El agua es un elemento indispensable para la vida, dependemos de ella para vivir y para alimentarnos. Sin embargo, es un recurso que se vuelve cada vez más escaso por tres motivos principales: el crecimiento de la población mundial, la contaminación directa y el aumento de la temperatura terrestre como consecuencia del calentamiento global. Por lo tanto, es indispensable modificar los hábitos de uso basados en el despilfarro de este importantísimo recurso. Desde nuestra órbita de incumbencias, la arquitectura sustentable se presenta como una disciplina que busca introducir nuevos sistemas e instalaciones dentro de los edificios para conseguir un uso racional del agua, al tiempo que incorpora estrategias de proyecto destinadas al mejor aprovechamiento y la reutilización del recurso.

El agua es un elemento indispensable para la vida, dependemos de ella para vivir y para alimentarnos. El agua es un bien real; un uso adecuado y sostenible de este preciado recurso permite el desarrollo económico y el bienestar de las personas. Por el contrario, cuando el acceso al agua potable se hace difícil, proliferan las enfermedades y se diezman las poblaciones.

El volumen de agua existente sobre nuestro planeta es de, aproximadamente, 1.400 millones de km³, y ha permanecido inalterado a lo largo de su historia. Sin embargo, una gran proporción de esta agua es salada como consecuencia del proceso de salinización que sufre al infiltrarse entre los minerales de la corteza terrestre. De los 1.400 millones de km³ de agua existente en el mundo, solo 33 millones son de agua dulce. De esta cantidad habría que descontar el 87,3% que está en forma de hielo en los casquetes polares y los glaciares, y el 12,3% que constituye el agua en incesante movimiento de evaporación en el fenómeno denominado ciclo hidrológico o ciclo del agua. Por lo tanto, la cantidad de agua realmente aprovechable es muy pequeña, y además está sometida a numerosas fuentes de contaminación.

El acceso a agua potable representa costos tanto para las empresas como para los consumidores. En los países de América Latina el beneficio del agua potable se ha ido extendiendo poco a poco hasta alcanzar los lugares más apartados, pero hay todavía carencias muy grandes. Actualmente, sin embargo, la mayoría de la población urbana tiene acceso al agua potable. Aún así, este es un recurso que se vuelve cada vez más escaso por tres motivos principales: el crecimiento de la población mundial, la contaminación directa y el aumento de la temperatura terrestre como consecuencia del calentamiento global.

América Latina es una de las regiones más ricas en recursos hídricos, con el 26% del agua del planeta para solamente el 6% de la población, mientras que Asia concentra el 30% de la disponibilidad de agua y el 60% de la población. Pero, por otra parte, América Latina enfrenta problemas serios de abastecimiento: posee algunas de las zonas más húmedas del planeta y los desiertos más áridos, presentando, además, una alta contaminación de sus fuentes a lo que se le suma, en las últimas décadas, un proceso intenso de urbanización.

Por todo lo expuesto, resulta indispensable modificar los hábitos de uso basados en el despilfarro de este importantísimo recurso. Existen varias formas de intervención para regular el consumo del agua en los edificios: desde la provisión y el uso racional en la infraestructura sanitaria, hasta el aprovechamiento de las aguas pluviales y el tratamiento de efluentes. Huelga decir que un mantenimiento periódico y adecuado de la instalación sanitaria evitará pérdidas por roturas, desperfectos, etc.

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