Un diseño accesible generará más oportunidades laborales para quienes conviven con algún tipo de impedimento que limita su desempeño, especialmente en una sociedad cada vez más envejecida.
Una publicación de Contract Workplaces
Actualmente existe un mayor interés y compromiso con la diversidad y la inclusión que en las últimas décadas. Así, las organizaciones hoy enfrentan nuevos desafíos para garantizar que sus oficinas ofrezcan opciones para todos los grupos demográficos. Ya no se trata de proyectar y construir lugares “especiales”, sino de integrar a todos los usuarios independientemente de su condición física o psíquica. Un punto importante si consideramos que en América Latina y el Caribe, aproximadamente un 12% de la población tiene alguna discapacidad, lo que representa alrededor de 70 millones de personas1.
Pero, a lo largo de la vida, todos experimentamos diversas transformaciones en nuestras habilidades debidas al proceso natural del envejecimiento. Los actuales estudios demográficos muestran los cambios porcentuales de los distintos rangos etarios en el lugar de trabajo. La OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), por ejemplo, prevé que en el año 2050 la población de 65 años o más aumente un 50% en relación con las personas en edades laborales de 20 a 64 años2.
Aunque solemos centrar nuestra atención en las necesidades de las jóvenes generaciones que ingresan al mercado laboral, las tendencias demográficas están marcando un aumento de las personas mayores dentro del plantel, lo que nos obliga a cambiar el enfoque hacia un diseño del espacio de trabajo que también contemple sus requerimientos y demandas. No hay que olvidar que el proceso natural de envejecimiento ejerce una influencia muy importante en las tendencias de la discapacidad ya que es probable que alrededor del 40% de las personas mayores de 65 años adquieran algún déficit3.
Por ejemplo, la masa ósea se ve afectada por el proceso de envejecimiento disminuyendo a un ritmo del 1% anual a partir de los 35 años y dando lugar a fracturas, discapacidades y enfermedades como la osteoporosis, dolencia que afecta a alrededor del 50% de las mujeres y el 12% de los hombres después de los 50 años. El envejecimiento también contribuye a la discapacidad visual; la sensibilidad al contraste disminuye a partir de los 40 o 50 años por lo que las personas mayores requieren una iluminación adecuada. También puede haber algún tipo de pérdida auditiva que suele comenzar a los 50 años y se hace muy notoria a los 704.
Esta composición demográfica no solo afectará la cultura organizacional, sino que también será una consideración importante en el diseño del espacio de trabajo. El entorno físico puede desempeñar un papel importante en la vida laboral de un empleado, ya sea positiva o negativamente.
Es por esto que, a la hora de planificar el espacio de oficina, las organizaciones deberían considerar las distintas aptitudes de la fuerza laboral, ya se trate de las jóvenes generaciones, los adultos mayores o los colaboradores con alguna restricción (temporal o permanente, reversible o irreversible, constante o progresiva) que les dificulte realizar sus actividades en la forma que se considera normal. El objetivo es maximizar el número de trabajadores que pueden interactuar con el entorno de trabajo, independientemente de sus características antropométricas y/o funcionales.
Los impresionantes logros intelectuales de Stephen Hawking, John Nash, Temple Grandin, Louis Braille o Thomas Edison, todos con discapacidades físicas o mentales severas, revelan que es posible dejar una marca en la historia y superar las expectativas y los estereotipos cuando nos brindan la oportunidad para hacerlo.
Las características del espacio de trabajo tienen un enorme impacto sobre la experiencia laboral de las personas, y más aún sobre aquellas que experimentan alguna discapacidad. La accesibilidad es la clave para brindarles a todos los colaboradores la posibilidad de usar el espacio físico con autonomía y seguridad, de emplear sus recursos, de relacionarse y de comunicarse con las demás personas. Un diseño accesible generará más oportunidades laborales para quienes conviven con algún tipo de impedimento que limita su desempeño, especialmente en una sociedad cada vez más envejecida.
Algunas acciones básicas que se deben llevar a cabo para que las personas puedan utilizar los espacios con comodidad y sin obstáculos al mismo tiempo que realizan eficazmente sus tareas, incluyen algunas consideraciones en el diseño y la materialización de los siguientes elementos:
→ Circulación vertical. Las escaleras nunca son accesibles, no obstante se pueden tomar ciertas precauciones para las personas con movilidad reducida. La huella de los escalones debe ser uniforme, el pavimento será antideslizante en cualquier condición y, para facilitar la localización y el acceso seguro a las escaleras, se debe colocar una franja señalizadora de textura y color contrastados antes del primer escalón y después del último. Siempre se deben incluir pasamanos de material cómodo hasta el final del recorrido.
→ Circulación horizontal. Las circulaciones deben ser fluidas e ininterrumpidas evitando todo tipo de obstáculos. Aquí también se usarán superficie antideslizante, con texturas sensibles al tacto o cambios de color que ayuden a identificar las diferentes rutas.
→ Pisos. Es recomendable el uso de superficies antideslizantes firmemente adheridas al suelo para facilitar el tránsito de personas que se movilizan con muletas y sillas de ruedas, o que tienen dificultades para deambular. También hará falta introducir algún cambio de color y textura cuando se producen desniveles en el piso a fin de alertar a las personas con discapacidad o limitaciones visuales.
→ Puertas. No todas las puertas son adecuadas para un entorno accesible. La puerta ideal es la de apertura automática con un ancho de entre 90 y 100 cm. Debe tener una velocidad de apertura y cierre lo suficientemente lenta como para permitir que las personas con limitaciones en la movilidad puedan entrar y salir con tiempo suficiente.
Las puertas de abrir deben incluir barras o manijas fáciles de operar y a una altura accesible. Si son de vidrio o algún otro material transparente es necesario señalizarlas con bandas de color contrastante colocadas a doble altura para evitar posibles colisiones. Un cambio de textura en el piso a cada lado de las puertas puede servir para alertar a aquellos que tengan alguna disminución visual.
→ Equipamiento. Los muebles de los espacios de uso común deberán estar diseñados teniendo en cuenta todas las alturas y los espacios de aproximación de las personas con movilidad reducida.
Los puestos de trabajo deberán tener un amplio rango de ajustes en altura e inclinación del plano de trabajo de tal forma que pueda soportar una gran variedad de estilos y necesidades. Las terminaciones antirreflectantes son preferibles a las brillantes ya que los reflejos sobre la superficie pueden causarles problemas de percepción a aquellas personas con disminución o limitación visuales.
Las sillas también deben ser ajustables, de tal forma que el usuario pueda apoyar los dos pies en el piso y acomodar el ángulo del respaldo y la altura de los apoyabrazos. Deben poder permitir una variedad de movimientos que permitan, tanto al trabajador sano como a aquellos con limitaciones en la movilidad, cambiar de postura periódicamente.
→ Iluminación. La calidad de la iluminación es importante para todos los trabajadores, no solo para aquellos con déficit visuales. No obstante, las personas con problemas visuales pueden necesitar niveles más altos, medios o bajos de iluminación, ser muy sensibles al brillo y al contraste, y requerir equipos individuales ya que cada patología necesita una cantidad distinta de luz. La gente mayor, por ejemplo, suele necesitar mayores niveles lumínicos que los más jóvenes.
También habrá que considerar que la iluminación muy brillante o pulsante puede ser muy perturbadora para las personas neurodivergentes y puede desencadenar convulsiones en personas epilépticas5.
→ Polución sonora. Las personas con limitaciones auditivas encuentran mayor dificultad en comunicarse con sus colaboradores en un ambiente donde el ruido ambiente es elevado. Si pensamos que casi el 30% de las personas mayores presenta algún grado de pérdida de audición, encontraremos que aplicar alguna estrategia en el manejo del ruido beneficiará virtualmente a cualquier oficina. El ruido pueden ser un desafío para todos los empleados, pero es mayor para quienes son neurodiversos.
Utilizar sistemas de paneles absorbentes, pisos alfombrados y algunos materiales de revestimiento de paredes y paneles, ayudarán a disminuir significativamente la polución sonora del entorno.
Referencias:
1 https://www.cepal.org/es/eventos/taller-avanzando-la-inclusion-jovenes-discapacidad-guia-buenas-practicas-ambito-la
2 https://www.oecd-ilibrary.org/sites/237dd702-en/index.html
3 https://www.disabled-world.com
4 CASE, K. et al. (2011): “Workforce Ageing, The Need For An Inclusive Design”.
5 FITZELL, S. (2022): “Strategies for Dealing with Sensory Overload”.
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