Una publicación de Contract Workplaces
Tratar de predecir el futuro es una tarea intimidante y peligrosa porque siempre nos encontraremos entre dos extremos: ser ridículamente conservadores y quedar desactualizados en poco tiempo, o acertar tan exactamente que las predicciones sonarán absurdas y descabelladas. Esto decía en 1964 el genial Arthur C. Clarke en una entrevista de la BBC que aún se puede ver en YouTube, y en la que anticipaba de qué manera el avance de la tecnología de las comunicaciones cambiaría el mundo. Dentro de 50 años, afirmaba, la gente podrá estar en contacto instantáneo con otras personas dondequiera que estén, trabajar desde cualquier lugar del mundo independientemente de la ubicación geográfica y hasta practicar cirugías complejas a distancia. Seguramente estas declaraciones habrán hecho sonreír con escepticismo a más de uno, pero lo cierto es que hoy, 55 años más tarde, el mundo se parece mucho a la imagen que podía ver Clarke a mediados del siglo pasado.
Sin embargo, a la mayor parte de los mortales nos resulta difícil pronosticar con claridad de qué manera los cambios que nos afectan hoy determinarán el futuro de nuestra vida y nuestra forma de trabajar; la ecuación no es lineal y la mayor parte de las predicciones que solemos hacer suelen ser una versión aumentada sobre extrapolaciones del presente. Es por esto que cada vez más empresas se preguntan cómo puede planificarse el espacio de trabajo de tal forma que sea capaz de satisfacer no solo las necesidades actuales sino también las de un tiempo que aún no comprendemos completamente.
En otras palabras, ¿cómo preparamos la oficina para el futuro?
Dado que la forma en la que trabajamos cambia tan rápidamente, la condición sine qua non será la flexibilidad. De esta forma, se pueden satisfacer las necesidades de hoy al mismo tiempo que no se condicionan los requerimientos de mañana. En consecuencia, la capacidad de responder al cambio es quizás la característica más importante para el diseño de una oficina a prueba de futuro.
Pero lo cierto es que no hay nada seguro y que estas constantes transformaciones darán lugar a nuevos desafíos y nuevas oportunidades. Profundizar en la dinámica de los procesos que nos trajeron hasta aquí, con la mente abierta y preparados para lo que vendrá, también nos ayudará a enfrentar un futuro impredecible.
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