¿Qué podrían significar las olas de calor para el mundo del trabajo y qué estrategias se pueden adoptar para prevenir sus consecuencias?
Una publicación de Contract Workplaces
De acuerdo con un informe procedente del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), un proyecto gestionado por la Unión Europea que se dedica a la observación de las principales variables terrestres, la temperatura media global del planeta durante el último mes de julio ha sido la más alta desde que existen registros en el mundo1. Los datos hacen prever que las olas de calor serán cada vez más frecuentes, lo que provocará impactos negativos tanto en las personas como en la infraestructura que requerirán cambios en las prácticas laborales y en las rutinas diarias. Está claro que ante escenarios de calor extremo no podremos seguir trabajando como siempre.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta sobre el impacto que las olas de calor y el estrés térmico pueden tener sobre el ser humano: las temperaturas superiores a los 39ºC pueden dañarnos gravemente y provocar irritabilidad, fatiga, pérdida de concentración, dificultades para desplazarse e, incluso, la muerte2.
En el ámbito laboral se ha comprobado que el aumento de la temperatura puede tener un efecto enorme en los niveles de productividad. Por ejemplo, hay estudios3 que demuestran que el calor puede reducir el rendimiento de los empleados hasta en un 20% y aumentar la distracción en un 45%. Eso significa que, a medida que se eleven las temperaturas y los patrones de las olas de calor se vuelvan habituales, las empresas pueden comenzar a perder productividad si no toman algunas medidas.
Durante el pasado verano boreal también se ha comprobado que el aumento de las temperaturas ha afectado el funcionamiento de edificios que no fueron diseñados para soportar los 40ºC que se registraron en muchos puntos del hemisferio Norte, algo que podría repetirse en el próximo verano austral.
¿Qué podría significar esto para el mundo del trabajo y qué estrategias se pueden adoptar para prevenir las consecuencias?
Existen una cantidad de opciones que se podrían poner en práctica para asegurar no solo la continuidad de las operaciones sino también el bienestar de la fuerza laboral. Estas incluyen soluciones de enfriamiento pasivo, sistemas de sombreado y películas reflectantes sobre las ventanas para reducir el uso de los sistemas de aire acondicionado y así prevenir la sobrecarga de la infraestructura de los sistemas energéticos.
Pero, tal vez, una de las iniciativas más efectivas en situaciones de olas de calor podría ser la adopción de modalidades de trabajo remoto e híbrido. Estas reducen los desplazamientos de los empleados y les permite estar más cómodos en casa vistiendo de manera informal. El cambio de horario (trabajar temprano por la mañana e interrumpir las labores hacia el mediodía para evitar hacer esfuerzos en las horas de más calor) también ayudaría a disminuir los riesgos para la salud.
Lo cierto es que, hoy por hoy, el cambio climático y el futuro del trabajo son inciertos, pero los expertos afirman que el calentamiento del planeta sin duda transformará el escenario laboral tal como lo conocemos.
Según informa la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo4, los eventos de calor extremo pueden causar problemas de salud importantes tales como agotamiento, mayores niveles de estrés y el empeoramiento de afecciones crónicas preexistentes junto con una reducción de la productividad, falta de concentración y mala toma de decisiones. Además, las temperaturas más altas durante la noche pueden crear un efecto dominó que afecta negativamente el desempeño diurno de los empleados.
Y, si bien quienes trabajan a la intemperie sufrirán mucho más sus efectos, las personas que realizan sus tareas en espacios interiores también corren el riesgo de sufrir “estrés por calor”, especialmente si lo hacen en edificios mal acondicionados.
Esto es así porque los seres humanos somos homeotermos, necesitamos mantener una temperatura corporal de aproximadamente 37°C para desempeñarnos bien, independientemente de las condiciones del exterior; fuera de ese rango, las neuronas se ralentizan y los músculos y órganos funcionan con menos eficacia. Cuando el organismo tiene que esforzarse demasiado para mantener la temperatura o comienza a sobrecalentarse puede sufrir “estrés por calor”.
El “estrés por calor” es la carga de calor que reciben y acumulan los trabajadores debido a la combinación de la actividad física que realizan, la ropa que llevan puesta y los factores ambientales (la temperatura, el movimiento del aire, la humedad y el calor radiante).
Para mantenerse fresco, el organismo mantiene el equilibrio térmico gracias al intercambio de calor con el medio ambiente mediante dos procesos: el aumento del flujo sanguíneo hacia la piel (pérdida de calor por convección) y la evaporación por sudoración. Hay que mencionar que la evaporación es más rápida y eficiente cuando el aire se mueve a alta velocidad y la humedad relativa es baja. Esta pérdida debe compensarse con la ingesta de agua y electrolitos para no deshidratarse.
Si la humedad es baja, los humanos podemos tolerar temperaturas bastante extremas. Pero, si cesa la sudoración o hace demasiado calor y humedad como para que funcione este mecanismo de enfriamiento, la temperatura corporal comienza a aumentar. Por encima de aproximadamente 42 °C, las proteínas comienzan a desnaturalizarse, lo que provoca insuficiencia orgánica y un mayor deterioro de las células nerviosas5.
Además de las consecuencias para la salud de las olas de calor, la Organización Mundial de la Salud advierte sobre uno de los impactos económicos más importantes de este fenómeno: la pérdida de la productividad6. Por lo tanto, ¿cómo podremos seguir trabajando de manera productiva y sin arriesgar la salud durante estos eventos? He aquí algunas propuestas:
→ Garantizar el confort térmico en la oficina. El confort térmico es una evaluación de satisfacción subjetiva con el ambiente térmico, importante tanto para el bienestar como para la productividad de los trabajadores. Esta percepción está determinada por el nivel de actividad de las personas, la vestimenta, la temperatura del aire, la carga solar, la velocidad del aire y la humedad.
Según la norma ASHRAE, las recomendaciones de temperatura para condiciones de verano oscilan en un rango de 23°C a 26°C con un promedio de 50% de humedad relativa (entre el 40% y el 70% no hay un impacto importante en el confort térmico). Según la OMS, cuando la temperatura interior bordea los 32°C, existen riesgos reales para el estado de alerta y la salud.
Entre las soluciones técnicas para lograr el confort térmico, el aire acondicionado resulta la forma más rápida y eficaz para reducir la temperatura y la humedad. Sin embargo, el consumo de electricidad puede ser muy alto, sobre todo en situaciones en que la red eléctrica ya está bajo presión y la demanda de energía aumentaría el riesgo de apagones.
En este contexto, las soluciones de diseño pasivo son una alternativa que no hay que desestimar. Aunque con un impacto más limitado, pueden ser efectivas y complementar al sistema de aire acondicionado: toldos, pérgolas, parasoles, láminas reflectantes, ventilación natural, etc. Incluso los techos verdes pueden aportar beneficios importantes para mitigar las ganancias de temperatura y reducir el efecto “isla de calor urbana”.
→ Cambio en los horarios y/o modalidades de trabajo. En el caso de trabajos que exijan una modalidad presencial, ofrecer pautas laborales más flexibles podría ser particularmente efectivo para que los trabajadores puedan asistir en los momentos más frescos del día. Un estudio publicado en Nature Communications7 descubrió que alrededor del 30% de las horas de trabajo que perdemos actualmente debido al calor podrían recuperarse si cambiáramos nuestro horario para aprovechar las horas más frescas del día.
Y tal como lo demostraron los largos meses de la pandemia, el trabajo híbrido y remoto tienen enormes ventajas para mantener la operación de las empresas sin perder productividad y sin necesidad de desplazarse todos los días a la oficina.
→ Iniciativas de bienestar. Las empresas deberían implementar más iniciativas específicas de salud y bienestar relacionadas con el calor. Esto puede incluir talleres de capacitación sobre manejo del estrés por calor, planes de cuidado físico y nutrición para ayudar a los trabajadores a adaptarse al clima, alentar los descansos regulares para hidratarse y flexibilizar los códigos de vestimenta en la oficina.
Referencias:
1 https://climate.copernicus.eu/july-2023-warmest-month-earths-recent-history
2 INTERNATIONAL LABOUR OFFICE (2019): “Working on a warmer planet: The impact of heat stress on labour productivity and decent work”.
3 CAPTIVATE NETWORK (2012): “Captivate Office Pulse Finds Summer Hours are Bad for Business”.
4 EUROPEAN AGENCY FOR SAFETY AND HEALTH AT WORK (2023): “Heat at work – guidance for workplaces”.
5 GEDDES, L. (2022): “Olas de calor mortales: cómo afectan las altas temperaturas al cuerpo”.
6 VARLEY, T. (2023): “Protecting Your Workforce from Extreme Heat”.
7 PARSONS, L.A. et al. (2021): “Increased labor losses and decreased adaptation potential in a warmer world”. Nature Communications.
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