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#103 Mayo 2022

Claves para optimizar el comportamiento ambiental de los materiales

Dado que el entorno construido es responsable de una gran parte de las emisiones es imprescindible hacer un cambio en la forma de construir, proyectar y utilizar los recursos.

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Una publicación de Contract Workplaces


De acuerdo con los datos publicados por el World Green Building Council1, los edificios son responsables del 36% del consumo de la energía, el 38% de las emisiones de carbono y el 50% de la utilización de los recursos en todo el planeta. Y, como si esto fuera poco, se espera que su huella de carbono se duplique para el año 2060, con un tercio de este aumento atribuible a los materiales utilizados en la construcción.

Otro informe de la UNEP (United Nations Environment Programme)2 revela que en los últimos 50 años, el uso global de los materiales casi se ha cuadruplicado, superando el crecimiento de la población. Todo esto acompañado por el aumento de los residuos y la increíble constatación de que más del 90% de todos los materiales extraídos y utilizados se desperdician.

Aunque solemos asociar la huella de carbono de los edificios con la operación y el mantenimiento de los mismos, la mayor parte del impacto ambiental del entorno construido proviene de los materiales y es irrecuperable, no se puede mitigar durante la vida útil del edificio; cuando los materiales llegan a la obra el carbono ya está en la atmósfera. Por esto es crucial evaluar cada elección en el diseño del espacio de trabajo y utilizar aquellos materiales que minimicen el impacto ambiental.

Pero, el sector de la construcción no solo es un gran consumidor de recursos; también genera enormes cantidades de desechos que pueden dar origen a la contaminación y degradación del entorno. No obstante, este impacto puede ser remediado mediante la adopción de un enfoque sostenible en la selección y especificación de los materiales en la etapa de diseño. Hay evidencias que sugieren que esta práctica puede reducir su consumo hasta en un 60%3.

Frente a estas evidencias, resulta claro que el entorno construido es responsable de una gran parte de las emisiones y que es imprescindible hacer un cambio de enfoque en la forma de construir, proyectar y utilizar los recursos.

No olvidemos que los objetivos básicos de la sostenibilidad son: reducir el consumo de recursos no renovables, minimizar los residuos y crear entornos saludables y productivos. Este enfoque debe estar presente en todas las fases del ciclo de vida de un edificio, desde el diseño, la construcción y la operación hasta su eventual demolición o desmantelamiento.

Energía oculta y desperdicios

Los materiales de construcción, ya sean naturales o manufacturados, requieren varios procesos (que incluyen la extracción, procesamiento, fabricación, transporte y entrega, entre otros) antes de ser utilizados en obra. La energía utilizada durante esta transformación se conoce comúnmente como “energía incorporada”. Cada edificio es una combinación compleja de muchos materiales procesados, cada uno de los cuales contribuye al balance energético total.

La energía incorporada de los productos de construcción puede variar mucho. Por ejemplo, los metales contienen la mayor cantidad de energía incorporada seguidos por los plásticos y otros materiales con un alto contenido químico, mientras que los elementos naturales tales como la madera, el ladrillo y las fibras vegetales contienen la menor cantidad.

Y para completar la ecuación energética de los materiales que utilizamos también hay que considerar la energía necesaria para el mantenimiento de cada componente y su posterior eliminación, reciclado o cualquier otro modo de disponer de él al final de su vida útil.

Al mismo tiempo, junto con la evaluación de la energía que se utiliza a lo largo de toda la vida útil de los materiales, es preciso enfocarse en los desperdicios. Sabemos que la construcción genera una cantidad importante de residuos en relación con el volumen total de los materiales utilizados; se desechan en torno al 15% o 20% del valor total de la obra4, lo cual genera consecuencias negativas en varios ámbitos: una pérdida económica importante, impactos ambientales negativos debidos a la falta de sistematización en el tratamiento de esos residuos y un incremento en la huella de carbono.

Por este motivo, la elección de los materiales y de los principios de diseño que se aplique en cada espacio de trabajo va a tener un impacto muy significativo. Para reducir la huella ambiental de nuestras oficinas es necesario mejorar la eficiencia en el uso de los recursos evitando el derroche, aprovechar los desechos para alcanzar niveles altos de reciclaje y reducir al mínimo la extracción de recursos naturales, entre otras opciones posibles que veremos a continuación.

Cómo hacer elecciones más sostenibles

Para construir un espacio de trabajo más sostenible se deberá seleccionar la mejor combinación de materiales basándose en una suma de diferentes criterios:

Elegir materiales renovables. Los materiales renovables son aquellos que pueden reponerse a un ritmo similar al uso que hacemos de ellos. Para esto hay que tener en cuenta la forma de producción a fin de evitar el agotamiento de la tierra y los recursos hídricos. Son renovables la madera, el papel, algunas fibras de origen vegetal, el bambú, el corcho, etc.

Por ejemplo, la madera es uno de los materiales más ampliamente utilizado en el diseño de oficinas, especialmente en la fabricación de escritorios, mamparas, pisos, etc. Para asegurarse de que la madera es de origen sostenible existen certificaciones tales como la FSC (Forest Stewardship Council) que garantiza la extracción de bosques gestionados de manera responsable, ambientalmente conscientes y económicamente viables.

Los textiles también cuentan con certificaciones que garantizan su origen orgánico y una proporción de material reciclado. Algunas fibras tales como la lana, el lino y el cáñamo son excelentes materiales sostenibles para el diseño de interiores.

Minimizar el transporte. Es conveniente considerar la incorporación de productos que contengan materiales que hayan sido extraídos, procesados y elaborados localmente porque el transporte incrementa el gasto de energía. Por ejemplo, la certificación LEED considera locales a los materiales que hayan sido procesados a menos de 800 km.

Prevenir los desperdicios. La prevención de desperdicios –que es más sostenible que el reciclaje– está íntimamente ligada con la mejora en los métodos de producción y con el diseño. Si no hay desperdicios no hay que planificar la forma de reutilizar o reciclar los materiales.

Algunas pautas para prevenir los residuos son: 1) diseñar con medidas estándar; 2) diseñar espacios flexibles y reconfigurables que disminuyen la cantidad de remodelaciones evitando así la creación de residuos innecesarios; 3) diseñar para el desguace de los componentes de estructuras complejas tales como tarimas y muebles.

Reutilizar productos o materiales. La reutilización de materiales reduce el impacto ambiental de las construcciones más que la utilización de materiales reciclados, incluso aunque el proceso a menudo implica limpieza y reparación.

La reutilización de productos tales como el equipamiento de oficina, que de otra manera se convierte en residuo, tiene grandes beneficios ambientales: disminuye el uso de materia prima, reduce la cantidad de desechos y ayuda a recuperar activos con valor económico.

En algunos casos, los materiales recuperados pueden ofrecer características funcionales o estéticas que no están disponibles en los nuevos. Por ejemplo, la madera recuperada es a menudo de una calidad y una variedad difícil de encontrar.

Utilizar materiales reciclados. Es una de las principales estrategias para reducir el impacto ambiental causado por el uso intensivo de materiales. Aunque el valor de las emisiones asociadas con el reciclaje es muy bajo, su implementación puede involucrar procesos tales como el transporte, la limpieza, y la clasificación de los materiales. No obstante, el uso de reciclados como materia prima para la fabricación de nuevos productos puede resultar en importantes ahorros de energía y beneficios para el medioambiente. Un buen ejemplo son las baldosas de alfombra que pueden contener hasta un 98% de material reciclado.

Con excepción de algunos productos compuestos, casi todos los materiales son reciclables.

Elegir materiales de larga vida útil. Utilizar materiales durables redunda en una menor huella de carbono. Aunque los materiales menos duraderos puedan requerir una menor cantidad de energía en su fabricación, la necesidad de reemplazarlos frecuentemente y, por ende, de desecharlos, se traducirá en un mayor impacto ambiental a lo largo de la vida útil de la oficina.

Usar materiales de fácil mantenimiento. El mantenimiento del espacio de trabajo implica costos energéticos, consumo de agua, generación de residuos y, en algunos casos, contaminación de cursos fluviales. Para minimizar estas tareas al máximo posible conviene incorporar materiales de bajo mantenimiento: pisos fáciles de limpiar tales como el porcelanato o la cerámica, elementos que no retengan polvo o humedad y terminaciones que no requieran productos químicos o equipos especiales para su cuidado y limpieza.

Referencias:

1 https://www.worldgbc.org/thecommitment

2 UNITED NATIONS ENVIRONMENT PROGRAMME (2020): “2020 Global Status Report for Buildings and Construction: Towards a Zero-emission, Efficient and Resilient Buildings and Construction Sector”.

3 KOLOZALI, H. (2016): “Materiality and Architecture Potential Strategy for Achieving Sustainable Design“.

4 CONGRESO CONAMET/SAM (2004): “Proyecto para el uso sistemático de residuos de construcción, demolición y procesos industriales.”.


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