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En noviembre de 1965 se produjo un gran apagón que, durante 14 horas, dejó sin energía eléctrica a más de 30 millones de personas en la costa Este de los EE.UU. Los trenes y los aeropuertos dejaron de funcionar, las calles quedaron absolutamente a oscuras, el tráfico se volvió caótico, los bancos y las oficinas se paralizaron, hubo cortes de agua y mucha gente quedó atrapada en los ascensores y en el metro de Nueva York.
¿Qué sucedería en el complejo y sofisticado mundo actual si estos eventos comenzaran a multiplicarse? Porque lo cierto es que en la historia evolutiva del hombre hay una constante: la creciente necesidad de energía para progresar y mejorar su calidad de vida. Hoy, esa necesidad es enorme, a tal punto que presiona los recursos naturales y compromete el delicado equilibrio del planeta.
Decía Norman Foster que los arquitectos no pueden resolver todos los problemas ambientales pero pueden diseñar espacios que optimicen el uso de la energía. Entonces, cuando consideramos que los edificios consumen el 40% de la energía utilizada en todo el mundo y producen el 30% de los gases de efecto invernadero, se hace evidente que el diseño del espacio de trabajo (uno de los lugares donde más tiempo pasamos) ofrece un gran potencial de ahorro.
Hoy, la gente no necesita ir a la oficina para trabajar. Los nuevos estilos laborales permiten realizar tareas desde la casa o desde terceros lugares más próximos a la vivienda. Así, el espacio en la oficina disminuye, se vuelve flexible y solo se usa para reuniones. Los equipos de trabajo se comunican gracias a una amplia gama de herramientas digitales y el entorno de trabajo se virtualiza.
Esto significa que, además de la eficiencia energética, iniciativas tales como la optimización del uso del espacio, el teletrabajo, la menor cantidad de viajes y la reducción del uso del papel, entre otras, son estrategias que podemos y debemos adoptar para ayudar a hacer un uso eficiente y responsable de los recursos.
Para construir y sostener una civilización próspera hace falta energía. Pero para poder seguir evolucionando necesitamos que esa energía se use de manera racional. La sustentabilidad no es una cuestión de moda sino de supervivencia.
Víctor Feingold
Arquitecto
Director FM
& WORKPLACES
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