Las organizaciones están comenzando a comprender que la salud mental es una responsabilidad colectiva más que un problema individual.
Una publicación de Contract Workplaces
La salud mental es fundamental para el bienestar integral de las personas, sobre todo en el ámbito laboral que es donde pasamos la mitad de nuestra vida de vigilia. Sin embargo, la prevalencia de los problemas de salud mental en el trabajo es significativa. Algunos estudios globales indican que una gran proporción de los trabajadores experimenta algún tipo de trastorno psicológico o emocional a lo largo de su vida profesional.
Esta situación, de por sí preocupante, se vio agravada durante la pandemia. Las tasas de problemas que ya eran comunes tales como la depresión y la ansiedad, se incrementaron en un 25% durante el primer año, sumándose a los casi mil millones de personas que tenían algún desorden psicológico o emocional previo1. Cuatro años después, los problemas de salud mental no han disminuido; al contrario, se han incrementado y son cada vez más frecuentes entre los empleados de todos los niveles y todas las empresas.
Pero, las personas no experimentamos problemas de salud mental solo en algunos aspectos de la vida, de forma aislada. Aunque intentemos mantener el trabajo y la vida privada separados, nuestro cerebro no lo percibe así. Las dificultades personales pueden agotar nuestros recursos mentales y emocionales haciendo más difícil afrontar las demandas laborales cotidianas. Del mismo modo, los inconvenientes relacionados con el trabajo afectan nuestra vida personal degradando nuestro bienestar.
Sin embargo, a pesar de lo extendidos que están estos problemas, no solemos comentarlos en el ámbito laboral. Es más probable que hablemos sobre alguna enfermedad física que sobre la salud mental debido a los prejuicios que la rodean. Esto no es de extrañar ya que los trastornos mentales han estado sujetos a juicios negativos y estigmatización durante milenios. Y la oficina no es una isla; de hecho, es un microcosmos que amplifica los factores que afectan nuestro bienestar psíquico y emocional.
No obstante, la práctica de la evitación tiene un alto costo. Tratar de ocultar día a día nuestras emociones, trastornos o desórdenes mentales a los colegas y superiores puede volverse agotador.
¿Cómo podemos abordar los problemas de salud mental dentro de la empresa y promover una cultura de empatía y bienestar? La primera medida para iniciar estas conversaciones es crear un clima laboral de seguridad psicológica; un ámbito en el que las personas se sientan cómodas expresándose y siendo ellas mismas, y donde puedan compartir sus preocupaciones sin temor a la humillación, el estigma o el destrato. Las organizaciones están comenzando a comprender que la salud mental es una responsabilidad colectiva más que un problema individual.
Los lugares de trabajo donde se fomentan la seguridad, el bienestar y la inclusión no solo apoyan la salud física y mental de los colaboradores; también ayudan a mejorar el desempeño, aumentar la motivación y minimizar los conflictos entre colegas. Y cuando las personas tienen buenas condiciones laborales, su salud mental está resguardada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar mental que permite a las personas afrontar las tensiones de la vida, desarrollar sus capacidades, aprender, trabajar y contribuir a sus comunidades.
Sin embargo, hay que tener presente que la salud mental no es una condición inmutable; es fluctuante y puede variar frente a diferentes situaciones y experiencias que van desde afecciones y síntomas diagnosticables hasta afrontar desafíos tales como el dolor.
En este sentido, la OMS afirma que el trabajo significativo funciona como un protector de la salud mental. No solo proporciona los medios para obtener ingresos, sino que también ofrece apoyo para establecer rutinas estructuradas y relaciones positivas, junto con un sentido de propósito y logro personal. Pero, cuando el clima laboral es negativo, la organización del trabajo es deficiente y la relación con colegas o superiores es mala, la salud mental se deteriora, especialmente en los trabajadores más jóvenes.
Entre los factores del entorno laboral que pueden afectar negativamente el bienestar psicológico y emocional de los empleados se encuentran los llamados “riesgos psicosociales”. Estos surgen de la dinámica organizacional, el contenido y las condiciones del trabajo mismo. Pueden perjudicar el bienestar mental y emocional de los trabajadores, afectando su salud, su motivación y su rendimiento.
Cuando los empleados están expuestos a altos niveles de estrés debido a exigencias laborales desproporcionadas, presiones de tiempo o expectativas contradictorias, su salud mental puede verse seriamente afectada. El estrés crónico en el trabajo puede conducir a trastornos de ansiedad, depresión y agotamiento emocional, también conocido como burnout. Además, la falta de control sobre el propio trabajo y la ausencia de apoyo social pueden incrementar la sensación de aislamiento, exacerbando problemas de salud mental preexistentes.
La exposición prolongada a estos factores puede resultar en trastornos psicológicos serios, afectando tanto la calidad de vida del individuo como su rendimiento laboral. De esto se infiere que es esencial que las organizaciones reconozcan estas contingencias y cuenten con estrategias orientadas a minimizar los riesgos para promover un ambiente de trabajo saludable.
Después de la pandemia, el apoyo a la salud mental pasó de ser algo deseable a convertirse en una verdadera necesidad impulsada por las expectativas de los empleados. Hoy, las personas buscan lugares de trabajo que favorezcan el bienestar físico y mental desde una perspectiva que prioriza la acción colectiva sobre la individual. El entorno laboral puede jugar un papel positivo cuando contribuye al bienestar de los trabajadores, pero es capaz de volverse nocivo cuando hay pobres condiciones para el desempeño, falta de apoyo social y una cultura poco saludable.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las organizaciones deben ayudar a crear un ambiente propicio para la salud mental aplicando estrategias transversales a todos los ámbitos del entorno de trabajo. Estas son las tres áreas de acción concreta en las que se recomienda intervenir:
1/ Prevención. El primer paso consiste en modificar los aspectos negativos del contexto laboral para evitar que los trabajadores experimenten o agraven sus problemas de salud mental. Esto incluye:
• Proporcionar acuerdos de trabajo flexible. Los trabajadores que tienen la libertad de decidir cómo, cuándo y dónde trabajar reportan una menor duración de los síntomas, un impacto más positivo del trabajo y un mayor sentido de pertenencia y lealtad2.
• Promover la autonomía e involucrar a los trabajadores en las decisiones sobre su trabajo tiene efectos muy beneficiosos sobre el bienestar mental. Por el contrario, la falta de control para tomar las propias decisiones es un factor importante de riesgos tales como la insatisfacción, el estrés, el agotamiento, los conflictos laborales, etc.
• Definir claramente las reglas, los roles, las responsabilidades y las expectativas es fundamental para que las personas entiendan cuál es su función en la empresa. La claridad disminuye la confusión y la ansiedad al mismo tiempo que brinda sentido de propósito.
• Modificar la carga o los horarios de trabajo para permitir un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal.
• Diseñar el layout con una variedad de opciones espaciales para permitir que los trabajadores puedan elegir el entorno más apropiado para su tarea y condición en cuanto a niveles de ruido, iluminación y grado de ocupación. Algunas personas pueden necesitar minimizar la distracción, la estimulación sensorial o el contacto social. También se pueden brindar lugares para guardar medicamentos o áreas para descansar cuando sea necesario.
2/ Protección y promoción de la salud mental. El segundo paso consiste en consolidar una cultura corporativa que incentive la seguridad psicológica, junto con el fortalecimiento de las habilidades de los líderes para reconocer y actuar tempranamente sobre potenciales problemas de salud mental en el plantel. Esto incluye:
• Promover una cultura laboral empática, inclusiva y solidaria implica no solo comprender las preocupaciones de los empleados, sino también emprender acciones concretas para solucionarlas. Esto puede implicar hacer adaptaciones especiales para las personas con alguna condición de salud mental, cuidar que trabajen una cantidad de horas razonable, promover el trabajo por objetivos y evitar la microgestión.
Las organizaciones que ubican a las personas y el bienestar en el centro de su cultura protegen la salud mental de sus colaboradores.
• Para impulsar las conversaciones sobre salud mental es necesario capacitar a los líderes en el uso de habilidades de gestión interpersonal tales como la comunicación abierta y la escucha activa. Generar un clima de confianza que cuente con el apoyo de los jefes y colegas hará que los miembros del equipo se sientan habilitados para hablar.
• Mejorar la comprensión sobre el papel de la salud mental y el bienestar en el trabajo. Un liderazgo abierto influye positivamente en las actitudes de los empleados y ayuda a cambiar creencias y reducir el estigma.
3/ Brindar apoyo. El tercer paso es apoyar a los trabajadores con problemas de salud mental para que prosperen en el trabajo.
• Brindar herramientas y servicios de apoyo para abordar los factores estresantes y los impedimentos psicológicos. Alentar y ayudar a los colaboradores en el proceso de aprendizaje para manejar el estrés y otras condiciones.
• Apoyar con intervenciones adicionales como entrenamiento en habilidades sociales o terapia cognitivo-conductual.
• Ofrecer oportunidades de restauración a través de programas basados en Mindfulness, Yoga, Tai Chi y otras disciplinas enfocadas en el equilibrio del cuerpo y la mente para ayudar a reducir el estrés. Los estudios3 demostraron un alivio de los síntomas de la ansiedad, la depresión y el dolor, así como también mejoras en la salud general.
En definitiva, cuidar la salud mental en el trabajo significa reconocer a los empleados de manera integral, lo que significa que su vida y su bienestar son importantes en sí mismos, independientemente de la contribución que hagan a la productividad. Este enfoque holístico refuerza la dignidad y el valor intrínseco de cada uno y promueve una cultura de respeto para lo más valioso que tienen las empresas: las personas.
Referencias:
1 WORLD HEALTH ORGANIZATION AND INTERNATIONAL LABOUR ORGANIZATION (2022): “Mental health at work: policy brief”.
2 GREENWOOD, K. & WONG, B. (2023): “The Future of Mental Health at Work Is Safety, Community, and a Healthy Organizational Culture”.
3 WANG, Y.T. et al. (2017): “Tai Chi, Yoga, and Qigong as Mind-Body Exercises”.
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