Basar el diseño en datos comprobables y creíbles para lograr los mejores resultados
Una publicación de Contract Workplaces
Durante décadas, hemos intentado comprender cómo el diseño del espacio de trabajo afecta la comunicación, el intercambio de conocimientos, la productividad, la creatividad o la innovación. Sin embargo, los procesos de diseño tradicionales para dar respuesta a estas necesidades se han basado en herramientas subjetivas tales como la experiencia profesional, la intuición y las fórmulas probadas en otros proyectos.
Hoy, el mundo está experimentando cambios sin precedentes que demandan respuestas rápidas, y los espacios de trabajo deben diseñarse para evolucionar tan velozmente como las necesidades de quienes los ocupan. Pero, a medida que aumentan los costos de la propiedad, junto con la necesidad de tener una fuerza laboral saludable y productiva, las empresas requieren una justificación basada en datos reales para tomar decisiones de diseño.
Aquí se abren varios interrogantes: ¿en qué basamos estas decisiones? ¿Cómo evaluamos las interacciones que se producen entre las personas y los espacios que ocupan? ¿Seguimos confiando en el conocimiento personal, adquirido a través de la observación subjetiva, o recopilamos datos de otras fuentes? ¿Usamos las nuevas herramientas que nos ofrece la tecnología para reunir la información que necesitamos para diseñar una oficina eficiente, productiva y saludable?
Lo cierto es que, si seguimos tomando decisiones de diseño sobre la base de la experiencia personal, perdemos la oportunidad de explorar el vasto mundo de ideas y conocimiento que la ciencia y la investigación nos ofrecen. El proceso proyectual tradicional que nos ha servido bien durante siglos, hoy requiere un cambio, un enfoque basado en la evidencia para que el diseño y la operación de los espacios de trabajo puedan tener un impacto real y significativo en la experiencia y el desempeño de sus ocupantes.
En el ámbito de la arquitectura, el Diseño Basado en la Evidencia (DBE) es una estrategia que ha surgido hace relativamente poco, inspirada en la creciente aceptación y los buenos resultados obtenidos en otras áreas tales como la salud y la educación. El modelo ha ido tomando fuerza en la búsqueda por mejorar la calidad y la experiencia de uso del entorno construido.
Podemos definir el DBE como el proceso de basar las decisiones de diseño en una investigación creíble para lograr los mejores resultados posibles. El término “investigación creíble” implica que esta ha sido desarrollada para probar o refutar una hipótesis acerca de los efectos conductuales o fisiológicos que el entorno construido tiene sobre las personas que lo habitan.
Y aunque el DBE tiene sus raíces en el cuidado de la salud –un ámbito en el que lo que está en juego es la vida y las decisiones deben ser justificadas con datos sólidos–, no hay una sola área del diseño que no pueda beneficiarse con este tipo de metodología. Apoyarse en el conocimiento ayuda a los diseñadores a tomar decisiones mejor informadas.
Actualmente, la tecnología nos ofrece una gran disponibilidad de recursos sobre una amplia variedad de temas. Por ejemplo, las investigaciones realizadas en el área de las ciencias sociales y del comportamiento, junto con el invalorable aporte de las neurociencias, han aportado al proceso de diseño un vasto cuerpo de nuevos conocimientos. De esta forma, nuestra comprensión del impacto que tiene el espacio construido sobre la experiencia laboral de las personas aumentó enormemente. El desafío será distinguir qué tipo de recursos son válidos y confiables dentro del gran universo de información.
El abrumador desarrollo de la Internet de las Cosas, con su infinidad de sensores conectados en red, es otro recurso que nos ofrece actualmente la tecnología; un flujo continuo de datos que nos puede ayudar en la toma de decisiones de diseño. Estos pueden incluir información sobre la utilización del espacio, el uso de la energía, la temperatura, la concentración de CO2 en el aire, la utilización de los ascensores y otros eventos relacionados con la infraestructura. Pero, además, podemos contar con datos tales como el uso de tarjetas de acceso, los inicios de sesión en los servidores de la compañía, el tráfico de correo electrónico y la proximidad entre las personas, notificaciones muy útiles y necesarias en este momento de ocupación post-COVID 19.
¿Qué hacemos con todo esto? Si algo hemos aprendido en esta era de hiperconexión es que el acceso a una mayor cantidad de información no significa tener conocimiento. Para que la información se convierta en conocimiento necesitamos evaluar la fuente, la perspectiva, el contexto e integrar nuestra propia experiencia para darle sentido.
El enfoque de diseño basado en los datos que nos ofrece la tecnología se enlaza con el análisis de los llamados “Big Data“. En este punto es importante tener en cuenta que los datos solo describen una parte de la realidad y no proporcionan juicios de valor; los datos son neutrales. Para poder tomar decisiones basadas en datos primero es necesario contextualizarlos, evaluarlos y categorizarlos. Así creamos información relevante.
Sin embargo, tanto el Diseño Basado en la Evidencia como el Diseño Basado en Datos constituyen enfoques muy similares que se complementan; ambos basan las decisiones de diseño en conocimientos generados por una evaluación rigurosa de la información disponible.
Este proceso requerirá que los diseñadores desarrollen nuevas habilidades y competencias para manejar información y conjuntos de datos complejos a gran escala. También significa que deberán asumir un rol activo para “educar” a las empresas y convencerlas de los beneficios a largo plazo del DBE.
¿Cuáles son los beneficios de este enfoque?
Hans Rosling fue un médico y divulgador sueco que dedicó su carrera a advertirnos sobre la necesidad de tener una visión del mundo basada en datos reales. En su libro Factfulness, Rosling afirma que muchas empresas hoy pretenden seguir operando según una visión fosilizada de la realidad que no solo está desactualizada sino también distorsionada. A medida que el mundo cambia y se vuelve más complejo crece la necesidad de contar con datos e información actuales y fiables en lugar de manejarnos con creencias o suposiciones infundadas.
Para aportar las mejores soluciones a cada caso en particular, el DBE proporciona un enfoque científico basado en datos e información ciertos y reconocidos. Contempla el conocimiento de las características individuales de cada compañía lo que, junto con criterios de diseño validados, aportará una base sólida para orientar las decisiones de diseño sobre evidencias reales.
Para no basar nuestras decisiones (tanto personales como profesionales) en falsas creencias, resulta imprescindible incorporar conocimiento e información confiables a la hora de abordar la tarea de diseñar los espacios donde pasamos gran parte de nuestra vida. Como decía el reconocido físico Stephen Hawkins: “el mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, es la ilusión del conocimiento”.
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