Los muros verdes y los jardines verticales comienzan a ser un paisaje habitual en las ciudades y los edificios. Se trata de un recurso para crear un entorno más natural dentro del hábitat urbano, adaptado a la realidad de la falta de espacio, que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático, a controlar la temperatura disminuyendo el efecto “isla de calor”, a reducir la contaminación ambiental y a embellecer nuestras ciudades y los espacios donde vivimos.

El crecimiento demográfico tiene consecuencias directas sobre el entorno construido. Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades; esto implica que los asentamientos urbanos son cada vez mayores, el parcelamiento es más pequeño y la superficie cubierta con cemento es más grande. Al mismo tiempo, el cambio climático está produciendo un aumento de las temperaturas globales, derretimiento de los hielos del Ártico, lluvias excesivas, sequías, temperaturas extremas, etc.

En este escenario cada vez más degradado, es importante comenzar a pensar en soluciones que colaboren con la preservación del ecosistema. Un modo de crear un entorno más natural dentro de los ambientes urbanos, adaptado a la realidad de la falta de espacio y que ayude a mitigar los efectos del cambio climático, consiste en destinar el techo y las paredes de los edificios para cultivar jardines. Si bien esta práctica no constituye una solución per se, cuando forma parte de una estrategia de infraestructura urbana más amplia, ayuda a controlar la temperatura disminuyendo el efecto “isla de calor”, mejora el manejo del agua de lluvia, reduce la contaminación ambiental y embellece nuestras ciudades. En el Nº 30 de Facility Magazine nos ocupamos de los techos verdes. En este artículo, nos concentraremos en el análisis de los muros vegetales: muros verdes y jardines verticales, tanto interiores como exteriores.

Antecedentes y clasificación

Ya existen antecedentes de jardines verticales en épocas tan remotas como el año 600 AC: los jardines colgantes de Babilonia fueron muy famosos en su tiempo y los relatos de su magnífico aspecto han llegado hasta nuestros días. Construidos por Nabucodonosor II aproximadamente en esa fecha, se cree que fueron destruidos por la actividad sísmica alrededor del siglo II AC.

Entre los vikingos, en el siglo X DC, también era habitual el uso de vegetación, tanto en el techo como en los muros, a fin de mitigar los rigores del clima. Y, asimismo, encontramos gran cantidad de ejemplos durante el medioevo, con solo pensar en la imagen de los grandes castillos de piedra cubiertos de enredaderas y trepadoras.

En la actualidad, también encontramos hermosos muros exteriores tapizados de vegetación, especialmente en las zonas suburbanas, y bellos jardines colgantes naturales en algún acantilado o barranco cargado de plantas.

Muro verde

Un muro verde se desarrolla sobre una  pared exterior, con plantas -en su mayoría trepadoras- que enraízan en la tierra y que, a través de sus ventosas o zarcillos, se aferran al paramento y van creciendo verticalmente cubriendo toda la superficie. La fijación de las plantas se hace directamente sobre el muro, o se realiza mediante el uso de mallas o alambres que ayudan a sostenerlas.

Si bien las plantas trepadoras han sido usadas durante siglos para cubrir muros y aún hoy las vemos cubriendo medianeras que, de otra manera, estarían a la vista, las ventosas o zarcillos que las sostienen pueden dañar la superficie de la pared, producir humedad y atraer insectos. Además, necesitan un mantenimiento regular debido a su rápido crecimiento ya que se trata, en líneas generales, de especies muy invasivas.

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