El reto de gestionar equipos multigeneracionales

La diversidad en todas sus dimensiones, incluida la generacional, es un concepto del cual se habla mucho pero que pocas veces vemos incorporado en el día a día de las organizaciones. Si bien es un tema instalado en la agenda, nos encontramos con que, más allá de las declaraciones formales, pocas instituciones logran integrarlo como algo orgánico o natural dentro de las prácticas cotidianas.

En el ámbito laboral, donde la brecha generacional es cada vez es más grande (las diferencias de edad hoy pueden superar los 40 años), la interacción entre los distintos grupos etarios es un gran desafío.

La atracción, desarrollo y fidelización del talento es clave para mantener la salud organizacional y los buenos resultados. Sin embargo, tratar de gestionar a todos de la misma manera sin identificar los distintos matices de los grupos etarios puede hacer que la estrategia fracase.

La gestión de los beneficios, o más ampliamente, del salario emocional que ofrecen las empresas suele ser un buen ejemplo. “La empresa tiene buenos beneficios pero siento que no fueron pensados para mí”, es una frase que, con sus variantes, suele aparecer en muchas de las entrevistas que hacemos a los clientes.

El espacio de trabajo tampoco es ajeno a esta realidad. En los últimos años, vemos casos en los que se piensa en cambiar el entorno laboral para responder a formas de trabajo aspiracionales que atraigan a las generaciones más jóvenes pero, muchas veces, perdiendo de vista a quienes ya forman parte de la empresa y tienen otras necesidades para seguir siendo productivos.

La falta de comprensión de las diferencias entre las distintas franjas etarias que conviven en la organización es un obstáculo a la hora de capitalizar los beneficios de la diversidad. Y, aunque las categorías generacionales no están científicamente definidas ni sus límites son precisos (incluso, pueden dar lugar a estereotipos y simplificaciones excesivas), el análisis basado en este modelo puede ser de utilidad para comprender de qué manera algunas experiencias y eventos históricos dejaron una huella común en la mentalidad de las personas.

Podríamos decir entonces que cada generación tiene su propia visión del mundo, su concepción de lo que significa ser exitoso, el lugar que ocupa el trabajo en sus vidas, sus valores, sus ideales e incluso, su propio idioma. Todos estos aspectos los vemos reflejados en cómo se relacionan en términos de comunicación, uso de la tecnología, motivación, incentivos, autoridad, liderazgo, conflicto y responsabilidad, entre otros.

Hoy conviven, al menos, 4 generaciones en los espacios de trabajo: Baby boomers, Generación X, Generación Y o también llamados Millenials y los recientemente incorporados de la Generación Z, ciertamente los más incomprendidos y, a la vez, los que todas las organizaciones quieren atraer.

Sabemos por años de estudios y publicaciones que la diversidad bien gestionada dentro de los equipos favorece la productividad, la creatividad y la innovación. Pero ¿qué quiere decir “bien gestionada”? Liderar un equipo de estas características es todo un reto porque, más allá de la generación a la que pertenecen, cada persona tiene sus particularidades, necesidades, preferencias y expectativas.

Sin embargo, no deja de ser una gran oportunidad para obtener mejores resultados y fortalecer cada una de las áreas de la empresa a partir de las diferentes experiencias y habilidades que traen los distintos colaboradores. Es entender que, más allá de los estereotipos que estamos acostumbrados a escuchar como “los jóvenes de hoy no se comprometen”, o “los más adultos no se llevan bien con la tecnología”, la invitación es a pensar cómo lograr que cada miembro del equipo se sienta valorado, a gusto con su espacio de trabajo y comprometido con la organización, entendiendo que todos tienen algo bueno que ofrecer.

Es también, una invitación a repensar cómo gestionamos las diferentes instancias que forman parte del ciclo de vida del empleado en nuestra compañía, desde su contratación hasta su retiro, entendiendo que la homogeneización puede no ser el mejor acercamiento cuando pensamos en estrategias que nos permitan obtener lo mejor de cada persona dentro de nuestros equipos.

Algunas sugerencias para empezar este camino:

• Como punto de partida, lo primero será conocer a los equipos y las diferentes generaciones que conviven hoy en la organización. Parece obvio, pero muchas veces no lo es.
• Identificar los diferentes estilos de recepción de la información y estilos de aprendizaje. Si bien, las generaciones nos dan una pista, es importante entender cómo podemos potenciar los mensajes que queremos transmitir atendiendo a estrategias multicanal que nos permitan acercarnos de manera efectiva a las diferentes audiencias dentro de la organización.
• Fomentar el trabajo en equipos multigeneracionales. La mejor manera de lograr que las personas acepten las diferencias es que trabajen juntas y se conozcan. De esta forma, colaboramos en derribar mitos y prejuicios.
• Brindar oportunidades a todos. Que las típicas frases de las que ya hemos hablado no sean razón para no involucrar a un miembro valioso del equipo en un proyecto diferente.

Para concluir, como en todos los aspectos de la diversidad, la invitación es a dejar de lado las etiquetas y conectar genuinamente con las personas, atravesar sesgos y prejuicios para lograr un entorno integrado, donde “no solo te inviten a la fiesta, sino que también, te saquen a bailar”.