A los que nos encargamos de la conceptualización y el diseño de los espacios de trabajo nos gusta hablar sobre temas tales como optimización, productividad, trabajo flexible, trabajadores móviles, etc. Pero a la hora de tomar una decisión nuestros clientes necesitan traducir estos conceptos en números reales, que son los que, en última instancia, rigen los resultados de una compañía. Esta presentación demostrará que la adopción de las nuevas formas de trabajo tiene un impacto directo y positivo sobre la rentabilidad de las empresas.
Así comenzó su exposición Víctor Feingold, durante la cual se propuso comprobar -a través de un ejemplo concreto- si los costos derivados del acondicionamiento de las oficinas de acuerdo con las nuevas tendencias representan un gasto o una inversión, tratando al mismo tiempo de traducir en números cómo se puede rentabilizar.
Comenzó definiendo el espacio de trabajo como una potente herramienta con la que cuentan las empresas para maximizar el rendimiento de sus colaboradores aumentando la productividad y, por ende, la rentabilidad de la compañía. Partiendo de esta hipótesis Feingold avanzó hacia su verificación a través de un ejemplo concreto: una planta tipo que no ha incorporado los nuevos conceptos que fueron expuestos en las charlas precedentes, pero que bien podría tratarse de una oficina bastante representativa de Latinoamérica.
El ejercicio que nos planteó Feingold consistió en aplicar los nuevos conceptos de oficina a este modelo y verificar cómo van cambiando los números.
Cómo reducir los costos y aumentar la productividad
He aquí algunas de las estrategias propuestas:
1. No organizar los espacios de acuerdo con las jerarquías sino de acuerdo con las actividades que se realizan
Habitualmente, a mayor jerarquía se asigna una mayor cantidad de espacio. Pero este criterio carece de lógica ya que cuanto más alto es el cargo, las personas permanecen menos tiempo en su oficina dando como resultado una gran cantidad de superficie subutilizada. Es por eso que resulta más efectivo organizar a las personas de acuerdo con las actividades que se desarrollan dentro de la oficina. Para ello resultará práctico realizar un análisis estadístico de las actividades que se realizan durante la jornada laboral.
No obstante, pretender que todas las tareas se desarrollen en el mismo puesto de trabajo no parece lo más adecuado. Habrá que diseñar un espacio específico que pueda dar la contención y el soporte adecuados a cada una de las tareas.
2. Asumir que ya somos trabajadores móviles
Con respecto al incremento del trabajo móvil que se ha venido produciendo en los últimos años de la mano de los avances tecnológicos, Feingold destacó que existe una diferencia de percepción entre las personas y las empresas. Mientras que las personas han asumido ampliamente su condición de trabajadores móviles, a las empresas aún les cuesta aceptarlo; pretenden que la gente cumpla con un horario fijo sentada en su puesto de trabajo. A las organizaciones les cuesta desprenderse de la cultura del control y asumir lo que las personas individualmente ya han entendido.
En la actualidad, el trabajo individual puede hacerse en cualquier momento y desde cualquier lugar. No debemos estar atados al escritorio para realizar nuestras tareas; los límites entre la vida personal y la vida laboral se están desdibujando. Lo mismo ocurre con el espacio de trabajo: la oficina ha dejado de ser exclusivamente un espacio físico para transformarse en un espacio físico y virtual al mismo tiempo, que se extiende más allá de los límites materiales.
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