Una publicación de Contract Workplaces
Cuando hablamos sobre nuevas tendencias y nuevas formas de trabajo solemos invocar a la cultura empresarial como el sustrato sobre el cual se asienta el verdadero potencial de una organización. De allí surge toda posibilidad de cambio y desarrollo futuro, el germen de todos los éxitos y fracasos.
Desde un punto de vista antropológico, la cultura de cualquier grupo humano se puede definir a través de sus rituales, sus mitos, su lenguaje, sus creencias, sus prácticas, etc. Las empresas, además de producir productos y servicios, también pueden ser entendidas como una comunidad, una “tribu” que construye y afianza su identidad a través de sus valores, sus intereses, sus procesos y su forma de comunicarse junto con el espacio físico que la contiene y le da expresión y soporte material.
Según el experto en marketing Seth Godin, hoy, las grandes compañías crean sus propias tribus. Porque lo cierto es que, salvo raras excepciones, la cultura empresarial no es monolítica sino que está compuesta por una serie de subgrupos que comparten ciertas afinidades –edad, estilos de vida, valores o simples gustos pasajeros–, amparados bajo el gran paraguas de la cultura empresarial.
La aparición de estos grupos, que se ha acelerado gracias a la disrupción tecnológica –la masificación de Internet y la explosión de las redes sociales–, está dando lugar a nuevas formas de intercambio y organización social cada vez más difusas y cambiantes. Las fronteras entre lo público y lo privado se diluyen, los mecanismos de información y participación se multiplican, las estructuras jerárquicas se relajan y una cantidad de redes informales atraviesa horizontalmente toda la organización.
Godin advierte que, en el futuro, la capacidad para liderar este fenómeno social emergente será de vital importancia: entender el funcionamiento de los grupos naturales dentro de las compañías será la clave para orientar las nuevas dinámicas organizativas.
El quid será adaptar la organización a las personas y no a la inversa. Reconocer las tribus que ya existen para crear un gran equipo, reforzar la sinergia de lo colectivo, favorecer la colaboración y los vínculos naturales, mejorar el compromiso y convertir a clientes y empleados en seguidores, en auténticos fans.
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