Smart Building Certification, un sistema para certificar edificios con el objetivo de que no solo sean más inteligentes, sino también más saludables, sostenibles y productivos.
Una publicación de Contract Workplaces
En febrero de 2020, Elizabeth Nelson cofundó Smart Building Certification, un sistema para certificar edificios con el objetivo de que no solo sean más inteligentes, sino también más saludables, sostenibles y productivos.
A partir de su experiencia personal en un ambiente de trabajo aparentemente ideal, pero que la llevó al límite de su capacidad física, mental y emocional, Elizabeth aborda el tema del Burnout y sus posibles soluciones. Nos explica la importancia fundamental de introducir cambios en la forma en la que trabajamos y que para lograrlo, las oficinas deben convertirse en ecosistemas capaces de agregar valor a nuestra actividad diaria.
En los EE.UU., el Burnout es una condición que no diagnostican los médicos ya que se trata de una enfermedad silenciosa que causa desconcierto a la hora de decidir cómo proceder con quienes la padecen. Confrontar con esta realidad fue el puntapié inicial para que Elizabeth comenzara a concebir un método eficaz para evitar estos riesgos. Algunas de las preguntas que surgieron en el proceso fueron: ¿Por qué tantas oficinas son perjudiciales para nuestra salud? ¿Cuál es la razón por la que muchos de nosotros sufrimos Burnout? ¿Cómo podemos ser más saludables en el trabajo?
Estas preguntas, que con demasiada frecuencia se ignoran, no son retóricas; son fundamentales para el futuro de los espacios de trabajo y para la forma en que las organizaciones atraen a las mejores personas para trabajar en ellas.
Entonces, inspirada por su propia experiencia y avalada por investigaciones científicas de vanguardia, Elizabeth se propuso encontrar respuestas y ofrecer estrategias adecuadas para transformar el espacio de trabajo en una oficina saludable, capaz atraer y retener a los mejores talentos. Su investigación dió como resultado un libro: “The Health Office Revolution”.
Durante su exposición en WorktechLatam21, Elizabeth abordó los temas principales que hay que tener en cuenta a la hora de llevar adelante esta revolución en la oficina:
Esta es la primera cuestión a abordar porque el Burnout está relacionado con la falta de sueño, el estrés y la sensación de sentirse abrumado, sin control o empoderamiento. Cada uno de estos factores se interconectan y retroalimentan formando una “bola de nieve”.
Se estima que, en promedio, debemos dormir entre 7 y 9 horas para conseguir el descanso que necesitamos y para permitir que el cerebro procese la información. Hace 10 años dormíamos 8 horas por día y Elizabeth afirma que ese promedio hoy ha decrecido en 1 hora; la calidad del sueño ha empeorado. Si además dormimos inquietos y nos despertamos varias veces por noche no llegamos a la etapa de sueño REM. Necesitamos dormir 8 horas con sueño profundo.
No obstante, hay personas que necesitan dormir menos de manera natural. Pero esto no significa que todos estemos programados genéticamente para hacerlo. Los líderes no deben alentar a los colaboradores a que duerman menos porque no es beneficioso para la salud.
El ruido es la queja principal en la oficina (la número dos es la temperatura).
En la investigación que Elizabeth y sus colegas llevaron a cabo surgió la importancia de la distancia entre los puestos de trabajo y la relación entre cada zona de trabajo y otras áreas que podrían ser más ruidosas. Para paliar estas molestias encontraron que las barreras de sonido son muy efectivas.
También se planteó la implementación de salas para una o dos personas dedicadas a las tareas de concentración. Saber que nadie los molestará puede ser muy beneficioso para los colaboradores.
Otra de las propuestas para evitar las molestias debidas al ruido se basa en la creación de perfiles de personalidad de los usuarios. Existe evidencia de que las personas con hábitos más matutinos suelen ser más extrovertidas, no se distraen tanto con los ruidos ni con el tránsito de gente y realizan mucho trabajo de colaboración. Esto hace que sean las que mejor prosperan en la mayor parte de los actuales ambientes de trabajo.
Por el contrario, las persona con hábitos más vespertinos transcurren la jornada en una especie de “jet lag” y no se sienten completamente cómodas. Son más introvertidas, sensibles al sonido y deben luchar contra el entorno en el que trabajan.
Este análisis sobre las personalidades también se puede aplicar a todas las áreas del espacio de trabajo y demuestra la importancia de incluir distintos tipos de entornos para los diferentes perfiles de usuario.
Rodearnos con elementos naturales es muy beneficioso. El contacto con el ambiente natural produce bienestar físico y emocional, mejora la recuperación ante el estrés, evoca emociones positivas, facilita la creatividad y beneficia el funcionamiento cognitivo.
De hecho, Elizabeth comenta que en algunos hospitales se realiza quimioterapia en los jardines. La integración de la naturaleza en los entornos de salud hace que los pacientes se sientan más positivos y con menos estrés y que respondan mejor a los tratamientos.
El diseño biofílico propone la creación de espacios de trabajo más saludables, mejor adaptados a las necesidades de las personas y, al mismo tiempo, más sostenibles.
La luz tiene una enorme influencia en nuestro estado de ánimo, en la capacidad para concentrarnos y, por supuesto, en el sueño.
Uno de los componentes más importantes de la luz natural es su variabilidad a lo largo del día y también en las distintas estaciones del año. Dado que el cerebro se basa en las diferentes características de la luz solar para regular los ritmos circadianos, es de fundamental importancia contar con una iluminación artificial que recree esos ciclos y, de ser posible, con luz natural.
En los lugares de trabajo suele haber café, té y, sobre todo, azúcar. Se ha comprobado que el azúcar tiene un efecto en el cerebro muy parecido al de la cocaína, con la diferencia de que el azúcar es siete veces más adictivo.
La idea no es prohibir el café y el azúcar, sino ofrecer alternativas más saludables y atractivas.
Las opciones para disminuir el estrés dentro de la organización pueden ir desde la meditación, el yoga y las sesiones de masajes hasta las siestas. Todas pueden ser alternativas válidas cuya efectividad y aceptación dependerán de las preferencias particulares de cada persona y de la cultura de la empresa.
La actividad física es un excelente tónico para nuestro cerebro. Disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora el estado de ánimo aliviando los síntomas de la depresión, disminuye el insomnio y el estrés, etc.
Y, como plus adicional, estar en movimiento dentro de la oficina también favorece los encuentros casuales, la serendipia. Esto mejora la creatividad y la innovación dentro de las empresas, una gran ventaja competitiva en el acelerado mundo de hoy.
Mantener conversaciones mientras caminamos, contar con distintas alternativas para sentarnos y mesas altas para tener reuniones de pie, etc. nos ayudará a mantenernos en movimiento durante el día al mismo tiempo que aumentan las posibilidades de encontrarnos con colegas.
La cultura organizacional debe estar orientada a crear conciencia en los empleados sobre la importancia de la salud y el bienestar, haciéndolos sentir que están empoderados. De esta forma se sentirán menos estresados y disminuirán las tasas de Burnout dentro de la compañía.
Todas estas decisiones aumentan el compromiso de los empleados y ayudan a crear una cultura de éxito sostenible en el tiempo.
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