Productividad laboral: cómo optimizarla a través de la actividad física y los hábitos saludables

El reto que enfrentan las empresas del siglo XXI se centra en resolver la paradoja que plantea el actual trabajo del conocimiento. Por un lado, requiere el desarrollo de las habilidades cognitivas mientras que, por el otro, el estilo de vida sedentario que ha promovido la irrupción de las tecnologías que han hecho posibles las nuevas formas de trabajo, atenta contra el bienestar físico y mental del hombre moderno. Ante este estado de cosas, en las últimas décadas ha surgido un creciente interés por la actividad física regular como un medio para alcanzar el bienestar tanto en el aspecto físico como en el psicológico. Promover en las organizaciones un estilo de vida saludable, que estimule la actividad, no solo mejora el estado físico sino también las habilidades cognitivas, la innovación y la productividad de los empleados.

Para muchas personas, una caminata diaria es esencial para poner en orden las ideas, despejar la mente o, tal vez, encontrar un destello de inspiración. Muchos de los grandes creadores de la historia han desarrollado este hábito y lo han mantenido como una rutina indispensable para mantener en forma no solo el cuerpo sino también la mente.

Charles Dickens, por ejemplo, realizaba extensas caminatas de tres horas por las tardes y lo que observaba se convertía en material para su obra. Tchaikovsky caminaba obsesivamente dos horas por día, lo mismo que hacía Beethoven  después del almuerzo, con un lápiz y un papel en caso de que apareciese la inspiración. Sigmund Freud solía pasear a paso vivo por Viena y el día a día del filósofo danés Søren Kierkegaard estaba dominado por dos actividades: escribir y caminar. En estas excursiones era cuando tenía sus mejores ideas.

Existen abundantes pruebas que sugieren que caminar -y hacer ejercicio físico en general- se asocia con un aumento de la productividad y la competencia en tareas creativas. Actualmente, en un mundo donde prima la tecnología y los dispositivos digitales casi se han convertido en nuestro alter ego, la práctica del ejercicio físico tiene un plus adicional: nos aleja de televisores, computadoras, smartphones y consolas, y nos acerca a nuestra realidad orgánica y natural, propiciando el pensamiento profundo.

Cuerpo y mente

Para despejar dudas sobre el dualismo cuerpo-mente que ha dominado el pensamiento occidental desde la época de Descartes, el neurofisiólogo Antonio Damasio afirma: “La mente existe en un organismo integrado y para él; nuestras mentes no serían como son si no fuera por la integración de cuerpo y cerebro durante la evolución, durante el desarrollo individual y en el momento presente. La mente tuvo que estar primero relacionada con el cuerpo o no hubiera existido.”

El ejercicio físico parece tener un papel importante en la promoción y el mantenimiento de la salud cognitiva en los seres humanos. El estilo de vida activo de nuestros primeros ancestros, utilizando la locomoción para la búsqueda de alimento, puede haber promovido el desarrollo de las habilidades cognitivas para la supervivencia.

El cerebro, que es un órgano dotado de una gran plasticidad, tiene una notable capacidad para modificar su estructura y su función de acuerdo con las influencias del medio ambiente y la experiencia. En ese sentido, la actividad física jugó un papel importantísimo en el proceso de adaptación biológica que duró millones de años y desembocó en el desarrollo del cerebro moderno. Durante este proceso, la exploración, la defensa, la búsqueda de alimento y las habilidades cognitivas fueron fuertemente integradas a las operaciones motoras indispensables para la subsistencia.

Pero, además, la actividad física estuvo siempre presente en la historia de la especie humana, tal como lo atestiguan numerosos hallazgos antropológicos y evidencias históricas que reportan la existencia de prácticas físicas en antiguas culturas como un componente integral de la expresión religiosa, social y cultural.

Hoy en día, el acelerado desarrollo tecnológico que se viene produciendo desde la Revolución Industrial, ha propiciado una profunda transformación en las formas de vivir y trabajar. El alto nivel de sedentarismo que hemos desarrollado atenta contra nuestra salud física y mental y nos enfrenta a un grado muy elevado de estrés, ansiedad y otras patologías. La cantidad de actividad física que en promedio desarrollamos los humanos modernos se ha reducido por debajo del nivel de nuestra predisposición genética.

Ante este estado de cosas, en las últimas décadas ha surgido un creciente interés por la actividad física regular como un medio para alcanzar el bienestar físico y cognitivo, entendiendo la función cognitiva asociada con actividades cerebrales tales como el procesamiento de información, la percepción, el aprendizaje, la memoria, la atención, la capacidad de razonamiento y la resolución de problemas.

Los beneficios de estar en movimiento

El ejercicio físico tiene múltiples beneficios para la salud: mejora el sistema cardiorrespiratorio, aumenta la densidad mineral ósea, disminuye el riesgo de padecer enfermedades degenerativas y mejora la función cognitiva.

Varios estudios que han demostrado que el ejercicio físico ayuda a desarrollar y proteger la función cerebral, sugerirían que los individuos físicamente activos presentan un menor riesgo de desarrollar trastornos mentales en comparación con los que son sedentarios. Esto demuestra que el ejercicio físico también incide en el bienestar psicológico ya que una buena condición física se relaciona con los estados de ánimo positivos, el aumento de la autoestima y la disminución de los sentimientos negativos, la ansiedad y el estrés.

Además, durante el ejercicio físico se liberan endorfinas, una sustancia capaz de provocar una  sensación de relajación y felicidad que también puede  aliviar ciertos síntomas de la depresión. Asimismo, diversos estudios han demostrado que el ejercicio promueve la neurogénesis (creación de nuevas células cerebrales), mejora el rendimiento general del cerebro y aumenta los niveles de una proteína conocida como BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) la cual parecería estar involucrada en los procesos de toma de decisiones, el pensamiento y el aprendizaje.

La experiencia de empresas que incluyen programas para que los empleados caminen más, usen las escaleras en lugar del ascensor o realicen ejercicio físico intensivo, han demostrado la relación positiva entre la práctica de ejercicio físico y el aumento del rendimiento laboral.

Promover el movimiento en la oficina

Las empresas pueden ayudar a mejorar la salud de los trabajadores a través del establecimiento de una cultura corporativa que incentive las conductas saludables. Muchas organizaciones están tomando medidas para desarrollar un ambiente de trabajo favorable ofreciendo instalaciones para desarrollar actividad física (gimnasio con aparatos, clases de yoga, etc.), y fomentar una alimentación más saludable ofreciendo opciones de alimentos saludables en la cafetería de la empresa.

Los estilos de vida poco saludables pueden ser riesgosos para la población en edad de trabajar, y dar lugar a la aparición de enfermedades que podrían tener un impacto negativo en la productividad. Estas cuestiones deberían ser un incentivo suficiente para animar a las organizaciones a invertir y adoptar programas de promoción de la salud en el trabajo.

Algunas estrategias que se pueden utilizar en la oficina para poner el cuerpo en movimiento son:

  • Utilizar equipamiento ajustable. Para favorecer las posturas saludables y recuperar la participación de todo el cuerpo, las superficies de trabajo deben ofrecer la opción de ajustar su altura a fin de poder realizar las tareas en distintas posiciones.
  • Cambiar de posición periódicamente durante el día. Crear ámbitos donde los trabajadores puedan moverse, sentarse y descansar con comodidad reporta grandes beneficios: mejora la productividad y disminuye la tasa de ausentismo por enfermedad.
  • Promover el ejercicio activo. Ofrecer la opción de hacer ejercicio mientras se realizan las tareas diarias incorporando algunos implementos de gimnasia tales como bicicletas fijas y cintas para caminar, lo cual permite hacer ejercicio sin interrumpir el trabajo. Sin embargo, el ejercicio activo también se puede promover a partir del diseño del layout. Un diseño planificado en base a las actividades diarias (trabajo individual y en grupo, tareas de concentración, áreas de aprendizaje, descanso y socialización, etc.) dotará al plantel de espacios específicos para desarrollar las distintas labores al mismo tiempo que promoverá el movimiento evitando las largas jornadas sentados frente a un puesto de trabajo.

Conclusiones

El ejercicio físico regular ha demostrado tener una extraordinaria aptitud para influir de manera positiva en las vías relacionadas con el aprendizaje y la memoria. Poner el cuerpo en movimiento mejora la capacidad de aprendizaje, reduce los efectos negativos del estrés, la ansiedad y la depresión, y ayuda a desarrollar y mantener las habilidades cognitivas.

La falta de correspondencia entre los niveles de actividad física que desplegamos en el mundo moderno y nuestra genética puede contribuir a la prevalencia de algunas enfermedades tales como la obesidad y otras disfunciones metabólicas tales como la diabetes tipo II, la hipertensión, y algunas enfermedades cardiovasculares . Más aún, la disfunción metabólica puede ser el punto de partida para desarrollar varios trastornos neurológicos con resultados sobre la función cognitiva.

En definitiva, y tal como afirma John Ratey, el ejercicio es una poderosa herramienta para optimizar la función cerebral. Inmersos en el mundo tecnológico de hoy es fácil olvidar que, a lo largo de miles de años, nuestra biología fue diseñada para el movimiento y que el cerebro evolucionó a partir de la necesidad de perfeccionar las habilidades motoras para encontrar y almacenar alimentos. Esta relación entre la alimentación, la actividad física y el aprendizaje está impresa en los circuitos del cerebro. Para mantener nuestras habilidades cognitivas en su mejor nivel nuestros cuerpos también tienen que ejercitarse.

¡Estar sentados nos mata!

Las investigaciones muestran que estar sentado por largos períodos de tiempo produce un aumento del riesgo de desarrollar enfermedades que afectan al organismo en general, y eleva el riesgo de mortalidad desde un 15% (para las personas que están sentadas más de 8 horas al día) hasta un 40% (para los que no se despegan de la silla por más de 11 horas diarias). Ante este sombrío panorama, los investigadores junto con la industria del equipamiento, han tratado de diseñar nuevos dispositivos que ayuden a disminuir el sedentarismo y a mantenerse saludables sin dejar de ser productivos. Una de las soluciones propuestas son los escritorios que incorporan una cinta para caminar, lo cual permite hacer ejercicio sin interrumpir el trabajo. Las pruebas psicométricas encontraron que la creatividad mejora al caminar.

En un estudio llevado a cabo en Canadá se investigó el efecto que tiene el uso de estos escritorios sobre dos importantes habilidades cognitivas para el rendimiento laboral: la memoria y la atención. Se comprobó también que estos beneficios se mantienen durante un tiempo una vez que la persona se ha sentado.

Si bien los beneficios para la salud que reporta el uso de estos dispositivos es indiscutible, también es importante que los usuarios sientan que pueden realizar su trabajo tan bien o mejor que con el uso de un escritorio tradicional.

En conclusión, los resultados del estudio sugieren que el uso de escritorios que incorporan una cinta para caminar puede mejorar la atención y la memoria, incluso después de que el usuario ha dejado de hacer ejercicio. Las mejoras en el rendimiento laboral parecen ser convincentes para las organizaciones, lo cual puede incentivar el uso de este u otro tipo de escritorio alternativo.

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FUENTE: FM&WORKPLACES #72