La iluminación arquitectónica constituye un poderoso recurso que impacta positivamente tanto en los empleados como en los visitantes, gracias a su capacidad para generar lugares de trabajo visualmente confortables, crear efectos, producir climas y ambientar espacios. Sin embargo, no hay que perder de vista que la iluminación de los edificios es responsable del 19% del uso de la electricidad, lo que la convierte en una de las áreas más relevantes para desarrollar estrategias de ahorro de energía, disminución de costos y reducción de emisiones. Este contexto demanda un cambio conceptual y también tecnológico en el ámbito de la iluminación. La nueva tecnología de luces LED es más amigable con el medio ambiente y abre un enorme abanico de oportunidades a la hora de adoptar la variable de la iluminación como un elemento diferenciador de diseño.

El diseño de los actuales edificios de oficinas incluye algunos elementos, tanto funcionales como estéticos, que ayudan a reforzar la imagen corporativa y a proyectarla hacia el entorno como una referencia expresiva dentro del espacio urbano. En este sentido, la iluminación arquitectónica constituye un poderoso recurso que impacta positivamente tanto en los empleados como en los visitantes gracias a su capacidad para generar lugares de trabajo visualmente confortables, crear efectos, producir climas y ambientar espacios.

Sin embargo, no hay que perder de vista que la iluminación de los edificios es responsable del 19% del uso de la electricidad, lo que la convierte en una de las áreas más relevantes para desarrollar estrategias de ahorro de energía, disminución de costos y reducción de emisiones. Por este motivo, el contexto actual demanda un cambio conceptual y también tecnológico en el ámbito de la iluminación.

Desde el punto de vista conceptual, este cambio se instala a partir de la necesidad de promover el desarrollo sostenible junto con el uso racional de la energía. Ya han pasado varios años desde el Protocolo de Kyoto, tratado que insta a todos los países adherentes a reducir el uso de combustibles que generan gases contaminantes y a reemplazarlos por nuevas fuentes de energía, entre otros desafíos.

Pero a pesar de que Kyoto puede estar lejos y de que sus metas no han sido alcanzadas, la necesidad de lograr la eficiencia energética ha quedado instalada en la mente de la mayoría de los profesionales de la construcción. A la cabeza de este movimiento, en la Comunidad Europea, por ejemplo, ya se cobra a los consumidores un impuesto al consumo energético, lo cual señala un límite para el diseño en lo que respecta al uso de la energía, particularmente en la iluminación.

El reconocimiento de la importancia de adoptar la vía del desarrollo sostenible y la eficiencia energética ya ha llegado a todos los puntos del planeta. En las principales ciudades de Latinoamérica ya se pueden observar edificios certificados que cumplen con las normas internacionales, los cuales observan las premisas de sustentabilidad y eficiencia energética con un excelente retorno frente a la inversión realizada para alcanzar estos objetivos.

Desde el punto de vista de la iluminación, un edificio puede ser calificado como “sustentable” cuando puede ofrecer eficiencia energética, larga vida útil de las luminarias y baja generación de calor. Lamentablemente, si se continúa utilizando la misma tecnología que está instalada hoy en la gran mayoría de los edificios corporativos, es imposible cumplir con las tres variables mencionadas.

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