El término fue acuñado por primera vez en 2006 en la costa oeste de los EE.UU. y, desde entonces, ha generado una tendencia que crece sin cesar en todo el mundo. El concepto de coworking –conviene aclararlo-, no consiste solamente en un entorno físico donde profesionales independientes, pequeños emprendedores, trabajadores móviles y otros, pueden reunirse y trabajar. No se trata solo de compartir gastos y romper el aislamiento; también se trata de pertenecer a una comunidad de individuos que están abiertos a colaborar, a intercambiar ideas, proyectos y conocimiento. Y si bien las características específicas y los recursos de los espacios de coworking varían considerablemente, todos se basan en 4 pilares: comunidad, colaboración, sustentabilidad y participación.

Panorama de un fenómeno que se expande

En un principio, el coworking fue un fenómeno que tuvo su foco de crecimiento en la industria tecnológica. En 2006, Brad Neuberg, un joven programador de computación que trabajaba por su cuenta, alquiló un espacio en un edificio en el área de San Francisco, California, y creó una nueva forma de trabajar: reunió en ese lugar a colegas que trabajaban, aislados, para distintos empleadores o contratistas y querían compartir ideas. La naturaleza de este tipo de trabajo hacía más fácil que la gente valorara sus beneficios.

En la actualidad, el coworking se ha expandido a otras áreas de actividad. Cualquiera que solo necesite una conexión a Internet y una computadora o un dispositivo móvil para llevar a cabo su tarea puede procurarse los beneficios de una situación de coworking, ya sea que se trate del alquiler de una oficina completa, un puesto de trabajo, o una mesa compartida. El objetivo principal es ser parte de una comunidad de individuos que trabajan juntos y comparten valores similares, en la que, sin embargo, cada uno trabaja en su propia tarea. De esta manera se puede contar con la ayuda y la colaboración de especialistas en distintas áreas, lo cual conduce a la creatividad y la innovación.

El panorama de los espacios de coworking es muy diverso y probablemente lo seguirá siendo. Algunos espacios son pequeños, mientras que otros son bastante grandes, con capacidad para 400 personas. Algunos cuentan con apoyo público, mientras que otros están totalmente en manos privadas.

El perfil del usuario puede variar mucho. Los profesionales de la Web y la industria de IT, los desarrolladores freelance, los diseñadores, profesionales de relaciones públicas, periodistas, redactores, etc., solían ser los usuarios más frecuentes de los espacios de coworking. Hoy en día, sin embargo, con el crecimiento de la oferta y el desarrollo de la tecnología, el espectro de los usuarios se ha ampliado a otras profesiones tales como abogados, arquitectos, contadores, ingenieros industriales, personal de ventas, expertos en marketing y recursos humanos, técnicos, empleados de empresa y artistas, entre otros. Los espacios de coworking también se han convertido en el sitio de trabajo preferido para los autónomos a partir de nuevos proyectos y actividades.

En consecuencia, el coworking se está convirtiendo en una nueva usina de creatividad e innovación donde los trabajadores de distintas disciplinas pueden interactuar, compartir, construir, mejorar y co-crear nuevos proyectos, apoyándose mutuamente, junto con una cantidad de beneficios que esta forma de trabajo conlleva.

Pero, actualmente, el coworking está dejando de ser un movimiento aislado, limitado a los trabajadores independientes, cuentapropistas o móviles como solía ser en sus orígenes. Las grandes empresas, los centros de innovación y las incubadoras han comenzado a incorporar espacios de coworking dentro de sus propias estructuras con la intención de aumentar sus servicios de apoyo a la innovación y al espíritu empresarial.

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