Una tendencia en alza que ofrece ventajas significativas, especialmente en el contexto actual.
Una publicación de Contract Workplaces
Los primeros humanos fueron cazadores-recolectores, nómadas que cambiaban de ubicación según las estaciones y la disponibilidad de agua y alimentos; la movilidad resultaba una estrategia muy útil para explotar recursos escasos. Hace unos 12.000 años, con las primeras prácticas agrícolas, se establecieron los primeros asentamientos permanentes (la agricultura requiere que la gente permanezca cerca) que con el tiempo se hicieron más grandes.
Pero, en el siglo XVIII, con la llegada de la Revolución Industrial, el trabajo se concentró en las fábricas y en las ciudades. El modelo de producción en línea de montaje exigía que los trabajadores se reunieran en lugares concretos y momentos específicos para llevar adelante tareas sincronizadas. También obligaba a las personas a vivir cerca del trabajo en grandes concentraciones urbanas, hacinados, en malas condiciones higiénicas, con horarios muy extensos, sin descansos ni feriados.
Recién a fines del siglo XIX se establecieron firmemente los principios de la típica jornada laboral de 8 horas y 5 días a la semana. Sin embargo, promediando el nuevo milenio, varios factores concurrentes comenzaron a abrir una brecha importante en este modelo: el acelerado desarrollo de Internet, el surgimiento de nuevas tecnologías digitales y la proliferación de dispositivos personales móviles cada vez más accesibles.
Hoy en día, la ubicuidad de las tecnologías de la información nos permite trabajar prácticamente en cualquier momento y lugar, cambiando la forma en la que interactuamos con el espacio y el tiempo. La tecnología nos ha devuelto la movilidad que habíamos perdido anclados a un escritorio; hoy podemos ser “nómadas digitales”, término que ha surgido en la cultura de Internet contemporánea para describir a aquellas personas cuyo trabajo no está vinculado con una ubicación física o con un lugar de trabajo específico.
Esta tendencia, que ya estaba ganando terreno antes de la llegada de las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19, se afianzó con éxito durante el año pasado y ha provocado que muchos trabajadores del conocimiento se cuestionen qué significa “ir a trabajar”.
En esta nueva normalidad, muchos de los nómadas digitales se han ido de las grandes ciudades –la alta densidad de población, los problemas de movilidad y los medios de transporte compartidos las convierten en uno de los principales focos de contagio– y se espera que migren a lugares donde no existen tantas restricciones o riesgo sanitario. Respondiendo a este cambio cultural, destinos tales como Barbados y Estonia ofrecen visas de larga duración para personas que quieran trabajar en forma remota desde ubicaciones turísticas o privilegiadas.
Pero, sin llegar al grado de trasladarse fuera de las fronteras nacionales, el temor al contagio y un deseo de vivir en un entorno más seguro, están animando a muchos trabajadores a instalarse en áreas suburbanas o periféricas.
De acuerdo con un sondeo reciente de Microsoft1, el 46% de los trabajadores encuestados planean mudarse a una nueva ubicación este año. Este modelo de expansión policéntrica amplía las oportunidades laborales de las personas al mismo tiempo que permite a las organizaciones crear equipos diversos y de alto rendimiento a partir de un grupo de talentos casi ilimitado. Así, el nomadismo digital se presenta como una de las grandes oportunidades en esta nueva normalidad.
El nomadismo digital es una forma de trabajo digital de gran movilidad que ha surgido como un fenómeno global gracias al desarrollo y la ubicuidad de las tecnologías de la información. Está mayormente compuesto por trabajadores del conocimiento que realizan sus tareas utilizando conexiones a Internet, computadoras portátiles, teléfonos móviles, espacios de Coworking, cafés, aeropuertos, hoteles, etc. Pueden trabajar para una empresa, ser freelancers o contratistas autónomos. Sin embargo, su composición ha cambiado enormemente durante 2020: el número de trabajadores tradicionales que se convirtieron en nómadas digitales creció un 96% contra un 12% de incremento entre los independientes2.
El grupo etario que más se identifica con esta forma de vivir y trabajar es el de los Millennials y Centennials, jóvenes de hasta 35 años, nativos digitales, que han adoptado los nuevos modelos laborales y el emprendedorismo como ninguna otra generación lo ha hecho.
Y, del mismo modo que nuestros ancestros cazadores-recolectores, la característica más destacada del estilo de vida del nómada digital es su constante movimiento, no solo de un país a otro (esta condición se ha limitado mucho en el actual escenario de la pandemia), sino también fronteras adentro, de un espacio de trabajo a otro.
Si bien los trabajadores nómadas pueden gozar de la libertad de no estar atados a un lugar en particular, sí están restringidos a trabajar en ambientes tecnológicos para desarrollar sus tareas adecuadamente. Herramientas tales como una buena conexión de Wi-Fi y tomacorrientes para cargadores no se encuentran en todas partes. Para esto, los espacios de Coworking se presetan como la mejor opción ya que les permiten realizar sus tareas de manera productiva, al mismo tiempo que les brindan oportunidades para los encuentros casuales con otros profesionales, establecer contactos e intercambiar ideas. El espacio que los trabajadores nómadas eligen para trabajar no solo debe facilitar el trabajo productivo; también debe favorecer el intercambio de conocimientos y la socialización.
Gestionar eficazmente a este tipo de trabajador implicará un cambio en el liderazgo: cultivar el empoderamiento y la autonomía para que tomen sus propias decisiones en lugar de imponerles ideas preconcebidas y estructuras burocráticas. La experiencia del COVID-19 ha demostrado que el trabajo se puede realizar de manera mucho más eficaz si la planificación se deja en manos de los colaboradores en función de sus circunstancias y sus preferencias particulares3.
El nomadismo digital es una tendencia que ofrece ventajas significativas, especialmente en el contexto actual: les permite a los trabajadores mantener un mejor balance entre sus responsabilidades, sus objetivos profesionales y su vida personal; y a las organizaciones les brinda la posibilidad de mejorar la productividad y la retención de su fuerza laboral. Además es una práctica sostenible: ayuda a disminuir la densidad urbana, los precios de las propiedades, el tráfico vehicular y la contaminación.
De acuerdo con una investigación en curso sobre movilidad digital4, existen cuatro dimensiones presentes en la vida laboral de los nómadas digitales que los diferencian tanto de los trabajadores móviles como de los trabajadores digitales no nómadas:
Referencias:
1 MICROSOFT (2021): “The Next Great Disruption Is Hybrid Work – Are We Ready?”.
2 MBO PARTNERS (2020): “COVID-19 and the Rise of the Digital Nomad”.
3 WANG, B. et al. (2020): “Beyond the Factory Paradigm: Digital Nomadism and the Digital Future(s) of Knowledge Work Post-COVID-19”. Journal of the Association for Information Systems.
4 SCHLAGWEIN, D. & JARRAHI, M.H. (2020): “The Mobilities of Digital Work: The Case of Digital Nomadism”.
¿Quieres conocer más sobre tendencias relacionadas al mundo del trabajo? Descúbrelas en WOW.
Suscribite