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En las grandes concentraciones urbanas el espacio es un bien caro y escaso. Amontonados en viviendas, oficinas y transportes colmados de gente, nuestro ámbito privado cada vez se ve más menoscabado. Konrad Lorenz y Edward Hall, dos Premios Nobel estudiosos del comportamiento, se han ocupado de subrayar las consecuencias negativas que esta falta de espacio vital tiene sobre el ser humano.
A mediados de los 60, Konrad Lorenz alertaba sobre la deshumanización y la irritabilidad que el confinamiento en espacios reducidos provoca en las personas mientras que Edward Hall sentaba las bases de la proxemia.
Con el término proxemia Hall describe las distancias físicas que las personas mantienen entre sí para conservarse dentro de una zona de confort en función de la relación y del tipo de interacción que posean, y distingue cuatro distancias espaciales básicas: íntima, personal, social y pública. Se trata de dimensiones subjetivas que operan a nivel inconsciente y que varían de acuerdo con la cultura. La violación de estos límites del espacio personal provoca diversos grados de malestar.
Según esta clasificación, el ambiente de trabajo se correspondería con el ámbito social de las personas, donde el espacio privado se ha visto reducido drásticamente en los últimos años en beneficio de las áreas públicas. La superficie de los puestos de trabajo ha disminuido en más de un 20%, permitiendo a las empresas ubicar cada vez más personas en el mismo espacio.
Sabemos que el diseño de la oficina afecta los aspectos psicosociales de las personas y sus prácticas laborales. Si los requisitos de espacio se conciben únicamente en función de los límites del cuerpo y de la rentabilidad económica, se puede llegar a situaciones de falta de privacidad que comprometan seriamente la productividad que se pretende alcanzar.
Numerosos estudios han revelado que, paradójicamente, para poder lograr una interacción exitosa aun en los espacios públicos, es necesario ofrecer condiciones de privacidad que permitan controlar el nivel de disponibilidad hacia los demás.
Las experiencias parecen indicar que ningún exceso es bueno. Para mejorar la colaboración sin descuidar la necesidad de privacidad, es necesario pensar en un enfoque más equitativo entre las distintas áreas. El reto será conseguir el equilibrio adecuado.
Víctor Feingold
Arquitecto
Director FM
& WORKPLACES
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