Hoy en día, los negocios se desenvuelven dentro de un contexto que requiere altas dosis de creatividad e innovación. Las herramientas tradicionales se han vuelto obsoletas y crece la necesidad de reinventar métodos y estrategias para abordar la creciente complejidad del mundo moderno. Así, surge el concepto de Design Thinking, una disciplina que utiliza el pensamiento creativo para generar soluciones y negocios innovadores, y descubrir nuevas oportunidades en el marco de un trabajo multidisciplinario centrado en las necesidades de las personas.
Design Thinking es una metodología concebida para generar ideas innovadoras que centra su eficacia en entender y dar solución a las necesidades reales de las personas. Proviene de la forma en la que trabajan los diseñadores de producto y de ahí su nombre, que en español se traduce literalmente como "Pensamiento de diseño", aunque los creadores del proceso prefieren llamarlo "La forma en la que piensan los diseñadores".
La idea se empezó a desarrollar de manera teórica en la Universidad de Stanford en California (EE.UU.) a partir de los años 70, pero su conceptualización y masificación se la debemos a Tim Brown, profesor de la escuela de Ingeniería de Stanford y actual CEO de la consultora IDEO, quien desarrolló estos conceptos y los plasmó en su libro Change by Design, publicado en 2008.
Según Tim Brown, Design Thinking “es una disciplina que utiliza la sensibilidad y los métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas -dentro de lo que es tecnológicamente factible- con una estrategia de negocios viable de forma tal que pueda convertirse tanto en valor para el cliente como en una gran oportunidad para el mercado”. Empresas tales como Apple, Google o Zara la utilizan en el diseño de sus negocios.
Al ser un gran generador de innovación, la principal característica de este modelo es que sirve para abordar problemáticas complejas desde diversos ángulos y puntos de vista, y que se puede aplicar a cualquier campo, desde el desarrollo de productos o servicios y la mejora de procesos hasta la definición de modelos de negocio. No se trata, simplemente, de idear un nuevo producto o servicio sino también, muchas veces, de crear una nueva categoría o mercado cuya meta final es mejorar la calidad de vida y la experiencia de las personas.
Según Tim Brown, el diseño ha sido aplicado históricamente como un paso intermedio dentro del proceso de desarrollo de un producto o servicio; una instancia en la que los diseñadores -quienes hasta ese momento no han jugado ningún papel en la génesis de la innovación- plantean una hermosa envoltura alrededor de la idea. Sin duda, asegura Brown, este enfoque ha estimulado el crecimiento del mercado en muchas áreas creando nuevos productos y tecnologías estéticamente atractivas y, por lo tanto, más deseables para los consumidores, junto con una mejora de la percepción de marca a través de estrategias de publicidad y comunicación inteligentes. Este enfoque se convirtió, durante la segunda mitad del diseño del siglo XX, en un activo competitivo cada vez más valioso en muchas industrias. Pero en la mayoría de los mercados la utilización del diseño se mantuvo como un “agregado”.
En la actualidad, el enfoque es radicalmente distinto: en lugar de pedirles a los diseñadores el desarrollo de una idea más atractiva para los consumidores, las empresas están reclamando la creación de ideas que se adapten mejor a los deseos y las necesidades de los consumidores. El papel tradicional es táctico, y se traduce en la creación de valor limitado; este nuevo enfoque es estratégico y conduce a nuevas formas de crear valor, asegura Brown.
Desde que las economías del mundo desarrollado se han desplazado desde la fabricación industrial hacia el trabajo del conocimiento y la prestación de servicios, el terreno de la innovación se está expandiendo cada vez más. Su objetivo ya no se limita a los productos del mundo físico. Hoy en día existen nuevos tipos de procesos, servicios, interacciones, entretenimientos, formas de comunicación y colaboración -todas actividades centradas en lo humano- en las que la aplicación de un enfoque como el Design Thinking puede marcar una diferencia decisiva.
La metodología de Design Thinking se desarrolla siguiendo un proceso en el que se ponen en valor sus características diferenciales:
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