Cómo aplicar los principios de la Economía Circular para utilizar los recursos de manera racional, minimizando el desperdicio y estimulando la reutilización y recuperación de bienes y materiales.
Una publicación de Contract Workplaces
Desde la Revolución Industrial, nuestro desarrollo económico ha seguido un modelo lineal basado en el supuesto de que los recursos naturales y la energía son ilimitados y fáciles de obtener. Pero esta ya no es una opción viable. El medio ambiente está sufriendo el impacto de un desarrollo insostenible y desmedido con graves consecuencias para todos.
La Economía Circular –un concepto que surgió en la década de los 80– representa un cambio de paradigma que, lejos del consumo irracional, propone una nueva opción basada en prácticas más sostenibles que implican una mejor gestión de los recursos naturales. El objetivo es reducir el consumo de recursos no renovables, desarrollar diseños y productos que reduzcan el desperdicio y ampliar la vida útil de los productos, instalando las prácticas del reciclaje y la reutilización. Lo que antes se consideraban “desperdicios” hoy puede convertirse en un bien aprovechable.
La Economía Circular se basa en tres principios fundamentales1:
→ Prevenir los desechos y la contaminación
El objetivo es prevenir el impacto negativo de la actividad económica que se traduce en grandes volúmenes de desperdicios que dañan la salud humana y los sistemas naturales. Para lograrlo es fundamental que los productos se diseñen para el desmontaje, la modularidad, la capacidad de reparación, la flexibilidad o la biodegradabilidad, y para permitir su reutilización o restauración. Tecnologías emergentes tales como la impresión 3D pueden utilizarse para reducir la generación de residuos durante la producción.
→ Mantener los productos y materiales en uso
En el ámbito del espacio construido, los edificios suelen estar infrautilizados (el 60% del espacio de oficinas no se utiliza, incluso durante las horas de trabajo). En cambio, los modelos que no están basados en la propiedad sino en el uso temporal optimizan la utilización de los espacios.
Al mismo tiempo, la vida útil de un edificio se puede extender gracias a la aplicación de diseños modulares y flexibles que garanticen que sea capaz de adaptarse a las necesidades cambiantes de los usuarios, además de ofrecer un mantenimiento y renovaciones más fáciles.
→ Regenerar los sistemas naturales
La economía circular favorece el uso de recursos renovables y tiene como objetivo mejorar los sistemas naturales.
La Economía Circular propone reducir el consumo de recursos no renovables, desarrollar diseños y productos que reduzcan el desperdicio y ampliar la vida útil de los productos instalando las prácticas del reciclaje y la reutilización.
La aplicación de los principios de la Economía Circular en la oficina promueve un entorno donde se utilizan los recursos de manera racional, se minimiza el desperdicio y se estimulan la reutilización y recuperación de activos con los consecuentes beneficios ambientales y económicos. Para cumplir con estos objetivos es necesario tener en cuenta tanto el diseño, la adquisición, el uso, el mantenimiento y la reparación como el reciclaje y la reutilización de los recursos que se utilizan en toda su operación.
Pero para ser verdaderamente eficiente, una Oficina Circular también debe prestar atención a los procesos. Debe ser un lugar de trabajo flexible que pueda dar un adecuado soporte a los usos actuales y contar con la capacidad para poder adaptarse a los usos futuros. He aquí una propuesta de buenas prácticas:
→ Mejorar la gestión de los recursos
En los edificios de oficinas, la energía se destina principalmente al funcionamiento de los sistemas de aire acondicionado, la iluminación y los equipos eléctricos y electrónicos. Es por esto que las acciones deben apuntar hacia esos frentes y prestar especial atención tanto al adecuado aislamiento térmico de la envolvente como a la posibilidad de acceder a una buena iluminación natural.
Para contribuir con el uso eficiente del agua se pueden incluir griferías temporizadas o de cierre automático en los sanitarios. También es posible implementar sistemas de doble descarga, fluxores y sensores de presencia.
Para minimizar los desechos es preferible evitar el uso de materiales descartables tales como cubiertos, vasos y botellas de plástico e instalar contenedores para la separación de residuos. Esto también contribuye a mejorar la tasa de reciclaje.
Otro punto importante es reparar, recuperar y reutilizar los muebles, las computadoras y el equipo de oficina para ampliar su vida útil. Todo aquel material que ya no se utilice y esté en buen estado se puede donar.
→ Reducir al máximo el uso del papel
Dado que se trata de uno de los elementos que generan el mayor volumen de residuos, es importante poner en práctica una serie de pautas tendientes a disminuir el consumo de papel. Para ello será imprescindible crear una cultura de trabajo que utilice herramientas digitales para compartir en línea. La virtualización de los procesos hace que el espacio necesario para el almacenamiento de documentos físicos se reduzca drásticamente y que se pueda ahorrar hasta un 20% de superficie adicional en espacios para archivo. Para algunas empresas esto implicará un cambio de cultura y políticas claras que exijan que las personas trabajen de manera diferente.
→ Disposición de los residuos eléctricos y electrónicos
La seguridad en su recolección y gestión es esencial, ya que a menudo contienen sustancias peligrosas tales como metales pesados que pueden causar problemas de contaminación y de salud. Para evitar la acumulación de estos residuos es imprescindible implementar políticas para renovar, revender o donar residuos de TI.
→ Cambiar la forma en la que trabajamos
Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, la creación de espacios de trabajo flexibles aparece como la solución más sostenible para que las organizaciones puedan satisfacer sus necesidades de crecimiento sin tener que aumentar el espacio necesario para sus operaciones. Un edificio que ocupa menos espacio significa menos uso de energía, menos emisiones de carbono, menos residuos y menos consumo de recursos naturales.
Además, con una parte de la fuerza laboral que realiza sus tareas de manera remota, se podrían evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de energía en transporte y disminución de la polución ambiental. Promover el transporte alternativo (uso compartido de automóviles, bicicleta, etc) es otra buena opción.
→ Virtualizar el entorno de trabajo
Usar la tecnología para facilitar la colaboración en línea y organizar reuniones y conferencias virtuales reduce tanto el tiempo y los costos de viaje como la huella de carbono asociada que genera el transporte. También ayuda a disminuir el uso de papel, impresoras y tonner. Además, frente a un escenario que involucra una creciente fuerza de trabajo móvil, la virtualización no solo contribuye a hacer más accesible la información sino que también favorece la colaboración de los equipos de trabajo la cual, de otra forma, se vería limitada o entorpecida por la imposibilidad de compartir documentos.
A a raíz de los beneficios que esto implica, muchas organizaciones han comenzado a adoptar las prácticas de la Economía Circular: menor huella de carbono, reducción de costos, mayor eficiencia energética, mayor atracción y retención de personal, mejoras en el bienestar y la productividad de los empleados, y crecimiento de la reputación de la empresa. No obstante, para lograr una oficina verdaderamente circular es necesario poner el acento no solo en la eficiencia energética y el uso de los recursos sino también en la utilización eficiente del espacio, en los nuevos estilos de trabajo mediados por la tecnología y en la cultura de la organización.
Aplicar los principios de la Economía Circular a todos los aspectos del espacio de trabajo requiere un cambio profundo tanto en los procesos y la cultura de la empresa como en la mentalidad de los trabajadores. En este sentido, los cambios en la oficina también pueden ayudar a hacer una transición en la forma de pensar de las personas: desde ser “propietario” y “consumidor” de bienes y servicios a convertirse en “usuario” dentro de la cultura del consumo colaborativo. De esta forma se crea una mayor valoración del alquiler, el intercambio, la reparación, la reutilización y el reciclaje, ayudando a cerrar el círculo de una economía más sostenible.
Referencias:
1 ELLEN MACARTHUR FOUNDATION (2019): “Completing the Picture: : How the Circular Economy Tackles Climate Change”.
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