Desde el ámbito cerrado y silencioso hacia un enfoque mucho más flexible y abierto, el concepto de biblioteca ha evolucionado junto con los nuevos enfoques pedagógicos.
Una publicación de Contract Workplaces
La escritura, una de las primeras tecnologías que revolucionaron nuestra cultura, tuvo su origen en la civilización sumeria alrededor de 3.000 a.C. haciendo posible la transmisión de información y conocimientos a través del tiempo y el espacio. A medida que la escritura ganaba impulso y los documentos se multiplicaban empezaron a surgir las primeras bibliotecas.
Pero fue en el siglo XV, con la invención de la imprenta, cuando el proceso de difusión del conocimiento se aceleró y, con él, el surgimiento de las bibliotecas modernas. En los siglos XIX y XX, las bibliotecas se consolidaron como instituciones fundamentales para la educación y la investigación en todo el mundo.
En paralelo con el avance de la tecnología y el cambio en los hábitos de estudio, el concepto de biblioteca también está evolucionando hacia modelos digitales e híbridos que hoy nos han llevado a un punto de inflexión que obliga a actualizar tanto el diseño de sus instalaciones como su propósito.
No obstante, aunque su papel como principal fuente de consulta está perdiendo primacía frente al impacto de la tecnología digital –una revolución que no solo ha cambiado la forma en la que almacenamos y transmitimos conocimientos, sino también los modos en que buscamos y accedemos a la información–, las bibliotecas siguen teniendo una gran importancia funcional (acceso a conocimientos fidedignos) y simbólica (un lugar donde se apoyan y se respetan el estudio y el aprendizaje).
En la actualidad, el concepto de biblioteca se ha ampliado para incluir no solo la colección y el préstamo de libros y otros recursos, sino también una amplia variedad de servicios tales como el acceso a tecnologías avanzadas, servicios de información, programas de alfabetización, actividades culturales y educativas, entre otros. Y todo esto ha llevado a una utilización del espacio en formas novedosas para apoyar mejor los procesos de aprendizaje.
Las bibliotecas de las instituciones educativas han pasado de ser lugares donde se almacenan documentos a convertirse en espacios dinámicos que ofrecen una variedad de opciones para el aprendizaje.
Con la información disponible en línea prácticamente en cualquier momento, los libros se han vuelto un recurso más dentro de la oferta académica. Y así como el aula debe admitir estilos variados de aprendizaje y enseñanza, el espacio de la biblioteca también debe adaptarse a las necesidades cambiantes de estudiantes y docentes. Esta transformación impulsa la necesidad de nuevas tipologías y multiplica las formas en que la biblioteca sirve como herramienta pedagógica.
A continuación se enumeran algunas de las consideraciones a tener en cuenta en el diseño de las bibliotecas del siglo XXI para adaptarse a estos nuevos retos:
→ La importancia de la zonificación. Actualmente, la biblioteca ha dejado de ser un espacio cerrado y silencioso donde los usuarios deben permanecer quietos y enfocados en el trabajo individual. En sintonía con las nuevas concepciones pedagógicas, estos espacios han adoptado un enfoque más flexible en cuanto al ruido, el movimiento y la ocupación. Muchas de ellas permiten y fomentan la colaboración y el trabajo en equipo lo que puede involucrar hablar y moverse más libremente. No obstante, aún se espera que se respete el ambiente de estudio y se mantenga un nivel razonable de silencio en ciertas áreas para aquellos que prefieren estudiar en un ambiente tranquilo.
Como resultado, existirán varios tipos de zonas para apoyar tanto el estudio colaborativo como en solitario. Para ello será necesario respetar los requisitos funcionales de privacidad, socialización y acústica de los usuarios. Una zonificación adecuada colocará las actividades más tranquilas lejos de las áreas de mucho tráfico y agrupará los espacios y actividades que probablemente generen ruido convenientemente aisladas para no interferir.
→ Creación de espacios flexibles y multifuncionales. Las bibliotecas ya no son solo lugares para estudiar y leer. En la actualidad, se han convertido en espacios multifuncionales que ofrecen diversas actividades y servicios a sus usuarios. Pueden incluir espacios para reuniones, actividades culturales, talleres, presentaciones y otros eventos. Para ello deberán contar con divisiones móviles y un equipamiento adaptable y reconfigurable.
→ Ofrecer variedad de espacios. El trabajo académico de los estudiantes se realiza cada vez más en un entorno grupal por lo que es importante tener espacios destinado a la colaboración interdisciplinaria y el intercambio de ideas. Esto se logra mediante la creación de áreas abiertas y la incorporación de muebles y tecnologías para apoyar las tareas en equipo.
Una inclusión que se ha vuelto habitual en muchas bibliotecas es la de los espacios destinados a la creación y la construcción (makerspaces) donde los estudiantes se reúnen para crear y aprender haciendo. Si bien pueden diferir en la tecnología que ofrecen de acuerdo con su orientación, a menudo cuentan con impresoras 3D, equipos de electrónica, software y hardware específico y suministros y herramientas para manualidades, entre otras cosas.
→ Integrar la tecnología. Actualmente, la tecnología se ha convertido en un elemento clave para mejorar la experiencia del usuario en la biblioteca, lo que incluye sistemas de gestión electrónica de documentos, acceso inalámbrico a Internet y espacios para realidad virtual, entre otros. También deben integrar tecnología avanzada y contar con dispositivos de última generación y herramientas digitales para facilitar el aprendizaje y la investigación. Por ejemplo, para trabajar con Big Data es posible que se necesite hardware con una cantidad significativa de memoria y capacidad de procesamiento.
El crecimiento del movimiento BYOD, que ha hecho que estudiantes y docentes lleven su propia tecnología a la biblioteca para usarla durante sus actividades académicas, tendrá implicaciones para el diseño de la infraestructura en términos de electricidad adicional, un ancho de banda suficiente para todos los usuarios y más puntos de acceso a Wi-Fi.
→ Cuidar la iluminación. Como en todos los ámbitos académicos, la iluminación es un factor clave en el diseño de las bibliotecas. Aprovechar la luz natural puede aumentar en gran medida el confort y el bienestar de los usuarios y mejorar el estado de ánimo y la productividad. Además, la posibilidad de registrar el paso del tiempo observando los cambios en la luz del día, las sombras y el clima también beneficia la función cognitiva1.
En cuanto a la iluminación artificial, la combinación de diferentes fuentes de luz y accesorios ayuda a crear un espacio interior más agradable. Agregar la posibilidad de variar los niveles de iluminación permite que nuestros ojos descansen, dirige la atención a áreas particulares y señala el comportamiento. Por ejemplo, los niveles de luz ambiental más bajos en un área de lectura con iluminación dirigida adicional indica a los usuarios que están en un área de concentración.
→ La acústica es importante. El concepto de biblioteca como un ámbito cerrado y silencioso donde los usuarios deben permanecer quietos ha evolucionado hacia un enfoque mucho más flexible y abierto. Lograr una convivencia equilibrada entre los espacios más sociales e interactivos con el estudio tranquilo es un desafío para el confort acústico. Esto significa que el objetivo no será tanto reducir los niveles de ruido, sino permitir una comunicación efectiva en aquellas áreas donde se requiera, y minimizar las interrupciones en las que se necesita concentración.
Para lograrlo será necesario controlar la reverberación general con absorbentes acústicos de techo y pared en el rango de frecuencia del habla junto con el uso de barreras físicas para redirigir o bloquear el sonido. También será preciso considerar el nivel de ruido de fondo: éste debería ser lo suficientemente bajo como para no ser molesto, pero lo bastante alto como para proporcionar un flujo constante de sonido controlado lo que hará que otros ruidos distraigan menos2.
→ Brindar variedad visual y espacial. La variedad visual y espacial, una constante presente en la naturaleza, es una necesidad innata en el ser humano. En los espacios interiores, las vistas al exterior contribuyen a brindar esta variedad al mismo tiempo que permiten alargar la perspectiva con un ritmo de ida y vuelta que promueve la concentración. Además, las investigaciones sugieren que la salud de nuestros ojos depende de la capacidad de trabajar los músculos oculares entre vistas largas y cortas3.
→ El equipamiento. Los muebles son parte integral del diseño, la funcionalidad y el éxito general del espacio al mismo tiempo que condicionan el comportamiento de los usuarios, ya sea fomentando o desanimando ciertas actividades. Por ejemplo, las áreas designadas para el trabajo de concentración deben estar equipadas con asientos individuales que no sean fáciles de mover o trasladar, mientras que las zonas destinadas a la colaboración deben contar con muebles flexibles y complementos para compartir ideas.
→ Crear una biblioteca sin barreras. Las bibliotecas deben ser accesibles para todos los usuarios, independientemente de sus habilidades físicas o cognitivas. Esto implica la inclusión de espacios y servicios adaptados para personas con discapacidades tales como rampas, ascensores, sillas de ruedas, ayudas visuales o auditivas y servicios de asistencia para la accesibilidad.
Referencias:
1 MESTROVIC DEYRUP, M. et al. (2017): “Creating the High-Functioning Library Space”.
2 LAMBERT-PORTER, R. (2016): “Designing Libraries & Learning Centres for Good Acoustics”.
3 DRAFTA, J. L. & ENGEL LESNESKI, T. (2017): “Principles of Good Design”. Cap. 8.
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