La capacidad del diseño para evocar emociones y estados de ánimo positivos es una gran herramienta para lograr un clima óptimo en el lugar de trabajo.
Una publicación de Contract Workplaces
Durante mucho tiempo, la mayor parte de las estrategias de diseño del espacio de trabajo se basaron en métricas. Sin embargo, una planificación eficiente no solo debe apuntar a mejorar los ratios de ocupación y la funcionalidad; tener en consideración las necesidades emocionales de las personas puede ser determinante para mejorar la participación, el compromiso, la salud y la productividad de los colaboradores. Especialmente en un contexto como el actual, en el que la demanda de seguridad y contención es más importantes que nunca.
Los científicos ahora entienden lo importante que es la emoción en la vida cotidiana. La utilidad y la funcionalidad del espacio físico que nos rodea son, sin duda, importantes, pero sin los atributos emocionales que los dotan de un significado más profundo y personal, la experiencia es incompleta.
Donald Norman –director del Design Lab de la Universidad de California y profesor emérito de psicología y ciencias cognitivas– afirma1 que los seres humanos hemos evolucionado durante millones de años para desenvolvernos eficazmente dentro del rico y complejo entorno de nuestro planeta. Y de la misma forma que nuestros sistemas perceptivos y nuestro sistema locomotor se han desarrollado para que funcionemos mejor en el mundo, las emociones y la cognición también han evolucionado complementariamente para ayudarnos a interactuar con el medio. La cognición interpreta el mundo aportando comprensión y conocimiento mientras que la emoción constituye un sistema rápido y eficaz para juzgar lo que es bueno o malo, seguro o peligroso, haciendo que los juicios de valor sean más pertinentes para poder sobrevivir.
Las emociones positivas son tan importantes como las negativas, afirma Norman. Mientras que las positivas son fundamentales para el aprendizaje, la curiosidad y el pensamiento creativo, las negativas tienden a limitar el pensamiento concentrándolo directamente sobre un problema.
Es por esto que la capacidad del diseño para evocar emociones y estados de ánimo positivos es una gran herramienta para lograr un clima cálido y contenedor en el lugar de trabajo. Una persona relajada y feliz es más creativa y tiene una actitud más positiva frente a las dificultades. Pero, cuando la gente se siente estresada su mente se enfoca, por lo que proporcionar un entorno y herramientas agradables le permitirá trabajar mejor.
Norman reconoce una gama de emociones a las que llama “viscerales” –la parte más simple y primitiva del cerebro– que son sensibles a una variedad muy amplia de condiciones y son reconocidas solo a través de la información sensorial. La respuesta a estos estímulos ha sido determinada genéticamente durante la evolución para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de los individuos: comida, calor, seguridad, cohesión del grupo, etc. Estas condiciones incluyen:
Pero también hay condiciones que parecen producir emociones negativas de manera automática:
Sin embargo, la ventaja que tenemos los seres humanos sobre los demás animales es nuestra capacidad de reflexión, lo que nos permite superar los mandatos biológicos, habida cuenta de que algunos son solo predisposiciones. Y aunque nuestras preferencias se basan fundamentalmente en el tamaño, el color y la apariencia, la cultura juega un papel muy importante a la hora de evaluar lo positivo y lo negativo.
El diseño es una cuestión subjetiva que se experimenta a nivel emocional, con matices según la edad, el sexo y la cultura. Formas, texturas y colores pueden repercutir en la sensación individual de bienestar de la misma manera que los contornos, las formas espaciales y las proporciones pueden ayudar o dificultar la realización de determinadas tareas.
Estas son algunas consideraciones a tener en cuenta a la hora de construir un entorno emocionalmente positivo:
• Luz natural e iluminación. Los seres humanos somos muy sensibles a los cambios en la iluminación natural. Mientras que la luz solar es un estímulo que afecta el estado de ánimo, la actividad y la salud tanto desde el punto de vista fisiológico como psicológico, el nivel de iluminación afecta otros aspectos tales como la comodidad y el bienestar. El color de la luz también tiene un significado emocional importante pero también un efecto biológico que no hay que descuidar: la luz azulada de la mañana tiene un efecto activador mientras que el rojo del atardecer tiene un efecto relajante.
• Color. El color funciona como un sistema de signos capaces de evocar estados de ánimo y es una herramienta poderosa a la hora de articular mensajes de comunicación visual. En la dimensión puramente psicológica parece haber un acuerdo general sobre el hecho de que cada color posee una emocionalidad específica, aunque muchas veces depende del marco cultural que le da significado.
• Ruido. El ruido es un estímulo que, ya desde el nacimiento, provoca un reflejo de defensa instintivo. Los sonidos extremadamente fuertes o constantes pueden producir efectos tales como falta de concentración, ansiedad, estrés, etc., especialmente entre las personas neurodiversas. El lugar de trabajo debe proporcionar condiciones acústicas apropiadas para cada tipo de actividad de tal forma que garanticen no solo un buen desempeño laboral sino también el equilibrio emocional de las personas.
• Layout. Es bien sabido que la preservación del espacio personal y la privacidad colaboran para mantener el equilibrio emocional que requieren los distintos tipos de personalidad. Es por esto que la oficina debe ofrecer una gama de espacios tal que permita elegir dónde y cómo realizar el trabajo, además de dar opciones que equilibren la necesidad de interacción con otros, ámbitos de tranquilidad para concentrarse, reflexionar o simplemente hacer una llamada telefónica personal.
• Materialidad. Las formas con las que se materializa el ambiente de trabajo pueden proporcionar disparadores emocionales. Preferimos las curvas y los contornos suaves porque instintivamente sentimos peligro ante los objetos afilados. De ello se desprende que las formas angulares benefician el estado de alerta y la concentración mientras que las suaves y redondeadas satisfarían nuestra necesidad emocional de seguridad y protección. También conviene evitar los cielorrasos bajos ya que producen una sensación de confinamiento que puede producir estrés e irritabilidad.
El efecto combinado de colores, formas y uso del espacio también colaborará para construir una organización dotada de inteligencia emocional. Según afirma Daniel Goleman, “sondear la profundidad de las corrientes emocionales de una organización puede rendir beneficios concretos”2. Ayuda a definir la identidad corporativa, mejora la retención y el reclutamiento, y colabora con el bienestar, la creatividad y el compromiso de los empleados. Y en estos tiempos de pandemia en el que muchos pueden experimentar inseguridad y temor frente al inicio de la actividad laboral, también ayuda a crear empatía, cohesión y seguridad emocional.
Referencias:
1 NORMAN, D. (2004): “Emotional Design”.
2 GOLEMAN, D. (2011): “La inteligencia emocional en la empresa”.
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