Los edificios comerciales tienen un impacto significativo sobre el uso de la energía y el medio ambiente, ya que consumen aproximadamente el 40% de la energía primaria. La eficiencia energética ayuda a reducir el consumo de energía utilizando distintas estrategias, entre las que sobresalen por su importancia en la carga térmica: el aislamiento térmico de la envolvente y la mejora en la estanqueidad de las aberturas. Sin embargo, luego de ser usadas de manera extensiva durante la década del 70, en plena crisis del petróleo, estas prácticas de hermeticidad se revelaron potencialmente peligrosas al dar origen al Síndrome del Edificio Enfermo. Por eso, para mantener la calidad del aire interior en condiciones óptimas es necesaria una adecuada ventilación. En este sentido, la tecnología de ventilación con recuperación de energía ofrece una solución óptima: aire fresco, un mejor control de la calidad del aire interior y adecuada eficiencia energética.
El ambiente de trabajo necesita ventilarse, ya sea por medios naturales o mecánicos, para cumplir con dos grandes requerimientos ambientales que aseguran la calidad del aire interior: proporcionar el oxígeno suficiente mediante el suministro de aire fresco del exterior en cantidad necesaria, y controlar la contaminación ambiental del lugar causada por la presencia de dióxido de carbono, olores, exceso de calor, emanaciones, microorganismos, etc. Sin embargo, las necesidades de ventilación para el suministro de oxígeno, son bastante inferiores a las requeridas para evitar la contaminación: una persona sentada necesita aproximadamente 0,15 litros/segundo/persona de aire fresco para asegurar una buena oxigenación, mientras que para remover los olores, el dióxido de carbono que se exhala y los demás contaminantes se necesitan 5 litros/segundo/persona.
Los contaminantes tales como el formaldehído, los compuestos orgánicos volátiles, y el radón se pueden acumular en los lugares mal ventilados deteriorando la calidad del aire interior y causando problemas de salud. El exceso de humedad puede conducir al crecimiento de moho y ocasionar, además de un empobrecimiento de la calidad del aire, daños estructurales en el edificio.
Estrategias de ventilación
Hay tres estrategias básicas de ventilación: la ventilación natural, la ventilación localizada y la ventilación general.
-Ventilación natural
La ventilación natural a través de las aberturas solía ser el método más común para permitir el recambio de aire en el interior de un local. El movimiento del aire no controlado que se da a través de grietas, pequeños orificios, conductos de ventilación, puertas y ventanas puede ocasionar un flujo de aire que también proporciona una ventilación natural, sin el auxilio de métodos mecánicos
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La ventilación natural se produce por fuerzas térmicas de convección o por las fuerzas resultantes de las diferencias en la presión del viento. Obviamente, si fuera suficiente, la ventilación natural sería mucho más económica que la ventilación mecánica, pero las corrientes de viento y la convección térmica son difíciles de predecir. Por esto, el empleo de la ventilación natural está supeditado a las condiciones naturales. Además, no es la mejor estrategia de ventilación en lo que a eficiencia energética se refiere y tampoco proporciona suficiente control sobre la humedad.
Cuando se pretende utilizar ventilación natural es necesario diseñar las aberturas de manera que funcionen alternativamente como entradas o salidas de aire. Se puede lograr una ventilación natural mediante ventanas, puertas, tragaluces, conductos conectados a rejillas y aberturas especialmente diseñadas para tal fin.
Las desventajas que presenta la ventilación natural se refieren a que sus resultados dependen principalmente del viento y la temperatura exterior, las edificaciones próximas y la orientación del inmueble.
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