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#122 Julio 2025

Los costos ocultos de la IA

La inteligencia artificial está transformando nuestros patrones cognitivos a una velocidad sin precedentes pero, ¿a qué costo?

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Una publicación de Contract Workplaces


La tecnología nació para extender nuestras capacidades innatas: las hachas nos dieron las garras y colmillos que no tenemos, la domesticación de animales de tiro nos aportó más fuerza y velocidad, la escritura amplió nuestra memoria, las computadoras multiplicaron millones de veces nuestra potencia de cálculo.

La relación entre tecnología y capacidades humanas es profunda y ha marcado nuestra historia evolutiva. No se trata únicamente de herramientas: cada salto tecnológico no solo amplió nuestras destrezas, sino que reorganizó nuestro cerebro, y esto siempre tiene costos ocultos. Es lo que los neurocientíficos llaman “reciclaje neuronal”. Por ejemplo:

  • La lectura reutilizó un área visual originalmente destinada a reconocer objetos, rostros y patrones naturales. Este “secuestro” tuvo costos medibles: perdimos agudeza para distinguir matices en el reconocimiento de objetos naturales y, posiblemente, cierta capacidad de navegación espacial que dependía de esas mismas redes neurales1.
  • La imprenta mejoró la lectura lineal, pero posiblemente redujo nuestra capacidad de memoria episódica rica, como la que poseían los antiguos bardos, capaces de recitar textos épicos completos con detalles vívidos.
  • El uso de los mapas (y el actual GPS) disminuyó nuestra capacidad de navegación espacial, además de afectar la memoria episódica que usa los mismos circuitos. Hay estudios que muestran que los taxistas de Londres (que memorizan calles) tienen hipocampos más desarrollados2.

Estos ejemplos muestran que cada avance nos da algo, pero también nos quita algo. Y aunque el costo no siempre es evidente al principio, con el tiempo puede ser profundo.

Hoy enfrentamos una situación evolutiva única. Por primera vez en la historia, la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de adaptación. Mientras que a algunas de las herramientas anteriores les tomó milenios influir en nuestra biología, la inteligencia artificial (IA) está transformando nuestros patrones cognitivos a una velocidad sin precedentes pero, ¿a qué costo? El problema es que solo estamos viendo los beneficios inmediatos; las consecuencias se revelarán generaciones después.

La pregunta es: ¿qué funciones cognitivas estamos sacrificando por la IA que no descubriremos hasta que sea demasiado tarde?

La pereza y otros déficits cognitivos

Los Grandes Modelos de Lenguaje han transformado cómo trabajamos, jugamos y aprendemos, ofreciendo capacidades sin precedentes. Sin embargo, su adopción generalizada no solo implica ventajas; una de las consecuencias del uso intensivo de la IA está asociada a distintos costos cognitivos.

Pereza cognitiva: se define como la tendencia inherente del cerebro a evitar el gasto de energía mental necesario para construir nuevos patrones de pensamiento o evaluar críticamente la información. En lugar de ello, tiende a depender de atajos cognitivos tales como sesgos, heurísticas o estereotipos, antes que involucrarse en un pensamiento exhaustivo y cuidadoso3.

Esta inclinación no es arbitraria ni una deficiencia, sino una estrategia profundamente arraigada para conservar energía, lo que sugiere que minimizar el esfuerzo cognitivo fue una ventaja crucial para la supervivencia. En el entorno ancestral caracterizado por la escasez de recursos y las amenazas inmediatas, la eficiencia y las decisiones rápidas suficientemente buenas solían ser más beneficiosas que la precisión.

La alta disponibilidad tecnológica de hoy juega un papel central en la pereza cognitiva, ya que facilita el acceso inmediato a información y soluciones, reduciendo el esfuerzo mental necesario para pensar, analizar y memorizar.

Descarga cognitiva: la dependencia excesiva de la IA puede llevar a la “descarga cognitiva” (cognitive offloading), en la que se delegan tareas intelectuales a herramientas externas para reducir el esfuerzo. Aunque esto puede ayudar inicialmente a manejar la carga mental, con el tiempo lleva a una disminución del compromiso y la capacidad de autorregulación 4.

Deuda cognitiva: se refiere a la condición en la que la dependencia constante de sistemas como la IA, reemplaza los procesos mentales esforzados necesarios para el pensamiento independiente. Esta acumulación de deuda cognitiva genera costos a largo plazo que incluyen la disminución de la indagación crítica, mayor vulnerabilidad a la manipulación y menor creatividad.

En resumen, la pereza cognitiva es la tendencia a evitar el esfuerzo mental, mientras que la deuda cognitiva es la consecuencia acumulativa a largo plazo de la descarga cognitiva, lo cual deriva en una disminución de habilidades.

El impacto de la pereza cognitiva

Aunque fue altamente adaptativa en el pasado, la pereza cognitiva representa un desafío en la sociedad actual. El uso de sistemas de IA facilita la obtención de respuestas rápidas y precisas, pero esta conveniencia puede acarrear una disminución de las habilidades intelectuales:

Deterioro del pensamiento crítico: es una de las consecuencias más relevantes. La dependencia de la IA puede disminuir la capacidad para analizar, evaluar y sintetizar información de forma razonada.

Inhibición de la creatividad y la innovación: al aceptar la primera solución a un problema se limita la exploración de otras posibilidades, lo que lleva al estancamiento mental y la falta de ideas nuevas.

Mayor susceptibilidad a la desinformación: la tendencia a aceptar ideas sin cuestionarlas facilita la difusión de noticias falsas y la manipulación.

Sobredependencia tecnológica y atrofia de habilidades: la delegación excesiva en la IA debilita facultades fundamentales como la memoria, el análisis y la resolución de problemas de forma independiente.

Bajo rendimiento laboral: reduce la productividad individual y colectiva, lo que contribuye a la pérdida de competitividad en el mercado.

Mitigando los costos ocultos

Nuestros instintos “perezosos”, que alguna vez fueron beneficiosos, hoy pueden ser un obstáculo en escenarios que requieren pensamiento estratégico a largo plazo, evaluación crítica y aprendizaje continuo. Para superar este desajuste, se pueden aplicar diversas estrategias de mitigación:

Tomar conciencia: reconocer nuestra tendencia natural a la pereza cognitiva es el primer paso para enfrentar sus efectos.

Estrategias cognitivas conscientes: fomentar el uso activo del pensamiento deliberado y lógico (más lento) para contrarrestar el modo predeterminado “perezoso” (más rápido, intuitivo y emocional) del cerebro5. Esto implica anular conscientemente un mecanismo adaptativo antiguo y eficiente, pero a veces inadecuado. Evaluar críticamente y buscar perspectivas diversas.

Diseño de información y comunicación: aprovechar la pereza cognitiva para obtener resultados positivos. Para ello será preciso crear contenido conciso, claro y fácil de usar, y diseños que reduzcan el esfuerzo mental innecesario.

Uso equilibrado de la IA: la IA debe complementar, no sustituir, el razonamiento humano. Se recomienda emplearla como “compañera de ruta” para explorar ideas, no para pensar por nosotros.

Fomentar el pensamiento independiente: incentivar la verificación del contenido generado por IA mediante múltiples fuentes.

Cultivar la curiosidad y el pensamiento reversible: practicar actividades que desafíen la mente, como la lectura compleja y el aprendizaje continuo. El pensamiento reversible –considerar las ideas desde diferentes ángulos– obliga a pensar en múltiples direcciones y combate la pereza cognitiva.

Invertir en inteligencia humana: el futuro requiere fortalecer la resistencia de las habilidades mentales, entrenar la atención y el enfoque, dominar el estado emocional y activar la neuroplasticidad y la adaptabilidad.

En definitiva, la IA representa tanto una oportunidad como un riesgo. El verdadero desafío no es la tecnología, sino nuestra propia tendencia a la pereza cognitiva. La clave está en equilibrar los beneficios que ofrece la IA con el cultivo de nuestras capacidades humanas más profundas. Comprender las bases evolutivas de este fenómeno es vital para diseñar estrategias más efectivas y fomentar la colaboración, la curiosidad y la reflexión crítica, en lugar de la mera dependencia tecnológica.

Referencias:

1 DEHAENE, S. (2014): “El cerebro lector: ¿Cómo leemos?”.

2 MAGUIRE, E. A. et al. (2000): “Navigation-related structural change in the hippocampi of taxi drivers”.

3 KRIGER, B. (2024): “Mental Laziness and Erosion of Critical Thinking”.

4 KOSMYNA, N. et al. (2025): “Your Brain on ChatGPT: Accumulation of Cognitive Debt when Using an AI Assistant for Essay Writing Task”.

5 KAHNEMAN, D. (2012): “Pensar rápido, pensar despacio”.


La conferencia de Marina Tavares –fonoaudióloga de formación y especialista en salud y bienestar corporativo con más de una década Read more

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