Desde la cafetería hasta los ambientes de coworking, los espacios alternativos de trabajo -o terceros espacios- han crecido y se han multiplicado en la última década. El concepto, introducido en 1989 por el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg, hace referencia a lugares fuera del ámbito del hogar y de la oficina que permiten que la gente se reúna para trabajar en un ambiente distendido y accesible, ideal para la colaboración, el intercambio y la creación de nuevos vínculos. Un número creciente de organizaciones ya reconocen que la utilización de espacios de trabajo no tradicionales puede contribuir a mejorar la productividad de los empleados y a lograr una mayor eficiencia de la empresa. Además, la disminución en la necesidad de trasladarse con la consiguiente reducción del impacto ambiental, la hacen una opción muy atractiva para todos.
El acelerado avance de las tecnologías de la información se ha convertido en uno de los motores para el desarrollo de nuevas modalidades y nuevas tendencias en espacios de trabajo. Trabajar ya no significa estar atado a un escritorio; la oficina ha dejado de ser exclusivamente un espacio físico para transformarse en un espacio físico y virtual al mismo tiempo, cada vez más dedicado al encuentro y al trabajo colaborativo.
Esto ha dado lugar al surgimiento de una cantidad de espacios alternativos de trabajo, los así llamados “terceros espacios”, ubicados entre la casa y la oficina. Se trata de un nuevo territorio para trabajar dentro de aeropuertos, bares, hoteles, bibliotecas, clubes, oficinas satélite, espacios de coworking, etc., disponible cerca de donde se encuentre la gente.
Los terceros espacios
Actualmente, cada vez más personas trabajan fuera de la oficina. Según algunas encuestas que se han llevado a cabo en los EE.UU., se espera que para el año 2020 un 40% de los trabajadores será freelance o llevará a cabo sus tareas fuera del espacio de trabajo tradicional.
Al mismo tiempo, con más de la mitad de la población mundial viviendo en áreas urbanas (según datos del Banco Mundial, en 2030 esta tendencia encontrará al 60% de los habitantes del planeta viviendo en ciudades), muchas personas, movidas por la necesidad de minimizar los traslados y mejorar su calidad de vida, buscarán cada vez más trabajar en terceros espacios donde encontrarán un ámbito para concentrarse y colaborar junto con toda la tecnología necesaria. Comienzan a surgir diferentes estilos de trabajo basados no solo en el home office tradicional sino también en centros suburbanos, oficinas satélite y otros espacios alternativos.
Lo cierto es que la oficina, tal como la concebimos hoy, está cambiando de manera irreversible. Los grandes espacios de los Headquarters corporativos se están reduciendo para dar paso a un ámbito más acotado, destinado al trabajo colaborativo, el intercambio de ideas y la coordinación de los equipos.
Los “terceros espacios” son espacios que se pueden compartir e intercambiar, se rentan por unos días o por proyectos específicos, o simplemente se utilizan de forma temporal. Se trata de un fenómeno que se está convirtiendo en un elemento importante en muchas empresas. Estos nuevos lugares de trabajo ofrecen grandes ventajas para adoptar una tendencia que se está consolidando en todo el mundo: ahorro de espacio, disminución de los costos de operación, aumento de la productividad, mejora de la calidad de vida y beneficios ambientales.
Además de estas claras ventajas, los espacios compartidos son más atractivos para construir una comunidad y para dar a los trabajadores la posibilidad de elegir y controlar cuándo, dónde y cómo trabajar en función de la tarea que estén llevando a cabo. La tendencia también es consistente con algunos de los principios del “consumo colaborativo”, ese nuevo paradigma que ha emergido con las nuevas tecnologías y las redes sociales para impregnar los actuales modelos con la idea de “compartir”.
El origen del tercer lugar
El concepto de “tercer lugar” fue introducido en 1989 por el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg3 con referencia a aquellos espacios fuera del ámbito del hogar (el primer lugar) y del trabajo (el segundo lugar) que permiten que la gente se reúna en un ambiente informal y accesible, ideal para la colaboración, el intercambio de ideas y la creación de nuevos vínculos.
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