Una publicación de Contract Workplaces
En los últimos años, junto a las grandes transformaciones tecnológicas, económicas, demográficas y culturales que están modelando el siglo XXI, hemos asistido a un cambio de paradigma en la composición familiar que ha acompañado a la masiva incorporación de la mujer al mercado laboral, con la consiguiente modificación de los tradicionales roles de género. El equilibrio entre la vida familiar y el trabajo se ha vuelto una labor muy exigente –especialmente para las mujeres– que afecta no solo el bienestar de los colaboradores sino también la productividad de las empresas. Es por esto que hoy, los nuevos espacios de trabajo contemplan alternativas para aliviar las tensiones que demandan estos nuevos modelos: desde salas de lactancia para las madres, horarios flexibles y trabajo a distancia, hasta la comodidad de contar con una guardería dentro o fuera de la empresa.
Desde la industrialización, y durante la mayor parte del siglo XX, la vida familiar y laboral se organizó en torno a un modelo donde el hombre era el único proveedor del hogar mientras que a la mujer se le reservaban las tareas de la casa y el cuidado de los hijos, actividades indispensables pero sin remuneración económica. Hoy, este paradigma ya no se ajusta a la vida social del siglo XXI donde una serie de cambios en distintas áreas han modificado tanto el concepto y los modelos familiares como las formas de trabajo.
¿Qué ocurrió? De acuerdo con un informe de la OIT, existen varias razones: por un lado, disminuyeron las familias extendidas en los que conviven padres y abuelos al mismo tiempo que aumentaron los hogares monoparentales, por lo que la mayor parte de la gente hoy ya no cuenta con una persona que se pueda dedicar exclusivamente al cuidado de los hijos. Esta reducción del tamaño medio de la familia se debe a la disminución del número de hijos, especialmente entre las mujeres de sectores medios y altos de áreas urbanas.
Por otro lado, durante las últimas décadas se viene registrando un constante aumento de la incorporación de las mujeres al mercado laboral, proceso que ya está instalado en la realidad social. El informe consigna que hay más de 100 millones de mujeres que trabajan en América Latina, lo cual ha producido cambios importantes en la organización del trabajo, incrementado las tensiones entre la vida laboral y la familiar.
Los cambios sociales también han permitido que las mujeres cuenten con más años de educación por lo que valoran su autonomía y tienen expectativas diferentes con respecto a la familia. No obstante, a diferencia de los hombres que suelen insertarse laboralmente una vez concluida su educación y permanecen activos hasta la jubilación, la inclusión laboral de las mujeres está condicionada por otros factores donde la maternidad y el cuidado del hogar y de los hijos juega un papel preponderante que determina su menor participación en la fuerza laboral.
Al igual que ha ocurrido en varios países de Europa, la reducción de la fecundidad y la postergación de la maternidad –especialmente en las zonas urbanas y entre aquellas con más años de estudio– pueden estar relacionadas con estas dificultades. Esta falta de equilibrio entre el trabajo y las responsabilidades familiares genera consecuencias negativas no solo para las familias sino también para las empresas.
Buscando soluciones
En la actualidad, las exigencias del trabajo pueden dificultar la vida familiar transformándose en un factor de tensión, especialmente para las mujeres. Y esta tensión no resuelta tiene efectos indeseados también para las organizaciones: genera una mayor rotación de personal, dificultades para atraer y retener trabajadores –especialmente trabajadoras con alto nivel de calificación–, junto con el consiguiente aumento en los costos de reclutamiento, inducción y formación. Es sabido que la implementación de políticas empresariales amigables con la familia es un factor que puede inclinar la balanza de los mejores talentos a la hora de aceptar una oferta laboral, superando la importancia del salario.
Por otra parte, el desbalance entre las obligaciones laborales y las necesidades familiares puede afectar el desempeño de las personas, generar tensión psicológica, irritación frecuente y estrés junto con un mayor ausentismo, menor satisfacción laboral y menor compromiso con la organización.
También hay que destacar que posicionarse como una empresa que está a la vanguardia de los cambios sociales y que apoya la igualdad de oportunidades, es una de las claves para lograr una buena imagen pública tanto para los clientes internos como para los clientes externos.
A continuación se enumeran algunas posibles estrategias que ayudarán a lograr un mejor balance entre la vida familiar y laboral de los trabajadores:
En casi todas las legislaciones, la mujer tiene derecho a una o varias interrupciones por día o a una reducción del tiempo de trabajo para la lactancia de su hijo de acuerdo con la legislación y la práctica nacionales. Habitualmente, el tiempo reconocido es de al menos una hora, el cual suele repartirse en dos intervalos de 30 minutos. En muchos países, estas interrupciones se pueden convertir en una reducción del horario que permite llegar más tarde o salir más temprano del lugar de trabajo.
Pero, independientemente de lo establecido por la legislación de cada país, alentar a las mujeres a amamantar en el trabajo tiene muchos beneficios tanto para las madres como para las empresas. Su práctica protege a los bebés de infecciones respiratorias y gastrointestinales con la consiguiente disminución de las ausencias por enfermedad, intensifica el vínculo emocional de la madre con su hijo mientras esta se beneficia con una recuperación posparto más rápida. Y para la empresa, significa menos rotación de personal, mayor productividad, menos ausentismo y más compromiso.
Para cumplir con este fin, UNICEF impulsa la creación de Salas de Lactancia en los lugares de trabajo, las cuales deben cumplir con los siguientes requisitos:
Promover la flexibilidad
Actualmente, la disponibilidad de herramientas digitales y la adopción por parte de las empresas de formas de trabajo flexibles, permiten que muchos hombres y mujeres con responsabilidades familiares –especialmente las madres de hijos pequeños– puedan mantenerse dentro del mercado laboral.
La flexibilidad es un instrumento esencial para mejorar el balance entre la vida laboral y las responsabilidades familiares, que reconoce el derecho que tienen las personas a desarrollarse en el ámbito profesional, laboral y personal. Podemos identificar dos tipos de medidas de flexibilidad:
Poder reducir la cantidad de horas de trabajo también es una forma de flexibilidad. Para muchas mujeres, acortar la jornada laboral durante los años de crianza de los hijos puede ser una buen solución. La tasa de empleo femenino disminuye más para las madres de niños pequeños (que necesitan más atención) que para las madres de niños mayores. La tasa de empleo también es menor para las madres de varios niños. Facilitar la reducción de la jornada laboral puede mejorar el balance entre el trabajo y la vida personal al mismo tiempo que anima a las mujeres a seguir trabajando.
Para los trabajadores, los arreglos flexibles pueden significar la diferencia entre trabajar o no trabajar y tienen múltiples beneficios: les permiten aprovechar mejor el tiempo que emplearían viajando a la oficina, participar del cuidado de los hijos o de los familiares que necesitan atención y minimizar el impacto económico que significaría tercerizar esas actividades. Además, disminuye el estrés y refuerza los lazos con la compañía.
Proveer un servicio de guardería
Hoy en día, el cuidado privado de los niños en el hogar –ya sea por un miembro de la familia o por un trabajador doméstico– sigue siendo una práctica muy extendida. De acuerdo con información proporcionada por la OIT, solo el 53% de los países del mundo tienen un programa público para la primera infancia dirigido a los niños menores de tres años.
La contratación de servicios privados de cuidado infantil suele ayudar a reducir el conflicto entre el trabajo y las responsabilidades familiares siempre y cuando sea asequible: para las mujeres que ocupan puestos de menor remuneración y tienen dos o más hijos, el alto costo de las guarderías privadas puede socavar gran parte de los beneficios que reporta el empleo.
Es por esto que disponer de una guardería infantil (dentro o cerca del lugar de trabajo) ayuda a los empleados a resolver las preocupaciones relacionadas con el cuidado de los hijos proporcionando acceso a instalaciones asequibles y confiables, convenientemente ubicadas. En muchos países la provisión de este servicio tiene beneficios fiscales.
En los lugares donde no se pueda proporcionar una guardería dentro de las mismas instalaciones, se puede contratar una guardería local con subsidio para los empleados.
Proporcionar este servicio lleva tranquilidad a los empleados que saben que sus hijos están a tan solo unos minutos, facilita el mantenimiento de la lactancia, disminuye el estrés y fomenta el compromiso y la productividad de los trabajadores.
Extender la licencia por paternidad
La licencia por paternidad está presente en la legislación de algunos países y consiste en un breve período de baja para el padre en torno al momento del parto. Pero, aunque su duración varía de un país a otro, este beneficio se está haciendo cada vez más corriente y prolongado, lo que indica la creciente importancia que se atribuye a la presencia del padre en torno a la fecha del parto.
Ampliar a ambos padres la licencia paga por nacimiento es un beneficio que puede ayudar a mejorar el balance entre el trabajo y la vida familiar, a fomentar la igualdad de género y a garantizar desde el inicio la participación del padre en la vida familiar. Grandes empresas como Facebook y Google son pioneras en este tipo de iniciativa.
Conclusiones
La sociedad está enfrentando un cambio de paradigma que se expresa en una creciente diversidad de modelos de familia y en una transformación de los roles de género asociada a la masiva incorporación laboral de la mujer. El balance entre la vida laboral y familiar ha cambiado de manera decisiva acarreando tensiones que generan altos costos tanto para las familias como para la productividad empresarial.
Las compañías empiezan a ser conscientes de que el bienestar del personal está directamente relacionado con su rendimiento y que los trabajadores son más productivos cuando las necesidades de la vida familiar y personal están cubiertas. Facilitar las condiciones para gozar de un buen balance entre ambas también mejora la inclusión laboral de las mujeres, reduce el ausentismo, aumenta el compromiso, mejora la organización del trabajo, ayuda a reclutar y conservar a los mejores talentos, disminuye la rotación y reduce los gastos por enfermedad.
Con una vida más equilibrada, ganamos todos.
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