El CEO de Contract Workplaces en El Observador

“La gente hoy ya trabaja en lugares que se supone que son de paso”
Medio: El Observador – Sección Economía y Empresas – Entrevista Víctor Feingold

El CEO de Contract Workplaces habló sobre nuevos formatos de oficina, el trabajo remoto y las ventajas del mercado uruguayo

Contract Workplaces es una empresa argentina creadora de espacios de trabajo presente en 10 países. Su nacimiento fue producto de una crisis. Su fundador, Víctor Feingold, se recibió de arquitecto en 1986 con el sueño de ver su nombre en revistas de arquitectura y carteles de obra en edificios. Esta idea se concretó hasta 1994, cuando la llamada crisis Tequila, originada en México, sacudió la región. Con 34 años, todos los proyectos que Feingold tenía en marcha como arquitecto independiente se detuvieron, quedó endeudado y volvió a la casa de sus padres. “Era como volver a empezar de cero”, contó Feingold a Café & Negocios. Más de 20 años después, recordar el episodio le causa cierta gracia. Decidió tomarse un tiempo para pensar la manera de capitalizar ese momento mientras continuaba con pequeños proyectos. Como de estudiante había trabajado en el área de diseño de la empresa de equipamiento de oficinas de su padre, analizó las ventajas de diseñar y construir oficinas: procesos más cortos, empresas con presupuesto, riesgos más claros. Diseño, equipamiento y construcción existían como servicios aislados, sin embargo encontró una oportunidad en el servicio integral de oficina como producto. De ahí surgió, en 1996, la empresa de la que hoy es CEO, que apuesta y recomienda las oficinas híbridas y en Uruguay cuenta con más de 30.000 metros cuadrados construidos.

¿Cómo llegó la empresa a Uruguay?
Cuando arrancamos en Argentina en 1996 nunca pensamos en salir. Otra crisis nos movió el piso en 2001. Ahí los teléfonos dejaron de sonar, no había trabajo. Pensé que teníamos que cerrar, veía todo negro hacia adelante. Pensamos que depender de los vaivenes de los humores políticos económicos argentinos era muy arriesgado y empezamos a mirar hacia afuera. No fue por vocación, sino por necesidad. La primera oportunidad apareció en Chile. Más adelante nos vinieron a ver un arquitecto y un economista que habían visto nuestro modelo de negocios y querían llevarlo a Uruguay. Tuvimos algunas conversaciones y abrimos. Por varios años nos mantuvimos con estas tres oficinas.

¿Cómo percibe el mercado uruguayo?
Es claramente pequeño y uno puede pensar que es poco atractivo. Pero encontramos una ventaja en eso. No teníamos competencia, con lo cual nos posicionamos muy rápidamente y nos convertimos en líder. Además hay mucho talento en Uruguay. Hoy tenemos un centro de servicios compartido de diseño basado en Montevideo que da servicios de diseño a varios países de Latinoamérica.

El trabajo remoto va en contra de la idea de oficina. ¿Qué desafíos presenta para Contract?
Lo que está pasando con las oficinas y creo que va a seguir la tendencia, es que lo que desaparece es la sede corporativa como el edificio gigante. Eso no quiere decir que se van a consumir menos metros sino que van a estar dispersos en un montón de lugares, algunos propios y otros on demand, oficinas como servicio. El trabajo remoto no implica que se va a hacer en la casa. El trabajo en algún lado se va a hacer. Va a haber nuevos formatos, un café, una biblioteca, una terminal de ómnibus. Nuestra área de acción seguramente salga de los edificios. La gente hoy ya trabaja en estos lugares que se supone que son de paso. Cómo hacemos entonces para darle mejores condiciones para que estos espacios sean más atractivos para trabajar sería el desafío.

¿Cómo se involucra al trabajador en el cambio de oficina?
Un día habíamos recién entregado una obra y me llaman diciendo que tenía que ir porque los empleados estaban muy incómodos con los asientos. No sabían como se usaban y que podían cambiar la posición. Los teníamos que capacitar. Ahí empezó la idea de integrar a las personas al proceso, no son usuarios que llegan y se adaptan alegremente. Cuando vos estás en una oficina cerrada y te pasan a una abierta, te sentís desnudo, no hay forma de que estés contento. Salvo que entiendas que hoy tu oficina no es más 3×3 sino que es todo el piso, que podés hacer todas las cosas que hacías en la oficina privada y muchas más en espacios diseñados especialmente para eso.

¿Usted tiene oficina privada?
No. Hay muchas compañías donde el presidente se sienta en un puesto exactamente igual al resto, empezando por la mía. Pero uno no puede obligar a un presidente a dejar la oficina privada. Hay un tema generacional, de rubros e idiosincrasias.