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#124 Noviembre 2025

Neurociencia y liderazgo humano en la era digital

por Gaby Hostnik*, founder y creadora de Gimnasia Emocional.

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Una publicación de Contract Workplaces


Gaby Hostnik es especialista y entrenadora en neurociencia aplicada e inteligencia emocional. Su conferencia se centró en comprender cómo la neurociencia aplicada al comportamiento humano –nuestros mecanismos cerebrales y emocionales– orienta la toma de decisiones, la motivación y la calidad de los vínculos en esta era de hiperestimulación digital. Hostnik observó que muchos jóvenes están volviendo a prácticas analógicas como leer en papel o escribir a mano, en busca de la conexión para la que estamos intrínsecamente diseñados.

También explicó por qué el entrenamiento del cerebro y las emociones es hoy la base de un liderazgo más efectivo y sostenible, centrado en el bienestar de las personas. Es, además, la clave para construir entornos y equipos más confiados, comprometidos y eficientes, en un llamado urgente a revalorizar lo inherentemente humano.

La atención y el liderazgo en la era digital

Según la especialista, la base de un liderazgo efectivo es la capacidad de estar presente. En el entorno actual, define la atención como el mejor regalo y el acto de generosidad más significativo que podemos ofrecer a otro. Incluso, algunos autores sitúan la atención en el corazón de la inteligencia.

Sin embargo, la atención escasea. Un estudio de Harvard de hace una década señalaba que aproximadamente la mitad del tiempo estamos en piloto automático. En estas condiciones se reduce la atención y, con ella, la sensación de satisfacción vital.

La adaptación del cerebro a la era digital presenta una dicotomía: ganamos velocidad, interconectividad y pensamiento creativo, pero perdemos en ámbitos esenciales para un liderazgo profundo. La disminución de la atención y la concentración es un desafío particular en los entornos educativos. También se resienten el aprendizaje y la memoria, que a menudo delegamos en dispositivos externos. En el plano social, la cognición se ve afectada porque cada vez tenemos menos contacto visual y nos miramos menos.

Un cerebro hiperfragmentado e hiperestimulado pierde capacidad para abordar tareas complejas o tomar decisiones difíciles con claridad. El líder debe preguntarse si es dueño de su atención, pues una mente tan fragmentada hace que se pierdan las señales esenciales del entorno, la sensibilidad al contexto y la intuición social.

La conexión mente-cuerpo

Según Hostnik, la neurociencia moderna ha redefinido la relación entre mente y cuerpo, afirmando que la mente está en el cuerpo. En este ecosistema corporal, afirma que el corazón desempeña un papel central: es el órgano al que el cerebro más “escucha” dado su rol como asiento fisiológico de la percepción. El corazón percibe, el intestino siente y, posteriormente, el cerebro interpreta. La respiración es, por ello, una herramienta clave que actúa como un puente que dirige la atención y nos ancla al presente.

De acuerdo con su visión, el liderazgo tampoco puede escapar a la influencia del cerebro emocional; Daniel Goleman señalaba que el 80% del éxito profesional dependía de la inteligencia afectiva. La neurociencia actual estima que más del 92% de nuestra naturaleza responde a emociones, lo que demuestra que cada decisión está condicionada por ellas.

El liderazgo emocional requiere un compromiso constante con la conciencia y la regulación emocional. El líder debe registrar su nivel de energía, motivación y emociones, al tiempo que cuida el ánimo del equipo y ayuda a los demás a desarrollar estas habilidades. Un líder que ejerce la autoconciencia y el autocuidado consciente promueve un mayor bienestar en el personal.

Nuestro cerebro, recuerda Hostnik, es social; estamos diseñados para conectar. En el entorno laboral, las personas necesitan sentirse reconocidas, comprendidas, valoradas y respetadas. El líder tiene la responsabilidad de establecer la “norma emocional” del grupo, actuando como un “termómetro” del propio estado de ánimo y del equipo. El encuentro presencial es particularmente potente ya que no solo sincroniza cerebros sino también corazones, liberando oxitocina, la hormona de la empatía, el amor y la pertenencia.

La empatía, señala, debe comenzar por uno mismo. Está demostrado que la autocrítica severa es un factor muy dañino, ya que activa el sistema de amenaza del cerebro. Por lo tanto, ser amable con uno mismo es el primer paso para ser empático con los demás.

Sin embargo, la empatía tiene límites. Muchos líderes experimentan fatiga por compasión, especialmente al tratar con situaciones o personas que demandan mucha atención. El estrés también es un gran obstáculo, al igual que los dispositivos digitales que eliminan claves sociales tales como la postura, el tono de voz y los gestos, haciendo que se pierdan las señales del lenguaje corporal. No obstante, la empatía –con sus límites y obstáculos– sigue siendo el factor que nos diferencia como humanos.

Un mapa energético para el bienestar emocional

Para entender y gestionar la dinámica emocional, la especialista presentó un cuadrante que cruza el nivel de energía con el de carga. Este mapa ayuda a los líderes a escanear su estado interno y el de su equipo:

1. Zona de desempeño (amarillo): energía alta con carga positiva; predominan la alegría, la curiosidad, la confianza, la ilusión y la gratitud. Es la zona que favorece la creatividad y la planificación.

2. Zona de vitalidad (verde): energía es más baja, pero con carga positiva; aparecen la esperanza, el alivio, la serenidad, la tranquilidad y la calma.

3. Zona de agotamiento (azul): baja energía y carga negativa; se manifiestan la tristeza, la preocupación, la desesperanza y el desánimo.

4. Zona de amenaza (rojo): alta energía con carga negativa; predominan el enojo, la ansiedad, la irritabilidad y la impaciencia.

Cuando los equipos operan desde las zonas amarilla y verde (cuadrantes positivos), las emociones son constructivas y el entorno genera seguridad psicológica y confianza. Y, aunque la zona de amenaza puede ser muy productiva, conlleva un alto costo en términos de salud, bienestar y relaciones sociales.

El líder debe realizar una verificación constante, preguntándose: “¿Cómo está mi nivel de energía? ¿Cuál es mi nivel de motivación? ¿En qué zona estoy?”. La pregunta clave para el autodiagnóstico es: “¿Puedo hacer algo para sentirme de otra manera?”. Un líder regulado puede multiplicar el bienestar y la productividad de su equipo.

Contraria a la práctica del multitasking, Hostnik recomienda hacer una tarea a la vez y trabajar por bloques, priorizando las actividades más desafiantes a primera hora cuando la energía está a pleno. También advierte que la tecnología, con su promesa de ahorrar tiempo, nos ha llevado a tener agendas más ocupadas. Por eso, es vital equilibrar rapidez con profundidad y mirada reflexiva. Debido a la falta de pausas y movimiento, quienes trabajan “full online” padecen mucha más fatiga cognitiva que quienes asisten a la oficina. De ahí, la regla fundamental: a más velocidad, más pausas.

El futuro humanista del liderazgo

El Foro Económico Mundial identifica varias habilidades no tecnológicas que serán esenciales para 2030: curiosidad, aprendizaje constante, pensamiento creativo, resiliencia, flexibilidad, motivación y liderazgo, entre otras. Especialistas en inteligencia artificial (IA) advierten sobre la necesidad de revalorizar aquello para lo que estamos diseñados. Lo inherentemente humano marcará los vínculos, las relaciones y la vida diaria.

Hostnik asegura que mecanismos como la neuroplasticidad permiten que el cerebro modifique su estructura y funcionamiento en respuesta a nuevos estímulos, experiencias y aprendizajes. Así, el líder del futuro deberá combinar esta plasticidad con el recuerdo del corazón y la necesidad de seguir aprendiendo.

El entorno también es un factor determinante. La especialista subraya que la neuroarquitectura y la epigenética –el estudio de los cambios en la expresión de los genes influenciados por factores ambientales– demuestran el impacto de los lugares donde trabajamos y vivimos, las personas con las que nos relacionamos, cómo nos alimentamos y cuánto entrenamos. El entorno natural es “oro para el cerebro”, y las pausas y el descanso son indispensables.

El autocuidado, concluye Hostnik, es el primer acto de autoliderazgo. Cuidarse es la nueva revolución; cuando un líder se cuida y se registra, abre un espacio de calma, claridad y conexión para todo su equipo. En definitiva, el futuro del liderazgo es claramente humano.

Puedes ver el video completo aquí.


*Gaby Hostnik es especialista y entrenadora en neurociencia aplicada e inteligencia emocional. Founder y creadora de Gimnasia Emocional®. Es profesora y Directora Académica en la Universidad Torcuato Di Tella y Master en Educación Emocional y Neuroeducación de la Universidad de Barcelona.


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