Extender la mano para tocar es uno de los primeros gestos que ensayamos para reconocer el mundo. El tacto es el primer sentido que se desarrolla y el último que se pierde con la edad. Dado que la información táctil se recibe a través de la experiencia corporal de contacto, las superficies juegan un papel muy significativo en las cualidades del entorno. Así, la textura, la temperatura, el peso y la elasticidad de los materiales que se incorporan en el diseño de los espacios de trabajo –tanto en los muros y los muebles como en el pavimento– pueden adquirir relevancia propia y actuar a modo de señales, caminos, nodos, bordes y fronteras, tal como ocurre en un contexto visual. Hoy, la ciencia también está comenzando a comprender cómo los aspectos afectivos de las sensaciones táctiles pueden influir en los procesos cognitivos.
El escenario del tacto se encuentra principalmente en la piel, el más extenso de los órganos del ser humano y el asiento de las diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los estímulos entrantes en información susceptible de ser interpretada por el cerebro. De esta manera, podemos detectar y distinguir entre una inmensa variedad de estímulos diferentes tales como la textura, la temperatura y la elasticidad de los materiales, entre otros.
El tacto es el primer sentido que se desarrolla dentro del útero y el último que se pierde con la edad. Aun antes de nacer comenzamos a responder al tacto. A las 32 semanas de gestación, el embrión ya puede sentir y comprender la temperatura, la presión y el dolor.
Para Aristóteles, solo el tacto proporcionaba una imagen real del mundo y por eso lo consideraba el sentido fundamental del ser humano, avalado por el hecho de que extender la mano para tocar es uno de los primeros gestos que ensayamos para reconocer el entorno que nos rodea. Cuando interactuamos con el espacio construido, la experiencia táctil es omnipresente aunque no la notemos conscientemente: al caminar sobre distintos pavimentos, apoyarnos sobre muros o muebles, abrir y cerrar puertas, o sentarnos, nuestro cuerpo evalúa las características de los materiales –¿es rugoso, cálido, áspero, suave, pesado, duro, etc.?– y reacciona ante ello.
Pero la percepción táctil puede extenderse e influir sobre la interacción social y el pensamiento. Según un estudio de la Universidad de Yale, las impresiones táctiles pueden afectar procesos cognitivos tales como la toma de decisiones. Esta investigación exploró de qué modo la experiencia táctil relacionada con objetos específicos influye sobre la cognición afectando inconscientemente nuestros juicios y decisiones. Desde la silla en la que nos sentamos hasta la calidad de las carpetas con las que trabajamos, la estimulación táctil puede guiar nuestros procesos de pensamiento. Así, se demostró que propiedades tales como el peso, la textura y la dureza influyen tanto en la formación de las impresiones sociales como en la toma de decisiones, utilizando metáforas comunes relacionadas con el sentido del tacto: el peso relacionado con la importancia, la dureza con la inflexibilidad, etc.
Las superficies juegan un papel significativo en las cualidades del entorno y conviene prestarles atención a la hora de elegir los materiales de terminación de la oficina: las diferentes texturas que estimulan nuestro sentido del tacto pueden tener efectos significativos sobre la experiencia estética, el comportamiento social, el bienestar y el confort de las personas.
Conocer los materiales
Elegir los materiales para un espacio de trabajo no solo implica cumplir con los requisitos técnicos; la apariencia del material junto con su comportamiento sensorial juegan un papel igualmente importante en el diseño. Los materiales otorgan identidad y carácter a las superficies a través de sus cualidades hápticas, entendidas como aquellas que se manifiestan a través de la exploración activa del tacto.
. Textura: Es una de las propiedades de las superficies de los materiales más ampliamente estudiadas y está relacionada con las características y la distancia entre los elementos que la constituyen. Influye en la reflexión de la luz y define la forma en que se “siente” un material: áspero, suave, liso, rugoso, etc. Por ejemplo, una textura áspera puede ser ideal en los pies mientras que las suaves son preferibles para las manos.
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