Actualmente estamos asistiendo a la Tercera Revolución Industrial, acontecimiento que ha dado lugar al desarrollo de la sociedad de la información y al avance de la microelectrónica, la biotecnología y la robótica. De la misma manera que la Primera Revolución Industrial no fue solamente un profundo cambio tecnológico sino que supuso una extensa transformación de la vida económica y social, esta Tercera Revolución también está produciendo formidables modificaciones en diversos ámbitos, a los cuales el mundo del trabajo no permanecerá ajeno.

En las últimas décadas las economías nacionales han devenido en economías globales, han cambiado los hábitos de consumo y los comportamientos sociales, y -como no podía ser de otra manera- también se han producido grandes transformaciones en el ámbito laboral. Hoy en día se puede trabajar desde distintas locaciones, lo cual está haciendo posible la descentralización del trabajo y la coordinación de tareas en una red interactiva que está introduciendo una nueva lógica empresarial, en la que las jerarquías y las formas de organización se basan en los enlaces entre diferentes niveles dentro de la empresa y entre distintas empresas dentro del mercado. Las tecnologías de la información permitirán una flexibilidad cada vez mayor y un trabajo en red más intenso, lo cual favorecerá la interacción y la constante adaptación a un entorno que se encuentra en constante transformación.

A continuación describiremos algunas de las razones por las que la forma de trabajar seguirá transformándose y evolucionando, con la salvedad de que cada una de ellas forma parte de un sistema integrador, de un complejo mosaico donde cada una está en íntima relación con el resto:

1. La explosión de la tecnología
La tecnología tiene hoy en día una enorme presencia en todos los aspectos de la vida laboral y personal. La tasa de innovación crece constantemente y, con ella, los cambios y las oportunidades que experimenta el espacio social en el que se desenvuelven las personas. En las últimas décadas, se ha extendido rápidamente por todo el mundo con un enorme crecimiento en la potencia de cálculo y el número de usuarios.

El uso de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) ya es omnipresente en las empresas y ha penetrado en la mayor parte de los procesos a través de una variedad de sectores que abarcan desde el comercio -donde las compras on line están cambiando el panorama tradicional de la actividad- hasta la logística, los medios de transporte, y la banca, entre muchos otros.

En los próximos 15 o 20 años, el hardware, el software y la conectividad de las TICs continuarán experimentando un crecimiento masivo en su capacidad y complejidad, y gozarán de una difusión mucho más generalizada. Para darse una idea de este crecimiento basta decir que, para el año 2017, se proyecta que el caudal de datos que pasará por las redes superará al registrado entre 1984 y 2012.

Se estima que en 2020 las computadoras tendrán la misma capacidad de procesamiento de datos que el cerebro humano. El desarrollo de la computación óptica y la computación cuántica permitirán un aumento aún mayor de la potencia de cálculo. Además, el ancho de banda de las telecomunicaciones y la tecnología de almacenamiento digital también continuarán creciendo exponencialmente.

Este acelerado desarrollo tecnológico favorecerá la consolidación de nuevos estilos de trabajo móvil y la oficina tradicional se transformará en un espacio fluido y de colaboración. En este nuevo escenario, “atar” a los trabajadores a sus escritorios ya no será una opción viable. Las organizaciones contarán con una plantilla cada vez más dispersa geográficamente (empresas de outsourcing, consultores, contratistas, trabajadores freelance, etc.) y necesitarán una interacción más estrecha con sus socios y clientes.

En este escenario, el Cloud Computing (La Nube) se transformará en un nuevo paradigma que permitirá a los usuarios utilizar la infraestructura proporcionada por un proveedor como un servicio a través de la red que puede utilizarse desde cualquier lugar. Al utilizar la conectividad ubicua de Internet para eliminar las restricciones físicas, permite la virtualización del entorno de operación y es indispensable cuando se trabaja desde dispositivos móviles que no tienen capacidad de almacenamiento.

Trabajar en La Nube implicará para las empresas menor consumo de energía, de equipos y de mantenimiento. Pero además, la ubicuidad y escalabilidad de los servicios de IT permitirán ahorrar espacio físico y acceder a los recursos de la organización a nivel global, además de propiciar un aumento en la productividad y la eficiencia de la fuerza laboral que se desenvolverá dentro de un entorno de colaboración móvil y flexible.

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