La gestión de la atención ofrece estrategias orientadas a practicar un enfoque deliberado sobre los temas prioritarios sin distraernos.
Una publicación de Contract Workplaces
La información nunca ha sido tan omnipresente como en la actualidad. La alta penetración de Internet, la conectividad ubicua, las tecnologías de la información, la proliferación de algoritmos de búsqueda y la gran disponibilidad de dispositivos móviles nos han permitido acceder a una cantidad de información sin precedentes. Nunca en la historia de la humanidad nuestro cerebro tuvo que procesar tantos datos y contenidos como hoy.
Con la llegada de las redes sociales y la mensajería instantánea, junto con la posibilidad de estar permanentemente conectados a la red a través de dispositivos móviles, los límites entre la vida personal y el trabajo se han vuelto cada vez más borrosos. La posibilidad de estar siempre on line puede transformarse en una dificultad para manejar la creciente cantidad de información que recibimos al mismo tiempo que tratamos de mantener la atención sobre otras demandas.
Ya en 1971, el Premio Nobel de Economía Herbert A. Simon nos prevenía sobre los efectos del exceso de información: la superabundancia de oferta hace que el valor de la información decaiga y, con ello viene un déficit de atención, un recurso que se está volviendo cada vez más valioso y escaso.
En este mundo sobreinformado, la consigna es hacer más en menos tiempo y la solución parece ser convertirnos en trabajadores multitarea. Pero la realidad es que para poder asimilar y procesar la información a fin de darle sentido, debemos concentrar nuestra atención en una cosa a la vez. Esto ha sido confirmado por investigaciones1 que demuestran que, en lugar de hacer dos tareas simultáneamente, el cerebro alterna entre ellas. Podemos creer que realizando varias tareas estamos haciendo más cosas, pero lo cierto es que no es así y la eficiencia decae cuando dividimos nuestra atención en lugar de concentrarnos en una sola actividad.
En este punto, el tiempo se convierte en un factor decisivo que le pone un límite a la atención que podemos prestarle a la información disponible para asimilarla, procesarla y convertirla en conocimiento. Esto hace que la selección de la información y la asignación de atención sea de crucial importancia2. El filósofo y psicólogo William James afirmó casi proféticamente a fines del siglo XIX: “Mi experiencia es lo que elijo atender3“.
Entonces, si la ciencia de la Economía trata el estudio y la gestión de recursos escasos, se puede decir que, ciertamente, estamos atravesados por una “Economía de la Atención”.
La atención es la puerta de entrada y una condición indispensable para muchos procesos cognitivos que van desde la comunicación hasta el aprendizaje.
De manera general, se puede decir que la atención es la “habilidad cognitiva que nos permite seleccionar y procesar un estímulo para responder de manera efectiva ante este mientras se dejan de lado otros. Es decir, se trata de una habilidad a través de la cual las personas somos capaces de seleccionar la información relevante del total disponible” 4.
Pero la atención puede ser volátil y es fácilmente capturada por factores tales como la curiosidad y los estímulos novedosos, confusos o sorprendentes. Esta característica ha sido aprovechada por muchas innovaciones tecnológicas para mantenernos cautivos la mayor cantidad de tiempo posible. En este sentido, fue también Herbert A. Simon quien afirmó que la atención es el “cuello de botella del pensamiento humano”, la cual limita tanto lo que podemos percibir como lo que podemos hacer en entornos estimulantes.
Lo cierto es que el cerebro humano no está diseñado para procesar eficazmente grandes cantidades de información porque esto requiere mucha energía. Sin embargo, el volumen de datos y contenidos al que estamos sometidos actualmente es abrumador. Según un estudio realizado en 2008 en la Universidad de California5, las personas son sometidas diariamente a una cantidad promedio de información equivalente a 34 Gb, sin contar las demandas laborales. Hoy, seguramente, este número es mucho mayor.
El principal efecto de esta sobrecarga de información es que la atención se ve interrumpida continuamente; al distraernos se dificulta el proceso de reflexión y pensamiento profundo.
Sin embargo, desde el punto de vista evolutivo, la distracción parece ser más una característica de la atención que un fallo, ya que aun cuando intentamos concentrarnos en una tarea es beneficioso seguir siendo conscientes de los cambios que se producen en el entorno ya que pueden poner en peligro la vida6. El problema surge cuando nos distraemos con estímulos que no representan una amenaza ni brindan información relevante.
Los dispositivos que hoy utilizamos para trabajar (computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes) son una figura omnipresente en nuestras vidas, lo que significa que es casi imposible escapar de sus demandas de atención. Prácticamente todas las nuevas tecnologías y aplicaciones tienen alguna función para mostrar información, ya sea con notificaciones en pantalla o haciendo sonar, zumbar o vibrar los dispositivos.
Esto produce distracciones constantes que no solo disminuyen la capacidad de atención, sino que también generan estrés al agotar nuestros recursos mentales y emocionales. Además, como si esto no bastara, también consumen una gran cantidad de nuestro tiempo. Gloria Mark, profesora de informática de la Universidad de Irvine, revela en un estudio que, una vez producida la interrupción, es muy difícil volver a la tarea original; se tarda un promedio de 23 minutos y 15 segundos en retomar el hilo de lo que se estaba haciendo7.
Para mejorar la productividad en el trabajo, la gestión de la atención ofrece algunas estrategias orientadas a retomar el control practicando un enfoque deliberado sobre los temas prioritarios sin distraernos. Estos son algunos de los factores a tener en cuenta:
→ Manejar la tecnología. Las notificaciones de los dispositivos electrónicos (especialmente las aplicaciones de comunicación tales como la mensajería instantánea, el correo electrónico o las redes sociales) están diseñadas para llamar la atención de los usuarios sobre nuevos mensajes o contenido y son algunos de los estímulos externos que más distracción causan. Los estudios indican que que se reciben un promedio de 63 notificaciones diarias que se ven en cuestión de minutos. La presión social suele ser la que conduce a un manejo inmediato de estas interrupciones8.
Otras investigaciones que se han centrado en el impacto del e-mail en el trabajo revelan que las personas destinan un 23% de su tiempo al correo electrónico e interrumpen su tarea para revisar su casilla unas 36 veces por hora9.
Entonces, cuando sea necesario realizar tareas de concentración que requieran toda nuestra atención será indispensable desactivar el correo electrónico y las notificaciones “push” que están diseñadas específicamente para captar nuestra atención.
→ Organizar el trabajo. Cuando se realizan tareas que requieren atención, el trabajo debe organizarse con tiempos de descanso entre períodos de alta concentración. Esta estrategia se basa en la hipótesis presentada a comienzos de los 60 por Nathaniel Kleitman10, quien descubrió que nuestro cerebro pasa por varias fases de aproximadamente 90 minutos a lo largo del día (incluido el período de sueño), cada una de las cuales implica diferentes niveles de alerta. La existencia de estos ciclos, conocidos como “ritmos ultradianos”, hace necesario que los períodos de atención alternen con tiempo de inactividad para ser más productivos.
→ Evitar la multitarea. Hacer más de una tarea al mismo tiempo, especialmente si se trata de una tarea compleja, afecta la productividad; hacer una cosa a la vez es más efectivo y productivo que la multitarea. Esto se debe a que la atención está limitada por el poder de procesamiento de la mente consciente la cual, de acuerdo con algunas investigaciones, sería de alrededor de 126 bits por segundo11. Si consideramos que escuchar hablar a una persona requiere aproximadamente 60 bits por segundo de procesamiento, esto implica que apenas podemos comprender a dos personas hablando al mismo tiempo. Establecer prioridades será mucho más efectivo para nuestra productividad que intentar hacer todo a la vez; elige deliberadamente a qué atiendes.
Referencias:
1 MANHART, K. (2004): “The Limits of Multitasking”. Scientific American.
2 HENDRICKS V.F. & VESTERGAARD M. (2019): “Reality Lost”.
3 JAMES, W. (1890): “The Principles of Psychology”.
4 TIRAPU USTÁRROZ, J., RIOS LAGO, M., & MAESTÚ UNTURBE, F. (2008): “Manual de Neuropsicología”.
5 BOHN, R & SHORT, J. (2012): “Measuring Consumer Information”.
6 LINDSAY, G. (2020): “Attention in Psychology, Neuroscience, and Machine Learning”. Frontiers in Computational Neuroscience.
7 MARK, G. et al (2015): “Focused, Aroused, but so Distractible”.
8 PIELOT, M. et al (2014): “An in-situ study of mobile phone notifications“.
9 MARK, G. et al (2012): “A Pace Not Dictated by Electrons: An Empirical Study of Work Without Email“.
10 KLEITMAN, N. (1982): “Basic rest-activity cycle—22 years later”.
11 CSIKSZENTMIHALYI, M. & CSIKSZENTMIHALYI, I. S. (1992): “Optimal Experience Psychological Studies of Flow in Consciousness“.
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