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#115 Mayo 2024

De eso no se habla

Cómo nos afecta la experiencia cotidiana, esos temas que no están en la agenda de las tendencias actuales pero que modelan nuestro día a día.

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Una publicación de Contract Workplaces


En el año 2005, el escritor norteamericano David Foster Wallace impartió una legendaria conferencia en la ceremonia de graduación de la Universidad de Kenyon a la que tituló “Esto es agua”. El discurso comienza con esta historia: “Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: ‘Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?’. Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho, por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: ‘¿Qué demonios es el agua?’.”.

Y continúa diciendo: “El sentido inmediato de la historia de los peces no es más que el hecho de que las realidades más obvias, ubicuas e importantes son a menudo las que más cuestan ver y las que más cuestan explicar. Como frase en sí misma, por supuesto, esto no es más que una perogrullada; y sin embargo, el hecho es que en las trincheras donde tiene lugar la lucha diaria de la existencia adulta, las perogrulladas pueden tener una importancia vital”1.

Este relato viene a cuento de la experiencia cotidiana en la oficina, un lugar en el que pasamos muchas horas de nuestra vida y donde compartimos una gran cantidad de tiempo con colegas y compañeros de trabajo, bastante más que con nuestra familia y amigos.

Normalmente, a la hora de abordar el diseño de los espacios de trabajo nos ocupamos de las experiencias extraordinarias, de aquellas que nos sorprenden, nos estimulan y nos inspiran. Sin embargo, raramente nos dedicamos a los temas que no están en la agenda de las tendencias de moda –de eso no hablamos–, pero que afectan la cotidianeidad en múltiples ámbitos y de varias formas.

Cuando las experiencias de la rutina laboral se transforman en una carga agobiante y negativa (no poder subir las escalera debido a un impedimento físico, ocultar cómo nos sentimos, trabajar en condiciones ambientales incómodas, soportar las burlas, el aislamiento o la discriminación, etc.), nuestra calidad de vida se resiente y el “agua” a nuestro alrededor se torna turbia.

La cotidianeidad es importante porque ocupa la mayor parte de nuestras vidas y el trabajo es una parte fundamental de ella. Son las acciones de la vida diaria las que nos proporcionan las bases para establecer una continuidad, una rutina y la construcción de una normalidad. Pero, lo cierto es que las normas pueden ser transgredidas, y estas transgresiones también pueden verse reflejadas en los aspectos más banales de lo cotidiano. A medida que pasa el tiempo y estas situaciones se repiten de forma sistemática, se convierten en parte del día a día y ya no se habla de ellas, nadie las cuestiona, se vuelven invisibles.

Y, aunque solemos atribuirle mayor relevancia a los grandes momentos, la vida cotidiana es donde pasamos una parte importantísima de nuestro tiempo y donde experimentamos la mayoría de nuestras emociones, relaciones y situaciones significativas. Cuando el lugar de trabajo se transforma en una fuente de conflictos e insatisfacción permanentes, se erosionan la confianza, la autoestima, las relaciones interpersonales y el desempeño, se reduce la productividad, merma el compromiso y aumentan las ausencias por enfermedad y la rotación.

Dado que un gran porcentaje de nuestra vida de vigilia está relacionada con el trabajo –un ámbito omnipresente y fuente de significado e identidad que, junto con el afecto y los lazos sociales es una de las dimensiones más importantes del ser humano2– se comprende la importancia de la experiencia cotidiana de las personas y la necesidad de abordar esos temas de los que habitualmente no se habla.

La fuerza de lo cotidiano

La fuerza de lo cotidiano es como la gota que horada la roca. Los cambios que dejan más huella en nosotros son los que se repiten día a día a través del tiempo. Como decía John Lennon: “Life is what happens to you while you’re busy making other plans.”.

Cuando las circunstancias que forman nuestra cotidianeidad en la oficina se experimentan como favorables, el resultado es la satisfacción laboral, el bienestar y una buena calidad de vida. Por el contrario, cuando estas circunstancias se viven de forma negativa, la sensación es de malestar, falta de calidad de vida laboral, problemas de salud, etc. Por ejemplo, si alguien es víctima de acoso experimentará un cambio en el significado que le atribuye al trabajo, junto con una mayor resistencia a volver a la oficina.

En general, los problemas relacionados con el ritmo diario de la oficina suelen ser el resultado de una combinación de factores tales como una cultura organizacional tóxica que tolera o incluso fomenta ciertas formas de comportamiento negativo, la falta de liderazgo efectivo que permite que los problemas persistan sin abordarlos adecuadamente, o los entornos laborales con jerarquías muy rígidas en los que los empleados encuentran barreras para comunicar sus problemas o expresar sus preocupaciones sin temor a las represalias o el hostigamiento.

Para poner el tema en perspectiva, un estudio3 encontró que el 85% de los trabajadores de todos los niveles participan en algún tipo de conflicto cotidiano en el lugar de trabajo desperdiciando 2,8 horas a la semana. Esto no solo tiene un impacto significativo en la calidad de vida de las personas, sino que también ocasiona pérdidas por productividad que pueden alcanzar cifras astronómicas.

Ignorar los problemas que deben afrontar día a día algunos trabajadores tiene consecuencias:

Estrés y ansiedad. Sentir que no se tiene control sobre la propia situación en el trabajo puede ser especialmente estresante. Las malas condiciones ambientales, las barreras físicas, el acoso laboral, los chismes y otros problemas pueden generar un clima organizacional negativo capaz de generar sensaciones de impotencia e indefensión, provocar ansiedad y afectar la salud mental y emocional.

Falta de motivación. La insatisfacción con el clima y las condiciones laborales puede desmotivar a los empleados y disminuir su moral ocasionando una menor productividad, un mayor ausentismo y un aumento de la rotación.

Dificultades en las relaciones interpersonales. Situaciones como, por ejemplo, el acoso pueden crear tensiones entre colegas, lo que dificulta la colaboración y la construcción de relaciones saludables.

Impacto en la vida personal. Los problemas laborales pueden afectar la capacidad para disfrutar de la vida personal fuera del trabajo. El estrés y los sentimientos de insatisfacción pueden afectar las relaciones con amigos y familiares, así como la capacidad para relajarse y disfrutar del tiempo libre.

Tomando la iniciativa

Las iniciativas que pueden adoptar las empresas para mejorar el día a día de su plantel dependerán en gran medida de las características de la organización y de los problemas que se necesite resolver. Pero, en general, crear un entorno laboral más saludable y empático donde los empleados se sientan valorados, respetados y motivados a contribuir de manera significativa hará que puedan dedicarse por completo al trabajo sin sentirse a la defensiva. Esto, a su vez, mejorará su autoestima, felicidad y confianza en la oficina, con el agregado de que ésta se transformará en un destino deseable para ir a trabajar.

Para prevenir estas situaciones, el camino pasará por promover un buen clima de trabajo, saludable y respetuoso, que fomente la igualdad entre hombres y mujeres, que favorezca la inclusión para una fuerza laboral diversa, que ayude a fortalecer la cooperación y los vínculos sociales entre los colaboradores y que propicie un ambiente más humano y flexible que permita conciliar mejor la vida laboral y personal.

También será necesario crear una cultura de comunicación abierta y honesta donde los empleados se sientan seguros para expresar sus preocupaciones y sugerir cambios o mejoras. Esto puede incluir sesiones regulares de retroalimentación y encuestas de clima laboral, junto con la implementación de programas para mejorar la comunicación y la formación de los responsables del área de recursos humanos.

Pero, el dato más importante a tener en cuenta es la necesidad de abordar los conflictos o las causas de insatisfacción e incomodidad de manera rápida y efectiva para evitar que escalen y afecten negativamente el ambiente laboral hundiendo a todo el plantel.

Barrer los problemas debajo de la alfombra nunca ha sido una buena solución.

Referencias:

1 WALLACE, D. F. (2009): “This is water: Some thoughts, delivered on a significant occasion, about living a compassionate life”.

2 NEFFA, J.C. (2014): “Las relaciones entre la actividad física, el trabajo y la salud”.

3 CPP INC. (2008): “Workplace Conflict And How Businesses Can Harness It To Thrive”.


Hace veinte años, era impensable realizar compras en línea o trabajar desde casa usando un smartphone. La aceleración tecnológica y Read more

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