Se estima que más de 1.000 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de discapacidad, 85 millones de las cuales se encuentran en América Latina. Y aunque estos números ya de por sí resultan alarmantes, se cree que en el futuro la discapacidad será un motivo de preocupación aún mayor, pues su prevalencia está en aumento. Si, además, consideramos que nuestras capacidades sufren transformaciones a lo largo de la vida y que existen situaciones que pueden dificultar nuestra relación con el entorno de manera transitoria, se hace claro que la necesidad de diseñar para todos es absolutamente real.

Todas las personas somos diferentes; tenemos aptitudes y capacidades distintas que, incluso, cambian a lo largo de la vida. Nuestras facultades sufren diversas transformaciones debido al proceso natural del desarrollo (niñez, ancianidad, etc.), pero también se pueden ver restringidas en caso de contraer alguna discapacidad física, psíquica o sensorial, ya sea de forma permanente o transitoria.

Además, pueden existir situaciones que dificulten temporalmente nuestra relación con el entorno: una mano o una pierna enyesadas, una lumbalgia o tener que cargar un bebé, pueden hacernos apreciar los beneficios de una puerta automática, de una rampa o de cualquier otro elemento que haga el entorno más accesible.

Según el “Informe Mundial sobre Discapacidad” publicado en 2011 por la Organización Mundial de la Salud, se estima que el 15% de la población mundial convive con algún tipo de discapacidad, lo cual implica a más de 1.000 millones de personas. En América Latina existen alrededor de 85 millones de personas en estas condiciones, de las cuales solo el 2% encuentra respuestas a sus necesidades. Pero lo más probable es que un cuarto de la población total de la región se encuentre afectada directa o indirectamente por la discapacidad de familiares, amigos o miembros de la comunidad.

Y aunque estos números ya de por sí resultan alarmantes, se estima que en el futuro la discapacidad será un motivo de preocupación aún mayor, pues su prevalencia está aumentando. En la mayor parte de los países occidentales se ha alargado la esperanza de vida gracias a los avances e innovaciones en las ciencias de la salud y en la mejora de las condiciones de vida. Este acontecimiento -sin duda positivo- lleva a que el número de personas que padece algún tipo de discapacidad se haya visto incrementado notablemente en los últimos años. Como consecuencia, hoy en día existen unas necesidades adicionales que es imperativo satisfacer.

Discapacidad y trabajo

La conciencia de nuestra diversidad en cuanto a las capacidades también abarca los lugares de trabajo como ámbito fundamental donde se desarrolla gran parte de la vida, por lo que se deberían considerar las distintas aptitudes de la fuerza laboral a la hora de planificar el espacio físico.

El trabajo no solo proporciona beneficios económicos; también brinda oportunidades de crecimiento personal. Esto no es diferente para las personas con discapacidad. El problema es que este grupo puede tener dificultades adicionales para encontrar o mantener un trabajo. Una de las principales causas de discriminación laboral que sufren tiene relación con los prejuicios sociales basados en el desconocimiento de sus competencias laborales.

(...) La nota completa, en el número impreso