Coworking y terceros espacios

Desde la cafetería hasta los ambientes de coworking, los espacios alternativos de trabajo -o terceros espacios- han crecido y se han multiplicado en la última década. El concepto, introducido en 1989 por el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg, hace referencia a lugares fuera del ámbito del hogar y de la oficina que permiten que la gente se reúna para trabajar en un ambiente distendido y accesible, ideal para la colaboración, el intercambio y la creación de nuevos vínculos. Un número creciente de organizaciones ya reconocen que la utilización de espacios de trabajo no tradicionales puede contribuir a mejorar la productividad de los empleados y a lograr una mayor eficiencia de la empresa. Además, la disminución en la necesidad de trasladarse con la consiguiente reducción del impacto ambiental, la hacen una opción muy atractiva para todos.

El acelerado avance de las tecnologías de la información se ha convertido en uno de los motores para el desarrollo de nuevas modalidades y nuevas tendencias en espacios de trabajo. Trabajar ya no significa estar atado a un escritorio; la oficina ha dejado de ser exclusivamente un espacio físico para transformarse en un espacio físico y virtual al mismo tiempo, cada vez más dedicado al encuentro y al trabajo colaborativo.

Esto ha dado lugar al surgimiento de una cantidad de espacios alternativos de trabajo, los así llamados “terceros espacios”, ubicados entre la casa y la oficina. Se trata de un nuevo territorio para trabajar dentro de aeropuertos, bares, hoteles, bibliotecas, clubes, oficinas satélite, espacios de coworking, etc., disponible cerca de donde se encuentre la gente.

 

Los terceros espacios

Actualmente, cada vez más personas trabajan fuera de la oficina. Según algunas encuestas que se han llevado a cabo en los EE.UU., se espera que para el año 2020 un 40% de los trabajadores será freelance o llevará a cabo sus tareas fuera del espacio de trabajo tradicional.

Al mismo tiempo, con  más de la mitad de la población mundial viviendo en áreas urbanas (según datos del Banco Mundial, en 2030 esta tendencia encontrará al 60% de los habitantes del planeta viviendo en ciudades), muchas personas, movidas por la necesidad de minimizar los traslados y mejorar su calidad de vida, buscarán cada vez más trabajar en terceros espacios donde encontrarán un ámbito para concentrarse y colaborar junto con toda la tecnología necesaria. Comienzan a surgir diferentes estilos de trabajo basados no solo en el home office tradicional sino también en centros suburbanos, oficinas satélite y otros espacios alternativos.

Lo cierto es que la oficina, tal como la concebimos hoy, está cambiando de manera irreversible. Los grandes espacios de los Headquarters corporativos se están reduciendo para dar paso a un ámbito más acotado, destinado al trabajo colaborativo, el intercambio de ideas y la coordinación de los equipos.

Los “terceros espacios” son espacios que se pueden compartir e intercambiar, se rentan por unos días o por proyectos específicos, o simplemente se utilizan de forma temporal. Se trata de un fenómeno que se está convirtiendo en un elemento importante en muchas empresas. Estos nuevos lugares de trabajo ofrecen grandes ventajas para adoptar una tendencia que se está consolidando en todo el mundo: ahorro de espacio, disminución de los costos de operación, aumento de la productividad, mejora de la calidad de vida y beneficios ambientales.

Además de estas claras ventajas, los espacios compartidos son más atractivos para construir una comunidad y para dar a los trabajadores la posibilidad de elegir y controlar cuándo, dónde y cómo trabajar en función de la tarea que estén llevando a cabo. La tendencia también es consistente con algunos de los principios del “consumo colaborativo”, ese nuevo paradigma que ha emergido con las nuevas tecnologías y las redes sociales para impregnar los actuales modelos con la idea de “compartir”.

 

El origen del tercer lugar

El concepto de “tercer lugar” fue introducido en 1989 por el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg con referencia a aquellos espacios fuera del ámbito del hogar (el primer lugar) y del trabajo (el segundo lugar) que permiten que la gente se reúna en un ambiente informal y accesible, ideal para la colaboración, el intercambio de ideas y la creación de nuevos vínculos.

El protagonismo de este tercer espacio ha variado a lo largo del tiempo de acuerdo con el contexto cultural e histórico. Entre los Griegos y los Romanos, por ejemplo, el ágora y el foro respectivamente encarnaron el tercer lugar por excelencia. Tratándose de ámbitos que simbolizaban los valores predominantes, la misma arquitectura que los rodeaba afirmaba la importancia de la vida pública y cívica por sobre la vida privada y doméstica. Los terceros espacios nunca fueron tan prominentes como en estas dos culturas.

Avanzando unos cuantos siglos hallamos que, antes de la Revolución Industrial, el primero y el segundo lugar no estaban separados; la gente vivía y trabajaba dentro del mismo ámbito. La industrialización independizó el lugar de trabajo del lugar de residencia, apartando el trabajo productivo fuera de la casa y transformándolo en un lugar distinto.

En la actualidad, la vida urbana ha polarizado esta distinción entre hogar y trabajo hasta el extremo (de la casa al trabajo y del trabajo a casa), razón por la cual Oldenburg plantea la necesidad de contar con terceros lugares -tanto a escala urbana como de la comunidad- a fin de ofrecer una alternativa de desarrollo social más allá del ámbito doméstico y laboral dentro de una gama de espacios públicos que puedan colmar la necesidad de encuentro.

El concepto de tercer espacio de Oldenburg es lo suficientemente amplio como para trasladarlo a la órbita del trabajo. Podemos pensar el Ágora griega como aquel modelo que propicia el trabajo junto a los clientes o desde terceros lugares. Esto significa que la gente volverá a la oficina con menos frecuencia y disminuirá la necesidad de proveer puestos fijos. Gracias al desarrollo de la tecnología móvil, muchas personas, movidas por la necesidad de minimizar los traslados, buscarán cada vez más trabajar en estos terceros espacios donde encontrarán un ámbito para concentrarse y colaborar junto con toda la tecnología necesaria.

 

Las características del tercer lugar según Ray Oldenburg

●      Ubicado en terreno neutral. Debe ser un lugar donde las personas puedan circular libremente, donde no haya jerarquías y en el que todos se sientan tan cómodos como en su casa.

●      Actúa como nivelador. Debe ser un lugar inclusivo, accesible para el público en general y no debe establecer criterios formales de pertenencia y/o exclusión. Debe servir para ampliar las posibilidades de las personas, a diferencia de las asociaciones formales que tienden a limitarlas y restringirlas.

●      La conversación es la actividad principal. A diferencia de otras organizaciones donde el estatus es el que dicta quién puede hablar, cuándo y cómo, en el tercer lugar todo el mundo puede participar.

●      Es accesible y contenedor. Los terceros lugares estrechan los vínculos entre las personas y otorgan sentido de pertenencia. Cultivan una comunidad donde se puede ir todos los días y encontrar a personas conocidas.

●      Genera un flujo de asistentes asiduos.  El atractivo de un tercer lugar depende fundamentalmente del perfil de los asistentes regulares más que de las facilidades que ofrece.

●      Tiene un perfil bajo. El tercer lugar es simple, limpio y moderno.

●      Genera un estado de ánimo lúdico. El espíritu lúdico es de suma importancia; la alegría y la aceptación reinan sobre la ansiedad y la alienación.

●     Es como un hogar lejos de casa. A pesar de tratarse de una tipología totalmente diferente, el tercer lugar es similar al hogar en cuanto al bienestar psicológico y al apoyo y contención que se experimenta.

 

Un ecosistema de trabajo

Las cafeterías fueron algunos de los primeros espacios alternativos que se establecieron como base para las nuevas modalidades laborales: el servicio de WiFi junto con un ambiente informal y acogedor las convirtió en el tercer lugar más popular para el trabajo nómada. Sin embargo, con el correr del tiempo, algunas modalidades se fueron estableciendo con mayor fuerza.

Hoy, muchas empresas están creando lo que se denomina un “ecosistema de trabajo”. Esto es, un entorno que, además de las oficinas corporativas incluya cualquier combinación de terceros espacios tales como: home office, espacios de coworking, la cafetería de la empresa o de cualquier otro sitio, oficinas satélite y, en general, cualquier lugar con una conexión WiFi o una buena señal de 4G.

Las estrategias que incluyen espacios de trabajo no tradicionales pueden contribuir a una mayor eficiencia no solo en términos de optimización del espacio y disminución de los costos de operación sino también en cuanto a un aumento de la productividad y mejora de la calidad de vida de los trabajadores.

 

Coworking

Los espacios de coworking representan una alternativa al home office que, en un principio, estuvo muy difundida entre los freelancers y las startups. Sin embargo, un espacio de coworking es más que compartir un ámbito físico; también se trata de establecer una comunidad de personas con ideas afines que comparten los mismos valores y disfrutan de la creación de sinergia.

En los países donde el movimiento se encuentra en pleno desarrollo, el coworking ya no se limita a los trabajadores independientes como solía ser en sus orígenes. Algunas organizaciones han comenzado a incluir esta tipología dentro de sus propias estructuras con la intención de estimular la innovación y el espíritu emprendedor entre los colaboradores.

Otro atractivo importante de este tercer espacio es la disminución de los traslados con el consecuente ahorro de tiempos muertos y reducción del impacto ambiental. Los coworkers tienden a elegir espacios cerca de su casa, reduciendo en gran medida los niveles de estrés que causa el desplazamiento diario.

 

Corporate coworking

El “coworking corporativo” es un nuevo concepto que consiste en que un grupo de empresas compartan el mismo espacio físico con el objeto de generar y probar ideas nuevas e innovadoras. Por lo general, cada empresa cuenta con espacios propios junto con espacios comunes y compartidos. La idea subyacente es que la mezcla de los equipos de diferentes empresas generen intercambios que alienten la innovación y formas novedosas de pensar.

A pesar de que inicialmente podría parecer una idea extrema, el coworking corporativo es una estrategia cada vez más utilizada entre las compañías más innovadoras del mundo. Su mayor defensor ha sido Tony Hsieh, CEO de Zappos, pero ya está siendo utilizada por un buen número de empresas tales como PwC, Steelcase, Accenture, AT&T, Ericsson, Twitter y Plantronics.

Los beneficios son claros: más innovación, menor tiempo para el desarrollo de productos, menos espacio propio. Otro beneficio importante es que se comparte el costo de los espacios de colaboración y que estos están ocupados durante mucho más tiempo, lo cual optimiza el uso del espacio.

 

Oficinas temporarias

Proporcionan un espacio de trabajo totalmente equipado para grupos que necesitan trabajar juntos por una cantidad específica de tiempo. Se trata de espacios gestionados por terceros que los rentan a otras empresas o a personas. Generalmente, estas oficinas se encuentran ubicadas en los distritos de negocios de las grandes ciudades de todo el mundo y son muy utilizadas por los viajeros de paso.

A diferencia de una oficina convencional que requiere una inversión en mobiliario, equipos y contratos más restrictivos, las compañías que brindan este tipo de servicio ofrecen condiciones más flexibles y económicas. A menudo incluyen servicio de recepción, equipo de oficina y otros recursos, posibilitando el acceso a un espacio de trabajo temporal completamente equipado a un costo accesible.

 

Oficinas satélite

Se trata de un espacio localizado en un lugar diferente a la oficina central -habitualmente en la periferia- que ofrece opciones de hoteling corporativas para empleados que trabajan en las inmediaciones y pueden llegar a pie o en bicicleta. En algunos países, estos centros son promovidos activamente ya que está comprobado que los tiempos de traslado que se ahorran suelen ser utilizados para mejorar el balance entre la vida personal y laboral. Esta oficinas cuentan con todos los servicios, la infraestructura y las comodidades que la organización tiene en la sede central.

 

Oficinas híbridas

Con el aumento de la movilidad y la flexibilidad, las empresas necesitan un entorno físico que les dé soporte a las distintas formas de trabajo que coexisten hoy en día. El resultado es una oficina híbrida que incorpora elementos de la oficina tradicional junto con las facilidades necesarias para dar contención a los trabajadores móviles en un solo espacio corporativo. Por eso debe contar con un balance adecuado entre puestos de trabajo fijos, puestos no asignados, espacios de colaboración y espacios privados, los últimos avances tecnológicos y una amplia gama de servicios.

Estos espacios tienen puestos dedicados, posiciones para estadías cortas y largas, zonas de silencio para llevar a cabo tareas de concentración, cabinas telefónicas para llamadas privadas, salas de reuniones formales e informales, áreas para charlas casuales y tomar un café, sectores de descanso, de brainstorming, de juego, etc.

Con espacios más abiertos y fácilmente configurables, los trabajadores pueden reunirse de forma espontánea para comunicarse e intercambiar ideas. La eliminación o reducción de las paredes y paneles crea espacios que fomentan las interacciones casuales y maximizan la creatividad y el trabajo en equipo. Además, deben contar con toda la tecnología necesaria para poder conectar fácil y rápidamente a las personas que trabajan en múltiples ubicaciones.

 

El tercer espacio in house

Hasta no hace mucho tiempo, las áreas de café, por ejemplo, eran espacios incómodos y apartados de la oficina de manera que los empleados no perdieran tiempo en tareas no productivas. Sin embargo, en las organizaciones modernas se entiende que la socialización es una actividad importante en el día a día de los colaboradores; así encuentran una oportunidad para relacionarse, para compartir visiones y valores, y para crear confianza, un elemento clave a la hora de trabajar en equipo.

Un ambiente distendido y cálido junto con todas las prestaciones de un ambiente de trabajo de alto rendimiento puede convertirse en un ámbito con todas las características de tercer espacio dentro de la empresa. La combinación de una cafetería junto con una variedad de áreas de trabajo diferentes optimiza el uso del espacio dándole utilidad a un área que de otra manera estaría subutilizada durante una gran cantidad de tiempo.

 

Espacios de coworking, lo que hay que tener

El diseño general del espacio se adapta a una modalidad más casual e informal, más fluida y flexible, que favorece los encuentros informales y el trabajo en equipo. Cuenta con áreas en open plan y algunos espacios más cerrados para aquellos que necesitan concentración o hacer una conversación telefónica privada.

Las salas de reuniones pueden ser fundamentales para recibir clientes, hacer presentaciones o cuando hay que reunir a un equipo de trabajo numeroso. Por eso, muchos de estos lugares ofrecen salas reconfigurables que se adaptan a las necesidades del trabajo en curso. También pueden ofrecerse espacios multifuncionales para capacitación o eventos, y salas de relajación y descanso. También pueden incluir oficinas privadas, recepcionista y servicio de mensajería y correo.

Los amenities están a la orden del día. La cafetería es la protagonista, el espacio donde se produce la mayor parte de los encuentros y el networking con colegas por lo que su ubicación resulta estratégica. Muchos espacios cuentan con microondas, heladera y espacio para cocinar, máquinas expendedoras de café, de bebidas y de snacks.

Una biblioteca bien provista, lockers  para dejar algunas pertenencias y espacio para guardar bicicletas, también son bienvenidos.

En cuanto a la infraestructura tecnológica, resulta indispensable una buena conexión a Internet por Wi-Fi, eficiente y segura; fotocopiadoras, impresoras y escáner; proyector, LCD y pizarras para las áreas de reunión. También pueden contar con salas para videoconferencias y conference call.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #77

Eficiencia: nuevas oficinas de Bayer Montevideo

En el marco de un proceso de transformación de sus espacios de trabajo en toda la región, la reconocida empresa Bayer mudó su histórica sede de la calle Paysandú luego de 55 años de operación en el centro de la ciudad. El proyecto de las nuevas oficinas -ubicadas en el último piso de la Torre 3 del complejo World Trade Center, el principal polo de negocios de Montevideo-, fue realizado íntegramente por Contract Workplaces teniendo en cuenta los altos estándares que se buscaban. Mucha luz natural, magníficas vistas de la ciudad, respeto por el medio ambiente y un ámbito propicio para la interacción entre las personas junto con todo el soporte tecnológico necesario para desarrollar las tareas, fueron algunas de las premisas con las que se trabajó y que dieron como resultado un espacio eficiente, moderno y confortable.

Previamente a la etapa de proyecto, Contract Workplaces desarrolló un proceso consistente en una consultoría inicial -innovadora en el medio local- que permitió sentar las bases de la estrategia de diseño de los espacios de trabajo. Durante el transcurso de los estudios de prefactibilidad y de Workplace Strategy se recopiló información relativa a aspectos clave de la organización mediante distintos procedimientos: la observación in situ, la instalación de sensores electrónicos que permiten medir el uso real de los espacios de trabajo y la articulación de talleres de diagnóstico con referentes de la organización a manera de workshops.

Una vez recabada toda esta información se procedió a perfilar la estrategia para las nuevas oficinas, la cual incluyó los esquemas de zonificación, el programa de requerimientos, un menú de tipos de espacios a desarrollar y una matriz de adyacencias críticas.

A la hora de seleccionar las posibles locaciones, algunos de las consideraciones que se tuvieron en cuenta fueron la seguridad, la proximidad al domicilio de los colaboradores, la imagen, la optimización de costos, el estacionamiento vehicular, la infraestructura, el clima laboral y de negocios, la posibilidad de acceso a la luz natural, etc.

Una vez resuelto el lugar y determinada la estrategia se trabajó sobre el diseño conceptual del nuevo espacio y se identificaron tres principios representativos de la compañía que actuaron como punto de partida e inspiración: la innovación, los productos y la presencia local. Además, se estudió la imagen de marca buscando la mejor manera de materializarla en las nuevas oficinas ya que se trata de una herramienta clave para el posicionamiento de la empresa.

El partido general del proyecto se planteó como un layout de planta abierta sin despachos privados. Ni bien se llega a la oficina se accede al área de espera junto al “Café Bistró”, un espacio de encuentro e interacción que funciona como eje articulador del proyecto. Con cuidadas terminaciones, este sector cuenta con un generoso living, mesas altas con banquetas, coffee point y metegol. Una sutil estructura metálica que agrupa una variedad de plantas de interior filtra las vistas hacia una de las alas del open plan.

Los puestos de trabajo, algunos asignados y otros rotativos, se ubican sobre el perímetro de la planta a fin de optimizar el aprovechamiento de la luz natural y de las generosas vistas hacia la ciudad y el río. De acuerdo con las necesidades de la empresa y la dinámica de trabajo se dispusieron salas de reuniones para diez, ocho y cuatro personas, un meeting point, área de servicios y una sala que puede funcionar tanto como phone booth o como lactario.

La imagen institucional de la empresa se expresó en la selección de los colores, el diseño de los vinilos decorativos y las imágenes ploteadas sobre diversas superficies. En el caso de estas últimas se incorporaron referencias a la cultura local en la elección de la fotografía de un campo de la localidad de Rocha, tomada especialmente desde un dron.

Con respecto a los elementos utilizados, no solo se realizó un cuidadoso trabajo de selección de los materiales sino que también se trabajó con esmero en la especificación de las lámparas, los artefactos sanitarios y los sistemas de automatización a fin de lograr una reducción en los costos de operación y al mismo tiempo minimizar el impacto ambiental de la obra.

Como resultado de todo este proceso se alcanzó un proyecto en coincidencia con el alto estándar que buscaba Bayer para sus oficinas: un espacio respetuoso con el medio ambiente, propicio para la interacción entre las personas y con todo el soporte tecnológico necesario para desarrollar el trabajo.

Ver fotos de la obra

 

Ficha técnica
Cliente:Bayer.
Ubicación:World Trade Center Montevideo, Torre 3, Piso 20.
Superficie:360 m2
Plazo de ejecución:70 días.
Año de ejecución:2015.
Proyecto y dirección de obra:Contract Workplaces Uruguay.
Ejecución de obra:Contract Workplaces Uruguay.
Dirección general:Daniel Flom.
Equipo de Project Management:Gabriela Carvallo y Carolina Capouyá.
Equipo de proyecto:Gabriel Cárpena y Mariana Sosa.
Equipo de dirección de obra:Daniel Mateo,  Agustín Dupuy y David Wajner.
Equipo de administración:José Ferrer,  Andrea De León, Valeria Julios, Lucía Schiaraffia.
Renders:Martín Canziani.
Fotografía:Andrés Negroni.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #78

Liderazgo emocional

Liderazgo emocional

Los líderes más efectivos se parecen en algo fundamental: además de contar con las destrezas técnicas y la inteligencia cognitiva necesarias para ejercer su función, todos tienen un alto grado de lo que se conoce como “inteligencia emocional”, la condición sine qua non del liderazgo. Los directivos de hoy deben gestionar y conducir una fuerza de trabajo más cooperativa y menos jerárquica, que goza de mucha mayor autonomía y libertad de acción, al mismo tiempo que deben detectar oportunidades para el crecimiento y el desarrollo personal y profesional, y estimular la inclusión, la participación y el trabajo en equipo. Un líder emocionalmente competente tiene empatía y es capaz de motivar a los empleados, de intervenir positivamente en caso de conflictos, de comprender los códigos sociales, de influir en el rendimiento de la organización y de instalar un clima de trabajo positivo.

En el mes de abril se cumplieron 40 años de la fundación de la empresa Apple, actualmente la compañía más valiosa del planeta. Y cuando hablamos de Apple hablamos de Steve Jobs, su líder indiscutido, quien supo llevarla desde unos modestos comienzos en un garaje de Los Altos, California, hasta la posición que hoy ocupa como ícono de creatividad, innovación y vanguardia.

La pregunta del millón que se hacen la mayor parte de los líderes y emprendedores de hoy es: ¿qué tenía Jobs que no tuvieran otros para llevar adelante y concretar un proyecto ambicioso, además de lograr la adhesión incondicional (y a veces, también, el furibundo rechazo) de sus colaboradores y del público, a tal punto que cada una de sus presentaciones de producto se convirtió en un espectáculo por sí mismo? ¿Era Jobs extremadamente inteligente, tenía una formación excepcional?

Según asegura su biógrafo, Walter Isaacson, no era ni excepcionalmente inteligente ni se interesó por concluir su educación formal. Sin embargo, tenía una curiosidad innata y una vasta gama de intereses relacionados no solo con la tecnología sino también con las artes y la filosofía además de una característica personal clave para manejarse con la gente: podía evaluar a las personas, comprender sus pensamientos y saber cómo conectarse con ellas para cautivarlas o para herirlas a voluntad.

Esta capacidad para sintonizar intuitivamente con la gente lo ayudó a ganar voluntades y también a cosechar enconadas antipatías pero, en definitiva, la mayor parte de los que colaboraron con él admitieron que Jobs había conseguido que hicieran cosas que nunca creyeron posibles.

¿Qué es un líder?

Si vamos a la definición que nos ofrece el Diccionario de la Real Academia Española, nos enteramos de que un líder es aquella persona que dirige o conduce un grupo de personas, ya se trate de una agrupación política, religiosa, deportiva, empresarial, etc., hacia el logro de una meta. La fuente de esta influencia podría ser formal, tal como la proporcionada por la posesión de una determinada jerarquía dentro de una organización, o informal.

John Kotter, de Harvard Business School, establece una distinción entre gestión y liderazgo para ayudar a comprender la diferencia entre ambos conceptos, muchas veces utilizados de forma indistinta. La gestión de una compañía consiste en trabajar con la complejidad. La buena administración genera orden y consistencia, establece planes formales, diseña estructuras y controla los resultados en relación con los objetivos trazados. El liderazgo, por el contrario, se relaciona con el cambio. Son los líderes quienes establecen el rumbo de la organización mediante el desarrollo de una visión del futuro y alinean e inspiran a las personas para superar los obstáculos y alcanzar las metas.

Kotter asegura que la gestión y el liderazgo son habilidades diferentes pero complementarias, y que en un mundo tan cambiante como este en el que vivimos una no puede funcionar sin la otra. Los gerentes promueven la estabilidad mientras que los líderes presionan para el cambio. Solo las organizaciones que adoptan ambos lados de esta contradicción prosperan en tiempos turbulentos.

Robert House, de Wharton School de la Universidad de Pennsylvania, coincide con Kotter y agrega que una buena administración consiste en implementar la visión y la estrategia que marcan los líderes, junto con el manejo y la coordinación de los problemas cotidianos de la empresa.

 

Estimular vs. recompensar

La investigación actual describe dos tipos distintos de líderes: el líder transformacional y el líder transaccional.

El líder transformacional estimula el interés entre los colaboradores, inspira una perspectiva diferente sobre el trabajo, genera conciencia sobre los objetivos de la organización, alienta el desarrollo de las mejores capacidades de las personas y las motiva a considerar los intereses del grupo por encima de los propios. Los cuatro componentes básicos del liderazgo transformacional son: la influencia, la motivación, la estimulación intelectual y la consideración individual.

El líder transaccional recompensa (y disciplina) sobre la base del desempeño. Valora las normas, la realización de las tareas asignadas y el cumplimiento. Pero, a diferencia del líder transformacional, para influir sobre el rendimiento de los empleados apela, en gran medida, a un sistema de premios y castigos.

Las investigaciones han encontrado que en comparación con el liderazgo transaccional, el liderazgo transformacional tiene mejores calificaciones en cuanto a la eficacia, la satisfacción y el rendimiento de los colaboradores. También han comprobado que los líderes transformadores más eficaces tienen un alto grado de inteligencia social y emocional. Estos elementos se consideran críticos para inspirar a los empleados y construir relaciones sólidas.

 

Inteligencia emocional y liderazgo

Daniel Goleman -reconocido psicólogo de la Universidad de Harvard- asegura que, si bien las cualidades asociadas tradicionalmente con el liderazgo tales como la inteligencia, la determinación y la visión son necesarias para el éxito, no son suficientes para formar un líder. Los líderes verdaderamente efectivos se distinguen por contar también con un alto grado de inteligencia emocional.

La inteligencia emocional se puede definir como la capacidad para percibir y entender las emociones, de acceder a ellas con el fin de ayudar a los procesos de pensamiento y de regularlos conscientemente para promover el crecimiento emocional e intelectual. Es una de las capacidades personales con las que debe contar un líder exitoso junto con las destrezas técnicas que requiera su función y las habilidades cognitivas necesarias.

De acuerdo con Goleman, pasaremos a describir las cinco características de la inteligencia emocional necesarias en el trabajo:

  • La autoconciencia

La autoconciencia es el ingrediente más importante de la inteligencia emocional. Significa tener una profunda comprensión de las propias emociones, fortalezas, debilidades, necesidades y motivaciones y de su efecto sobre los demás. Las personas que tienen una autoconciencia desarrollada  saben cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, saben autoevaluarse y son honestas consigo mismas.

Algunos individuos, conocidos como “alexitímicos”, no pueden determinar sus propias emociones y son incapaces de comunicar sus sentimientos ya sea mediante el lenguaje oral o la comunicación no verbal.

  • La autorregulación

La autorregulación es la capacidad para controlar o redirigir los impulsos negativos o el mal humor. Las personas que dominan sus sentimientos e impulsos generan un clima de confianza a su alrededor, son reflexivas, no toman decisiones apresuradas y piensan antes de actuar. Son flexibles y están abiertas al cambio.

Goleman destaca especialmente la importancia de la autorregulación en el liderazgo porque refuerza la integridad, algo que no solo es una virtud personal, sino también una fortaleza organizacional ya que muchas de las situaciones negativas que ocurren en las empresas son consecuencia de comportamientos impulsivos. Además, cuanto menos mal humor haya en la cúpula, menos negatividad habrá a lo largo de toda la estructura de la organización.

  • La motivación

Todos los líderes eficaces están altamente motivados y se apasionan por su trabajo. A las personas con potencial para el liderazgo las moviliza un profundo deseo interno de alcanzar las metas que se fijan por razones que van más allá de la retribución económica o el estatus.

Cuando las normas y los valores de la empresa se impregnan con los sentimientos y las emociones que animan a un líder altamente motivado, también se motiva a los colaboradores y se modela la identidad y la cultura de la compañía. Y es sabido que una persona que se apasionan por su tarea es una persona comprometida con la organización.

  • La empatía

La empatía es la habilidad para comprender, experimentar y tener en consideración las emociones y los sentimientos de las otras personas a través de señales sutiles, muchas veces no verbales. Es una herramienta particularmente importante para el trabajo en equipo, el diálogo intercultural y la necesidad cada vez mayor de retener el talento.

Las investigaciones muestran que las personas más empáticas son  más  sociables,  tienen  un  mayor  ajuste  emocional  y  son  evaluadas  mucho  más  positivamente  por  aquellos con quienes interactúan.

  • Las habilidades sociales

Para Daniel Goleman, la habilidad social es la culminación de las otras dimensiones de la inteligencia emocional. Las personas con habilidades sociales que entienden y controlan sus propios sentimientos y pueden tener empatía con los sentimientos de los demás son muy eficientes manejando relaciones. Son especialistas en la gestión de equipos y expertas en persuasión.

Las habilidades sociales permiten a los líderes aplicar su inteligencia emocional al trabajo para influir en los colaboradores y lograr que se lleven adelante las tareas.

Conclusiones

La inteligencia emocional -la capacidad de comprender y manejar los estados de ánimo y los sentimientos propios y ajenos- es un componente central de las habilidades de liderazgo, especialmente en el panorama del trabajo actual. El crecimiento del trabajo en equipo, el rápido ritmo de la globalización y la necesidad cada vez mayor de retener a los más talentosos hacen necesaria una perspectiva diferente sobre el concepto de liderazgo. Un líder emocionalmente competente tiene empatía, motivación y habilidades sociales, y es capaz de ganarse la confianza de los empleados, de intervenir positivamente en caso de conflictos, de alentar el desarrollo de las mejores capacidades de las personas y de influir en el rendimiento de la organización instalando un clima de trabajo positivo.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #78

Espacios para una colaboración exitosa

Espacios para una colaboración exitosa

A pesar de los enormes avances de la tecnología (y tal vez debido a eso), el mundo se ha vuelto demasiado complejo para las soluciones individuales. La movilidad, la flexibilidad y la colaboración están en el centro del panorama laboral actual y la oficina, lejos de estar en vías de extinción, se reconvierte. Hoy, la interacción entre las personas y los encuentros casuales representan un recurso valiosísimo para las empresas ayudando a promover el conocimiento y la creatividad. Para crear espacios de colaboración exitosos es imprescindible partir de un exhaustivo análisis sobre proximidad, accesibilidad, privacidad y funcionalidad junto con una cuidadosa selección de los estímulos adecuados. Los colores, las formas, el ruido y el layout, entre otros factores, tienen una influencia muy importante sobre la conducta de las personas por lo que también habrá que ajustar el equilibrio entre estimulación y tranquilidad para apoyar los diferentes tipos de colaboración.

El trabajo consiste en una amplia gama de tareas, muchas de las cuales implican interacciones con los demás. Se trata, básicamente, de una actividad social en la que colaboramos y actuamos en equipo dentro del marco de procesos complejos. La interacción con otras personas y los encuentros casuales en el lugar de trabajo representan un recurso valiosísimo que ayuda a promover el conocimiento y la creatividad, incluso en ausencia de comunicación verbal.

Actualmente, la naturaleza del trabajo está cambiando en forma acelerada gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, a la alta disponibilidad de los dispositivos móviles y a la ubicuidad de las redes, lo que hace posible trabajar en cualquier momento y desde cualquier lugar. Gracias a esta creciente movilidad, el trabajo ya no depende de que las personas estén ancladas al espacio físico para desarrollar sus tareas y muchos se han apresurado a extender el certificado de defunción de la oficina.

Sin embargo, existen muchas razones por las que la oficina sigue gozando de buena salud. La necesidad de colaboración, comunicación y socialización está en nuestra naturaleza; necesitamos compartir para ser más creativos. La psicología evolucionista puede darnos algunas respuestas.

Una especie social, cooperativa y flexible

El historiador Yuval Noah Harari ha trazado una cronología de nuestros orígenes desde hace 100.000 años para comprender el fundamento de muchas de nuestras tendencias y de nuestra cultura. He aquí algunos de los aspectos que mejor nos caracterizan como especie:

  • El homo sapiens es, ante todo, un animal social. En comparación con otras especies, los humanos nacemos muy desvalidos, lo que nos hace dependientes del cuidado de los adultos durante muchos años hasta completar nuestro desarrollo. Para criar un humano hace falta una tribu y esto ha contribuido enormemente a la evolución de nuestras capacidades sociales. La cooperación social es la base para la supervivencia y la reproducción de la especie. La adquisición del lenguaje fue una de las claves para lograrlo y abrió una vía rápida para el desarrollo cultural.
  • El homo sapiens es un animal débil cuya ventaja es cooperar. A pesar de no estar particularmente bien dotados físicamente, en poco tiempo los sapiens lograron escalar desde la zona media hasta el tope de la cadena alimenticia gracias al desarrollo de técnicas de caza basadas en la cooperación entre muchos individuos y, quizás, entre diferentes bandas.
  • El homo sapiens ha desarrollado una cultura. Mientras que los patrones de comportamiento de los humanos arcaicos permanecieron inalterables durante millones de años, el homo sapiens ha desarrollado una cultura y puede transformar sus estructuras sociales, la naturaleza de sus relaciones interpersonales, sus actividades económicas y toda una serie de comportamientos en tan solo el curso de una década o dos.
  • El homo sapiens prefiere las condiciones de su ambiente natural. El homo sapiens se adecua a un principio básico de la evolución de todos los seres vivos: todas las especies prefieren el ambiente en el que sus genes fueron ensamblados y gravitan hacia él. Este proceso se denomina “selección de hábitat”.

Desde esta perspectiva evolutiva se puede ver que el hombre ha pasado increíblemente poco tiempo como trabajador del conocimiento en un entorno artificial en comparación con los millones de años pasados como cazador-recolector. Nuestros procesos psicológicos están más adaptados al ambiente natural de la sabana africana que a estar sentados en una oficina.

Las lecciones que debemos aprender a partir de estos conocimientos nos pueden ayudar a diseñar oficinas capaces de satisfacer las necesidades psicológicas básicas del homo sapiens que aún somos: ambientes estimulantes y en contacto con la naturaleza que nos ayuden a satisfacer mejor nuestra natural necesidad de socializar, colaborar y compartir.

La colaboración en la era de Internet

Las nuevas modalidades de trabajo requieren mayor colaboración y trabajo en equipo. La alta movilidad de los empleados y el avance de las tecnologías de la comunicación hacen que la oficina se esté transformado más en un lugar de encuentro e interacción personal.

Mientras que los escritorios de las oficinas tradicionales suelen estar vacíos durante gran parte de la jornada, las investigaciones muestran que se necesita cada vez más espacio para los equipos de trabajo, los proyectos o las presentaciones, y las salas de reuniones casi nunca están disponibles. Esto indica que los tipos de espacio que la gente necesita para el tipo de trabajo que se realiza actualmente también están cambiando.

Pero, al mismo tiempo, la propia naturaleza de la colaboración se transforma. Con equipos de trabajo cada vez más dispersos y una gran cantidad de tecnologías al servicio de la comunicación a distancia, hoy asistimos a un gran crecimiento de la colaboración virtual en detrimento de las reuniones cara a cara. Y, si bien es cierto que los equipos virtuales pueden ser igualmente productivos, lo cierto es que la colaboración presencial es, por lo general, más eficaz y satisfactoria.

El poder de la comunicación no verbal

Las relaciones cara a cara se diferencian de las virtuales en que en las primeras interviene el poderoso mecanismo de la comunicación no verbal, el cual incluye diferentes signos paralingüísticos (intensidad y tono de la voz, volumen, fluidez, etc.) y no verbales.

De acuerdo con las investigaciones clásicas el 55% de la comunicación es no verbal mientras que el 38% incluye el tono de voz y solo el 7% está en relación con las palabras y el contenido. De esto se infiere que la comunicación no verbal es claramente un componente clave para una interacción y una colaboración exitosas que solo se da en los encuentros cara a cara.

La comunicación no verbal es muy compleja e involucra gran cantidad de mecanismos inconscientes tales como los gestos, el lenguaje corporal, la postura, la expresión facial, el contacto visual, las feromonas, la proxémica, la cronémica y el paralenguaje.

Se añade a esto una amplia variedad de mecanismos culturales tales como la ropa, la disposición de los asientos, la presentación, etc. La mayoría de estas comunicaciones sociales específicas de la cultura son conscientes y, a menudo, son manipuladas por las personas para lograr un efecto específico. Sin embargo, en muchas situaciones sociales las señales no lingüísticas son tan importantes como los contenidos propiamente dichos. El tono de voz y el estilo prosódico se encuentran entre las más poderosas de estas señales sociales a pesar de que (y tal vez porque) las personas no son, por lo general, conscientes de ellas.

Por lo tanto, aunque la interacción virtual puede ser valiosa, no es un sustituto de la interacción cara a cara. Además, el aumento del trabajo a distancia ha demostrado la importancia de la colaboración presencial para estimular la motivación, para la formación de equipos, la tutoría y el desarrollo de un sentido de pertenencia y lealtad a la empresa.

Los beneficios de la proximidad

Las investigaciones muestran que la proximidad física aumenta la probabilidad de colaboración. Cuando la gente trabaja en el mismo lugar físico se necesita un esfuerzo relativamente pequeño para interactuar con otras personas al mismo tiempo que aumenta la frecuencia de la comunicación, de los encuentros fortuitos y de las conversaciones informales. Algunas de las mejores decisiones y percepciones provienen de las charlas de pasillo y cafetería, de conocer gente nueva, y de las reuniones improvisadas.

A fines de los 70, Thomas Allen, profesor de psicología organizacional del MIT, descubrió que la interacción entre los trabajadores disminuía exponencialmente con la distancia entre sus oficinas; un efecto conocido popularmente como “curva de Allen”. El estudio reveló que hay una fuerte correlación negativa entre la distancia física y la frecuencia de la comunicación entre los puestos de trabajo. Y a pesar de que el mismo se llevó a cabo en una época en la que las comunicaciones móviles no habían aparecido, una reciente actualización demuestra que aún hoy esto sigue vigente.

La proximidad física facilita incluso las reuniones planificadas. Al estar en el mismo entorno, eventualmente es posible recoger información sobre la disponibilidad de los otros. Uno puede aprender, por ejemplo, si alguien está ocupado, si la luz está encendida en una oficina, o si una sala de reuniones está libre.

En busca del mejor diseño para colaborar

Desde hace varias décadas, algunos estudios vienen proponiendo un cambio en el eje del diseño de los espacios de trabajo desde los puestos individuales hacia las áreas de actividad compartida que permitan la colaboración y las interacciones espontáneas y/o accidentales.

De acuerdo con una investigación realizada por Herman Miller, el 70% de las empresas que ha reformulado su espacio de trabajo ha incrementado los espacios de colaboración y el 50% ha aumentado la cantidad de las salas de conferencias.

Los espacios de colaboración e intercambio más eficaces son aquellos que reúnen a la gente y eliminan las barreras físicas al mismo tiempo que brindan la privacidad suficiente como para que las personas no teman que alguien pueda escucharlas o interrumpirlas. Pero no hay que perder de vista que cada organización y cada oficina tiene necesidades diferentes que no solo dependen de su actividad sino también de su cultura. Cada espacio de trabajo es único y su configuración debe ser lo suficientemente flexible como para apoyar la interacción y los cambios en el flujo de trabajo.

Los espacios de colaboración deben considerar cómo el diseño, el mobiliario y la tecnología pueden soportar varios modos de comunicación para lograr un espacio eficiente que esté disponible como y cuando sea necesario. He aquí algunos principios de diseño para la creación de espacios de colaboración exitosos:

  • Diseño del espacio

Para lograr un diseño que facilite la comunicación y el encuentro entre las personas se debe promover el tránsito hacia los espacios comunes y ofrecer a la gente motivos para permanecer allí. Las áreas ubicadas centralmente y que contienen recursos compartidos tales como fotocopiadoras y máquinas de café, cumplen bien con este propósito. Por el contrario, los espacios con muchas áreas cerradas, pasillos y poco espacio común desalientan la interacción.

El diseño de un espacio de colaboración también puede involucrar la necesidad de privacidad: la necesidad de controlar las condiciones del entorno y la interacción social con los demás. Esto significa proveer una variedad de áreas de trabajo que ofrezcan distintas posibilidades y un equilibrio adecuado entre lo social y lo privado.

Las  salas de reuniones cerradas, aunque proporcionan mayor protección visual y acústica, son menos flexibles y crean una barrera que desalienta los encuentros casuales. Sin embargo, estos inconvenientes pueden ser atenuados mediante el uso de particiones desmontables y mobiliario flexible.

Los espacios semicerrados, por otra parte, ofrecen una alternativa más privada que los espacios abiertos a través de separadores tales como particiones móviles o cortinas de materiales ligeros (textiles, maylar, etc.). Estas soluciones otorgan una gran flexibilidad e independencia de la infraestructura física y mayor privacidad visual. Sin embargo,  cuentan con una performance acústica más pobre que las salas cerradas.

  • Proximidad y accesibilidad

Como la frecuencia de la comunicación disminuye con la distancia, la proximidad de los espacios de interacción y colaboración con los grupos de trabajo es primordial. No menos importante es la facilidad de acceso y la visibilidad de estos espacios, los cuales deben  estar situados estratégicamente dentro de la planta y convenientemente señalizados.

  • Materialidad

Los colores estimulan diferentes áreas del sistema nervioso autónomo; a pesar de las importantes diferencias culturales, todos compartimos respuestas similares al color. El ritmo cardíaco y la presión sanguínea aumentan cuando miramos rojos intensos; en cambio, podemos sentirnos cansados o ansiosos al mirar grandes superficies de blanco brillante.

Al elegir los colores de un espacio es importante considerar las sensaciones y reacciones que esos colores producen para lograr un resultado armónico en función de la experiencia que se quiere provocar. Algo similar sucede con el ruido: el ruido excesivo (o la falta de él) puede tener un efecto tangible en la productividad y la motivación.

Como no existe una solución única para todas las tareas, es importante entender qué tipo de ambiente es el más beneficioso en las diferentes áreas de colaboración. Pero, como siempre, la clave está en proporcionar una cantidad equilibrada de espacios estimulantes (ruidosos y de colores intensos) junto con áreas más tranquilas (silenciosas y de colores desaturados) para apoyar diferentes estilos y tareas.

  • Equipamiento

Las actuales necesidades de comunicación y colaboración han obligado a que las divisiones de la oficina se hagan cada vez más flexibles. La necesidad de una rápida adaptación de los ambientes al nuevo flujo de trabajo hace que los sistemas de tabiques móviles sean una buena solución: son reconfigurables, admiten una gran variedad de terminaciones y brindan la posibilidad de integrar pizarras, tableros, estantes y puertas corredizas, entre otras cosas.

Los muebles rodantes permiten trasladarlos de acuerdo con las necesidades de colaboración que imponga la tarea. Este tipo de mueble (cajoneras, mesas y hasta puestos de trabajo completos) resulta versátil, multifuncional, de fácil desplazamiento y aplicable a distintos tipos de situaciones.

  • Tecnología

Para facilitar la colaboración virtual las organizaciones deberán contar con la infraestructura apropiada y garantizar que los recursos sean accesibles. Se debe poder acceder fácilmente a la información almacenada, reservar una sala de conferencias, una sala de reuniones, realizar videoconferencias, etc.

Para ello resulta indispensable saber cómo y cuándo se están utilizando los espacios compartidos y  contar con aplicaciones que manejen la agenda y la reserva de los espacios de reuniones, con la condición de que estas también sean accesibles desde cualquier dispositivo conectado a Internet.

Dado que no siempre será posible reunir a todos los miembros del grupo de trabajo en el mismo espacio físico, será de gran utilidad contar con salas para videoconferencia y telepresencia. De este modo se evitan los gastos y la pérdida de tiempo que implica el traslado físico de las personas.

Los espacios de colaboración requieren una tecnología básica, transparente e intuitiva para que la información puede ser aprendida y compartida fácilmente: un equipo básico audiovisual, teléfonos para teleconferencia y buena conectividad WiFi junto con información clara sobre los controles y  su modo de utilización.

Conclusiones

La alta movilidad y la posibilidad que brinda la tecnología de trabajar en cualquier momento y desde cualquier lugar hacen que la oficina sea cada vez más un lugar de encuentro e interacción personal; de esta manera, la actividad social se convierte en la función más importante del espacio físico. Un diseño riguroso y detallado nos permitirá contar con espacios de colaboración eficientes, dotados de una profusa tecnología, infraestructura flexible y configuraciones versátiles. Espacios de este tipo serán un factor crítico para el éxito de la organización.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #78

Cambio de hábitos

En un mundo que depende cada vez más del suministro de energía hacen falta soluciones sostenibles e innovadoras para poder seguir evolucionando. Debemos preparar el terreno para las generaciones futuras cambiando los patrones de consumo de forma responsable y eficiente. Resulta más barato modificar nuestros hábitos y conductas, la forma en la que vivimos y trabajamos, que construir nuevas instalaciones destinadas a la producción y generación eléctrica. Desde esta perspectiva, la oficina representa una importante oportunidad para optimizar el uso de la energía. La incorporación de la tecnología, la adopción de nuevas modalidades laborales, la eficiencia en el diseño y el uso del espacio de trabajo junto con el compromiso de los colaboradores, constituyen la forma más rápida, económica y simple de reducir el consumo de energía y cuidar los recursos del planeta.

Todos los eventos que nos han hecho progresar tan espectacularmente se concentran en los últimos 10.000 años. Avanzamos cada vez más rápido, multiplicando nuestros conocimientos de un modo exponencial  y todo ese avance se debe al aprovechamiento de la energía.

En el lapso de dos siglos, la energía eléctrica se ha convertido en una parte indispensable de la vida moderna -especialmente en zonas urbanas de alta densidad de población- ya que de ella dependen muchos servicios básicos tales como el suministro de agua potable, el funcionamiento de los ascensores, el transporte público, el sistema de señalización, la iluminación, la producción y conservación de alimentos, la seguridad, la banca, etc. Demás está decir que, sin energía, tampoco habría Internet ni red de telefonía y que los dispositivos móviles serían inservibles.

La mayor parte de nuestras actividades -toda nuestra forma de vida- depende de un suministro constante de energía. Incluso una falta temporal puede llevar al caos en las estaciones de tren, los aeropuertos, los hospitales y la vida económica de un país.

Pero la cantidad de energía que se gasta no depende únicamente del número y la calidad de los equipos que se tengan sino también del uso que hagamos de ellos. Es importante cambiar todo el modelo de vida que se ha creado sobre las bases de una disponibilidad infinita de recursos porque, sin la participación y el compromiso de las personas, ninguna medida de eficiencia energética será exitosa.

Un nuevo modelo

Hasta principios de la década del 70 la energía parecía inagotable. Sin embargo, actualmente el abastecimiento energético representa una preocupación no solo para el presente sino también para el abastecimiento de las generaciones futuras.

Cuando consideramos que los edificios comerciales son responsables del 40% del consumo mundial de energía y del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, se comprende que los esfuerzos deben estar dirigidos a mejorar la forma en la que los construimos y operamos. La buena noticia es que hay una gran oportunidad de ahorro y eficiencia energética en varias áreas.

Hoy, la gente no necesita ir a la oficina para trabajar. Los nuevos estilos laborales permiten realizar tareas desde la casa o desde terceros lugares más próximos a la vivienda. Así, la necesidad de espacio en la oficina disminuye y solo se usa para reuniones. Los equipos de trabajo se comunican gracias a una amplia gama de herramientas de comunicación digital y el entorno de trabajo se virtualiza.

Usar menos espacio (o no aumentar la superficie ocupada) es una manera sumamente efectiva de reducir al mínimo el impacto ambiental de una organización. Un edificio que ocupa menos espacio significa menos uso de energía, menos emisiones de carbono, menos residuos y menos consumo de recursos naturales.

 

Además, con una parte de la fuerza laboral que realiza sus tareas de manera remota, se pueden evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro en transporte y disminución de la polución ambiental.

Para poner en contexto la importancia de reducir los desplazamientos basta decir que mientras se estima que el 21% de las emisiones globales de CO2 es generado por el transporte, el  total de los edificios (incluyendo residenciales y comerciales) son responsables solo por el 13,5%.

La tecnología, además de facilitar los procesos de la organización, puede ayudar a controlar el entorno físico para proveer eficiencia energética y confort. Los sistemas de automatización de los edificios inteligentes pueden controlar, operar y comunicar infinidad de dispositivos: control de ocupación, de ventilación, de programación y zonificación de los sistemas de climatización, de iluminación, etc.

En resumen, la optimización del uso del espacio, el teletrabajo, la menor cantidad de viajes, la reducción del uso de papel, el aprovechamiento de la luz natural, la automatización de los controles de las instalaciones, entre muchas otras iniciativas, son estrategias que ayudan a hacer un uso eficiente y responsable de los recursos. La oficina es una gran consumidora de energía, por lo que el objetivo principal será garantizar la optimización de toda su operación sin sacrificar el confort y el bienestar de las personas.

El factor humano

Aunque hoy existe una mayor sensibilización de la opinión pública frente a la necesidad de hacer un uso eficiente y racional de la energía, lo cierto es que una gran parte del éxito de las medidas de eficiencia energética que se adopten en una organización dependerá del comportamiento y los hábitos de los usuarios directos: los empleados. Por ello resulta esencial hacerlos partícipes del compromiso adoptado por la compañía para reducir el consumo energético e involucrarlos activamente desde el principio, mediante una comunicación efectiva.

Las investigaciones sobre el comportamiento del consumidor señalan que el vínculo entre las medidas de eficiencia energética y las prácticas del usuario es de vital importancia. Las intervenciones tecnológicas tienen un impacto menor y son más caras de implementar si se llevan a cabo de forma aislada, sin ningún tipo de programa dirigido a fomentar el cambio de conducta.

Los principales factores que, según estos estudios, influyen sobre las pautas del consumidor se clasifican en: actitudes (normas, valores y creencias), contexto social (amigos, familia, trabajo, organizaciones, etc.), contexto ambiental (social, político, cultural, etc.), capacidades personales (conocimientos, educación, nivel socioeconómico) y hábitos o rutinas. Sobre estos últimos habrá que trabajar especialmente ya que la mayor parte de los hábitos son prácticas determinadas socialmente sobre las que no suele haber una reflexión crítica. Desarticularlos puede ser una tarea difícil, pero no imposible.

La Universidad de Sussex desarrolló un modelo para comprender el comportamiento del consumidor relacionado con el uso de la energía que sugiere que cuanto más fuerte es el hábito, menos se reflexiona sobre él. El hábito de viajar en auto al trabajo en lugar de usar el transporte público o ir en bicicleta, es un claro ejemplo de esto.

Otro aspecto de importancia a la hora de implementar cambios en los hábitos de consumo de las personas surge de un reporte de la Agencia Europea de Energía, el cual revela que sin un marco de referencia adecuado, los consumidores no pueden saber si su gasto es excesivo. Esto implica que la comunicación y la retroalimentación continua es esencial para una modificación duradera en el comportamiento.

Dentro del marco organizacional, la promoción del ahorro energético plantea un desafío particular  ya que los empleados normalmente no tienen ningún incentivo financiero directo para reducir el consumo de energía y rara vez tienen acceso a la información con respecto a su nivel de gasto, además de que cada uno cuenta con sus propios hábitos y pautas personales.

No obstante, es posible establecer intervenciones relativamente simples y fáciles de implementar. La puesta en práctica de un programa de “educación entre pares” -técnica que ha demostrado ser exitosa en la promoción de la salud- puede ayudar a difundir información sobre cómo y por qué es importante conservar la energía, como así también puede contribuir a fomentar una serie de buenas prácticas tendientes a reducir el consumo entre los empleados.

Este enfoque resulta eficaz porque los pares pueden captar una mayor atención por parte de los empleados, y al mismo tiempo son percibidos como más confiables en el contexto de este tipo de intervenciones.

¿Hacia dónde vamos?

Cada vez existe mayor conciencia del impacto que las actividades humanas tienen sobre el medio ambiente. Las empresas se han hecho eco de esta preocupación incorporando políticas activas en cuanto a la responsabilidad que les compete. Los problemas energéticos, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación ambiental y el aumento de los residuos pueden tener un impacto negativo sobre el modo en el que funcionan las organizaciones.

Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, la creación de entornos de trabajo flexibles aparecerá como la solución más sostenible para que las organizaciones puedan satisfacer sus necesidades de manera más sustentable.

Si a esto le sumamos que una parte de la fuerza laboral puede realizar sus tareas de manera remota, se podrían evitar los desplazamientos diarios hacia el lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de energía en transporte y disminución de la polución ambiental.

La eficiencia energética es la forma más rápida, económica y simple de reducir los costos y el consumo de energía en la oficina. Los estudios realizados por el INTI-Energía y otras instituciones en los últimos años han demostrado que es posible obtener ahorros cercanos al 20% del consumo de combustibles y energía eléctrica en casi cualquier instalación, sin realizar inversiones.

El viejo modelo de oficina basado en una disponibilidad ilimitada de recursos ya no es una alternativa válida. Cuanto antes comencemos a adoptar los nuevos imperativos energéticos y de sustentabilidad, en mejores condiciones estaremos para adaptarnos a los cambios que se irán produciendo, y para afrontarlos con éxito. Para construir una civilización próspera hace falta energía. Pero para poder seguir evolucionando necesitamos que la energía se use de manera racional y responsable.

El cerebro humano evolucionó para comprometerse emocionalmente solo con un pequeño trozo de geografía, una banda limitada de parientes y dos o tres generaciones en el futuro. No ver más allá -a pesar de que tenemos la capacidad para hacerlo- parece ser parte del legado del hombre paleolítico. El gran dilema ético que deberemos resolver hoy como especie surge del conflicto entre estos valores a corto plazo y los valores basados en una visión de un futuro transgeneracional más distante. Porque a pesar del impresionante progreso científico y tecnológico actual, lo cierto es que dependemos de los recursos naturales de la Tierra para sobrevivir”.

Edward O. Wilson

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #78

Mercado Libre: Oficinas de Chile y Argentina

MercadoLibre es la plataforma de comercio electrónico más importante de América Latina. Opera en casi todos los países de la región, donde millones de usuarios compran y venden productos cada día a través de Internet. El incesante crecimiento de la compañía que comenzó sus operaciones en 1999, la ha llevado a establecer numerosas sedes a lo largo de todo el continente para dar soporte a sus actividades. Y Contract Workplaces ha acompañado este sostenido desarrollo concretando muchas de las oficinas de MercadoLibre en la región de acuerdo con el modelo que caracteriza a la cultura de la empresa: espacios abiertos y flexibles sin distinción de jerarquías para facilitar la comunicación, mejorar el bienestar y la productividad de las personas y generar el mejor clima. Solo así la gente está dispuesta a emprender y dar lo mejor de sí.

A más de una década y media de su lanzamiento, MercadoLibre tiene presencia en casi todos los países de América Latina, cuenta con cerca de 150 millones de usuarios registrados, más de 2.600 empleados y cotiza en el Nasdaq. Es evidente que semejante crecimiento no se ha hecho improvisando; hace falta una sólida estrategia de workplace para sostenerlo, tarea a la que Contract Workplaces, como desarrollador de varias de sus sedes, no ha sido ajeno.

Cada oficina –asegura Lucila Siboldi Bengolea, Supervisora de Office Management de MercadoLibre– es parte de un ecosistema que refleja la cultura de la empresa: los espacios son abiertos y no jerárquicos, y todas las posiciones cuentan con idénticos puestos de trabajo con la misma calidad y modelo de silla. Los únicos ambientes cerrados son los de uso común: salas de reuniones equipadas con sistemas de videoconferencia, meeting box para reuniones espontáneas, phone booths para reuniones de 2 personas o para llamadas telefónicas, etc.

Sin duda, el espacio de trabajo cumple un papel clave en el fortalecimiento de los valores corporativos de MercadoLibre, ayuda a enfatizarlos y los hace visibles. Para ello, el trabajo de excelencia que brindan los colaboradores, subraya Siboldi, tiene que contar con el mejor ambiente y las mejores condiciones. Solo así la gente puede desarrollar todo su potencial para emprender y dar lo mejor de sí.

Si bien cada mercado tiene su propio estilo, Siboldi afirma que la forma de trabajo es la misma en todos los países donde opera la compañía, donde rigen idénticos valores de excelencia, honestidad y orgullo de pertenecer a la empresa. Sin embargo, las diferencias culturales se reflejan en la elección de la paleta de colores y el tratamiento estético. Así, en la oficina de Alem en Buenos Aires, por ejemplo, se intervinieron tres paredes para enfatizar los pilares clave de la atención al cliente –la actividad central de la sede– mientras que en Chile la propuesta conceptual se gestó a partir de la idea de parque urbano, donde los espacios centrales evocan la plaza como ámbito de reunión.

A la hora de elegir el emplazamiento de una nueva locación, los valores por m² y el costo operativo no son  los únicos parámetros a tener en cuenta. El lugar de residencia de los colaboradores, el acceso al transporte público, la calidad del edificio y del entorno son datos cruciales.  La posibilidad de tener buenas vistas y terrazas o expansiones accesibles también ha demostrado ser enormemente valorada por los empleados, nos cuenta Siboldi.

La empresa también le presta especial atención a todos los temas relacionados con la sustentabilidad: distribución de los puestos de trabajo en el perímetro de la planta para aprovechar la luz natural, sensores de presencia para controlar la iluminación y políticas de separación de la basura, iniciativa en la que se están consiguiendo importantes logros.

Pero lo más importante para la compañía es que, independientemente de la unidad de negocios o del mercado al que pertenezcan, todos los integrantes de MercadoLibre cuentan con los mismos elementos, ocupan el mismo espacio y tienen las mismas posibilidades para expresar su potencial. Y este concepto se refleja en cada una de sus oficinas: un espacio de trabajo abierto, horizontal y flexible donde la comunicación, la colaboración y el emprendimiento juegan un papel fundamental.

 

Santiago de Chile

Las nuevas oficinas de MercadoLibre en Santiago de Chile ocupan tres plantas de un moderno edificio en la zona de Las Condes. De acuerdo con los requerimientos del cliente, la propuesta debía enmarcarse dentro del carácter regional de la empresa, pero al mismo tiempo debía expresar innovación, originalidad y vanguardia. El diseño se basó en estos conceptos para lograr un espacio de trabajo donde el encuentro, la colaboración y el esparcimiento son los protagonistas.

La propuesta conceptual se gestó a partir de la idea de parque urbano. El contexto local, las generosas vistas y la existencia de terrazas en el piso 22° jugaron un papel importante en la ambientación y la elección de las terminaciones para la nueva propuesta. Se buscó proyectar el espacio exterior circundante hacia el interior de la oficina.

A fin de potenciar la cultura organizacional de MercadoLibre basada en el trabajo en equipo y con una fuerte impronta en la comunicación a puertas abiertas, el diseño del espacio se organizó en open plan en todos los niveles.

Los puestos de trabajo se ubicaron a lo largo de todo el perímetro de la planta en una configuración serpenteante, dando lugar a un ambiente dinámico que fomenta la creatividad y la colaboración. Los espacios de concentración de carácter privado y los puntos de encuentro les dan apoyo a las diferentes tareas.

De acuerdo con el requerimiento del cliente de contar con áreas de esparcimiento, en las terrazas del piso 22° se ubicaron áreas de descanso, una parrilla y espacio para una huerta. La terraza del contrafrente se diseñó como área deportiva que cuenta, entre otras novedades, con un muro para escalada.

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Ficha técnica:

Cliente: MercadoLibre Chile

Ubicación:  Av. Apoquindo 4820, pisos 20°, 21° y 22° – Las Condes.

Plazo de ejecución: 120 días.

Año de ejecución: 2016.

Superficie: 2.100 m².

Proyecto y dirección de obra: Contract Workplaces Chile.

Gerente de arquitectura: Consuelo Larrea.

Dirección General: Valentina Supán, Cristián Alvarado.

Arquitectos encargados del proyecto: Macarena Fournies, Alejandro García.

Colaboradores del proyecto: Andrés Hidalgo.

Dirección de obra: Esteban Castro.

Diseño gráfico:  Camilo González.

Fotografía: James Florio.

 

Buenos Aires

Las oficinas de MercadoLibre en la Av. Leandro N. Alem ocupan los tres últimos pisos del edificio –10°, 11° y 12°– completando un total de 2.100 m2. Dado que las plantas están afectadas por un retiro obligatorio estipulado por el Código de Edificación, todas cuentan con amplias terrazas que le confieren una mayor riqueza al espacio de trabajo.

El eje conceptual del proyecto se desarrolló en torno a la conectividad de la empresa con sus usuarios. El uso de formas y materiales calados que evocan redes, mallas y tejidos junto con el empleo de colores vibrantes le dio soporte material al planteo.

En concordancia con el modelo establecido por la empresa, las plantas se organizan en open plan y carecen de despachos privados. Además, independientemente de la jerarquía, todas las posiciones  cuentan con idénticos puestos de trabajo y con la misma calidad y modelo de silla.

A fin de aprovechar la mayor cantidad de luz natural, los puestos operativos se ubicaron en el perímetro de la planta mientras que los meeting rooms, quiet rooms y salas de reuniones se situaron adyacentes al núcleo, generando de esta manera una circulación interna que da acceso a los locales sanitarios y de servicios.

En el piso 11° –el corazón del proyecto– se ubicaron la recepción, el data center y el comedor sobre el frente de la Av. Alem en relación directa con la terraza. Esto permite el aprovechamiento de unas amplias vistas sobre la Plaza Roma y la zona de Puerto Madero.

En los pisos 10° y 12° se ubicaron las Salas de Capacitación y los puestos operativos. En ambos niveles las terrazas se aprovecharon a modo de expansión de los coffee corners.

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Ficha técnica:

Cliente: MercadoLibre Argentina.

Ubicación: Av. Leandro N. Alem 518, pisos 10° 11° y 12°, CABA.

Plazo de ejecución: 80 días.

Año de ejecución: 2015.

Superficie: 2.100 m².

Proyecto y dirección de obra: Contract Workplaces Argentina.

Gerente de proyecto: Fernando Marconi.

Dirección general: Marcelo Abella.

Arquitectos encargados del proyecto: Fernando Marconi, Marcos Gette y Maite Dabadie.

Colaboradora del proyecto: Ana Trybiarz.

Dirección de obra:  Ana Korman y Daniel Bellofatto.

Diseño gráfico: Ana Trybiarz.

Fotografía: Andrés Negroni.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #79

La llegada de las máquinas inteligentes

Las nuevas tecnologías informáticas cognitivas se están desarrollando rápidamente y, aunque todavía no están ampliamente difundidas, su llegada anuncia vientos de cambio no solo en el lugar de trabajo sino también en la naturaleza misma del trabajo. Diseñadas para adaptarse y comprender la complejidad  de la información no estructurada, pueden leer textos, ver imágenes y escuchar la voz natural, interpretar la información, organizarla y ofrecer hipótesis posibles. De esta manera, liberan a las personas de las tareas rutinarias para que puedan desarrollar todo su potencial creativo. El análisis de grandes cantidades de datos, la creación de contenidos, el reconocimiento facial, los vehículos autónomos, los asistentes virtuales, entre muchas otras aplicaciones que están emergiendo, forman parte de esta nueva tecnología. Dentro de pocos años, los asistentes personales inteligentes tales como Siri, Cortana o Google Now serán la norma en la oficina.

Desde la Revolución Industrial y hasta hace algunas décadas, la mayor parte del trabajo en fábricas y  oficinas era repetitivo y rutinario. Sin embargo, la evolución tecnológica cambió este panorama por completo: a partir de su irrupción, las máquinas comenzaron a reemplazar a las personas en muchos ámbitos de la producción de bienes y servicios.

Actualmente, una nueva generación de máquinas está aprendiendo a realizar los procesos humanos resolviendo problemas complejos y permitiendo a las personas abocarse a tareas más exigentes que requieren habilidades tales como la colaboración, la creatividad, la empatía y la construcción de relaciones.

Las tecnologías informáticas cognitivas se están desarrollando tan rápidamente que pronto el lugar de trabajo  se transformará definitivamente.

Las máquinas que aprenden

De acuerdo con un informe de IBM, la computación cognitiva abarca los sistemas que, en lugar de ser programados de forma explícita, aprenden y razonan a partir de su interacción con las personas y de su experiencia con el entorno.

No ofrecen respuestas a problemas numéricos sino hipótesis, razonamientos y recomendaciones sobre cuestiones complejas.  Para ello se basan en probabilidades a partir del análisis de grandes conjuntos de datos no estructurados tales como mensajes de correo electrónico, mensajería instantánea, redes sociales, archivos de imágenes, de música, de voz, etc. Pueden aprender de sus errores y mejoran con el entrenamiento y el uso continuados.

Muchos de los productos y servicios que utilizamos a diario, desde la publicidad personalizada de los motores de búsqueda y los traductores automáticos hasta el reconocimiento facial en las redes sociales y los teléfonos inteligentes, todos están empezando a incorporar este tipo de tecnología. También la podemos encontrar en otras áreas de la actividad económica tales como los servicios bancarios, el marketing, el retail, la seguridad, los call centers, etc. Y si bien la mayoría de las aplicaciones están diseñadas con un alcance limitado, destinado a un determinado servicio, todas utilizan las capacidades básicas de la computación cognitiva.

Pero el verdadero potencial de esta tecnología se alcanzará combinando la capacidad técnica de las máquinas junto con las cualidades humanas únicas tales como el sentido común y los valores éticos.

El informe de IBM también puntualiza algunas de las cualidades fundamentales de los sistemas cognitivos:

+ Pueden crear una intensa relación con las personas. Son capaces de interactuar con la gente en función de sus preferencias personales utilizando los datos disponibles (geolocalización, historial de transacciones, registros electrónicos, etc.). Aprenden continuamente y se vuelven cada vez más naturales, predictivos y emocionalmente correctos.

+ Ayudan a incrementar la especialización. El conocimiento de cada profesión se expande a un ritmo cada vez más veloz, lo que hace difícil mantenerse al día con las novedades. Los sistemas cognitivos asisten a las organizaciones en la necesidad de mantener el ritmo, ayudando a los profesionales a mejorar su rendimiento.

+ Hacen posible el surgimiento de nuevos productos y servicios. Conocer y aprender de los usuarios y del mundo que los rodea ayuda a comprender sus necesidades.

+ Agilizan los procesos y las operaciones. Permiten aprovechar la información proveniente de fuentes tanto internas como externas. Esto incrementa el conocimiento del entorno en el que se mueve la empresa, lo que lleva a una mejor previsión y una mayor eficacia operativa junto con la toma de decisiones en tiempo real.

+ Ayudan a desarrollar la exploración y el descubrimiento. La aplicación de tecnologías cognitivas para Big Data ayuda a las empresas a revelar patrones y a descubrir oportunidades que, de otra forma, sería prácticamente imposible hallar.

Tal como ha sucedido históricamente con todas las tecnologías emergentes, la computación cognitiva va a cambiar la naturaleza del trabajo. Nos ayudará a realizar algunas tareas más rápido y con mayor precisión lo que redundará en procesos más baratos y eficientes. Pero también, como en otras épocas, dará lugar a la necesidad de nuevas habilidades, lo que nos obligará a adaptarnos y evolucionar.

Aplicaciones de la tendencia

De acuerdo con un informe de McKinsey, el dominio de aplicación de las nuevas tecnologías cognitivas abarcaría las siguientes áreas:

+ Recopilación y búsqueda de información. Los avances en el procesamiento del lenguaje natural y la comprensión contextual permiten buscar información y descubrir patrones y relaciones con increíble velocidad y eficiencia. Pueden llevar a cabo búsquedas relevantes (por ejemplo, reseñas de productos y mensajes de los clientes en las redes sociales), imposibles para los seres humanos.

+ Automatización de la comunicación. Muchos puestos de trabajo relacionados con la comunicación interpersonal se están automatizando con sistemas que comprenden el lenguaje y el procesamiento del habla. Las aplicaciones de traducción integradas en los teléfonos inteligentes y en los navegadores Web pronto podrían permitir hablar en un idioma extranjero desde las aplicaciones.

+ Resolución de problemas. Los avances en el análisis de Big Data y el desarrollo de tecnologías que permiten discernir patrones dentro de esta información, hacen posible procesar grandes conjuntos de datos en tiempo real.

+ Creación y síntesis de contenidos. Hoy existen sistemas capaces de crear contenido estructurado sobre la base de reglas simples. Narrative Science, por ejemplo, es un servicio que genera contenido de forma automática a partir de datos y documentos técnicos; Yahoo! ha adquirido  Summly, una aplicación de noticias que utiliza un algoritmo para resumir las novedades para sus abonados.

+ Asistentes personales. Los sistemas de aprendizaje automático están dando lugar a una serie de máquinas inteligentes entre las que se encuentran los asistentes personales virtuales, los cuales actúan de manera semiautónoma a través de comandos de voz (Cortana de Microsoft, Siri de Apple, Google Now de Google, entre los más conocidos). El sistema opera como un colaborador que se convierte en la interfaz principal del usuario, permitiéndole interactuar con las aplicaciones y los botones del dispositivo a través de la voz, al mismo tiempo que aprende de sus patrones habituales.

Conclusiones

Mientras que en el pasado la automatización se limitaba a las tareas rutinarias, actualmente existen sistemas capaces de sustituir fácilmente el trabajo humano dentro de una amplia gama de tareas cognitivas no rutinarias. Este progreso se ve favorecido por la creciente producción de una cantidad de datos cada vez más grande y compleja conocida como Big Data.

A medida que estos sistemas se apliquen a más tipos de trabajo del conocimiento, las empresas tendrán la oportunidad de automatizar muchas tareas, rediseñar puestos de trabajo, y concretar objetivos que antes resultaban inalcanzables. Sin embargo, esto implicará una importante inversión en tecnología así como un cambio en la cultura organizacional.

Este nuevo panorama tendrá consecuencias sobre el empleo. Si bien resulta claro que, por un lado, ciertas tareas –las más rutinarias– podrían ser automatizadas y algunos puestos de trabajo se perderían, también existiría un efecto de capitalización: a medida que más empresas e industrias incorporen las nuevas tecnologías aumentará la productividad provocando una expansión del empleo. Las ocupaciones que involucren resolver problemas mediante la creatividad, el pensamiento original y las habilidades sociales serán las menos susceptibles de ser informatizadas.

Pero, aunque la historia nos enseña que los avances tecnológicos han desplazado algunos puestos de trabajo y, con el tiempo, han creado otros, los gobiernos y las empresas tendrán que compartir la responsabilidad de garantizar la reconversión de la fuerza de trabajo.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #79

Espacios de compromiso

Durante años, el diseño de oficinas siguió los preceptos del taylorismo para mejorar la productividad y la eficiencia: oficinas abiertas para posibilitar el control, ambientes despojados de todo elemento superfluo para evitar las distracciones, escritorios limpios y una extrema despersonalización del espacio. Sin embargo, hoy existen estudios como el del psicólogo organizacional Craig Knight de la Universidad de Exeter, que han demostrado que cuando el diseño del espacio de trabajo resulta enriquecido, mayor es la sensación de bienestar psicológico de las personas; también aumenta el grado de identificación con la organización y, por ende, de la motivación y el compromiso. Jacqueline Vischer, por su parte,  afirma que empoderar a los colaboradores para que tengan más posibilidades de control sobre su propio entorno e involucrarlos en los procesos de diseño es una clara señal de que todos estamos en el mismo barco; y es una herramienta simple y poderosa para contar con trabajadores comprometidos.

Los profundos cambios que se vienen produciendo en el mundo laboral han transformado el espacio de trabajo.  El diseño de la oficina ha evolucionado desde un modelo pasivo hacia el concepto de espacio de trabajo como herramienta de apoyo activo a las tareas que se desarrollan. Este nuevo paradigma promueve los entornos que favorecen la movilidad y el principio de no territorialidad.

Sin embargo, según afirma el psicólogo organizacional Craig Knight de la Universidad de Exeter, aún hay muchas personas que siguen trabajando en entornos de trabajo diseñados según los conceptos desactualizados de la tradición taylorista: espacios abiertos, despojados y anónimos, pensados para un empleado genérico en lugar de un individuo. De esta forma, el confort y el bienestar de las personas quedan subordinados a la rentabilidad mientras que la fuerza laboral cae en la apatía, la falta de interés y la pérdida de compromiso, una de las mayores preocupaciones de las empresas de hoy.

Subestimar el papel que juega el espacio en la forma de sentirnos y realizar nuestras actividades es negar la realidad de plano. Un sinnúmero de investigaciones ya han confirmado el poderoso efecto que el espacio tiene sobre las personas, producto de las complejas relaciones, interacciones y transacciones entre los individuos con su entorno físico. El usuario no es un actor pasivo dentro del espacio sino que su experiencia se transforma en actividades y comportamientos que, a su vez, tienen efecto sobre el propio ambiente. Así, el diseño del espacio de trabajo no solo afecta el bienestar de las personas sino que también influye en su satisfacción, su rendimiento y su compromiso con la organización.

Para que un espacio sea exitoso, las personas necesitan interactuar con él, hacerlo propio. El espacio de trabajo no solo es el lugar donde se desarrollan las tareas; también posee una importante carga simbólica que influye sobre la propia identidad de los trabajadores y definirá su sentido de pertenencia y el compromiso que asuman con la compañía.

Territorialidad y sentido de pertenencia

Jacqueline Vischer –investigadora canadiense especializada en psicología ambiental, una de las áreas menos exploradas en el diseño de espacios de trabajo–, afirma que en las oficinas donde se ha adoptado una configuración de open plan existe una mayor necesidad de personalización y apropiación del espacio que estimule el sentido de pertenencia y el compromiso. Vischer identifica tres niveles de confort que hay que satisfacer dentro del espacio de trabajo:

  1. Confort físico: se encuentra relacionado con aspectos tales como la iluminación, los niveles de ruido, la temperatura, etc.
  2. Confort funcional: se refiere a dotar a las oficinas de espacios adecuados para que la gente pueda hacer su trabajo. Se basa en el equipamiento y la ergonomía para crear ambientes funcionales.
  3. Confort psicológico: es el más importante y difícil de lograr. Tiene que ver con el bienestar, el compromiso y el sentido de pertenencia. Vincula los aspectos psicosociales del trabajador con el diseño y la gestión del espacio de trabajo a través de la territorialidad, la privacidad y el control del entorno.

Según Vischer, la territorialidad en el lugar de trabajo tiene un valor psicológico que está representado tanto por el espacio personal como por el lugar que cada individuo ocupa dentro de la organización, y que se expresa a través de la personalización y la apropiación del espacio. Dejar los efectos personales sobre una silla, por ejemplo, marca el territorio y establece límites de control social y ambiental.

Pero la percepción de territorialidad no depende exclusivamente de las barreras físicas. También se ve afectada por la sensación de privacidad, de estatus y de control tanto a nivel ambiental como a nivel de la toma de decisiones.

La investigadora destaca que la posibilidad de contar en la oficina con elementos tales como sillas y puestos de trabajo ajustables, equipamiento móvil, iluminación graduable, etc., tiene un impacto psicológico muy beneficioso sobre los empleados ya que permite la personalización de los elementos físicos del entorno.

Conferir a los empleados más participación en la toma de decisiones sobre el diseño del espacio de trabajo también aumenta la percepción de control que los trabajadores tienen sobre su entorno y representa una respuesta muy positiva a la necesidad de confort psicológico. El empoderamiento como forma de control ambiental, afirma Vischer, aumenta las oportunidades de participar y de ser escuchados, y significa que las personas se sentirán más inclinadas a involucrarse activamente dentro de la organización.

Enriquecer el espacio

Los estudios del psicólogo organizacional Craig Knight de la Universidad de Exeter, también coinciden en el hecho de que cuanto mayor es la percepción de control y autonomía sobre el espacio de trabajo mayor es la sensación de bienestar psicológico de las personas y, por ende, el compromiso que asumirán.

Para demostrar esta afirmación, Craig y su equipo pusieron en práctica la siguiente experiencia: se examinó el impacto de distintas estrategias de gestión del espacio en cuatro condiciones independientes en las que el entorno de trabajo era a) pobre; b) había sido arreglado por el experimentador con plantas y arte (entorno enriquecido); c) había sido decorado por el propio trabajador (empoderado); y d) había sido arreglado por el propio trabajador y posteriormente redecorado por el experimentador.

Luego se examinó el impacto de estas condiciones sobre el compromiso con la organización, el bienestar y varios aspectos relacionados con la productividad de los trabajadores (atención, procesamiento, gestión de la información, etc.), y se encontraron los siguientes resultados: en los experimentos donde las oficinas estaban decoradas se observaron resultados superiores que en las que no lo estaban. Sin embargo, el bienestar y la productividad aumentaron aún más cuando los trabajadores tuvieron participación, y se atenuaron cuando esta intervención se anuló.

Los resultados demuestran que cuanto más control tiene la gente sobre su entorno, más productiva es y mejor se siente. Las oficinas enriquecidas también ayudan a aumentar la identificación con la organización junto con el bienestar psicológico, la satisfacción laboral, el confort físico y la productividad.

El estudio  también indica que aproximadamente el 70% de los trabajadores estadounidenses personaliza su espacio de trabajo, especialmente los gerentes y jefes que cuentan con oficinas privadas. En cambio, en las áreas de planta abierta la personalización del espacio no solo es poco frecuente sino que está desanimada, lo cual indicaría que la posibilidad de apropiación del espacio está directamente relacionada con la jerarquía.

Estos hallazgos sugieren la importancia de estimular la personalización del espacio con elementos significativos para los trabajadores a fin de que puedan proyectar su identidad en el entorno y alcanzar sentido de permanencia, control y privacidad.

Empoderar a los trabajadores para gestionar y tener participación en el diseño de su propio espacio aumenta la motivación y el compromiso mediante el aumento de la identificación con la organización –lo cual lleva a una mayor satisfacción y productividad–, y es una clara señal de que estamos todos en el mismo barco. Cuando esto no sucede pueden aparecer síntomas de alienación, disconfort, insatisfacción y desapego junto con una disminución del desempeño.

Según Knight, desempoderar a los trabajadores negándoles una participación activa en el diseño de su espacio de trabajo no solo produce descontento sino que puede llegar a poner en peligro los resultados de la organización.

Control y autonomía

Poder controlar el ambiente físico proporciona la posibilidad de modificar los espacios existentes para personalizarlos de acuerdo con las distintas características de los individuos y de los grupos de trabajo. Las herramientas de control ambiental pueden incluir elementos tales como mobiliario y equipo de trabajo ajustables, espacios flexibles para reuniones y trabajo en equipo, tabiques móviles, etc.

El control y la personalización a nivel individual puede comprender estanterías, espacio para almacenamiento, planos de trabajo móviles, asientos e iluminación ajustable, control de temperatura individual, percheros, un lugar para guardar las pertenencias personales, etc.

A nivel de los equipos de trabajo, el entorno debe ofrecer la posibilidad de control ambiental a través de la flexibilidad del equipamiento para adaptarse a la tarea en proceso: muebles rodantes, mesas extensibles, paneles, tableros y pizarras deslizantes junto con la posibilidad de ajustar la iluminación.

Huelga decir que para facilitar el control del entorno, el espacio físico deberá contar con un layout que permita la flexibilidad y una rápida reconfiguración de acuerdo con las necesidades del momento. Esto incluye la configuración del tamaño y la forma de los espacios a través de límites móviles, colores, equipamiento, etc.

Para empoderar a los empleados y otorgarles mayor autonomía, los programas de formación pueden proporcionar el conocimiento necesario sobre cómo modificar los elementos de uso personal y las características del espacio de trabajo junto con la mejor manera de elegir qué espacios usar.

El control ambiental y el empoderamiento es dar a las personas autonomía y poder de decisión sobre el espacio de trabajo en lugar de ser controladas por el espacio y las políticas de la organización.

Conclusiones

Según Jaqueline Vischer, el comportamiento territorial puede influir significativamente en el confort psicológico y el bienestar de las personas. La sensación de privacidad y la posibilidad de control sobre el entorno físico junto con una mayor participación de los trabajadores en los procesos de diseño beneficiarán la identificación y el compromiso con la organización.

Por otra parte, la investigación de Craig Knight también confirmó que existe una relación directa entre tener algún tipo de participación en el diseño del lugar de trabajo, sentirse bien con la tarea que se está haciendo, y el compromiso con la empresa.

Numerosos estudios demuestran que la posibilidad de personalizar el entorno –entendida como la modificación de alguna de sus características para reflejar la identidad del usuario– eleva la autoestima, genera una mayor identificación y compromiso con la organización, y ayuda a la gente a adaptarse mejor a su espacio de trabajo mientras que la uniformidad lleva a experiencias negativas. Estos conceptos también aplican para las áreas compartidas por todos los colaboradores de la empresa: la sensación de propiedad colectiva percibida por el grupo es susceptible de mejorar la identificación y dar un sentido de cohesión, satisfacción y compromiso con la organización.

Finalmente, Thomas J. Allen, el padre de la proxemia, asegura que suprimir el espacio personal junto con todos los vestigios de personalización dentro del entorno de trabajo elimina uno de los principales medios para la expresión de la individualidad en las grandes organizaciones y conduce a la insatisfacción. Esto se puede ver claramente en el temor y la resistencia que despierta en la mayor parte de la gente la perspectiva de tener que trabajar en una oficina no territorial.

Las evidencias analizadas indican que en estos tiempos de dura competencia por retener al personal más talentoso y conseguir colaboradores productivos y satisfechos, el espacio de trabajo se revela como una  herramienta de gestión cada vez más importante para contar con una fuerza laboral motivada y comprometida.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #79

Activity Based Working

Activity Based Working

El trabajo basado en la actividad es un enfoque que está ganando cada vez más terreno entre las empresas. Se trata de una estrategia basada en un layout capaz de ofrecer múltiples opciones para dar soporte a una variedad de actividades. En lugar de forzar a las personas a trabajar en un solo entorno, ancladas en su escritorio, ABW permite que cada uno elija el lugar más adecuado para llevar a cabo su tarea. Los beneficios son múltiples y van desde una mayor satisfacción y productividad de los empleados hasta una disminución de los gastos de operación de la empresa. Sin embargo –y aunque no es un concepto nuevo–, es importante saber cuáles son las cuestiones clave, los verdaderos beneficios y los riesgos potenciales a los que hay que prestar atención para encarar esta transformación de manera exitosa.

A pesar de los avances de la tecnología y de las grandes transformaciones que están experimentando las formas de trabajo, todavía hay muchas personas que realizan todas sus tareas en entornos estáticos y fijos, donde cada uno tiene su propio escritorio a pesar de que no lo use durante gran parte de la jornada. Las llamadas telefónicas, las charlas informales con los colaboradores, el trabajo de concentración, todo se lleva a cabo dentro del dominio de los metros cuadrados asignados.

Y mientras que los escritorios de las oficinas tradicionales permanecen vacíos una gran parte del tiempo, las investigaciones muestran que se necesita cada vez más espacio para el trabajo en equipo, los proyectos o las presentaciones, y que las salas de reuniones escasean y casi nunca están disponibles. Esto indica que los tipos de espacio que la gente necesita para la clase de trabajo que se realiza actualmente también están cambiando.

Frente a esta realidad, las organizaciones comienzan a replantearse tanto su modo de trabajar como la forma en la que usan el espacio físico, adoptando una tendencia que está ganando cada vez mayor peso: el trabajo basado en las actividades o Activity Based Working (ABW por su sigla en inglés).

Se trata de una estrategia sustentada en el diseño de un layout capaz de ofrecer una variada gama de opciones para dar soporte a la diversidad de actividades que se llevan a cabo. De esta forma, cada uno puede elegir  el ámbito más adecuado para la tarea que tiene entre manos (trabajo de concentración, reuniones de equipo, llamadas telefónicas, etc.) en lugar de trabajar en un solo entorno, anclado en un escritorio. Este sistema reporta varios beneficios que van desde una mayor satisfacción y productividad de los empleados hasta una disminución de los gastos de operación de la empresa. Sin embargo –y aunque ABW no es un concepto nuevo–, es importante saber cuáles son las cuestiones clave, los verdaderos beneficios y los riesgos potenciales a los que hay que prestar atención para encarar esta transformación de manera exitosa.

Algo interesante está sucediendo

Actualmente está emergiendo un nuevo paradigma empresarial. El valor de una organización se funda cada vez más en su “capital social”, entendido como el valor de las redes y las relaciones que ha establecido. Como resultado de esto, las compañías se están transformando en un complejo y fluido entramado de empleados, proveedores y clientes dispersos geográficamente.

Además, las compañías de hoy operan en un mundo en continuo cambio, lo que puede significar cambiar frecuentemente de estrategia para estar en sintonía con los tiempos que corren. La innovación constante de productos y servicios se hace cada vez más apremiante ya que representa la clave para seguir siendo competitivos en un mercado muy volátil.

Para entender cuán drásticas son las transformaciones que se están produciendo en la forma de operar de las grandes empresas, Tom Goodwin –Vicepresidente de Estrategia e Innovación de Havas Media– lo resume así: “Uber, la compañía de taxis más grande del mundo, no posee ningún vehículo; Facebook, el medio de comunicación más popular del mundo, no crea ningún contenido; Alibaba, el minorista más valioso, no tiene inventario y Airbnb, el mayor proveedor de alojamiento del mundo, no posee bienes raíces. Algo interesante está sucediendo“.

 

Según parece, uno de los principales retos a los que se deben enfrentar hoy en día las organizaciones es a la permeabilidad de sus límites tradicionales. Deben transformarse para responder a una realidad cada vez más fluida donde las fronteras entre los mundos material y virtual, el trabajo y la vida personal, y el rol y las tareas de las personas, se hacen cada vez más borrosas y ambiguas.

Las reglas tradicionales ya no ofrecen respuestas eficientes para enfrentar este nuevo escenario. Los nuevos modelos de organización aprovechan los cambios, la adaptabilidad a las nuevas posibilidades que brinda la tecnología para alcanzar los objetivos, y la fluidez que proporcionan las estructuras más horizontales y autogestionadas.

ABW: qué es y qué no es

El trabajo basado en la actividad (ABW) implica reorganizar el lugar de trabajo de tal forma que brinde una variedad de espacios adecuados para dar soporte a cada una de las actividades que se desarrollan. De esta forma, las personas son más productivas y pueden colaborar mejor tanto dentro como fuera de la oficina.

Para llevar adelante este programa es esencial contar con puestos de trabajo no asignados (hot desks), zonas para trabajo colaborativo y de concentración, espacios multifuncionales, áreas de descanso y de encuentro informal. Tampoco  habrá  que  descuidar  la  disponibilidad  de  los  componentes  tecnológicos –desde los dispositivos hasta la facilidad para acceder a la red y a las aplicaciones corporativas– que permitirán el trabajo móvil y una mayor productividad a los empleados dondequiera que estén.

Además, dado que ABW es una estrategia que lleva implícito el concepto de no territorialidad, se promueven la colaboración, la distribución del conocimiento, las habilidades cruzadas y la horizontalidad.

Sin embargo, antes de poner en práctica un programa de ABW en la empresa, es importante aclarar que no se trata solo de un sistema de hot desking o de home office, aunque ambas modalidades pueden ser parte de la estrategia. ABW se centra en la experiencia del empleado dentro de su entorno de trabajo y va acompañado de un profundo cambio en la cultura de la organización.

Dentro de este nuevo entorno puede ser necesario ayudar a promover el vínculo entre los empleados junto con el sentido de pertenencia. El diseño del espacio físico será una herramienta fundamental para la creación de ámbitos con los que la gente pueda identificarse y sentirse a gusto. El efecto combinado de colores, formas y uso del espacio, junto con una fuerte cultura organizacional, ayudarán a construir una fuerza de trabajo productiva, comprometida y motivada.

Claves, beneficios y riesgos

El trabajo basado en la actividad no es un concepto nuevo y, si bien se viene aplicando desde hace algún tiempo, aún no está lo suficientemente bien estudiado como para entender cuál es el verdadero impacto que tiene sobre la productividad de las empresas y el bienestar de los empleados.

Para arrojar luz sobre este tema, la consultora Leesman ha publicado en el mes de mayo los resultados de un estudio reciente que fue llevado a cabo a lo largo de un año entre más de 70.000 empleados, de los cuales casi el 10% trabajaba en espacios ABW. La investigación se orientó a medir el impacto del programa y cuáles son sus aspectos más importantes, los beneficios y los riesgos.

Para realizar la encuesta se creó un modelo que define la modalidad de trabajo de los empleados según cuatro tipos de movilidad que se van graduando desde el tradicional estilo de trabajo estático hasta alcanzar una actividad predominantemente móvil. Comparando estas modalidades se pudieron identificar el alcance de los fallos y los beneficios potenciales.

Los resultados revelan que las organizaciones que adoptaron espacios ABW cuentan –en relación con aquellas que no lo han hecho– con una mayor capacidad de creatividad y colaboración al mismo tiempo que sus empleados gozan de mayores beneficios personales. Pero, como contrapartida, han perdido la posibilidad de personalizar el entorno y encuentran algunas dificultades para adoptar los comportamientos necesarios para beneficiarse de este tipo de ambiente.

La investigación de Leesman también puso en evidencia que los mejores ambientes ABW promueven la satisfacción de los empleados en áreas clave del trabajo al mismo tiempo que producen mejoras importantes tanto en las características físicas como en los servicios que ofrece el espacio de trabajo. A continuación, el informe aporta un detalle de cada área afectada:

  1. Trabajo de concentración individual

En relación con los espacios de trabajo tradicionales, los entornos ABW obtienen peores resultados para la satisfacción de los empleados cuya tarea está orientada al trabajo individual que habitualmente se lleva a cabo en un puesto fijo. Sin embargo, este aspecto negativo se compensa con un aumento del 20% en la satisfacción de aquellos que realizan trabajo individual fuera de la oficina.

  1. Pensamiento creativo

Para la mayoría de los encuestados, especialmente para aquellos con los perfiles más altos de movilidad, los ambientes ABW superan al resto de los entornos en lo concerniente a favorecer el pensamiento creativo.

  1. Confidencialidad

En este aspecto, el rendimiento del entorno ABW no se ponderó ni mejor ni peor que otros lugares de trabajo. Pero para los empleados con el perfil más alto de movilidad ofrecen una mayor satisfacción.

  1. Reuniones informales

Este es un ámbito en el que los espacios ABW califican con los niveles más altos de satisfacción en los cuatro perfiles de movilidad, con verdadero potencial para ofrecer un beneficio real a los empleados.

  1. Colaboración

En lo que se refiere a la colaboración, la diferencia de rendimiento entre los espacios ABW y los que no lo son es bastante pareja.  Las cifras no revelan que se trate de un aspecto clave.

  1. Reuniones planificadas

Existe una evidencia mínima a favor de los entornos ABW que indica que proveen mejor apoyo a las reuniones planificadas tanto para las salas grandes como para las pequeñas. Sin embargo, los “quiet rooms” tienen una alta valoración y mejoran el rendimiento de los espacios ABW.

  1. Uso del papel

Casi todos los espacios ABW registran una satisfacción más baja que la media en lo relativo al derroche del papel y los materiales de oficina, lo cual indica un aspecto que habrá que revisar para alcanzar una política adecuada.

  1. Variedad de espacios

Este es uno de los componentes más importantes para el éxito de un entorno ABW para los cuatro perfiles de movilidad.

  1. Áreas de trabajo informales

Las áreas de trabajo informales y las zonas de break-out son uno de los dos ingredientes fundamentales para lograr un entorno ABW exitoso para los cuatro perfiles consultados.

Conclusiones

En el actual mundo globalizado, donde las fronteras entre lo real y lo virtual, lo personal y lo laboral se desdibujan cada vez más gracias al avance de la tecnología, muchas compañías han adoptado el enfoque ABW porque ayuda a aumentar la productividad de una fuerza laboral cada vez más móvil.

De acuerdo con los resultados que surgen de la encuesta de Leesman, organizar el espacio de trabajo en base a las actividades que se llevan a cabo tiene grandes beneficios para los empleados en algunas áreas (variedad de espacios, áreas de trabajo y reuniones informales) mientras que revela la necesidad de mejorar otros aspectos (trabajo de concentración, uso del papel). Las reuniones planificadas, la colaboración y la confidencialidad no mostraron grandes diferencias con respecto a los ambientes de trabajo tradicionales.

De estas conclusiones se desprende que no existe una única solución para todos sino que cada compañía debe adecuar el programa de ABW de acuerdo con sus necesidades y sus objetivos, lo que puede traducirse en una solución global o restringida tan solo a  algunos equipos o áreas específicas dentro de la organización.

 

FUENTE: FM&WORKPLACES #79

Diseño emocional

A la hora de proyectar un espacio de trabajo, la consideración sobre las necesidades emocionales de las personas puede ser determinante: ayuda a disminuir el estrés, a  alcanzar los resultados y metas perseguidos, a mantener el optimismo, a tener autoestima, etc. Las emociones positivas también resultan fundamentales para el aprendizaje, la curiosidad y la innovación. Se ha demostrado que ser feliz amplía los procesos cognitivos y facilita el pensamiento creativo. Es por eso que al incorporar estrategias de diseño que estimulen el dominio emocional también se pueden mejorar la participación, el compromiso, la salud y la productividad de las personas. Propiciar una cultura abierta y flexible junto con la creación de ámbitos donde la gente pueda relajarse, socializar y recargar energía puede hacer una gran diferencia en el clima y los resultados de la organización.

La mayor parte de las estrategias de diseño del espacio de trabajo se basa en métricas. Sin embargo, una planificación eficiente no solo debe apuntar a mejorar los ratios de ocupación y la funcionalidad. También debe considerar que las personas responden a las condiciones de su entorno en un nivel emocional. Para que el diseño de la oficina sea verdaderamente eficaz a la hora de dar cumplimiento a las metas del negocio es tan importante abarcar el aspecto funcional del espacio como su dimensión emocional.

Ya desde la década del 40 se sabía que los trabajadores se comprometen y se sienten más motivados cuando conocen el lugar que ocupan dentro de la organización y disfrutan de cierto grado de control sobre su trabajo y su entorno. En su artículo de 1943 “A Theory of Human Motivation”, Abraham Maslow presentaba su famosa teoría de la jerarquía de las necesidades humanas como parte de una teoría de la motivación.

En este trabajo Maslow proponía que las necesidades fisiológicas básicas del ser humano tales como el alimento, el sueño y la salud, están en la base de una pirámide que se va completando hacia la cima con requerimientos cada vez más complejos: necesidad de seguridad y protección, necesidad de aceptación social, pertenencia y amor, necesidad de estima y necesidad de autorrealización. Los requerimientos superiores, puntualiza Maslow, ocupan nuestra atención solo una vez que se han satisfecho las necesidades más básicas de la pirámide. Recién entonces se pueden abordar las necesidades psicológicas y emocionales relacionadas con la autoestima, las relaciones y la autorrealización.

El ambiente que nos rodea puede ser un elemento que contribuya a satisfacer estas necesidades para ayudarnos a ser felices y a alcanzar la realización. Cuando, dentro del ámbito laboral, estos requisitos no se satisfacen adecuadamente se pueden producir respuestas emocionales y psicológicas negativas que van desde la disminución del rendimiento y la falta de motivación y  compromiso hasta el estrés, la depresión y el ausentismo.

Los entornos de trabajo tienen un fuerte impacto en las personas y sus necesidades emocionales. Pueden fomentar las relaciones y ofrecer seguridad, un ámbito de conexión con los pares, una comunidad de personas con los mismos objetivos y un espacio de valoración personal.

El papel de las emociones

Donald Norman -director del Design Lab de la Universidad de California y profesor emérito de psicología y ciencias cognitivas- afirma en su libro “Emotional Design” que los seres humanos han evolucionado durante millones de años para desenvolverse eficazmente dentro del rico y complejo entorno de nuestro planeta. Y de la misma forma que nuestros sistemas perceptivos y nuestro sistema locomotor se han desarrollado para que funcionemos mejor en el mundo, las emociones y la cognición también han evolucionado complementariamente para ayudarnos a interactuar con el medio. La cognición interpreta el mundo aportando comprensión y conocimiento mientras que la emoción constituye un sistema rápido y eficaz para juzgar lo que es bueno o malo, seguro o peligroso, haciendo que los juicios de valor sean más pertinentes para poder sobrevivir.

La emoción está siempre aportando juicios sobre la información que recogemos del medio: aquí hay un peligro potencial, existe la posibilidad de confort, esto es agradable, esto es malo, etc. La emoción es una parte necesaria de la vida que afecta cómo nos sentimos, cómo nos comportamos y cómo pensamos; la emoción nos hace inteligentes. Sin emociones, afirma Norman, la capacidad de toma de decisiones puede verse afectada.

Estudios llevados a cabo por el neurocientífico Antonio Damasio sobre personas con lesiones que deterioran las áreas emocionales del cerebro demuestran una incapacidad para la toma de decisiones efectiva, a pesar de mantener los procesos cognitivos intactos. Esto demuestra la importancia de las emociones en la toma de decisiones, ayudando a hacer selecciones rápidas entre lo bueno y lo malo, lo cual reduce el número de cuestiones a considerar en una situación de peligro, por ejemplo. Se trata de un sistema arcaico que, para el hombre primitivo -incluso para la mayor parte de los animales- pudo hacer la diferencia entre vivir o morir en un entorno amenazante.

Tanto las emociones como la cognición son sistemas de procesamiento de información  pero tienen diferentes funciones y se influyen mutuamente: algunas emociones son impulsadas por la cognición mientras que las emociones pueden afectar la racionalidad. El sistema emocional funciona independientemente del pensamiento consciente.

Las emociones positivas son tan importantes como las negativas, afirma Norman. Las emociones positivas son fundamentales para el aprendizaje, la curiosidad y el pensamiento creativo mientras que las negativas tienden a limitar los procesos de pensamiento, concentrándolos sobre aquellos aspectos directamente relacionados con un problema. Esta es una estrategia útil para escapar del peligro, pero no ayuda a pensar de manera innovadora al abordar un problema. Cuando la gente está relajada y feliz sus procesos de pensamiento se expanden y se vuelve cada vez más creativa, más imaginativa. Las personas felices son más efectivas para encontrar soluciones alternativas y, como resultado, son más tolerantes a las dificultades.

Emoción y diseño

¿Qué papel tienen estos estados en el diseño? En primer lugar, sostiene Norman, alguien que está relajado, feliz y en un estado de ánimo placentero, es más creativo y tiene una actitud más positiva frente a las dificultades que se puedan presentar.  En segundo lugar, cuando la gente se siente estresada su mente está más enfocada, por lo que proporcionar un entorno y herramientas agradables le permitirá trabajar mejor.

Las emociones viscerales constituyen la parte más simple y más primitiva del cerebro y son sensibles a una gama muy amplia de condiciones (reconocidas solo a través de la información sensorial). La respuesta a estos estímulos ha sido determinada genéticamente durante la evolución para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de los individuos: comida, calor, seguridad, cohesión del grupo, etc.  Estas condiciones incluyen:

  • Lugares iluminados con colores cálidos y confortables.
  • Clima templado.
  • Sabores y olores dulces.
  • Tonos brillantes y muy saturados.
  • Sonidos, melodías y ritmos simples y armoniosos.
  • Caras sonrientes.
  • Latidos rítmicos.
  • Objetos simétricos.
  • Objetos lisos y redondeados.

He aquí algunas condiciones que parecen producir emociones negativas de manera automática:

  • Las alturas.
  • Objetos “amenazantes” (objetos que parecen estar a punto de golpear al observador).
  • Temperaturas extremas de calor o frío.
  • Luces o sonidos extremadamente fuertes o brillantes.
  • Espacios vacíos con terreno plano (desiertos).
  • Espacios densos y atestados (selvas o bosques).
  • Multitud de personas.
  • Olores putrefactos, alimentos en descomposición.
  • Sabores amargos.
  • Objetos cortantes, angulosos, punzantes.
  • Sonidos discordantes.

Sin embargo, Norman advierte que la ventaja que los seres humanos tenemos sobre los demás animales es nuestra capacidad de reflexión que nos permite superar los dictados biológicos, habida cuenta de que algunos mecanismos son solo predisposiciones y no sistemas de pleno derecho. Y aunque nuestras preferencias se basan fundamentalmente en el tamaño, el color y la apariencia, la cultura juega un papel muy importante a la hora de evaluar lo positivo y lo negativo.

En busca del bienestar emocional

Tal como hemos visto, la satisfacción de las necesidades emocionales de las personas no constituye un tema menor a la hora de diseñar el espacio de trabajo. Aunque la “emocionalidad” sea una esfera que, tradicionalmente, no ha tenido cabida dentro del ámbito laboral, existe un gran cuerpo de evidencia que demuestra el impacto que el diseño de la oficina tiene sobre el bienestar y el estado de ánimo tanto de los trabajadores como de los clientes que la visitan.

El diseño es una cuestión subjetiva que se experimenta a nivel emocional, con matices según la edad, el sexo y la cultura. Formas, texturas y colores pueden repercutir en la sensación individual de bienestar de la misma manera que los contornos, las formas espaciales y las proporciones pueden ayudar o dificultar la realización de determinadas tareas.

El efecto combinado de colores, formas y uso del espacio también colaborará para construir una organización dotada de inteligencia emocional. Según afirma Daniel Goleman, “sondear la profundidad de las corrientes emocionales de una organización puede rendir beneficios concretos”. Ayuda a definir la identidad corporativa, mejora la retención y el reclutamiento, y colabora con el bienestar, la creatividad y el compromiso de los empleados.

Estas son algunas consideraciones a tener en cuenta a la hora de construir un entorno emocionalmente positivo:

Luz natural e iluminación. Los seres humanos somos muy sensibles a los cambios de la iluminación natural. Para sentirse bien y trabajar mejor es necesario valorar la relación que tiene la luz natural con la salud física y emocional.

La luz solar desempeña una importante función biológica que ejerce una gran influencia: es el marcador de nuestro reloj interno y un estímulo que afecta el estado de ánimo, la actividad y la salud, tanto desde el punto de vista fisiológico como psicológico. El nivel de iluminación también afecta muchos otros aspectos tales como la comodidad, el estado de ánimo y la salud.

Desde hace mucho tiempo es bien sabido que el color de la luz tiene un significado emocional importante pero también un efecto biológico innegable: mientras que la luz azulada de la mañana tiene un efecto biológico activador (de alerta), el rojo del atardecer tiene un efecto relajante.

Color. Para la mayoría de las personas el color funciona como un sistema de signos; estos signos pueden evocar estados de ánimo  y son una herramienta poderosa a la hora de articular mensajes de comunicación visual. En la dimensión puramente psicológica, parece haber un acuerdo general sobre el hecho de que cada color posee una expresión específica.

En su “Teoría de los Colores” -ensayo escrito hacia 1810-, Goethe señala que los colores se pueden agrupar en dos tipos distintos: los colores positivos o activos que “causan una actitud animada, emprendedora, activa” (el amarillo, el naranja y el rojo amarillento), y los colores negativos o pasivos que “se adaptan a un humor intranquilo, maleable, apasionado, tierno y lleno de emoción” (el azul, el azul rojizo, el rojo azulado). El verde, por ser el color de la naturaleza, es reconfortante y equilibra las emociones.

Esta interpretación no solo rompe radicalmente con las teorías ópticas newtonianas de su tiempo, sino también con toda la metodología de la Ilustración concerniente al reduccionismo científico, rescatando el significado emocional del color.

Ruido. El ruido es un estímulo que, desde el nacimiento, provoca un reflejo de defensa absolutamente instintivo. Los sonidos extremadamente fuertes o constantes pueden provocar efectos tales como falta de concentración, ansiedad, estrés, etc.

Alcanzar un buen nivel de confort acústico es necesario para el equilibrio emocional de las personas. Para ello, el lugar de trabajo debe proporcionar condiciones apropiadas tanto para la interacción como para la confidencialidad y el trabajo de concentración.

Layout. Existen algunas consideraciones de diseño que pueden tener un efecto sobre la productividad y el bienestar, incluyendo la densidad de las estaciones de trabajo y la configuración del espacio.

Es bien sabido que la preservación del espacio personal y la privacidad colabora para mantener la homeostasis emocional atendiendo no solo al tipo de tarea específica que debe llevarse a cabo sino también a los diferentes tipos de personalidad. Por lo general, se asume que todos los integrantes de la fuerza laboral tienen una personalidad similar sin tener en cuenta que lo que constituye un entorno productivo para unos puede resultar agotador para otros.

Es por esto que los ambientes de trabajo deben ofrecer una gama de espacios tal que permita elegir dónde y cómo realizar el trabajo, además de dar opciones que equilibren la necesidad de interacción con otros, ámbitos de tranquilidad para concentrarse, reflexionar o simplemente hacer una llamada telefónica personal.

Ofrecer la posibilidad de control sobre el espacio de trabajo satisface una de las necesidades emocionales básicas de las personas: la percepción de gozar de un cierto grado de autonomía y autorregulación.

Materialidad. Las formas con las que se materializa el ambiente de trabajo también pueden proporcionar disparadores sensoriales. En base a numerosos estudios sobre las reacciones innatas de las personas al medio ambiente se infiere que preferimos las curvas y los contornos suaves porque instintivamente sentimos peligro ante los objetos afilados. De ello

se desprende que las formas angulares benefician el estado de alerta y la concentración mientras que las suaves y redondeadas satisfarían nuestra necesidad emocional de seguridad y protección.

Al mismo tiempo, la utilización de las divisiones transparentes tan ubicuas en las nuevas oficinas de planta abierta, puede conducir a una desagradable sensación de exposición que se puede traducir en estrés y falta de motivación. Para poder regular la transparencia se puede optar por cortinas o esmerilados.

También conviene evitar los cielorrasos bajos ya que producen una sensación de confinamiento que puede producir estrés e irritabilidad.

Conclusiones

Los centros cerebrales destinados al procesamiento de la emoción albergan también las habilidades necesarias para el manejo efectivo de las destrezas sociales y han determinado, desde el punto de vista evolutivo, nuestra capacidad de supervivencia y adaptación. Hoy sabemos que gran parte de la naturaleza humana y de los patrones de pensamiento que acompañan los distintos estados emocionales son innatos e inconscientes.

Los científicos ahora entienden lo importante que es la emoción en la vida cotidiana. La utilidad y la funcionalidad del espacio físico que nos rodea son, sin duda, importantes. Pero sin los atributos emocionales que los doten de un significado más profundo y personal, la experiencia sería incompleta.

Asegurar que los trabajadores estén satisfechos depende de que sus necesidades emocionales fundamentales estén cubiertas. Fomentar una cultura abierta y flexible junto con la integración de la dimensión emocional en el diseño de los espacios de trabajo ayudará a la creación de ámbitos donde la gente pueda relajarse, socializar y recargar energía. Los beneficios que el diseño emocional puede aportar a empresas e individuos puede hacer una gran diferencia en el clima y los resultados de la organización.

FUENTE: FM&WORKPLACES  #74