el consumo de energía en la oficina. Los estudios realizados por el INTI-Energía y otras instituciones en los últimos años han demostrado que es posible obtener ahorros cercanos al 20% del consumo de combustibles y energía eléctrica en casi cualquier instalación, sin realizar inversiones.

El viejo modelo de oficina basado en una disponibilidad ilimitada de recursos ya no es una alternativa válida. Cuanto antes comencemos a adoptar los nuevos imperativos energéticos y de sustentabilidad, en mejores condiciones estaremos para adaptarnos a los cambios que se irán produciendo, y para afrontarlos con éxito. Para construir una civilización próspera hace falta energía. Pero para poder seguir evolucionando necesitamos que la energía se use de manera racional y responsable.

El cerebro humano evolucionó para comprometerse emocionalmente solo con un pequeño trozo de geografía, una banda limitada de parientes y dos o tres generaciones en el futuro. No ver más allá -a pesar de que tenemos la capacidad para hacerlo- parece ser parte del legado del hombre paleolítico. El gran dilema ético que deberemos resolver hoy como especie surge del conflicto entre estos valores a corto plazo y los valores basados en una visión de un futuro transgeneracional más distante. Porque a pesar del impresionante progreso científico y tecnológico actual, lo cierto es que dependemos de los recursos naturales de la Tierra para sobrevivir”. 

Edward O. Wilson

 

Referencias:

CARRICO, A. & RIEMER, M. (2011): “Motivating energy conservation in the workplace: An evaluation of the use of group-level feedback and peer education“. Journal of Environmental Psychology.

COMISIÓN EUROPEA (2014): “Acción por el clima”.

EUROPEAN ENVIRONMENT AGENCY (2013): “Achieving energy efficiency through

 behaviour change: what does it take?”.

JOSHI, B. (2014): “Best Practices in Branding of Energy Efficiency”. International Energy Agency.

MARTISKAINEN, M. (2007): “Affecting consumer behaviour on energy demand”. University of Sussex.

UNEP-SBCI (2011): “Iniciativa para Edificios Sostenibles y Clima”.

Coffee de Dhelos construido por Contract Workplaces

El agua, ese preciado recurso

El agua es un elemento indispensable para la vida. Casi dos tercios del cuerpo humano están compuestos por agua; es un componente importante de las células y del fluido intercelular, es el medio para el transporte de nutrientes y desechos, y ayuda a regular la temperatura interna del organismo. Para mantenernos hidratados y compensar lo que el cuerpo pierde a través de la respiración, la transpiración y la excreción, debemos consumir entre 2 y 3,7 litros de agua por día dependiendo de múltiples factores tales como la edad, el género, el grado de actividad, la temperatura exterior, etc.

El agua es un bien real; un uso adecuado y sostenible de este preciado recurso permite el desarrollo económico y el bienestar de las personas. Por el contrario, cuando el acceso al agua potable se hace difícil, proliferan las enfermedades y se diezman las poblaciones. En este sentido es importante recordar que, aunque la Tierra está cubierta de agua en más del 70% de su superficie (de la cual solo el 2,5% es dulce), la humanidad solo tiene acceso al 1% del total del agua dulce disponible , valor que no parece muy generoso pero que, si estuviera uniformemente distribuido y se usara de manera racional y sustentable, bastaría para abastecer al doble o al triple de la población mundial.

Aunque se trata de un recurso renovable, la realidad es que muchas regiones del globo tienen graves problemas de escasez y esto representa una amenaza para la economía y la salud de muchos países. Se estima que 2.100 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua limpia ni a condiciones sanitarias seguras , siendo las causas principales de esta escasez la distribución irregular del recurso, el crecimiento demográfico y la contaminación.

En los países de América Latina, el beneficio del agua potable se ha ido extendiendo poco a poco hasta alcanzar los lugares más apartados, pero hay todavía carencias muy grandes. Actualmente, sin embargo, la mayor parte de la población urbana tiene acceso al agua potable. Aún así, este es un recurso que se vuelve cada vez más escaso.

Por todo lo expuesto resulta indispensable modificar los hábitos de uso basados en el despilfarro de este importantísimo recurso. En el caso de los edificios de oficinas existen varias formas de intervención para regular el consumo del agua que van desde la provisión y el uso racional en la infraestructura sanitaria, hasta el aprovechamiento de las aguas pluviales y el tratamiento de efluentes. Huelga decir que un mantenimiento periódico y adecuado de la instalación sanitaria evitará pérdidas por roturas, desperfectos, etc.

Cómo evitar el derroche

Los sanitarios de uso público, tales como los que se encuentran en las oficinas, son frecuentados por grupos de usuarios muy diversos; no siempre están periódicamente controlados y están expuestos a pérdidas de agua por mal uso que pueden llegar a ser considerables. Por esto es de gran importancia dotarlos de un nivel de equipamiento apropiado para el grupo de usuarios que los va a utilizar, ya que debemos reducir el derroche de agua y minimizar las operaciones de mantenimiento.

Los dispositivos sanitarios han evolucionado en su fabricación, tanto por los materiales utilizados como por el diseño y la incorporación de nuevas tecnologías que permiten el ahorro de agua, algunos de los cuales se pueden adaptar a los elementos ya existentes de una forma sencilla.

Aquí porponemos algunas de las opciones más sencillas para reducir el uso de agua en la oficina:

• Instalar griferías temporizadas: son aquellas que se accionan pulsando un botón y dejan salir el agua durante un tiempo determinado, transcurrido el cual se cierran automáticamente. En edificios públicos, la reducción en el consumo se estima entre un 30% y un 40%.

• Instalar grifería electrónica: son las que ofrecen las máximas prestaciones desde el punto de vista de la higiene y el ahorro de agua. En estos dispositivos, un módulo electrónico controla el caudal de agua en función de las necesidades concretas de cada caso lográndose ahorros de hasta un 60% en el consumo anual de agua.

• Utilizar aireador perlizador en griferías existentes: es un dispositivo que mezcla aire con elagua –incluso cuando hay baja presión– de manera que las gotas de agua salen en forma de perlas. Permiten ahorrar aproximadamente un 40% de agua en los grifos tradicionales.

• Instalar inodoros de doble descarga: permiten la descarga parcial del agua del depósito. Los pulsadores están divididos en dos partes, cada una de las cuales descarga un volumen determinado de agua según la necesidad, siendo las combinaciones más comunes las de 3 y 6 litros.

• No usar agua para las tareas de limpieza que se pueden hacer con otras herramientas: barrer las aceras y los pisos en lugar de lavarlos a presión.

• En la parquización de áreas exteriores es preferible utilizar las plantas nativas. Algunas especies consumen hasta un 83% menos de agua que el césped.

• Regar en la mañana, cuando las temperaturas más frías permiten que una mayor cantidad de agua ingresa al suelo en lugar de evaporarse. Instalar sensores de lluvia para que el sistema se apague cuando llueve. Usar riego por goteo cuando sea posible.

 

Estrategias para la reutilización

En los edificios comerciales, la búsqueda y utilización de métodos para cuidar este recurso esencial, siempre que sea posible, también es responsabilidad de los que gestionan el uso del agua en este tipo de edificios (Facility Managers, Gerentes de Mantenimiento y Operaciones, etc.). Con la infraestructura adecuada y tratamiento in situ, la reutilización del agua puede ser una opción viable para un inmueble de uso comercial.

• Recuperación de agua de las torres de enfriamiento. Uno de los métodos posibles consiste en utilizar agua recuperada de las torres de enfriamiento de los sistemas de aire acondicionado. Estos sistemas, que son grandes consumidores, utilizan aproximadamente 15 litros de agua por minuto por cada tonelada de refrigeración que entregan. Considerando que alrededor del 1% del agua se evaporará y teniendo en cuenta que los grandes edificios usan miles de toneladas de refrigeración por día, podemos decir que hay miles de litros de agua recirculando y cientos de litros evaporándose cada día.

• Reciclaje de aguas grises. Las aguas residuales provenientes de los lavabos, las piletas de cocina, los lavaderos y fregaderos, las bañeras, lavadoras, etc. (aguas grises), pueden ser utilizadas para una serie de propósitos secundarios, incluyendo el agua para los sistemas de refrigeración. Dado que el agua utilizada en las torres de refrigeración no tiene que ser potable o no debe contar con un buen nivel de tratamiento, las aguas grises recuperadas pueden satisfacer las necesidades de estos sistemas sin tener que estar dependiendo del suministro de red. En su lugar, una planta de tratamiento de aguas residuales recoge el agua servida, la trata, y la envía nuevamente a la instalación. Sin embargo, para la aplicación de esta tecnología la infraestructura puede ser un obstáculo en los edificios existentes. Para las nuevas instalaciones, en cambio, la infraestructura puede ser incluida en la construcción original en la etapa de proyecto.

• Recuperación y utilización del agua de lluvia. Otra opción posible, usada desde la época del imperio romano, puede ser la recolección del agua de lluvia. Uno de los beneficios adicionales que aporta este sistema es la reducción de la descarga pluvial dentro de la instalación. La lluvia, que de otro modo desaguaría en el sistema pluvial, es conducida a través de un sistema de recolección hasta un tanque de almacenamiento. La complejidad y el costo de un sistema de este tipo dependen del usoque se pretende para el agua recolectada. Por ejemplo, si se quiere utilizar el agua recolectada para hacerla potable, serán necesarios equipos relativamente complejos y costosos. Sin embargo, hay sistemas mucho más sencillos capaces de limpiar el agua de lluvia para hacerla apta para el riego, las descargas de inodoros y mingitorios y para la limpieza. Aproximadamente el 40% del agua utilizada en los edificios comerciales e institucionales se utiliza para estos tres propósitos, de modo que incluso un simple sistema como este puede aliviar la presión sobre los recursos naturales y la infraestructura.

Si bien hay múltiples factores, la cantidad de agua que puede recogerse depende en gran medida de la cantidad de lluvia en la zona y del tipo de superficie del techo. Otra vez, las construcciones nuevas son las mejores candidatas para la recolección del agua de lluvia ya que el sistema puede incorporarse en la etapa de diseño. Sin embargo, también existe la posibilidad de agregarlo en edificios existentes.

 

Mantenimiento de la instalación sanitaria

El uso racional del agua incluye la eficiencia y el adecuado mantenimiento de los sistemas de distribución. Las medidas que se proponen a continuación tienen por finalidad ayudar a reducir las pérdidas dentro del sistema hidráulico, con el consiguiente derroche. Para comprender la magnitud del derroche de agua que se puede producir por un mal funcionamiento de la instalación, basta con saber que el goteo de un grifo representa un despilfarro de 30 litros de agua al día, o sea, más de 10.000 litros al año; y un inodoro que tiene una fuga puede gastar hasta 200.000 litros al año.

Una sencilla revisión debería comprender, como mínimo, los siguientes puntos:

• Comprobación del estado de la cañería de distribución, grifería, artefactos, etc.

• Comprobación del estado de los contadores y del correctofuncionamiento de los mismos.

• Seguimiento de un plan de mantenimiento establecido periódicamente, en el que se revise toda la instalación.

• Comprobación del grado de eficiencia de los elementos instalados.

• Valoración y establecimiento de las acciones a desarrollar paramejorar la eficiencia.

• Cumplir con el mantenimiento preventivo de gomas, grifos,juntas, etc., lo cual contribuye, además de a prevenir roturas,goteos y fugas, a un óptimo funcionamiento de las instalaciones.

 

Agua y bienestar

Para el Estándar de Construcción WELL, más allá de la función básica de hidratación, el agua desempeña un papel importante en otros aspectos del diseño y la operación de los edificios. Se utiliza en sistemas de calefacción y refrigeración, sistemas de riego, piscinas, baños y electrodomésticos en general. Estas instancias están asociadas con diversas preocupaciones por la contaminación, como la necesidad de controlar la Legionella en sistemas de enfriamiento y jacuzzis. Además, si el agua de cualquier fuente moja materiales de construcción que no están destinados a entrar en contacto con el agua, establece las condiciones principales para el crecimiento de moho. El diseño cuidadoso del edificio y un equipo de operaciones que responda a las inspecciones y sensores pueden mitigar los riesgos del agua en estos otros aspectos de los edificios.

Las claves para habilitar oficinas sustentables

No se trata sólo de estar en un edificio “verde”, sino de considerar también el entorno físico, la tecnología, políticas de la empresa y las personas.

Eficiencia en el uso del agua, energía, materiales, recursos y garantía de un aire interior de calidad, son parte de los desafíos que enfrenta el sector inmobiliario.
Sin embargo, Chile tiene muy buen récord en este terreno, al ocupar el noveno lugar en el ranking de los 10 países del mundo con más edificios certificados LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), elaborado por el Green Building Council de Estados Unidos (USGBC), que contabiliza los inmuebles que minimizan el impacto sobre los ecosistemas y los recursos hídricos.

Se estima que los edificios de oficinas con este sello logran reducir de 12% a 20% el consumo de energía, de 20% a 40% el consumo de agua, y de 10% a 30% los costos operativos.
Pero lograrlo es, precisamente, otro de los retos importantes y no tan fácil de alcanzar, señala la Gerente General de Contract Workplaces Chile, Carolina Pérez. Actualmente, 182 proyectos locales esperan por este anhelado diploma, indica el último reporte del USGBC.

Y si bien no todos los proyectos están preparados para obtener el LEED, existen opciones para disminuir el impacto corporativo en el medioambiente. Una tendencia “verde” que se masifica por los beneficios que conlleva, según los expertos: desde reducción de costos, mayor eficiencia energética, productividad y reputación, hasta atracción y retención de personal.

“Pensar en el diseño es clave, por ejemplo. Las nuevas tendencias apuntan a la oficina abierta (open office) ya que favorece el aprovechamiento de la luz natural y eso repercute en un importante ahorro en iluminación artificial y un bajo consumo en el uso de equipos de refrigeración y calefacción”, observa Pérez.

En esa línea, desde Colliers aseguran que tanto grandes como pequeñas empresas estudian su presencia en edificios que les permitan obtener mayor ahorro de energía y emisión de desechos, pero también mayor eficiencia a través de espacios colaborativos en formato de planta libre que “mejoran la habitabilidad, distribución e iluminación de los ambientes”, dice el gerente de oficinas de la compañía, Enrique del Campo, con la mirada puesta en sectores como El Bosque-El Golf, Nueva Las Condes y Nueva Apoquindo, donde están las mejores oportunidades y la mayoría de las certificaciones Gold.

No obstante, para lograr una oficina verdaderamente sustentable, es necesario poner el foco no sólo en la eficiencia energética, sino también en el uso eficiente del espacio y en los nuevos estilos de trabajo, dice Carolina Pérez, especificando que en la mayoría de las oficinas, el espacio destinado al almacenamiento de papel oscila entre un 15% y un 17% de la superficie disponible.

Así, advierte que una tendencia clave para “mejorar” la sustentabilidad, pasa por “la digitalización de documentos, el uso de dispositivos móviles y el almacenamiento en la nube, que liberan muchos de los metros cuadrados que hoy se destinan a archivos y bodegas”.

 

 

FUENTE: Diario Financiero, Chile, 17 May 2018 

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Oficinas sustentables

Oficinas sustentables

La sustentabilidad no es un plus adicional, es un requerimiento básico a la hora de pensar el espacio de trabajo. Si bien muchas de las oficinas de hoy son producto de la disponibilidad de energía a bajo costo del pasado, el exceso de iluminación artificial y de aire acondicionado ya no constituye un modelo aceptable. Sin embargo, para reducir el impacto ambiental no solo hace falta considerar la localización, la envolvente, los materiales y la eficiencia energética del edificio. Es preciso tener un enfoque integral que también abarque el uso eficiente del espacio y la cultura de la organización. La verdadera sustentabilidad se encuentra en la intersección entre el entorno físico, la tecnología y las personas.

A medida que pasa el tiempo, se hace evidente que todas las actividades desarrolladas por el hombre -incluidas las que se llevan a cabo en el seno de la empresa-  producen un impacto en el medio ambiente. Esto ha llevado a que muchas compañías comiencen a analizar con más detalle todas sus acciones a fin de ser más eficientes y minimizar su huella ecológica.

El moderno edificio de oficinas, tal como hoy lo conocemos, es el producto de la alta disponibilidad de energía a bajo precio de la que, hasta hace poco, veníamos gozando. Por este motivo, la eficiencia energética se ha transformado en la protagonista central de las estrategias de sustentabilidad. Sin embargo, hay que tener presente que aspectos tales como la localización, la envolvente, los materiales, el equipamiento, etc., son elementos que se definen en la etapa de diseño y que se mantendrán a lo largo de toda la vida útil del inmueble, determinando no solo su comportamiento energético sino también su costo de operación.

Pero el panorama  es mucho más complejo; al problema de la energía se suman la escasez de agua, el agotamiento de los recursos naturales, el aumento de los residuos, etc., y no estaría completo si no incluyéramos al actor principal: el usuario. La evidencia demuestra que las organizaciones que quieran implementar políticas sustentables exitosas deberán contar con la participación activa y el compromiso de los trabajadores.

Actualmente, muchas organizaciones han comenzado a adoptar prácticas sustentables a raíz de los  beneficios que esto implica: reducción de costos, mayor eficiencia energética, atracción y retención de personal, y mejoras en la productividad, la reputación y los servicios prestados. No obstante, para lograr una oficina verdaderamente sustentable es necesario poner el acento no solo en la eficiencia energética del edificio sino también en el uso eficiente del espacio, en los nuevos estilos de trabajo mediados por la tecnología y en la cultura de la organización. La verdadera sustentabilidad se encuentra en la intersección entre el entorno físico, la tecnología y las personas.

El entorno físico

Para optimizar el desempeño ambiental de los espacios de trabajo es importante considerar la eficiencia energética del edificio, las propiedades de la envolvente (determinadas por la ubicación y la orientación, el aislamiento térmico, el asoleamiento, la materialidad, etc.) y el uso eficiente del espacio en función de las nuevas formas de trabajo móviles que están emergiendo.

En los edificios de oficinas la energía se destina principalmente al funcionamiento de los sistemas de aire acondicionado, la iluminación y los equipos eléctricos y electrónicos. Es por esto que las pautas de ahorro deben apuntar hacia esos frentes y prestar especial atención al adecuado aislamiento térmico de la envolvente. La elección de una buena orientación, la protección de las ventanas, el uso de vidrios dobles, evitar las infiltraciones a través de puertas y ventanas, y privilegiar la ventilación e iluminación naturales de los locales, también ayudará a controlar el gasto energético.

En cuanto al uso de los sistemas de aire acondicionado, será necesario adecuar las temperaturas al tipo de actividad que se realice y al uso que se haga de los distintos espacios (zonas de paso, zonas de trabajo, sala de espera, etc.), mientras que para contar con una iluminación eficiente lo fundamental es el aprovechamiento de la luz natural y la utilización de lámparas de bajo consumo (fluorescentes, LEDs). Es también importante evitar dejar encendidas las luces que no se utilizan mediante el uso de temporizadores o detectores de presencia.

Para contribuir con el uso eficiente del agua se pueden incluir griferías temporizadas o de cierre automático en los sanitarios. En los inodoros se pueden implementar sistemas de doble descarga, fluxores y sensores de presencia.

El uso eficiente del espacio

Para satisfacer las necesidades de la nueva fuerza de trabajo móvil y hacer un uso eficiente del espacio (numerosos estudios indican que el 60% de las posiciones están vacías durante la jornada laboral), la solución más sostenible es la creación de entornos de trabajo flexibles. De esta manera, las organizaciones pueden satisfacer sus necesidades de crecimiento sin tener que aumentar el espacio necesario para sus operaciones.

Usar menos espacio (o no aumentar la superficie ocupada) es una manera sumamente efectiva de reducir al mínimo el impacto ambiental de una organización. Un edificio que ocupa menos espacio significa menos uso de energía, menos emisiones de carbono, menos residuos y menos consumo de recursos naturales.

Los puestos de trabajo no asignados y los espacios multifuncionales son la clave de este nuevo tipo de organización y el espacio debe poder adaptarse para que sea posible optimizar su uso. Una oficina cerrada puede usarse como sala de reunión o espacio de trabajo individual dependiendo del usuario y de la necesidad del momento. Hay muchas oportunidades para flexibilizar el uso de los espacios y la idea es sacar el mayor provecho de cada uno.

Además, con una parte de la fuerza laboral que realiza sus tareas de manera remota, se podrían evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de energía en transporte y disminución de la polución ambiental. También disminuyen los tiempos muertos de traslado los cuales pueden ser recuperados con un aumento de la productividad.

Para poner en contexto la importancia de reducir los desplazamientos basta decir que mientras se estima que el 21% de las emisiones globales de CO2 es generado por el transporte, el  total de los edificios (incluyendo residenciales y comerciales) son responsables solo por el 13,5%.

Tecnología y automatización

En el entorno corporativo de hoy, desde la habitual computadora de escritorio y los nuevos dispositivos móviles hasta los servidores y los complejos data center, todos los equipos informáticos tienen cada vez mayores prestaciones y funcionan con energía eléctrica. Este consumo, además de incurrir en un gasto elevado, representa un alto impacto ambiental. Por eso, el área de IT debe estar preparada para dar una respuesta sustentable al soporte tecnológico de la organización y asegurar su eficiencia energética.

Estos nuevos modelos de trabajo mediados por el uso intensivo de la tecnología tienen varias consecuencias positivas sobre el medio ambiente. Por un lado, las personas ya no necesitan ir a la oficina, los sistemas de videoconferencia y telepresencia evitan los gastos y la pérdida de tiempo que implica el traslado físico de las personas, y la digitalización del entorno de trabajo hará que cada vez se use menos papel disminuyendo la presión sobre los recursos forestales del planeta.

Además, considerando que una empresa destina entre un 15% y un 17% de la superficie disponible para almacenar papel, esto implica una gran oportunidad para el ahorro de m2 a través de la tercerización de archivos, la digitalización de documentos y la puesta en práctica de sistemas de gestión electrónica. De esta forma se puede disminuir en un 75% el espacio destinado a archivo.

Pero la irrupción de la tecnología informática no solo llegó a la oficina para facilitar los procesos de la organización: muchas de ellas ayudan a controlar el entorno físico para proveer eficiencia y confort al lugar de trabajo. Los sistemas de automatización de los edificios inteligentes pueden controlar, operar y comunicar infinidad de dispositivos: control de ocupación, de ventilación, de programación y zonificación de los sistemas de climatización, de iluminación, etc.

Las personas

A pesar de la aceptación generalizada de que la sustentabilidad es hoy una necesidad impostergable, el progreso en esta área sigue siendo lento porque, en última instancia, la práctica de la sustentabilidad depende de la conducta individual.

Estudios de post-ocupación llevados a cabo por el Building Research Establishment del Reino Unido revelan que, a pesar de la implementación de nuevas tecnologías y modernos sistemas de automatización de edificios, aún existe una gran cantidad de quejas por parte de los usuarios sobre el confort térmico, la ventilación, el ruido y la iluminación, incluso en edificios diseñados con criterios sustentables.

La evidencia indica que, en el afán de contar con algún grado de control sobre el entorno físico, muchas veces los usuarios pueden ignorar -incluso alterar- los sistemas de bajo consumo y de ahorro de energía del edificio. El estudio menciona ventanas automáticas abierta con libros, dispositivos de movimiento tapados para anular los sistemas de iluminación automáticos y agua fría bajo los termostatos para aumentar la temperatura ambiente. Esto significa que, si los usuarios se sienten incómodos, van a tratar de tomar el control de su entorno para adaptarlo a sus necesidades.

Una parte del problema reside en que, muchas veces, el diseño del sistema no tiene en consideración al usuario. Pero, en otros casos, el problema es mucho más simple: el sistema es sencillo de utilizar, los controles son accesibles, pero nadie se ha tomado el trabajo de explicárselo a los usuarios.

La señalización también ayuda. Si en los sanitarios de un edificio se van a instalar inodoros de doble descarga, debería haber carteles que expliquen su funcionamiento. Y esto, por supuesto, vale para todos los sistemas del edificio y para todas las iniciativas que se lleven a cabo. Reforzar la formación y la información necesaria para todos los usuarios es una garantía de responsabilidad ambiental.

Será tarea de las organizaciones lograr el compromiso necesario de su gente para cumplir con sus objetivos de contribuir con el cuidado del medio ambiente. En este sentido, la comunicación efectiva de las iniciativas y las acciones sustentables que se están llevando a cabo es de suma importancia para lograr el éxito. Del mismo modo, para mantener el interés y las iniciativas vigentes, pueden ser eficaces las comunicaciones y los eventos periódicos.

Conclusiones

Cada vez existe mayor conciencia del impacto que las actividades humanas tienen sobre el medio ambiente. Las empresas se han hecho eco de esta preocupación incorporando políticas activas en cuanto a la responsabilidad que les compete. Los problemas energéticos, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación ambiental y el aumento de los residuos pueden tener un impacto negativo sobre el modo en que funcionan las organizaciones.

Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, la creación de entornos de trabajo flexibles aparecerá como la solución más sostenible para que las organizaciones puedan satisfacer sus necesidades de manera más sustentable.

Además, con la adopción de prácticas tales como la utilización de “energías limpias”, el uso eficiente del agua y la energía, el aprovechamiento de la luz solar y la ventilación natural, el empleo de materiales producidos con baja emisión de carbono, el uso de maderas certificadas, la disminución en la utilización del papel, etc., se podrá minimizar el impacto del entorno construido.

Si a esto le sumamos que una parte de la fuerza laboral puede realizar sus tareas de manera remota, se podrían evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de energía en transporte y disminución de la polución ambiental.

Para crear una cultura empresarial comprometida con el desarrollo sostenible es necesario comprender que el potencial de la empresa depende de la capacidad de los individuos que la componen. En este sentido, además de una dirigencia responsable, resulta fundamental la capacitación de los empleados para que la empresa pueda convertirse en una organización verdaderamente sostenible.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #77