El trabajo es, en nuestra sociedad, una de las actividades que más impacto tienen sobre las personas. Nos proporciona no solo recursos financieros sino también un propósito y una identidad, factores que, es sabido, promueven el bienestar y una actitud positiva. Sin embargo, unas malas condiciones laborales pueden contribuir al desarrollo y la aparición de problemas de salud mental. Existe un creciente reconocimiento del impacto económico y social que acarrean los problemas de salud mental y, a su vez, de la importancia que tienen la promoción del bienestar y la prevención de la aparición de trastornos mentales. En este sentido, el lugar de trabajo se presenta como un contexto social de creciente relevancia dentro del cual se puede actuar para hacer frente a los problemas de salud mental y promover el bienestar general junto con una actitud mental positiva.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como: "... Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Esta definición proporciona una comprensión integral del concepto de salud, que incluye la concurrencia de tres áreas interconectadas: la salud física, mental y social. Esta definición integral de la salud tiene dos supuestos básicos: 1) no hay salud sin salud mental, y 2) la salud no puede -ni debe- ser vista como la mera ausencia de enfermedad o dolencia, sino más bien como un estado “positivo” de bienestar físico, mental y social. La Organización Mundial de la Salud (2005) sugiere que la salud mental debe ser conceptualizada como "un estado de bienestar" en el que un individuo:

-Se da cuenta de sus propias habilidades.
-Puede hacer frente a las tensiones normales de la vida.
-Puede trabajar de forma productiva.
-Es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

La salud mental y, por el contrario, la mala salud mental, se han conceptualizado y entendido como un espectro que va desde "el bienestar mental positivo" hasta los problemas de salud mental y clínicos.

Salud mental y trabajo
Sin lugar a dudas, una de las áreas clave que afectan nuestra salud mental es el ambiente de trabajo. El trabajo puede ser beneficioso para la salud mental a través de un mayor sentido de inclusión social, de estatus y de identidad, proporcionando a la vez una estructura de tiempo (Harnois y Gabriel, 2000). Pero también se ha encontrado que muchos factores de riesgo psicosocial en el trabajo pueden aumentar la aparición de ansiedad, depresión y agotamiento.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define los riesgos psicosociales como un elemento integral en el proceso de estrés en términos de la interacción entre las condiciones ambientales, el contenido, la organización y la gestión de las tareas, por un lado, y las competencias y las necesidades de los empleados, por el otro (OIT, 1986).

La salud física, mental y social del trabajador puede verse afectada tanto por la tarea que desempeña como por las condiciones del trabajo a través de dos vías: de manera directa e indirecta. Una vía directa, física, se puede observar entre el entorno físico de trabajo y sus riesgos asociados, y la salud de los trabajadores. Las malas condiciones físicas de trabajo también pueden tener un impacto indirecto al causar estrés. Además, existe un gran cuerpo de evidencia que indica que hay una fuerte relación entre el entorno psicosocial de trabajo y la salud de los trabajadores. Esta vía también está mediada por la experiencia de estrés del individuo (Cox, Griffiths, y Rial-González, 2000).

 

(...) La nota completa, en el número impreso