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Desde fines del siglo pasado, el mundo ha comenzado a saturarse de datos transformando todas las áreas del conocimiento humano. Ni siquiera la biología quedó al margen: hoy sabemos que hacen falta seis mil millones de bits para crear un cuerpo humano.
Hasta hace no mucho tiempo, la información disponible igualaba la capacidad de nuestra mente para ordenarla y darle sentido. Hoy, el ritmo acelerado de crecimiento la ha convertido en una auténtica invasión. Tanta sobreestimulación en tan corto tiempo ha inaugurado una nueva era: la de la Sobrecarga Informativa. Agotamiento, ansiedad y saturación ya son parte del espíritu de época.
Y bajo el signo de esta nueva era, el trabajo también se ha transformado en una avalancha de información que debemos procesar; e-mails, mensajes y conversaciones exigen respuesta en tiempo real, y en un esfuerzo por atenderlas a todas intentamos lo imposible: hacer varias cosas a la vez. Porque lo cierto es que el cerebro humano no está adaptado a la actividad multitarea. Cuando pensamos que estamos haciendo varias cosas simultáneamente en realidad solo desplazamos la atención de una a la otra cambiando rápidamente el foco y, cada vez que lo hacemos, se produce una pérdida cognitiva. Tratando de ser más eficientes perdemos productividad.
Además, la multitarea tiene otros efectos negativos: produce estrés, afecta la calidad del pensamiento, disminuye la atención y la creatividad, y aumenta el riesgo de cometer errores y de tomar malas decisiones. Hoy, las personas trabajan mucho pero rinden menos, por lo que el lugar de trabajo debe proporcionar un antídoto eficaz para esta epidemia informativa brindando espacios adecuados para reflexionar sin ser interrumpido, para procesar ideas y para crear.
Porque en este nuevo contexto que ya parece definitivamente instalado, el verdadero valor consistirá en encontrar sentido en el alud de información que nos llega cada día y en reconocer que los datos per se no son conocimiento. Parafraseando a Benjamín Franklin, lo importante será no confundir el simple movimiento con la acción deliberada.
Víctor Feingold
Arquitecto
Director FM
& WORKPLACES
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