Cada edificio es una combinación compleja de muchos materiales, cada uno de los cuales tiene un costo energético para su fabricación u obtención. La envolvente, la estructura y los servicios participan de una manera bastante similar en el contenido energético total de una construcción y representan aproximadamente las tres cuartas partes del mismo. Para producir estos materiales y satisfacer la demanda de una sociedad cada vez más apoyada en la tecnología, se utilizan cantidades importantes de energía y de materias primas, lo cual tiene un importante impacto sobre el medio ambiente. Teniendo en cuenta esta perspectiva se están comenzando a revalorizar algunos antiguos sistemas de construcción a partir de los cuales, y aplicando tecnologías contemporáneas, se puede dar solución a los problemas actuales. Así, uno de los materiales naturales de uso más antiguo como la tierra, resurge como una alternativa sostenible en algunas nuevas corrientes arquitectónicas.
Los orígenes del uso de la tierra para construir se remontan a los primeros asentamientos humanos. Son muchísimos los testimonios arqueológicos e históricos de la construcción con tierra pero, además, el barro abunda actualmente en las sencillas construcciones populares de gran parte del mundo.
Algunas de las grandes civilizaciones como la persa o la egipcia construyeron ciudades enteras con tierra cruda. Algunos ejemplos pueden ser las de Tobouctou en Mali, Marrakech en Marruecos, o Shibam en Yemen, ciudad que desafía todos los prejuicios contra este material y que cuenta con edificios de tierra de más de 30 metros de altura. El hecho de que en la actualidad se hallen todavía en buen estado muchas obras de tipo monumental construidas en tierra refleja cuán duradero puede llegar a ser este material.
La tierra se empleó para levantar fortificaciones, castillos, murallas, ermitas, mezquitas, graneros, molinos y viviendas populares, en lugares como el Sahara, el Magreb, África Central y Oriental, América Latina y Europa, incluyendo también lugares lluviosos como Suecia, Noruega y Dinamarca.
Finalmente, hay que destacar la presencia que la tierra cruda tiene actualmente en la edificación. En los países con menos recursos -como sucede en casi toda África, y algunas regiones del Oriente Medio y América Latina-, la tierra es el material de construcción que predomina.
Sin embargo, la tierra está prácticamente ignorada en la construcción nueva, aunque forma parte del paisaje cotidiano en muchas regiones rurales donde todavía se mantienen viviendas y patrimonio edilicio de este material.
La construcción natural
Para el Profesor y Doctor en Ingeniería Gernot Minke, experto en construcciones bioclimáticas de la Universidad de Kassel, Alemania, “la tierra es el material de construcción natural más importante y abundante en la mayoría de las regiones del mundo. Esta se obtiene frecuentemente de forma directa en el sitio cuando se excavan los cimientos. En los países industrializados, la desmedida explotación de los recursos naturales y los sistemas de producción centralizados intensivos en capital y energía, no solo generan desperdicios sino que contaminan el medio ambiente. En esos países, la tierra ha resurgido como material de construcción. El camino de las construcciones livianas en tierra es el camino del ahorro de materiales, del ahorro de energía y de la protección del medio ambiente, es decir, el de las construcciones ecológicas”.
Gernot Minke dirige el Laboratorio de Construcciones Experimentales en la mencionada universidad alemana, donde se han realizado numerosas investigaciones destinadas, fundamentalmente, a las construcciones con tierra, incluyendo diversidad de aspectos que van desde mejorar la resistencia del material a la lluvia y las inundaciones, hasta desarrollar técnicas constructivas de muy bajo costo. Este redescubrimiento plantea un cambio profundo en el clásico paradigma de desarrollo occidental, ya que jerarquiza un material constructivo casi olvidado por la tecnociencia tradicional.
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