De cara al futuro, las empresas deben tomar medidas para gestionar activamente los desafíos del cambio climático y asumir la responsabilidad de sus emisiones de carbono.
Una publicación de Contract Workplaces
De acuerdo con las Naciones Unidas, el cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo que incluye desde pautas meteorológicas cambiantes hasta el aumento del nivel del mar, lo que incrementa el riesgo de inundaciones, olas de calor, incendios, etc. Los efectos de este fenómeno son de alcance mundial y nos involucra a todos: sociedad, empresas y personas.
En este contexto, tanto la construcción como la operación de edificios juegan un papel central en la adopción de las iniciativas necesarias para reducir las emisiones de carbono, teniendo en cuenta que el sector es responsable de alrededor del 40% de las emisiones globales. Los factores que más contribuyen son: la eficiencia energética, los materiales utilizados, el aire acondicionado, la iluminación y la infraestructura de los edificios1.
Durante las restricciones debidas a la pandemia de COVID-19, las emisiones de CO2 se redujeron hasta un 26% y la calidad del aire en su conjunto mejoró, en gran parte debido a la disminución del transporte y la actividad industrial2. Sin embargo, hoy las emisiones se están recuperando a medida que las empresas y la economía retoman su actividad.
Lo cierto es que las decisiones que tomemos hoy tendrán un impacto en las generaciones venideras. Y son justamente estas jóvenes generaciones las que más preocupación muestran por el tema. De acuerdo con una encuesta reciente sobre los Millennials3, aproximadamente un 80% de los consultados dijeron que, dados los impactos ambientales que resultaron de las respuestas a la pandemia, tanto las empresas como los gobiernos deberían hacer mayores esfuerzos para proteger el medio ambiente.
Para mitigar los riesgos que implica el calentamiento global en el desarrollo normal de todas las actividades humanas, debemos anticiparnos y prepararnos en lugar de ser reactivos. Cuando lleguen las consecuencias, tal vez ya sea tarde. Para ello, las empresas deben adoptar estrategias de resiliencia desde la etapa de diseño y encontrar las mejores soluciones de acuerdo con cada locación. Esto implica diseñar espacios sostenibles y energéticamente eficientes, construidos con materiales de baja emisión y que puedan adaptarse a eventos climáticos severos.
Las empresas deben tomar medidas para gestionar activamente los desafíos del cambio climático y asumir la responsabilidad de sus emisiones de carbono. También deberán prepararse para un entorno cambiante y para desarrollar resiliencia frente a los impactos negativos que surjan.
La huella de carbono es una métrica ambiental que representa la cantidad de emisiones hacia la atmósfera de gases de efecto invernadero generada, directa e indirectamente, por una persona, grupo, organización, empresa o, incluso, un producto o servicio4.
Entre los gases de efecto invernadero, el que mayor impacto tiene es el CO2 (dióxido de carbono) ya que permanece por cientos de años en la atmósfera y aun por más tiempo en los océanos. Pero también revisten importancia el metano, el ozono y los clorofluorocarbonos, estos últimos presentes en los aerosoles y los refrigerantes de los equipos de aire acondicionado.
La evaluación de las emisiones corporativas mide la huella de carbono de la organización cuantificando la cantidad total de gases de efecto invernadero que produce, ya sea directa o indirectamente. Esta información proporciona a la empresa una base para comprender y gestionar su impacto sobre el cambio climático y actuar en consecuencia.
En este punto resulta útil hacer una salvedad: a pesar de que los conceptos pueden parecer equivalentes, la huella de carbono y la huella ambiental no son lo mismo. Mientras que la huella de carbono mide las emisiones de gases de efecto invernadero y tiene un enfoque orientado al cambio climático, la huella ambiental comunica una visión global del impacto que tiene un producto, servicio u organización en el entorno.
De acuerdo con un reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el sector de la construcción colaboró en 2018 con el 39% de las emisiones de dióxido de carbono, 11% de las cuales se debieron a la fabricación de materiales y productos relacionados con la actividad tales como el acero, el cemento y el vidrio5.
Esto implica que las empresas deben aceptar la responsabilidad de reducir sus emisiones de carbono tomando medidas adecuadas para reducir su impacto sobre el calentamiento global en todas sus actividades.
La etapa de diseño es el momento en que se pueden determinar las mayores reducciones en la utilización de energía y recursos en distintas áreas:
→ Consumo de energía. La reducción del consumo energético es el factor más relevante en la disminución de las emisiones junto con el uso de fuentes renovables. Las acciones clave para mejorar la gestión energética de los edificios incluyen:
→ Elección de los materiales. La energía incorporada en un material –o su contenido energético– es una estimación de la energía necesaria para extraer las materias primas sumada a la utilizada para la fabricación del producto, el transporte hacia su destino final y la colocación. El vidrio y el acero, por ejemplo, tienen un alto contenido energético y, por ende, producen más emisiones que el ladrillo o la piedra. Algunas pautas para la elección de los materiales incluyen:
→ Reciclaje y reutilización. Los muebles y las terminaciones tienden a ser reemplazados regularmente en los edificios de oficinas, y esta rotación repetida puede acumular gran cantidad de emisiones a lo largo del tiempo. Para mejorar su huella de carbono las empresas pueden utilizar algunas de estas estrategias:
→ Tecnología. La tecnología juega un papel importante en los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono de las organizaciones. El control automatizado de la temperatura y la iluminación controlada por sensores de movimiento ayuda a evitar los impactos negativos de los comportamientos insostenibles de las personas.
→ Formas de trabajo. Las nuevas formas de trabajo tales como el trabajo flexible y el teletrabajo presentan grandes beneficios a la hora de disminuir la huella de carbono de las empresas, entre las que se encuentran:
→ Fortalecimiento de la resiliencia. En el futuro cercano, los fenómenos meteorológicos extremos junto con todas las consecuencias que conlleva el cambio climático van a requerir una respuesta en el entorno construido. Esto incluirá iniciativas dirigidas a mejorar la resiliencia de los edificios a través de diferentes acciones:
Muchas de las recomendaciones enumeradas aquí forman parte de los créditos exigidos por los sistemas de certificación ambiental, por lo que aplicar para alguno de ellos siempre será una buena iniciativa en el camino hacia la reducción de las emisiones de carbono y la mitigación de los efectos del cambio climático.
Referencias:
1 DELOITTE (2021): “Putting the construction sector at the core of the climate change debate”.
2 LE QUÉRÉ, C. et al. (2020): “Temporary reduction in daily global CO2 emissions during the COVID-19 forced confinement”. Nature Climate Change 10.
3 DELOITTE (2020): “La Encuesta Global de Millennials de Deloitte 2020 – Las generaciones resilientes como clave para crear una “nueva normalidad”.
4 ESPÍNDOLA, C. & VALDERRAMA, J. O. (2012): “Carbon Footprint. Part 1: Concepts, Estimation Methods and Methodological Complexities”.
5 GLOBAL ALLIANCE FOR BUILDINGS AND CONSTRUCTION, INTERNATIONAL ENERGY AGENCY AND THE UNITED NATIONS ENVIRONMENT PROGRAMME (2019): “2019 global status report for buildings and construction: Towards a zero-emission, efficient and resilient buildings and construction sector”.
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