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#119 Enero 2025

De la sostenibilidad al diseño regenerativo

Cómo restablecer y hacer prosperar nuestro entorno de trabajo a fin de crear un impacto positivo y duradero para las generaciones futuras.

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El propósito del entorno construido ha sido desde siempre satisfacer las necesidades de habitabilidad, funcionalidad y confort para llevar a cabo nuestras actividades. Sin embargo, la forma en que diseñamos y construimos los edificios que habitamos carece de integración con el medio ambiente, lo que conduce a un diseño lineal de consumo y desperdicio que ha contribuido a la degradación ambiental y el cambio climático que hoy padecemos.

La idea de la naturaleza como algo separado de la civilización humana ha divorciado la arquitectura del ecosistema circundante, reemplazando los sistemas naturales que tan bien sirven a todas las formas de vida sobre la Tierra. Por ejemplo, el método actual predominante para enfriar un espacio es el empleo de equipos de aire acondicionado, cuando la naturaleza nos brinda ejemplos altamente eficientes como los termiteros, que cumplen con esa tarea sin producir desperdicios ni contaminación.

A partir de este contexto surgió la idea de limitar el daño ambiental por medio de la creación de estándares de construcción sostenible como LEED, BREEAM y muchos otros. Sin embargo, aunque estas prácticas han tenido grandes beneficios conteniendo el impacto negativo de los edificios, ya no es suficiente mitigar el daño que ocasiona el entorno construido en el medio ambiente; hoy hace falta restaurar y regenerar los ecosistemas naturales, permitiendo que los sistemas ecológicos mantengan un estado saludable y evolucionen1.

El objetivo del diseño regenerativo va un paso más allá que la sostenibilidad; se trata de contribuir activamente a restablecer y hacer prosperar nuestro entorno a fin de crear un impacto positivo y duradero para las generaciones futuras.

Diseño regenerativo, ¿qué es?

El paradigma del diseño regenerativo surge como un cambio de visión del mundo: desde un modelo mecanicista hacia un enfoque ecológico centrado en los sistemas vivos. Mientras que el primero ofrece una visión reduccionista y determinista del mundo natural, el segundo brinda una perspectiva más integradora que reconoce la complejidad de las interacciones entre los seres vivos y su entorno.

Hoy sabemos que no basta con mitigar los efectos de la actividad humana para preservar el medio ambiente; los seres humanos también necesitamos recuperar nuestro lugar como parte de la naturaleza. Desde esta perspectiva, el diseño regenerativo implica la reconexión de las actividades humanas con la evolución de los sistemas naturales a los que pertenece2.

Esta visión de la sostenibilidad comenzó a desarrollarse hacia fines del siglo XX en torno a un número de conceptos comprometidos con la integración de las estructuras y procesos humanos con los sistemas naturales, entre los que podemos mencionar:

Biofilia: fue definida por Edward O. Wilson, reconocido biólogo evolucionista, como nuestra tendencia innata a conectarnos con los procesos naturales y otros organismos vivos3. Por su condición de “innata”, la Biofilia se ubica en el rango de las necesidades biológicas indispensables para un saludable desarrollo físico y mental.

Biomimética: es un enfoque funcional que toma la naturaleza, sus formas y sus procesos como modelo a seguir por los seres humanos. La tendencia se consolidó en 1997 con la publicación del libro de Janine Benyus –pionera en la materia– “Biomimicry: innovation inspired by nature“. Las intervenciones pueden incluir desde revestimientos de edificios que limpian el aire y estructuras que purifican el agua hasta intervenciones arquitectónicas que capturan carbono.

Sostenibilidad restaurativa: busca devolver a los sistemas vivos un estado de bienestar, pero sin intervenciones a largo plazo.

El diseño regenerativo se relaciona con estos enfoques a través de una mirada holística, impulsando la evolución de los sistemas humanos y naturales en una asociación sinérgica. También incluye el concepto de economía circular que tiene en cuenta el agotamiento de los recursos naturales e impulsa la transición de un sistema lineal a otro que maximiza la reutilización y minimiza el desperdicio.

En definitiva, el diseño regenerativo no solo busca minimizar el impacto ambiental, sino también regenerar los ecosistemas, mejorar la biodiversidad y fomentar el bienestar humano.

El diseño regenerativo en la práctica

En la práctica, ¿puede un espacio de trabajo ayudar a reparar el daño ambiental y fomentar la productividad y la creatividad al mismo tiempo? La respuesta es sí. Un espacio de trabajo bien diseñado no solo puede contribuir al bienestar del planeta; también es capaz de mejorar el rendimiento y la satisfacción de sus colaboradores.

La incorporación de algunas de las siguientes estrategias en el proceso de diseño respaldarán un enfoque regenerativo que contribuya activamente a mejorar la salud y vitalidad de los ecosistemas. Este enfoque es esencial para las organizaciones que buscan adaptarse a las nuevas dinámicas laborales y enfrentar los desafíos ambientales actuales:

Respeto por los sistemas naturales. Esto implica una comprensión integral de los complejos ecosistemas dentro de los cuales se desarrollan los proyectos. El conocimiento de los ritmos y procesos propios del medio ambiente local puede permitir la creación de soluciones que no solo coexistan con la naturaleza, sino que contribuyan activamente a su vitalidad. Este conocimiento puede ser la base para el diseño bioclimático, que se fundamenta en la adaptación de los edificios a las condiciones climáticas del entorno, aprovechando el sol, el viento y la vegetación para lograr un confort térmico adecuado. Y los techos verdes, que suelen utilizarse para proporcionar aislamiento térmico y gestionar el drenaje de las aguas pluviales, también servirán para mejorar la biodiversidad en las ciudades al proporcionar hábitats para la vida silvestre local.

Selección de los materiales. La elección de los materiales desempeña un papel fundamental en el diseño regenerativo ya que impactan directamente en la sostenibilidad y la capacidad de los edificios para contribuir positivamente al medio ambiente. Los elementos naturales tales como la madera, el ladrillo, el corcho, el cáñamo o el bambú contienen un bajo nivel de energía incorporada, son biodegradables y en muchos casos se pueden reutilizar o reciclar.

Uso de sistemas de circuito cerrado. La implementación de sistemas de circuito cerrado garantiza que los residuos generados en un determinado proceso se conviertan en un recurso valioso para otro, tal como sucede en la naturaleza. Este enfoque circular no solo minimiza los residuos, sino que los transforma en un catalizador de la sostenibilidad. Este concepto se podría incorporar en sistemas que generen más energía de la que consumen, como paneles solares o aerogeneradores de pequeña escala. Y en una gestión eficiente del agua instalando sistemas que recojan, filtren y reutilicen el agua de lluvia o las aguas grises.

Integración con el entorno local. La comprensión profunda de los elementos que determinan las características únicas de un lugar permite diseñar espacios que respeten y mejoren el tejido urbano y social existente. Esto puede incluir la apertura de los espacios de trabajo a la comunidad local con áreas públicas o programas de coworking.

→ Diseñar con el bienestar en el centro. Esto se puede lograr aplicando los conceptos de la biofilia, integrando elementos naturales tales como jardines interiores, muros verdes o materiales orgánicos. Su implementación no solo mejora la calidad del aire, sino que también reduce el estrés y aumenta la productividad. La incorporación de la iluminación circadiana a través de sistemas que imiten la intensidad y coloración de la luz solar a lo largo del día para respetar los ritmos biológicos de las personas también aportará al bienestar general.

Adaptabilidad y flexibilidad. Los diseños adaptables, flexibles y modulares serán capaces de evolucionar para satisfacer las nuevas demandas manteniendo la sostenibilidad. Esto permitirá una fácil reconfiguración en función de las necesidades cambiantes del negocio y de sus ocupantes, reduciendo así la necesidad de renovaciones extensas y onerosas en el futuro. Esta previsión garantizará que los proyectos regenerativos sigan siendo relevantes a lo largo del tiempo y resilientes frente a los desafíos inciertos.

Si bien algunas de estas estrategias no son nuevas, su aplicación en el marco de una visión holística del diseño regenerativo nos permitirá ampliar la caja de herramientas destinada a extender la primitiva función de los edificios de brindar refugio para convertirlos en parte de nuestro ecosistema vital.

Referencias:

1 BROWN, M. et al. (2018): “Sustainability, Restorative to Regenerative“. RESTORE, Working Group One Report: Restorative Sustainability.

2 MANG, P. & REED, B. (2017): “Regenerative Development and Design”.

3 WILSON, E.O. (1984): “Biophilia”.


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