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#101 Enero 2022

El movimiento de la construcción saludable

Hoy es imprescindible comprender e papel fundamental que desempeñan los edificios para apoyar la salud, la seguridad y el bienestar de las personas en el nuevo escenario post-COVID.

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Una publicación de Contract Workplaces


A partir de las investigaciones de las últimas décadas, muchas empresas ya estaban comenzando a preocuparse por satisfacer las necesidades de las personas como una consideración fundamental en el espacio de trabajo. Pero, fue a partir de la pandemia de COVID-19 que se ha vuelto evidente el papel fundamental que desempeñan los edificios para apoyar la salud, la seguridad y el bienestar de las personas.

El movimiento de la construcción saludable ya está en marcha pero, ¿es suficiente? ¿Qué hemos aprendido durante la pandemia? ¿Cuánto queda por delante?. Whitney Gray, Vicepresidente Senior de International WELL Building Institute, nos invita a reflexionar sobre cuál es el papel de la conexión, el control y la comunidad como pilares indispensables para fomentar el bienestar y avanzar en este camino.

→ Conexión

Durante los eventos de cuarentena, pasamos de estar el 90% del tiempo en espacios cerrados a estar todo el tiempo en ellos. La interacción social también cayó drásticamente. Nuestro mundo se volvió mucho más pequeño y el aislamiento, que ya era un tema de preocupación para la salud pública, creció.

En 2019, un informe sobre la soledad reportaba que el 43% de la gente mayor se siente sola, lo cual causa un incremento de mortalidad del 45%, el equivalente a fumar 15 cigarrillos diarios. Tan importante es este problema que el gobierno británico creó un Ministerio de la Soledad.

Somos una especie social que desde hace miles de años vive en comunidades, pero durante las últimas décadas hemos empezado a pasar mucho tiempo aislados en espacios cerrados, lo cual se ha visto exacerbado durante el aislamiento sanitario debido al COVID-19.

¿Nos hemos adaptado a esta nueva circunstancia o la estamos padeciendo? Whitney afirma que no nos adaptamos y que por eso estamos lidiando con un trauma, con un desastre de proporciones masivas. Muchos de nosotros hemos recibido un fuerte impacto durante este período, ya sea por haber perdido a alguien muy cercano o porque nuestra propia salud se vió comprometida. Pero, también hemos perdido el estilo de vida que conocíamos al quedarnos aislados.

El estudio de los desastres masivos revela que el cerebro asimila el trauma de manera similar. Pero, lo especial de este evento es que se ha extendido en el tiempo. En el momento en que creíamos que había concluido la parte más preocupante (Honeymoon, cohesión de la comunidad) y nos preparábamos para volver a la normalidad, el contagio volvía y debíamos volver al aislamiento. Esto se repitió una y otra vez generando un ciclo contínuo del cual no terminamos de recuperarnos. Y durante todo ese tiempo hemos vivido en una caja, entre las cuatro paredes de nuestras casas.

La pandemia nos ha demostrado que la conexión con la naturaleza y las relaciones sociales son elementos críticos para nuestro bienestar. El tiempo que pasamos en el exterior está muy relacionado con el manejo del estrés, la oxigenación del cerebro y la relación con el medio ambiente natural, la biofilia.

Lo cierto es que los seres humanos no podemos sanar en aislamiento. Los espacios construidos no han sido diseñados para tener ocupación completa las 24 horas del día. El entorno hogareño puede ser muy productivo para algunas personas, pero para la mayor parte de la gente volver al espacio de trabajo que compartimos es sumamente importante.

En lo que respecta al futuro del trabajo, Whitney no cree que vaya a ser igual a lo que conocimos antes de la pandemia. No vamos a permanecer aislados pero tampoco vamos a volver a trabajar con horario fijo. La respuesta no será cuántos escritorios tenemos en una oficina, sino cuántos cerebros hay disponibles.

→ Control

Desde que empezó la pandemia, todos tuvimos angustia y miedo en alguna medida, afirma Whitney. Es entonces cuando la información se vuelve relevante: empodera a las personas y les permite decidir cómo manejar los riesgos. Cuando una situación se entiende es más fácil tomar decisiones.

Whitney cita las palabras de la investigadora Emily Oster: “Viviremos el resto de nuestras vidas con algún riesgo de contraer COVID-19. Si están deseando el momento en que alguien declare que estamos libres de COVID-19 no deberían esperar que ocurra en el término de sus vidas”. Porque lo cierto es que es muy probable que el COVID-19 se transforme en una enfermedad endémica. Esto significa que continuará presente en ciertas regiones con un ritmo de propagación relativamente bajo.

Por esto es importante aprender a lidiar con el entorno: nos permitirá manejar mejor los riesgos y seguir adelante con nuestra vida. El miedo aparece cuando no comprendemos los riesgos.

Aquí es donde surge la cuestión de la confianza en la empresa. ¿El aire está verdaderamente limpio? ¿Cuántas renovaciones por hora se están haciendo? ¿Las superficies están sanitizadas? En este punto lo más importante es brindar información: la información es poder.

Las organizaciones no solo deben dar una respuesta concreta a estas cuestiones; también es importante que lo documenten y brindar acceso a estos datos para que todos puedan saber que se está haciendo realmente en el edificio. Hay muchas organizaciones que ya lo hacen para brindarles más confianza a las personas, lo cual les permitirá evaluar qué riesgos enfrentarán al volver al trabajo y si están dispuestas a asumirlos de acuerdo con su situación particular. Así podrán tomar sus propias decisiones en lugar de que otros lo hagan por ellos.

Whitney nos comenta que otro tema que se ha vuelto muy importante es el impacto económico de la pandemia. En este nuevo escenario medir es la palabra clave. ¿Puede la certificación de edificios mejorar las métricas de desempeño ESG? Entendiendo que el desempeño ambiental, social y de gobernanza (ESG por su sigla en inglés) constituye la métrica más importante para medir la sostenibilidad y el impacto social de las prácticas de una organización.

Esto ofrece información sobre cómo las empresas entienden y hacen un seguimiento de sus inversiones. Es una nueva capa de valor que brinda la certificación WELL junto con la reducción del impacto del entorno construido sobre el cambio climático y el bienestar.

Comunidad

El diseño del entorno construido ha desempeñado históricamente un rol esencial para crear mejores ciudades. El Central Park en Nueva York, por ejemplo, es el pulmón de la ciudad y fue construido en respuesta al cólera y la tuberculosis como una estrategia de contingencia.

Además, la arquitectura tiene un impacto muy profundo sobre el estado de ánimo, la innovación y la creatividad. El caso de Jonas Salk es un ejemplo clásico: su investigación sobre la vacuna contra la poliomielitis no prosperaba mientras trabajaba recluido en su laboratorio ubicado en un sótano de la Universidad de Pittsburgh. Finalmente, durante un viaje a Italia, las ideas fluyeron admirando y recorriendo los amplios claustros del Convento de San Francisco en Asís, una hermosa construcción del siglo XIII. Por eso no debemos olvidar la relación que existe entre diseño y salud pública, advierte Whitney.

Las vacunas contra el COVID-19 resolvieron algunos problemas, pero no todos. Aún hay muchos cambios que realizar. Hemos estado separados durante la cuarentena y ahora nos estamos reuniendo nuevamente, reconectando con nuestra comunidad.

Y es la comunidad la que va a desempeñar un rol en la regeneración colectiva, la cual abarca desde las casas para adultos mayores que no están preparadas para protegerlos de las enfermedades infecciosas, las enfermedades mentales o la soledad; el aumento de la densidad poblacional y la tecnología que puede disminuir el tráfico vehicular y la polución, hasta el papel de los edificios en la salud de la gente. 

Todos los profesionales involucrados, incluidos arquitectos, ingenieros, diseñadores y profesionales de la salud, debemos trabajar en conjunto para crear lugares que sean confiables.

“Si los edificios están mal manejados, pueden propagar enfermedades. Pero si los hacemos bien, podemos incorporar nuestras escuelas, oficinas y hogares en esta lucha”. Joseph Allen

Es una decisión que debemos tomar entre todos.


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