UDLA Park

La Universidad de las Américas (UDLA) es la institución privada más grande de Ecuador que, desde hace 27 años, brinda una experiencia educativa de excelencia centrada en el estudiante. En su búsqueda constante de mejorar la propuesta educativa y convertirse en un referente nacional, la casa de estudios decidió ampliar su infraestructura en el campus UDLAPark, tarea para la que convocó a Contract Workplaces, especialista en conectar personas, espacio y tecnología.

A fin de generar un conjunto armónico, el proyecto se concibió con la premisa de respetar e integrar el edificio existente tanto desde el punto de vista formal como funcional, teniendo en cuenta las últimas tendencias educativas a nivel mundial. El nuevo desarrollo cuenta con 32.000 m² distribuidos en 8 plantas y 6 subsuelos que incorporan en su diseño las generosas vistas del entorno.

Los principales conceptos de diseño se apoyaron en las múltiples investigaciones que avalan que el diseño del espacio de aprendizaje influye en la adquisición y el desarrollo de las habilidades necesarias para desenvolverse con eficacia en el siglo XXI. En este nuevo contexto, las propuestas pedagógicas ya no pueden limitarse a la transmisión de conocimientos de forma vertical; una gestión moderna de la enseñanza y el aprendizaje necesita ser dinámica, interdisciplinar y personalizada. En sintonía con estos objetivos el espacio físico debe ser flexible, fomentar la participación, la colaboración, la comunicación y la interacción social entre los distintos actores de la comunidad educativa.

Contract Workplaces ayudó a concretar estas ideas y a ponerle color, materialidad, diseño y funcionalidad a un programa de necesidades que incluye aulas, laboratorios, oficinas, restaurante y cafetería, biblioteca, auditorio, salón de usos múltiples, parques, terrazas accesibles y jardines.

Dado que las salas de clase se utilizarían transversalmente en distintas carreras y asignaturas, cada una con su forma de trabajo particular, se incluyeron tipologías de aulas componibles, flexibles y reconfigurables con la capacidad para albergar un sinnúmero de dinámicas pedagógicas, ya se trate de aprendizaje individual o colaborativo, a las que el docente puede sumarse sin dificultad pues su propio asiento puede convertirse en un escritorio más dentro del grupo.

La mayoría de las aulas, tanto de grado como de posgrado, cuentan con equipamiento flexible y pueden reconfigurarse con paneles móviles. Solo hay tres aulas de posgrado que mantienen un diseño de tipo “auditorio” más tradicional y sobrio, en consonancia con actividades académicas de tipo magistral. En los laboratorios también se buscó la flexibilidad aunque de manera más limitada, dado que estos ámbitos deben cumplir con ciertos estándares en materia de seguridad.

También se crearon lugares de permanencia para toda hora destinados a múltiples actividades: estudiar, descansar, investigar, socializar, ejercitar el cuerpo y colaborar, tanto con modalidad individual como colaborativa formal (a puerta cerrada) y colaborativa informal. Todos equipados con mobiliario adaptable que incluye puestos altos o bajos, regulables, flexibles, apilables, etc. Además, se plantearon lugares de encuentro para los alumnos en ambientes exteriores e intermedios con una impronta más informal y descontracturada.

El diseño de la biblioteca desafió el concepto tradicional de “espacio de lectura” para convertirse en un lugar en el que se puede encontrar silencio y quietud para el estudio y la reflexión, pero también permite el movimiento y las conversaciones, la construcción conjunta de aprendizajes, la investigación y, sobre todo, fomenta la creación de comunidad. El mismo concepto disruptivo se utilizó en el auditorio al que asisten estudiantes que en su mayoría pertenecen a la Generación Z. Este grupo etario se siente más representado por un espacio que apuesta a la diversidad cromática con sus asientos de distintos colores, tal como ellos difieren entre sí.

Pero, el uso del color no se limitó solamente a estas áreas. El nuevo campus se transformó en un espacio muy alegre y colorido donde las tonalidades cambian en cada piso. Al igual que los íconos de señalización –de mayores proporciones que en los otros campus–, la propuesta estética y gráfica apostó por la energía positiva, la jovialidad y la disrupción.

En cuanto a la tecnología, UDLA entendió desde el comienzo que era una aliada poderosa para llevar adelante su estrategia pedagógica orientada a brindar una educación de calidad incluso a quienes no pueden asistir regularmente. Luego de la pandemia, la Universidad se abrió completamente a la posibilidad de migrar hacia modelos híbridos de aprendizaje y también fomentó que sus colaboradores administrativos realicen un par de días de teletrabajo.

Para apoyar este nuevo enfoque de aprendizaje y formación en la era digital, todas las aulas están provistas con equipos de alta tecnología según se requiera, pero todas cuentan con una alta conectividad, pantallas y sistemas de registro y de reserva.

Y, por supuesto, con tanta tecnología los estudiantes y los profesores necesitan poder cargar sus dispositivos durante el día. Para satisfacer esta necesidad, todo un símbolo de lo conectados que precisamos estar de este siglo, se dispusieron puntos de carga y tomacorrientes en todas partes para mantener los dispositivos electrónicos y la conectividad para trabajar y estudiar con la batería a tope.

Además, cabe destacar que una de las metas fundamentales desde el inicio del proyecto fue el cuidado del medio ambiente, lo cual se ha concretado con la implementación de diferentes estrategias orientadas a minimizar la huella ecológica. Gracias a estas iniciativas la institución ha obtenido la certificación Edge Advanced, transformando a UDLA en la primera universidad del Ecuador en conseguirla.