Optimizar el uso del espacio, hacer que las personas se sientan más felices y productivas, poder contar con colaboradores comprometidos y eficientes: estas son algunas de las metas que persiguen las nuevas tendencias en espacios de trabajo. Y para concretarlas contamos con una batería de herramientas y metodologías que nos ayudan a determinar cuál es la mejor estrategia para cada caso.

En ese sentido, la tecnología es una gran aliada: los sensores de presencia y ocupación permiten tener un panorama real del uso del espacio, y la capacidad para observar y medir las respuestas individuales ha llegado tan lejos que algunas investigaciones se han enfocado en datos de la neurofisiología para el diseño de los espacios de trabajo. A través de diferentes estudios (medición de las ondas cerebrales, la actividad eléctrica de la piel, los niveles hormonales, la presión arterial, etc.) se pretende identificar cómo los diferentes tipos de espacios afectan el grado de estrés y el rendimiento de las personas.

En esta línea, un episodio difundido recientemente por la NASA arroja una mirada interesante con respecto a la sobreabundancia de conocimiento analítico frente al valor de la información sensible que podemos recoger de nuestro entorno. Durante un ensayo en la Estación Espacial Internacional orientado al estudio de la floración de plantas en condiciones de gravedad 0, se le asignó al astronauta Scott Kelly la tarea de cuidarlas de acuerdo con un programa establecido por un grupo de control en Tierra. Luego de reiterados fracasos, el equipo responsable de la misión accedió a permitir que Kelly las cuidara según su propio criterio, observando el aspecto de las plantas tal como solemos hacerlo en nuestros jardines y balcones. De los cuatro ejemplares que Kelly cuidó, dos lograron prosperar y florecer.

Esto nos lleva a pensar que, aunque sin duda los datos duros y analíticos que aporta la tecnología son enormemente útiles a la hora de planificar los espacios donde trabajamos, no hay que olvidar que el conocimiento y la observación sensibles nos pueden revelar sutiles aspectos de nuestra propia humanidad, indispensables para que las personas puedan desarrollarse plenamente y dar lo mejor de sí.

Víctor Feingold
Arquitecto
Director FM & WORKPLACES