Un factor decisivo para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades del mundo actual
Una publicación de Contract Workplaces
A medida que avanza la tecnología y el mundo se vuelve cada vez más global gracias al desarrollo de nuevas herramientas de comunicación, gran parte de las actividades productivas han comenzado a basarse en el conocimiento. En consecuencia, el trabajo se ha vuelto más especializado, dependiente de las habilidades sociales y de la capacidad tecnológica. Los estilos de gestión son menos jerárquicos y el trabajo se organiza en torno a grupos de colaboración, a menudo dispersos geográficamente, lo que ha dado lugar a cambios tanto en los modelos laborales como en el entorno físico de las organizaciones.
Dado que esta nueva forma de producir valor –enfocada en los procesos mentales más que en el trabajo físico– se basa en la creación, distribución y uso del conocimiento y la información, la colaboración se ha convertido en una condición fundamental para el éxito de las empresas. Pero, no existe una única forma de colaborar; los tipos de colaboración son variados y pueden cambiar según su naturaleza y propósito.
Lo que sí está claro es que hay una amplia gama de tecnologías emergentes que están transformando la forma en la que trabajamos juntos, tanto en el mismo lugar como a distancia. La globalización y el avance tecnológico han llevado esta evolución a un nuevo nivel, donde la colaboración se realiza no solo a través de fronteras físicas, sino también en diferentes husos horarios y contextos culturales.
Lo único que la disrupción tecnológica ha cambiado es que las personas ya no tienen que sentarse juntas en el mismo espacio para llevar a cabo el trabajo colaborativo. La esencia sigue siendo la misma.
La etimología de la palabra sugiere claramente el significado de trabajar juntos: “co-laborar”. En su forma más básica, y de acuerdo con la definición de la Real Academia Española, la colaboración ocurre cuando “dos o más personas trabajan juntas en la realización de una obra.”
La ciencia también agrega su grano de arena a la comprensión de la colaboración. Nos dice que la cohesión social necesaria para colaborar no es circunstancial ni una necesidad de la era actual; está programada biológicamente para desarrollarse y ayudarnos a construir los vínculos necesarios para sobrevivir en un mundo complejo. Por ejemplo, cuando percibimos la hormona oxitocina en otros individuos, ya sean familiares, amigos o colegas, nos sentimos más confiados y nuestros ritmos cardíaco y respiratorio se sincronizan1.
Esto significa que, desde el comienzo, la colaboración ha sido una parte integral de la historia humana. Sin embargo, la forma y el alcance de esta colaboración han evolucionado con el tiempo influenciados por factores tales como la tecnología, la organización social y las necesidades económicas. Desde las primeras comunidades humanas hasta la era global e interconectada de hoy, la capacidad de trabajar juntos siempre ha jugado un papel fundamental para el progreso y el desarrollo.
La colaboración es un factor decisivo para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades del mundo moderno: potencia la innovación, facilita la resolución de problemas complejos, mejora la competitividad y adaptabilidad, optimiza recursos, promueve el desarrollo de conocimientos y habilidades, y tiene un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Pero, para que trabajar juntos sea verdaderamente productivo, la participación debe ser igualitaria, aunque esto no significa que las interacciones sean necesariamente placenteras o fáciles. El proceso debe brindar espacio al conflicto constructivo para encontrar soluciones a través del diálogo y las acciones creativas.
Para afrontar el disenso implícito en la colaboración es fundamental prestarle atención a las relaciones interpersonales. Compartir momentos, historias y perspectivas individuales mejora la comprensión, la confianza y el respeto mutuos, los ingredientes esenciales para resolver problemas, desafiar el statu quo y arriesgarse a innovar.
En los nuevos estilos de trabajo, los distintos tipos de colaboración reflejan la importancia de las herramientas tecnológicas y el intercambio de conocimientos, esenciales para la innovación y el desarrollo continuo a través de la cooperación entre diferentes actores. En el lugar de trabajo, se puede describir de diferentes maneras y adoptar diferentes formas.
Los equipos de trabajo colaborativo pueden ser temporales y formarse para abordar un proyecto en particular o conformar un grupo que siempre está activo en un área específica. Cuando las circunstancias lo requieran, se pueden formar equipos multidisciplinares compuestos por personas con diferentes antecedentes educativos y profesionales, lo que les permite abordar un problema desde varias perspectivas y encontrar soluciones más innovadoras y efectivas.
También hay que considerar que, en el marco de la globalización actual, la colaboración muchas veces tendrá lugar entre individuos con distinto bagaje cultural. Esto no solo es posible sino también esencial para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que ofrece un mundo interconectado. Las diferencias culturales pueden ser un desafío, pero también una fuente de innovación y enriquecimiento mutuo.
Aunque coexistimos con la tecnología informática desde hace ya varias décadas, la colaboración en el futuro estará impulsada por la IA y la robótica. Estas herramientas permitirán a los trabajadores enfocarse en tareas de mayor valor, mientras ellas se encargan de las tareas rutinarias y repetitivas tales como redactar correos, armar presentaciones o resumir un documento.
Sin embargo, investigaciones realizadas sobre la colaboración entre humanos y robots revelan que éstos no solo sirven como sustitutos de las personas en tareas monótonas, peligrosas o exigentes; también pueden aumentar y complementar las capacidades cognitivas y físicas de las personas2. La clave del éxito será encontrar un equilibrio entre la tecnología y la humanidad, promoviendo una colaboración armoniosa y productiva.
Hoy, con el aumento del trabajo remoto y los equipos distribuidos en diferentes países y zonas horarias, la colaboración está adquiriendo una nueva dimensión temporal: podemos hacerlo en tiempo real o de manera asincrónica. Para lograr una colaboración efectiva entre los miembros del equipo será necesario observar un equilibrio entre los canales asincrónicos y sincrónicos, y seleccionar el más apropiado para cada ocasión.
Dada la necesidad de trabajo en equipo que demandan las nuevas formas de trabajo, no es casual que los nuevos conceptos de oficina se concentren en la optimización de los espacios destinados a la colaboración, desde las grandes reuniones formales hasta la interacción casual de dos personas en un pasillo.
Pero, a pesar de la importancia de la colaboración, el trabajo individual sigue siendo esencial. Permite desarrollar habilidades especializadas y realizar investigaciones profundas que aportan valor a los proyectos en conjunto. Para que la colaboración sea efectiva hace falta una integración equilibrada entre el trabajo individual y el trabajo en equipo.
Esto significa que los espacios de colaboración más eficaces serán aquellos que reúnen a la gente eliminando las barreras físicas al mismo tiempo que brindan privacidad para realizar tareas de concentración. Además, deberán estar dotados de una profusa tecnología, infraestructura flexible y configuraciones versátiles.
Sin embargo, también hay que recordar que un enfoque estratégico de la colaboración debe incluir, junto con el diseño del espacio de trabajo y la tecnología disponible, el desarrollo de una cultura empresarial que la sostenga. Sobre estos tres pilares se puede construir un entorno laboral óptimo para lograr una colaboración efectiva.
Referencias:
1 FELDMAN BARRET, L. (2021): “Neuroscience shows how interconnected we are – even in a time of isolation”.
2 MICHALOS, G. et al. (2015): “Design considerations for safe human-robot collaborative workplaces”.
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