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#123 Septiembre 2025

La nueva identidad del espacio financiero

Cómo diseñar el nuevo lenguaje de las oficinas de un sector que se reinventa constantemente

ALGUNAS MARCAS QUE NOS ACOMPAÑAN

Una publicación de Contract Workplaces


La identidad corporativa no se reduce a un logotipo ni a los elementos gráficos de comunicación. Representa la esencia de la empresa: su propósito, sus valores y su cultura. En este marco, el diseño del lugar de trabajo se convierte en una herramienta estratégica de comunicación. El espacio no solo da soporte a la operación diaria, sino que también funciona como una representación tangible de la marca para mejorar la experiencia tanto de empleados como de clientes.

Durante décadas, las oficinas bancarias se caracterizaron por un diseño sobrio e imponente: mármol, maderas oscuras y amplios salones concebidos para transmitir estabilidad y confianza. Hoy, el contexto ha cambiado y el sector financiero se enfrenta al desafío de equilibrar esa percepción de solidez con nuevas demandas de agilidad, transparencia y cercanía, propias de la era digital.

En un mercado donde los servicios tienden a parecerse, el espacio físico puede ser un diferenciador capaz de dejar una huella profunda en los usuarios. Un espacio puede inspirar seguridad, generar cercanía, estimular la productividad, atraer talento y reforzar la coherencia entre lo que la marca dice y lo que efectivamente transmite, en sintonía con la sensibilidad contemporánea.

El impacto del diseño

El entorno construido actúa como un lenguaje silencioso. Cada decisión de diseño –desde la iluminación, los materiales, la distribución de los puestos de trabajo y las zonas de atención al cliente hasta el aroma ambiental– comunica un mensaje fuertemente condicionado por la cultura, los valores y el propósito corporativos.

La coherencia entre lo que se promete como marca y lo que efectivamente se experimenta en el espacio físico es crucial. Cuando el espacio refuerza el discurso –por ejemplo, a través de oficinas abiertas, frentes vidriados o la presencia de arte que celebra la comunidad local– se construye credibilidad y confianza.

Además de su rol simbólico, el diseño del espacio impacta directamente en la motivación, el compromiso y el desempeño de las personas. Un entorno luminoso, ergonómico y bien distribuido reduce el estrés, favorece la concentración y mejora la productividad. Por el contrario, una oficina mal diseñada puede generar frustración, rotación de personal y hasta dañar la reputación de la empresa como empleadora. En este sentido, el diseño del espacio funciona como una herramienta de atracción y retención de talento, un factor cada vez más determinante en los actuales mercados.

Herramientas esenciales

Para lograr que el diseño de la oficina comunique de manera efectiva la identidad de la marca, es necesario considerar una serie de herramientas y elementos clave que no solo cumplen una función práctica, sino que generan estados emocionales que pueden favorecer o dificultar la identificación con ella. Se debe lograr una expresión consistente, demostrando cohesión y compromiso con los valores que se quieren transmitir.

Layout. La distribución espacial es uno de los marcadores más evidentes de la cultura corporativa. Durante décadas, el tamaño y la ubicación de los despachos privados o la cercanía a la luz natural fueron indicadores de estatus y jerarquía. En organizaciones con estructuras rígidas, estos marcadores siguen siendo importantes porque permiten leer rápidamente la escala de poder.

Sin embargo, cada vez más compañías optan por layouts abiertos que diluyen esas distancias. Las configuraciones que incluyen espacios flexibles, áreas compartidas y puestos no asignados reflejan valores de colaboración y adaptabilidad. En entornos donde se privilegia el trabajo en equipo, un diseño basado en cubículos o despachos cerrados resultaría incoherente. Por el contrario, las oficinas en open plan, el uso de frentes vidriados en las áreas más privadas y la comunicación visual de todo el espacio apuntan a favorecer el intercambio y simbolizan valores ligados a la transparencia y la integración.

Equipamiento. El mobiliario no solo es solo utilitario: también comunica. La altura de los paneles, la ubicación de los escritorios, la calidad y las dimensiones de los muebles envían señales sobre la importancia que la empresa otorga al bienestar y a la equidad. El uso del mismo tipo de mobiliario para todos los empleados, por ejemplo, refuerza las culturas democráticas. En cambio, la existencia de sillas de lujo reservadas para unos pocos directivos puede reforzar jerarquías marcadas.

Look & feel. Los colores, las texturas y los materiales definen la atmósfera emocional del espacio. Mármol y maderas nobles evocan tradición y solidez; vidrio y acero proyectan modernidad; materiales reciclados o certificados ambientalmente transmiten compromiso con la sostenibilidad. La coherencia en estas elecciones es clave: un banco que proclama responsabilidad social pero utiliza materiales poco sostenibles genera contradicción.

Obras de arte y branding visual. El branding visual es un recordatorio tangible de la marca. Los logotipos, la señalética y los gráficos en muros o paneles deben integrarse de forma discreta pero coherente, sin saturar el entorno. La inclusión de obras de arte –desde murales hasta instalaciones locales– aporta un valor emocional y cultural adicional, humaniza el espacio y conecta a la organización con su comunidad. La señalética inclusiva, con recursos como el Braille o pictogramas accesibles, refuerza valores de diversidad y respeto.

Tecnología. Hoy resulta imposible hablar de identidad corporativa sin mencionar la tecnología. Las oficinas financieras deben reflejar innovación no solo en su discurso, sino también en su infraestructura: salas equipadas para videoconferencias, sistemas de reserva de espacios, automatización de iluminación y climatización o herramientas digitales que favorezcan el trabajo híbrido. Estos elementos no solo optimizan procesos, sino que también envían un mensaje claro: la organización está preparada para el presente y el futuro.

Cuando la arquitectura, el mobiliario, la iluminación y la experiencia sensorial se alinean con los valores de la organización, el espacio no solo proyecta una imagen sólida hacia afuera, sino que también refuerza la identidad interna. El reto no está únicamente en diseñar un entorno atractivo, sino en mantenerlo coherente y vivo en el tiempo. Cada visita, reunión o interacción es una oportunidad para reafirmar la marca y consolidar la confianza.


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