La experiencia acústica de los trabajadores, incluidos los remotos, es un factor fundamental para la productividad, la colaboración y la comunicación efectiva.
Una publicación de Contract Workplaces
El ruido es uno de los factores de queja más frecuentes en la oficina. Y si bien es cierto que, a diferencia de lo que ocurre en otros entornos, rara vez representa un riesgo para la integridad de la capacidad auditiva, el ruido puede dar lugar a una variedad de efectos nocivos para la salud y el bienestar de las personas: alteraciones fisiológicas, distracciones, interferencias en la comunicación, trastornos psicológicos, etc. Está comprobado que el ruido obstaculiza la productividad, la concentración, la memoria y la aritmética mental1.
En las oficinas, el ruido puede provenir de varios tipos de fuente: el sistema de aire acondicionado, los tonos de los teléfonos, las impresoras, el tráfico exterior y, especialmente, las voces de otras personas. Lamentablemente, los entornos ruidosos tienden a empeorar con el tiempo; a medida que se eleva el tono y crecen los estímulos sonoros, la gente comienzan a hablar más alto creando un círculo vicioso que agrava el estado de cosas y que es conocido como “Efecto Lombard”2.
En los entornos de trabajo actuales, en los que la comunicación y el trabajo en equipo se nutren de la interacción entre las personas, el ruido puede transformarse en una fuente de insatisfacción laboral. Esto fue corroborado por un estudio a gran escala que encontró que el 70% de los trabajadores están descontentos con los niveles de ruido en su lugar de trabajo3.
Este cuadro de situación nos indica que, cuando se levanten las restricciones que impuso la pandemia de COVID-19 y los empleados puedan regresar a la oficina, será imprescindible mejorar la experiencia acústica para que las personas se sientan dispuestas a volver. La reducción de la densidad de ocupación ayudará a cumplir con estas expectativas.
La clave para diseñar un espacio de trabajo sin sonidos molestos está en comprender de qué manera los distintos elementos de la oficina pueden afectar el nivel de ruido y encontrar las soluciones más adecuadas para un determinado espacio, ya se trate de la oficina o del hogar.
En los entornos de planta abierta, cada vez más frecuentes en las organizaciones modernas, las distracciones debidas al habla suelen ser el principal motivo de queja: oír una conversación no deseada (cara a cara o por teléfono) o tener la sensación de que se está siendo escuchado. Esto se debe a que los seres humanos tenemos una capacidad excepcional para captar la palabra humana. El oído tiene un rango de sensibilidad que va desde los 20 Hz a los 20.000 Hz aunque no es constante a lo largo de este intervalo; es más sensible alrededor de las frecuencias medias (aproximadamente de 100 Hz a 5.000 Hz) donde las señales de la voz tienen la mayor cantidad de energía4.
El nivel de ruido en algunas oficinas organizadas en open plan puede estar alrededor de los 65 decibeles, valor que no solo es demasiado alto para la concentración sino que también puede impedir una colaboración eficaz a causa de interferencias con el habla. Al mismo tiempo, también es importante considerar que tanto el aumento de los niveles de ruido como una mala acústica se han vinculado con una serie de malestares relacionados con la salud: presión arterial alta, enfermedades del corazón, insomnio, irritabilidad y mala memoria a corto plazo5.
Lo cierto es que la experiencia acústica cobrará cada vez mayor importancia a medida que las organizaciones comiencen a reinventar sus espacios en la era pos-COVID. Con la colaboración y la socialización como ejes fundamentales de la oficina, la necesidad de interacción cara a cara se volverá más relevante que nunca para complementar el trabajo remoto y las videollamadas.
Este nuevo papel de la oficina como lugar de encuentro enfrentará al espacio de trabajo pospandemia con nuevos desafíos, entre los que se encuentra la necesidad de contar con una mejor tecnología de audio. De esta manera se podría evitar que, durante las videoconferencias con colegas o clientes, las personas deban esforzarse en hablar más alto para ser escuchadas, incrementando el ruido de fondo en una espiral ascendente tal como lo demuestra el Efecto Lombard.
Pero, además de las molestias ocasionadas por el incremento del ruido ambiental, varios estudios recientes han determinado que, cuando se incrementa el tono de voz, el riesgo de transmisión de infecciones virales transmitidas por aerosoles aumenta significativamente6. En estas circunstancias se emiten grandes cantidades de gotitas respiratorias que son vectores potenciales de partículas virales y que representan un mayor riesgo de transmisión de COVID-19. Estos hallazgos tienen implicaciones importantes dentro de entornos con altos niveles de ruido ambiental en los que se requiere elevar el tono de voz para poder tener una comunicación efectiva.
Para poner este tema en perspectiva bastan solo unos pocos datos: una conversación relajada es completamente inteligible con ruidos de fondo por debajo de los 35 decibeles y bastante inteligible hasta los 45 decibeles. Pero cuando el ruido ambiental se eleva por encima de los 65 decibeles (el valor promedio que habíamos estimado para una oficina de planta abierta) se requiere un mayor esfuerzo vocal para conversar a una distancia de 1 metro7.
Todo esto nos indica que, para desempeñar sus tareas adecuadamente y al mismo tiempo reducir la posibilidad de eventuales contagios, los empleados necesitarán un espacio de trabajo que les ofrezca una experiencia acústica integral: que tenga en cuenta tanto la necesidad de contar con ámbitos tranquilos, con bajo nivel de ruido para las tareas de concentración, como con la posibilidad de comunicarse sin molestar al resto de los colegas. La solución es una variedad de entornos de trabajo –cada uno diseñado con distinta calidad acústica– adaptados para las distintas tareas y necesidades de las personas que los utilizarán.
Para muchos de nosotros, trabajar desde casa se ha convertido en la “nueva normalidad” durante la crisis sanitaria de COVID-19 y continuará siéndolo aun después de que terminen las restricciones. En este nuevo contexto, el uso de herramientas tecnológicas para comunicarnos con clientes y colegas ya está desempeñando un papel más que importante en nuestro día a día. Esta nueva normalidad ha hecho que, a diferencia de lo que sucedía en el pasado, el escenario para una reunión comience con la computadora portátil y los auriculares.
Hoy, con el teletrabajo y las videoconferencias en alza, las empresas están empezando a comprender que el audio es la parte más importante de cualquier reunión. A veces, lo que se dice puede ser más importante que lo que se puede ver en la pantalla.
Y contar con una buena tecnología de audio que permita la inteligibilidad de la palabra ahora es más importante que nunca; no solo para que las personas se entiendan en las videoconferencias o en las llamadas telefónicas, sino también porque reduce el estrés y la fatiga entre los trabajadores. El uso de dispositivos y tecnología obsoletos que ofrece un sonido pobre (eco, ruido de fondo, estática, delay, etc.) puede hacer que los participantes se sientan agotados mucho más rápidamente o que sufran de “fatiga auditiva”8, una condición reversible que produce pérdida de la audición a causa de sobrecarga sonora.
Este aumento exponencial de las videollamadas también está dando lugar a nuevos desafíos: las quejas por ruido también se están comenzando a sentir en los entornos de Home Office. Muchas personas se han visto obligadas a trabajar mientras conviven con niños pequeños o con otros integrantes del núcleo familiar que teletrabajan, lo que puede resultar en un entorno con mucho ruido de fondo. Para ayudar a estos trabajadores, las organizaciones deben equiparlos con la tecnología de audio adecuada (auriculares de cancelación de ruido, por ejemplo) para mejorar sus condiciones de trabajo, bloquear las distracciones por ruido y disminuir el estrés.
Todo esto significa que las empresas también deberán comenzar a evaluar la experiencia acústica de los trabajadores remotos como un factor fundamental para la productividad, la colaboración y la comunicación efectiva.
Referencias:
1 BELOJEVIĆ, G. et al. (1992): “Effects of noise on mental performance with regard to subjective noise sensitivity”.
2 ZOLLINGER, S. & BRUMM, H. (2011): “The Lombard effect”. Current Biology, vol 21.
3 LEESMAN (2015): “The Leesman Review”. Vol, 15.
4 PURVES, D. et al. (2001): “The Audible Spectrum”. Neuroscience.
5 TREASURE, J. (2013): “Building in sound”.
6 KOPECHEK, J. (2020): “Increased ambient noise and elevated vocal effort contribute to airborne transmission of COVID-19”. The Journal of the Acoustical Society of America.
7 BERGLUND, B.et al. (1999): “Guidelines for Community Noise“. World Health Organization.
8 MIZE, C. (2017): “The Negative Impact of Bad Audio Quality in Conference Calls”.
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