Los seres humanos siempre hemos querido controlar el futuro o, al menos, predecir lo que va a suceder. Ya desde los comienzos de la humanidad, el adivino, el augur, el profeta, se concentraron en revelar el porvenir para reducir la inquietud que generaba ese futuro incierto.

Con el correr del tiempo, el desarrollo de la ciencia le dio otro marco a esta búsqueda de certidumbre. Promediando el siglo XVII, el modelo mecánico de la física newtoniana conformó una visión del mundo donde el porvenir ya no deparaba sorpresas. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, la teoría de la relatividad, la física cuántica y la teoría del caos -entre muchas otras conquistas del conocimiento- generarían una revolución comparable a la copernicana, y la visión de un mundo predecible se esfumaría para siempre.

Hoy, en el siglo XXI, el acelerado avance de las tecnologías de la información y la comunicación, Internet, las redes sociales y la globalización, han añadido volatilidad, inestabilidad e incertidumbre al ámbito de todas las actividades humanas. El cambio ha devenido en regla y la estabilidad en excepción. El futuro se ha convertido en un conjunto de probabilidades donde las acciones estructuradas y previsibles ya no prosperarán.

El mundo del trabajo no es ajeno a esta realidad cambiante. Aunque hoy sabemos que el futuro es el resultado de situaciones desconocidas e imprevisibles que dependen de la conjunción de múltiples factores, aún podemos avanzar unos pasos hacia el porvenir, prever algunos resultados y diseñar acciones efectivas. No se trata de adivinar el futuro sino de comprender la dinámica de los procesos que nos trajeron hasta aquí para entender mejor nuestro espacio de acción y actuar en consecuencia.

Para prosperar en este contexto, el desafío de las empresas consistirá en estar preparadas a la hora de afrontar lo que vendrá generando modelos flexibles y estableciendo las condiciones necesarias para fomentar y desarrollar la creatividad y la innovación dentro de sus espacios de trabajo. Solo así sobrevivirán y serán capaces de adaptarse a un mundo en permanente transformación.

Víctor Feingold
Arquitecto
Director FM & WORKPLACES