La agenda laboral invade la agenda personal. Se piensa, se trabaja y se resuelven problemas fuera de la oficina y a toda hora. La naturaleza misma del trabajo está cambiando con una rapidez vertiginosa y sus fronteras se diluyen infiltrando la vida social y familiar. El resultado no es alentador: trabajadores agotados, desmotivados y con estrés. Como parte del desarrollo personal y el bienestar de los colaboradores, las organizaciones están comenzando a valorar los beneficios de crear un clima laboral más amigable, cálido y familiar. Cada vez más se están incorporando en las oficinas funciones tradicionalmente ligadas al tiempo libre tales como bares, mesas de ping pong y billar, bicicletas, patinetas y ¡hasta mascotas! En el mundo acelerado de hoy, promover un entorno de trabajo distendido puede tener muchos beneficios.

La salud y el bienestar pueden verse influidos por el trabajo tanto positiva como negativamente. El trabajo puede constituir un objetivo y dar sentido a la vida. Puede ofrecer identidad, autoestima, apoyo social y recompensas materiales siempre que las exigencias laborales sean óptimas (y no máximas), si a los trabajadores se les permite ejercer un grado razonable de autonomía y si el clima de trabajo es amable y saludable. De ser así, el trabajo puede ser uno de los factores favorecedores del bienestar más importantes de nuestra vida.

Actualmente, las empresas empiezan a reconocer los beneficios que proporciona crear un ambiente de trabajo amable y creativo. Las organizaciones que fomentan esta cultura reportan un fortalecimiento de los vínculos, la interacción y la comunicación entre los colaboradores, un aumento de la motivación y el compromiso y una mayor efectividad en el reclutamiento y retención de una fuerza laboral talentosa. Un clima laboral amigable también ayuda a mejorar la salud física, psicológica y emocional de los trabajadores, a aumentar los niveles de productividad y a reducir la tasa de ausentismo y bajas por enfermedad. Esto se traduce en empleados más felices y creativos, y en un mejoramiento de la eficiencia y la rentabilidad de la organización.

La creación de un ambiente distendido que apruebe y facilite actividades tradicionalmente asociadas con el ocio y la vida social, que proporcione espacios tales como bares, salas de relax, de siesta o de juegos, que incentive a sus empleados a llevar sus bicicletas, sus patines y hasta sus mascotas, otorga al espacio de trabajo una dimensión personal y territorial que promueve una fuerte identificación afectiva. Esta noción permite apropiarse del espacio, hacerlo reconocible y dotarlo de una carga emocional significativa para cada persona.

Jugar es la clave

Según el Diccionario de la Real Academia Española, jugar es hacer algo con alegría, con el solo fin de entretenerse o divertirse.

En los primeros años de vida, el juego cumple un papel importantísimo tanto en el aprendizaje como en el desarrollo de las conexiones neuronales, y ocupa la mayor parte de la actividad diaria de los niños. A través del juego aprendemos a conocer nuestro propio cuerpo y el mundo que nos rodea, a desarrollar un sentido de empatía por los demás y a poner a prueba los límites de las relaciones, una característica que compartimos con la mayor parte de los mamíferos.

Los adultos necesitan jugar igual que los niños. Los períodos prolongados privados de actividades lúdicas conducen a la depresión en todas las edades. Como señala Stuart Brown en su libro “How Play Shapes the Brain and Our Lives”, lo contrario de juego no es el aburrimiento, es la depresión. La creatividad es una extensión de nuestro deseo de jugar y de explorar el mundo.

Actualmente, las tendencias indican que, más allá del dinero, para los trabajadores de hoy es importante divertirse en el trabajo. En efecto, los integrantes de las generaciones más jóvenes que ya ocupan un lugar importante en el mundo laboral, consideran que la diversión en el lugar de trabajo es un requisito, no solo un beneficio, y los resultados están a la vista: las empresas que fomentan la cultura lúdica logran un mayor compromiso de sus empleados. La sede de Facebook, por ejemplo, cuenta con salas de videojuegos, fútbol, ping pong, muros para escalada, golf, etc., además de un taller de reparación de bicicletas y un servicio de lavadero de ropa entre, otras cosas.


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