Ya no estamos en una era de cambios, sino en un cambio de era y eso nos desafía a desarrollar una mentalidad exponencial.
Una publicación de Contract Workplaces
Ignacio Uranga –CEO de Smartvision Latin America, consultora especializada en innovación y transformación digital– comienza su exposición invitándonos a hacer un viaje en el tiempo. Porque si entendemos de dónde venimos, alega, será mucho más fácil entender dónde estamos parados y hacia dónde vamos.
El recorrido comienza hace 13.500 millones de años con el Big Bang, el evento que, se hipotetiza, dió origen al universo y en el que nacieron la materia, la energía, el tiempo y el espacio. Se estima que nuestro planeta se formó hace 4.500 millones de años y que, 900 años después, aparecieron los organismos vivos primitivos. Sin embargo, los primeros primates –el grupo de mamíferos al que pertenecemos los humanos y nuestros parientes más cercanos– tardaron bastante más tiempo desarrollarse; emergieron recién hace 70 millones de años.
Gracias a las fuerzas ejercidas por la selección natural que favorecen a los organismos mejor adaptados al medio ambiente permitiéndoles prosperar y generar descendencia, la familia de los homínidos evolucionó y pudo desarrollarse con éxito hasta que, hace 2 millones de años, logró pararse sobre sus patas traseras para transformarse en bípedo.
El Homo Habilis, el primer eslabón del género Homo, nos legó las herramientas líticas pero, todas las especies que le sucedieron hoy están extintas. Los supervivientes más recientes han sido el Homo Neanderthalensis que se desarrolló en Europa y que se extinguió hace menos de 30.000 años.
Esta escala temporal que abarca desde el Big Bang hasta la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra pone en evidencia la cantidad de tiempo (miles de millones de años) que nos llevó llegar hasta aquí; nuestra evolución ha sido lenta y muy escalonada. A su vez, nuestros procesos fisiológicos y mentales también se han desarrollado para afrontar cambios paulatinos y lineales. Sin embargo, hoy estamos viviendo algo único en la historia de la humanidad, una realidad que nos desafía con la velocidad del cambio.
En el siguiente video podemos apreciar un ejemplo de la evolución del crecimiento de la población humana desde el año 100.000 a.C. hasta la actualidad.
Aquí se ve cómo la población va creciendo lentamente hasta la Revolución Agrícola que sucedió hace 10.000 años. A partir de este momento la curva da un salto pero sigue creciendo lentamente hasta la Revolución Industrial, momento a partir del cual ya se puede percibir que la curva se ha vuelto exponencial. De esta forma también están creciendo las tecnologías en el mundo.
En el año 1900, por ejemplo, en la ciudad de Nueva York solo había carruajes tirados por caballos y el automóvil era una auténtica rareza. Trece años después, en el mismo lugar, solo se ven autos.
Otro caso muy ilustrativo de crecimiento exponencial es el de la telefonía móvil y, para comprenderlo, sirve la siguiente anécdota: en 1985 la empresa norteamericana AT&T contrata a la consultora McKinsey para que estime qué cantidad de suscriptores de telefonía celular tendrá la compañía en el año 2000. La predicción fue que habría 900 mil suscriptores. Pero, contra todo pronóstico, la realidad superó con creces esta estimación: 15 años después AT&T tenía 109 millones de suscriptores.
Algo similar sucedió en 2006 cuando le consultaron a Ed Colligan, por ese entonces CEO de Palm Inc. (un reconocido fabricante de PDAs y teléfonos inteligentes con sede en California), cuál era su opinión sobre el inminente lanzamiento de un teléfono móvil por parte de Apple. Su respuesta fue: “Hemos aprendido y luchado durante varios años para descubrir cómo hacer un teléfono decente. Los chicos de las PCs no van a resolver esto”. La realidad fue bastante diferente y el resto es historia conocida. Hoy Palm no existe y Apple es una de las principales empresas tecnológicas del mundo.
En 2007, mientras Nokia alcanzaba el billón de suscriptores, Apple lanzaba su 1ra. Generación del iPhone. Hoy Nokia prácticamente desapareció y Apple se mantiene en el tope del mercado.
Esto sucedió una incontable cantidad de veces en la historia reciente, lo que nos lleva a preguntarnos ¿por qué las personas más inteligentes de las empresas más exitosas fallan consistentemente en anticipar las disrupciones tecnológicas? La respuesta está en el pasado, afirma Ignacio Uranga: estamos programados genéticamente para comprender eventos lineales; nuestro cerebro no está bien dotado para darle sentido a los acontecimientos que evolucionan exponencialmente.
Hoy, la adopción tecnológica es cada vez más rápida. Ya no estamos en una era de cambios sino en un cambio de era y eso nos desafía a desarrollar una mentalidad exponencial. Los individuos, las empresas y los gobiernos tenemos una mirada más lineal de la realidad mientras que la tecnología se está desarrollando de forma exponencial. Si no somos capaces de adaptarnos a las nuevas circunstancias del medio que nos rodea estaremos condenados a lo mismo que les ocurrió a tantos organismos en la historia evolutiva del planeta: la extinción.
Entonces, ¿cómo debemos pensar el futuro? Ignacio afirma que una forma posible es aplicar la idea de “Moonshot Thinking”, un concepto desarrollado por uno de los fundadores de Google, Larry Page. La verdadera innovación, afirma, ocurre cuando se intenta mejorar algo 10 veces en lugar de un 10%, lo cual implica un cambio de mentalidad. Un objetivo 10x nos obliga a repensar una idea por completo, nos empuja más allá de los modelos existentes y nos obliga a reimaginar cómo abordarlo. La idea es apostar por lo inimaginable y conseguir un éxito estratosférico; el secreto está en comprender que la situación actual de las cosas no tiene por qué limitar el pensamiento creativo.
Para eso es necesario cultivar una mente exploradora, una mente exponencial, una mirada disruptiva. Hoy estamos viviendo asombrosas carreras de exploración en terrenos tales como la IA, la robótica, el blockchain. Hay muchísimas áreas que requieren una mente exponencial, innovaciones que serán capaces de llevarnos a escenarios completamente distintos a los que tenemos hoy.
Recién acabamos de comenzar.
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